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Meat Factory por Hotaru

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Tony Graham



Se limpió el sudor de las manos en las rodillas de sus pantalones. Había llegado a la oficina con tiempo de sobra, no podía asumir que el que no lo llamaran se debiera a que algo andaba mal. No es que hubiera salido el jefe y al verlo decidiera suspender la entrevista.

—Chico, ya puedes pasar —le avisó la recepcionista, levantándose a medias de su silla para verlo por encima del mueble gris que cubría toda la esquina de su área de trabajo.

Tomó aire y se puso de pie. Observó su celular, revisando que estuviera en alerta de vibrador quizás por quinta vez en los veinte minutos que llevaba ahí. Hubiera jurado que había esperando más tiempo.

Le dio las gracias a la mujer, quien le sonrió e inclinó la cabeza a modo de respuesta antes de volver a dedicarse a sus labores de oficina. Tan sólo podía imaginarse qué podría hacer una secretaria en un lugar como aquél.

La única puerta al final del pasillo estaba entreabierta, por lo que supuso que ahí era donde tenía que entrar. Tragó saliva. Lo último que quería era quedarse sin voz o sonar como un idiota. Eso o verse mal, pero no podía cambiar su apariencia en cinco segundos y pensar en eso sólo lo haría arrepentirse de haber elegido un atuendo casual a favor de uno formal. No porque la situación no ameritara un atuendo formal, sino lo contrario, la situación ameritaba ropa casual. Después de todo no era un trabajo normal, las reglas comunes no aplicaban.

Un hombre lo esperaba de pie detrás de un escritorio que bien podía adivinar era importado de algún país europeo. El resto de su oficina no era modesta, las paredes laterales estaban cubiertas por grandes libreros de ébano repletos de adornos y libros a ambos lados. El hombre no le parecía un intelectual, era muy guapo para serlo. A pesar de su cabello, que aún así permanecía bastante tupido, lucía bastante joven, parecía más cercano a los cuarenta que a los treinta; además se notaba que cuidaba su cuerpo, aún si tenía que describir su contextura como promedio, se notaba por su camisa que tenía pecho y brazos trabajados.

—Roger First —dijo el hombre. Le tendió una mano aunque él no hubiera pasado aún del marco de la puerta, lo que lo hizo apresurarse para saludarlo.

—Alan Johansson —se presentó él. De pronto se sintió intimidado al notar que la mano de Roger era mucho más grande que la suya, él era mucho más fuerte y mucho más alto que él.

—Toma asiento, por favor. —Le indicó una de las dos sillas giratorias frente a su escritorio.

Alan obedeció. Supuso que Roger comenzaría a hablar cuando se aclaró la garganta, pero dio media vuelta y se acercó a la enorme pared de cristal que le permitía observar la ciudad de Los Ángeles y más lejos el océano Pacífico.

—Algo audaz de tu parte venir en playera y pantalones —dijo Roger con humor—. Supongo que conviene mostrar con que vamos a trabajar. Bien, comencemos.

Roger retiró su silla del escritorio y tomó asiento. Parecía un hombre alegre, no el mafioso que se esperaba por su profesión. Cuando acomodó un papel en su escritorio, Alan pudo darse cuenta que se trataba del correo de aplicación que había enviado una semana antes de aquél encuentro.

—Eres más guapo en persona, debo decir —mencionó Roger, moviendo otros papeles en su escritorio que a Alan no le tomó más de un vistazo para adivinar que se trataba de las fotografías que había enviado a través de su sitio de Internet.

—Gracias…

—No tienes experiencia previa y tienes dieciocho años, ¿por qué quieres trabajar en la industria pornográfica? —preguntó.

Alan se encogió de hombros.

—Supongo que… por curiosidad, más que nada —respondió, pensativo todo el tiempo.

—Entonces no es necesidad económica… ¿Es para comprar drogas?, ¿tienes problemas de adicción?

Alan rió por un segundo por el salto tan repentino de Roger a un semblante más serio.

—¿Doy esa impresión? —Se enderezó en el asiento, como si aquello fuera a solucionar su posible apariencia de drogadicto.

Roger rió junto con él y negó con la cabeza. Se encogió de hombros.

—No serías el primero y tengo que preguntar —dijo como si fuera cualquier cosa.

Alan asintió y relajó su rostro al notar que Roger volvía a adoptar su gesto serio.

—Los rodajes son aquí en Los Ángeles, ¿cierto? —preguntó Alan.

