Un beso en la oscuridad
¿Cómo podría comenzar a explicar todo esto?
Es… complicado. A veces tengo la extraña sensación de que ni siquiera yo puedo entenderlo del todo. Todavía no.
Hay muchas personas que le tienen miedo a la oscuridad. No pueden soportar estar entre ella por más de diez segundos sin sentirse desesperados y sin querer gritar o desear que todo sea una pesadilla. Puedo decir que, afortunadamente, yo no soy una de esas personas. Ya no, por lo menos. He perdido todo el temor.
Aunque muchos crean que la oscuridad es aterradora y malvada, yo ahora puedo decir que es increíble, tranquila, agradable… Incluso es bonita. Me agrada, creo que hasta más de lo debido, pero todavía no estoy seguro.
Al enterarse de esto, muchos empiezan a decir que eso es ridículo, que estoy loco. La verdad es que no puedo culparlos. Sin embargo, no pienso cambiar de opinión. Después de todo, ya he visto a la oscuridad muchas veces antes… Siempre está presente. No podemos siquiera intentar huir, no tiene caso. La oscuridad está dentro de nosotros, está dentro de mí. Siempre. Por eso es inútil correr.
Si uno cierra los ojos aunque sea sólo por un breve instante, no podrá ver nada que no sea oscuridad. No importa dónde esté ni con quién esté.
Pero esa es la forma más simple de la oscuridad, sólo eso. Porque sí, la oscuridad tiene muchas formas diferentes, pero no todos lo saben. ¿Mi oscuridad? Bueno, su forma es la de un chico, en realidad. Y he de admitir que se parece mucho a mí. Es alto, tiene cabello rubio platinado, brillante mirada violácea, piel bronceada… Sí, él es como yo, pero sólo en el exterior.
Sé bien que en el interior él es oscuridad y nada más. Estoy consciente de eso, pero de todas maneras no puedo dejar de desear verlo… No puedo dejar de cerrar mis ojos para hundirme en la oscuridad lentamente, para saber que él está justo ahí. Fue mi propia oscuridad la que me hizo dejar de sentir temor.
Estamos cerca. Muy cerca. Con cada día que pasa, me siento más unido a él. No puedo evitarlo. Sigo avanzando y no puedo hacer absolutamente nada para detenerme. No quiero detenerme. Quiero continuar, quiero perderme en la oscuridad cada vez más y más, hasta alcanzarlo por completo.
—Malik… —Escucho una voz llamándome. Su voz. Es tan… oscura. Al escucharla, muchos pensarían que es momento de correr y tratar de buscar un lugar seguro, pero yo no. Yo sé que estoy a salvo cuando esa voz se encuentra lo suficientemente cerca.
Ahora puedo ver su mano extendiéndose hacia mí, pidiéndome en silencio que me anime a entrelazar mis dedos con los suyos. Cuando eso sucede, mi corazón empieza a latir rápidamente y una sonrisa se forma en mis labios.
Ahí está el único que puede hacerme sentir que estoy en casa. ¡Ahí está! Sólo un poco más y podré sentirlo…
—Marik… ¡Marik!
—Aquí estoy.
Puede escucharme. Sin dudar, mi brazo se estira hasta que mis dedos alcanzan a rozar la yema de los suyos. Me siento feliz. Soy libre. Ahora estoy completo.
Toma mi muñeca y me estira hacia él con suavidad, hasta que nuestros cuerpos quedan muy juntos. No estoy viendo su rostro, pero sé que él también está sonriendo.
—Te extrañé —le digo, dejando que mi mejilla se recargue contra su pecho.
—¿De qué estás hablando? —Pregunta acompañado de una risa que me parece un tanto burlona—. No me he ido a ninguna parte. Yo siempre estoy contigo, Malik.
Volteo a verlo y le doy la razón, agradeciendo en voz baja. Su única respuesta es inclinarse hasta que sus brazos me sujetan con más fuerza, nuestros ojos se cierran y nuestros labios se unen en un beso.
Un beso magnífico que sólo puede ocurrir en la oscuridad.
Fin.