—Casi todo el tiempo, aunque a veces rodamos en otras ciudades o en otros países, pero son contadas las ocasiones. Tenemos suerte que vivas aquí. —Roger volvió a levantarse sin disculparse ni pedir un momento, por lo que Alan no despegó su mirada de él en lo que se acercaba al librero de su izquierda—. ¿Quieres algo de beber? —preguntó al abrir una gaveta, repleta de botellas de vino por dentro.

—Lo que usted tome —respondió Alan con una sonrisa. No iba a admitir que no conocía de vinos. No padecía carencias, pero tampoco era una persona fina.

Roger sirvió un líquido semitransparente en dos copas grandes, hasta la mitad. Aunque no fuera un conocedor, sabía que no podía tratarse de vodka porque tenía un ligero tinte amarillo.

Riesling alemán —dijo Roger al entregarle su copa.

Le dio las gracias y esperó a que se sentara y tomara un trago de su copa para intentar imitarlo. Primero tuvo que corregir su manera de tomar la copa para colocársela entre los dedos anular y medio; le dio unas vueltas, como Roger, y aspiró el aroma. Tenía un olor ligero como a frutas, entre uva y manzana. Dio un trago muy breve y descanso su mano, aún sosteniendo la copa, sobre su pecho, como hacía Roger.

—Es muy bueno —dijo Alan, intentando sonar casual.

Roger interrumpió un trago para sonreírle.

—Tiene que serlo —contestó—. Tu formulario me deja pocas cosas para preguntarte… y tus fotografías confirman aquello en lo que podrías mentir. Ya sé… ¿por qué nuestra productora?

Se refrescó la boca con un poco de aquello que le había servido Roger. Intentaba racionarlo, sabía muy bien y seguramente se vería mal si pedía más.

—Quizás porque en su recepción de solicitudes indican que son más estrictos en cuanto a estándares de salud que muchas otras productoras…

Roger asintió y sonrió, satisfecho. Había sido un halago bastante bien disfrazado.

—Eres gay, ¿cierto? —preguntó—. ¿Visitas nuestro sitio? —continuó sin darle oportunidad de responder. Y para qué, si tenía casi su biografía entera justo debajo de su nariz.

—A veces… —respondió, desviando la mirada hacia un elefante de cristal en uno de los estantes del librero a la izquierda.

—¿Ves nuestros vídeos ilegalmente? —preguntó Roger en voz baja.

—Recién alcancé la mayoría de edad, me cree una cuenta hace dos meses —se defendió. No era coincidencia que llevara dos meses considerando unirse a sus filas. Tenía que disimular cuanto fuera posible, aunque ese disimular le costara treinta y cinco dólares al mes.

Roger rió al ver cómo se había alterado con su pregunta.

—Aquí dices que eres versátil, ¿es eso cierto?, ¿de verdad no tienes una preferencia? —preguntó sin despegar su mirada del formato.

Se aclaró la garganta.

—Supongo que prefiero ser pasivo —admitió en voz baja, incluso cubriéndose parcialmente los labios con la copa de cristal.

—Esas son magníficas noticias —dijo Roger con entusiasmo, aunque con tono moderado. No le quedaba ninguna duda de que era un hombre elegante—. No lo tomes a mal. Es decir, un muchacho joven con tus ojitos y tu sonrisa es mucho más atractivo como pasivo, aunque tu cuerpo de nadador se presta para hacer de activo, no es que vayamos a limitarte en nuestra productora. ¿Tendrías problemas para depilarte? No todo el cuerpo, por supuesto.

Roger hablaba mucho y con mucha confianza, además se le hacía muy fácil ir de un tema a otro. Era de esperarse, después de todo llevaba años en la industria.

—Supongo que depende… El pecho y el culo supongo que serían suficientes, aunque no creo que haga mucha falta lo segundo —contestó casi con timidez, tanta como podía tenerse al decir culo frente a un posible jefe—. Me sentiría extraño depilándome las piernas o los brazos.

—No, eso no hace falta. Sólo tienes un poco de vello en el pecho y sí nos gustaría deshacernos de él antes de tu debut… si es que aceptas trabajar con nosotros.

Alan se encogió de hombros. Por comodidad nunca se había depilado, aunque le concedía la razón a Roger; su vello desprolijo y disperso en el pecho se veía raro, aunque él no lo dijera sabía que aquella era la razón por la que le pedía que se lo quitara.

—Lo haría.

—¿Te teñirías el cabello?

—No de colores raros. Y no me lo raparía —advirtió.

Roger sonrió. Era quizás la primera chispa de asertividad que observaba en Alan.

—No, nos gusta tu cabello ondulado y de medio largo, así como lo tienes ahora. Sólo pensábamos que se vería mejor un par de tonos más claro; hacer el salto de castaño a rubio… pero eso sería después de un par de vídeos, si continúas trabajando con nosotros; ya sabes, para renovar tu imagen cuando sea necesario.

Alan sonrió. Era muy pronto para pensar en renovar su imagen, aún no había probado si era realmente lo que le gustaba.

—Lo pensaré cuando llegue el momento, entonces. —Sonrió de medio lado y terminó su bebida.

—¿Cuándo fue la última vez que eyaculaste? —preguntó Roger. Era como de rutina para él, pero era algo incómodo para Alan.

—¿Eh?

—Recomendamos cuatro días sin eyacular antes de cualquier escena, se ve mejor en vídeo —explicó. Pareció usar un mal tono, quizás porque a él le resultaban obvias las razones.

—No sé, tres días… —dijo en voz baja. No sabía si debía avergonzarse por eso con él. Al menos no le había preguntado si había sido él solo o con compañía.

Roger dejó su copa sobre el escritorio y juntó los papeles que tenía en él en un solo montón, una fotografía que Alan no quería llegar a ver estaba hasta arriba.

—Si te parece bien podríamos hacerte una prueba de cámaras el día de mañana —le dijo, inclinándose hacia adelante sobre la mesa con una gran sonrisa en los labios.



Había tomado gotas de valeriana para conciliar el sueño rápidamente y dormir mucho. No quería pensar en nada que lo pudiera hacer cambiar de opinión. No había dicho nada a su familia ni a sus amigos, para que ellos tampoco intentaran convencerlo de no hacerlo; y para que no pensaran que era un pervertido. Además no les debía explicaciones, las cuales serían difíciles de dar si ni siquiera él las conocía; sólo quería hacerlo. Le gustaba el sexo, le gustaba el dinero, le gustaba la atención, le gustaban los hombres más atractivos que el promedio; era una profesión diseñada para él.

Nuevamente se vistió casual, aunque con una camisa de botones con la que podría jugar frente a las cámaras. Era celeste, como sus ojos, y hacía un interesante contraste con su piel blanca sólo un poco bronceada.

No estaba nervioso, quizás por el somnífero de la noche. Si acaso llegaba a dudarlo aunque fuera un poco, se repetía a sí mismo que no podía ser tan diferente a masturbarse a solas; nadie le estaba pidiendo bailar con ritmo, algo que definitivamente no podía hacer, ni le pedían caminar sobre una cuerda floja o balancear platos sobre su cabeza mientras se tocaba. Todo iba a salir bien.

La prueba de cámaras sería en otro lugar, lejos de las oficinas, como una mansión de película con piscina infinita y lo que hiciera falta, y lo que no hiciera falta también. Era una salita pequeña, aunque con la iluminación correcta podían hacerla parecer en un estudio con estilo minimalista. Podía reconocer la habitación de los vídeos que ya había visto antes en el sitio. Sólo en persona podía notar que las plantas eran de plástico.

Tenía que esperar ahí, según las indicaciones de un par de mujeres en el recibidor. Se levantó del sillón de cuero negro al escuchar la puerta abrirse.

—Disculpa la tardanza —dijo un hombre fornido y muy alto, de barba poblada y cabello negro muy corto al que nunca había visto en ningún vídeo, por lo que asumió que era alguien de detrás de cámaras—. Alan, guau. Eres mucho más guapo en persona.

Su voz le sonaba. Quizás era el camarógrafo que hacía las preguntas. Siempre lo había creído gordo y viejo, por lo que aquél hombre acababa de derrumbar su imaginación en el buen sentido. No era un adonis, pero estaba lejos de ser lo que él pensaba.

—Gracias —dijo de buena gana, extendiéndole una mano que el hombre apretó con fuerza.

—Logan McAllister —se presentó—. Soy el director.

—¡Ah! —dijo Alan sorprendido. Él lo reducía a un simple camarógrafo.

Su exclamación hizo sonreír a Logan.

—Creo que Roger te explicó bien de que va esto —dijo, avanzando dentro de la sala. Se colocó detrás de la cámara y le indicó a Alan que tomara asiento frente a él.

—Este vídeo no saldrá al consumo del público jamás, ¿cierto?

Había firmado un contrato sólo para una escena, su primer solo, y seguramente no iban desperdiciarlo en humillarlo al publicar una prueba de cámaras. Después de su primer solo, que debería ser su debut en la productora y la industria, de acuerdo con la respuesta del público ya decidirían si llamarlo; aunque Roger le insistió que no se preocupara, que un muchacho como él tenía el trabajo asegurado aunque debían seguir protocolo.

Logan sonrió y asintió con la cabeza. Ajustó el tripié de la cámara y se sentó a un lado de él en una silla desplegable que había permanecido reclinada junto a la pared.

—¿Nervioso? —preguntó Logan.

—No realmente —respondió Alan con sinceridad y dejó caer su espalda en el respaldo del sofá.

Logan le sonrió. Alan notó por primera vez su diente de metal.

—¿Pensaste ya que nombre vas a utilizar en nuestra productora?

—Creí que ustedes lo elegían

—Podemos darte sugerencias, y tienes que consultar tu decisión con nosotros, pero es por iniciativa.

Le parecía bastante sencillo sentirse cómodo con Logan. Quizás porque reconocía su voz o quizás por su apariencia de hombre bonachón, como de papá oso. No se sentía presionado por él y se lo agradecía, no estaba nervioso y no quería estarlo.

—No lo había pensado.

—Con tu apariencia de niño bonito, no lo tomes a mal —rió—, yo sugeriría un nombre tierno; quizás un diminutivo, incluso. Liam, Harry, Andy, Tommy, Billy… Para tu apellido podrías usar algo que suene europeo aunque no lo sea, pero nada alemán ni francés.

Alan se quedó pensando, pero no mucho, no tenía que decidirlo entonces.

—Tres días para decidir mi nuevo nombre —dijo Alan en voz baja y sonrió.

—Escucha, normalmente debería haber una maquilladora y otro camarógrafo en la habitación; quiero creer que ese no seria un problema para ti. El sábado que volvamos a vernos ellos estarán con nosotros.

Alan asintió. No estaba seguro de poder alcanzar una erección con una mujer en la habitación, pero suponía que no iba a estar ahí todo el tiempo.

—¿Los modelos consumen viagra para sus vídeos? —preguntó.

Le sacó una carcajada a Logan.

—Sólo cuando nos enfadamos con ellos —respondió entre risas—. ¿Por qué no comienzas a desvestirte?

Respiró profundo.



El viernes recibió una llamada de Roger para confirmar su cita al día siguiente. Según él, le había fascinado el vídeo del martes. Su comentario sin vergüenza alguna lo hizo sentirse cohibido; pero tuvo que sacudírselo, después de todo era algo bueno para él.

La maquillista era una mujer diferente a lo que esperaba. Ya debería haber aprendido con Roger y Logan que en la industria nada iba a ser exactamente como él se lo imaginaba. Con su aspecto él la ubicaría más como encargada de efectos especiales en una película de ciencia ficción, estaba lejos de ser la mujer que él consideraría una experta en belleza. Sus brazos estaban cubiertos todos de tatuajes a los que él necesitaría acercarse mucho para hallarles forma; aunque podía diferenciar un pez koi en cada brazo, el del izquierdo era naranja y el del derecho era negro. Estaban muy bien hechos, debía admitir, aunque no le gustaban los tatuajes. No era joven ni jovial, era más bien adulta, como Roger, y parecía de mal humor o quizás distraída, como quien sólo está por el dinero. A culpa de ser prejuicioso, Alan se imaginó que la mujer era lesbiana, y eso lo hacía sentir más cómodo con lo que tenía que hacer después de bajar del banco de maquillaje.

El otro camarógrafo era un hombre joven y de muy buen aspecto según su gusto. Tenía facciones muy masculinas que resaltaban gracias a su barba y su sonrisa encendía de calidez su rostro. Era el hombre más guapo de la habitación, hasta que la puerta se abrió otra vez y detrás de Logan entró uno de sus modelos favoritos en la productora: Cameron Green, una belleza imponente de más de un metro ochenta de altura, de facciones sobre la línea de adulto y aniñado, con ojos azules oscuros y cabello rubio cenizo como la imagen perfecta del surfista californiano de ensueño; su pecho musculoso y su trasero redondo resaltaban debajo de su ropa, y Alan casi podía verlo desnudo usando sólo su memoria.

—¡Cherry! —saludó Cameron con entusiasmo a la maquilladora, acercándose para darle un beso en la mejilla—. Hace tanto que no te veía —dijo conmovido con su voz suave que Alan no podía creer pudiera hacerlo sentir esas cosas sólo con escucharla.

La mujer dio un cambio radical, sonreía como si le hubieran regalado un millón de dólares. Intercambió algunas palabras con Cameron y le dio un golpecito en la cabeza cuando él se atrevió a hacer un chiste acerca de su edad.

Cameron saludó al otro camarógrafo alzando una mano en el aire y entonces se sentó en la silla que el miércoles había ocupado Logan, con Logan de pie del otro lado de la cámara.

—¿Qué haces? —le preguntó Cherry, colocándose detrás de él y rodeándolo con los brazos.

—Tengo rodaje hoy y Roger me ha dicho que hay un chico nuevo —respondió. Miraba directamente a los ojos de Alan y le sonreía de medio lado—. Decidí llegar temprano.

Logan rió junto a Cherry con complicidad. Alan entendió que aquello era algo normal en Cameron.

—Comencemos —dijo Cameron, alzando sus brazos en el aire con entusiasmo; quiso alcanzar la cámara con una mano, pero Logan lo alejó con un pellizco.

—Jerry —llamó Logan al otro camarógrafo, quien se separó de la pared donde había estado descansando desde que Logan había salido de la habitación por primera vez.

Alan pudo respirar más tranquilo cuando después de la señal a Jerry, la maquilladora salió del cuarto.

Logan hizo un conteo regresivo con los dedos empezando desde tres, su atención en Alan.

—Hola —dijo Logan. Así empezaban todos los solos en la productora, aquella era su entrada.

—Hola —dijo Alan, sonreía ampliamente mirando directamente a la cámara aunque Logan estuviera más arriba.

—¿Cómo te llamas?

—Tony. Tony Graham —contestó con seguridad, como si aquél fuera su nombre de nacimiento y no lo hubiera inventado el día interior.

—¿Cuántos años tienes?

Cameron se hizo hacia adelante como si quisiera escucharlo mejor, descansando sus codos en sus rodillas.

—Acabo de cumplir dieciocho en junio.

—¡Vaya! —dijo Logan. Alan debía admitir que era un buen actor, sería perfecto para conducir radio—. Eres muy joven. ¿A qué te dedicas?, ¿estudias?

Alan asintió con la cabeza. Sabía que aquella respuesta no era muy común en la productora ni en la industria, pero en su caso era la verdad.

—Estudio Administración —explicó.

—Interesante —dijo Logan—. Ponte de pie, por favor.

Alan se puso de pie. Se guardó las manos en los bolsillos y sonrió. Se giró hacia Jerry cuando Logan le dio la señal.

—¿Cuánto mides? —preguntó Logan.

—Un metro setenta y cuatro —respondió Alan en voz baja, agachando la cabeza para darse un aspecto inocente y de auto-rechazo.

—Es una altura decente —dijo Logan entre risas—. Quítate la camisa.

Alan se sacó la playera rápidamente y se cubrió las tetillas con los dedos por un segundo sonriéndole a la cámara.

—¿Eres tímido?

Alan negó con la cabeza y rió. Le resultaba extraño hablar con Logan y mirar a la cámara de Jerry.

—Entonces quítate el pantalón —dijo Logan entre risas.

Alan se sentó en el sofá y se deslizó el pantalón por las piernas lentamente, evitando hacer movimientos estúpidos. Pudo notar al fijarse de nuevo en Cameron que estaba sonriendo, aunque no podía descifrar si se estaba burlando.

—Bonitas piernas —dijo Logan—. ¿Qué haces para mantenerte en buena forma? —Al decir aquello se pasó una mano por el pecho, indicándole a Alan que hiciera lo mismo.

Acarició su propio pecho y bajó lentamente a su no exageradamente tonificado abdomen, aunque lo suficiente para notar que hacía ejercicio.

—Atletismo y natación —respondió.

—Natación. Entonces tu bronceado es natural.

Alan rió y asintió con la cabeza.

—Quítate la ropa interior, por favor —dijo Logan.

Alan se acostó en el sofá y fue recorriendo el bonito bóxer ajustado que le habían regalado para su primera escena. Era de una marca de promotores de la productora. Él no tenía ropa interior tan llamativa, y la empresa se tomaba en serio lo de resaltar a sus modelos.

Se quedó acostado en el sofá y le sonrió a Logan, mostrando sus agrandados dientes superiores.

Cameron alzó las cejas sin dejar de sonreír.

—Veo que ya estás listo —bromeó Logan, refiriéndose a la erección que Alan intentaba ocultar con sus manos y sus piernas.

—Lo siento —dijo Alan, sonriendo.

—¿Cuál es tu orientación sexual?

—Gay —contestó, intentando sonar divertido.

—Vaya. ¿Y prefieres ser activo o pasivo?

—Ambos. Pasivo es más cómodo… a veces —dijo Alan entre risas. Su mano derecha había comenzado a deslizarse a lo largo de su pene, que en erección alcanzaba los diecinueva centímetros.

—Bien… Creo que no te interrumpiré más.

En ocasiones bajaba la mirada a su propia erección o cerraba los ojos. Cameron había notado que cuando observaba a la cámara su mirada se desviaba hacia él, por lo que concedió colocarse detrás de la cámara no sin antes reír.

Logan le pidió en un par de ocasiones que hiciera más ruidos con la boca, algo que no se le daba naturalmente pero intentó hacer lo mejor que pudo.

Normalmente se apuraba para terminar, pues se aburría mucho, pero con las pausas que hacía Logan le era imposible; y tenía que agradecérselo, pues de eso se trataba la escena. No era un día normal en la vida de Alan Johansson, era el debut del actor pornográfico Tony Graham.

Se sentía abrumado con la presencia de las personas, pero no de una mala manera, sólo se imaginaba que de pronto Jerry descendería sobre él su pene para que le hiciera una mamada mientras Logan y Cameron se turnaban para follárselo con fuerza, desesperados por aprovechar sus pocos minutos antes de que el otro lo remplazara en su culo. Logan le pidió que no cerrara los ojos todo el tiempo, pero aún así su fantasía no se detuvo. Tampoco le importaba que todas las escenas de Cameron lo representaran como un pasivo empedernido que disfrutaba de su trabajo como un loco.

Cambió de posición cuando Logan se lo indicó, exponiendo su culo a la cámara de Jerry mientras se masturbaba a gatas, con la cabeza hundida en el asiento.

—Quiero tocarlo —dijo Cameron entre risas. Su voz no se escucharía en el audio, pero aún así Logan le dio un empujón para indicarle que se callara.

Alan se acomodó de manera que la cámara de Logan pudiera captar su cara. Acariciaba el espacio entre sus nalgas con su mano izquierda, pasando su brazo por arriba de su cuerpo para no bloquear su miembro a la cámara. Roger le había indicado que en un primer vídeo lo mejor era no introducirse nada, para dejar a los espectadores con ganas de más, y con una invitación o una insinuación aseguraba aquello, ninguna tortura mejor que la que nunca se concreta.

Cameron tuvo que abandonar la habitación cuando Cherry lo llamó a su escena sin hacer ningún ruido. Alan pensó en cerrar los ojos para ignorar la presencia de la mujer, pero no quería dejar de observar a Cameron, quien le hizo una seña con su pulgar hacia arriba antes de salir y se despidió de Jerry ondeando una mano en el aire.

Ya sólo quedaban dos hombres en la habitación, y aquello cambiaba su fantasía. Así como estaba, Jerry comenzaba a penetrarlo rudamente mientras Logan lo ahogaba con su polla, que aunque no había visto se imaginaba muy grande dadas las dimensiones de aquel hombre.

Se volteó boca arriba sobre el sofá. El cambio de posición lo hizo relajarse un poco y su masturbación inició en una velocidad más lenta. Con su mano libre acariciaba sus testículos, libres de vello también por recomendación de Roger; colgaban, lo que le hizo imaginarse que mientras Jerry lo follaba harían un estruendo que le gustaba escuchar tanto como le gustaba escuchar la cadera de un hombre golpeándose contra sus nalgas redondas o el gemido de un hombre junto a su oído al alcanzar el orgasmo.

Profirió una maldición en voz ahogada, exhausto, y su semen se corrió a chorros sobre su torso, casi alcanzando sus pecho. Entonces Jerry grabó un acercamiento de pies a cabeza, Alan sonriendo satisfecho por haberlo conseguido, sin pensar realmente en todo lo que podía pasar después.



Después de darse una ducha se trasladó sólo con Logan a la piscina infinita donde Logan haría un par de todas creativas para cerrar el vídeo. Al cruzar los pasillos pudo escuchar los gemidos de Cameron, seguramente mientras se lo follaban. Aún al sumergirse en el agua no podía dejar de pensar en quién, o quiénes estaban grabando con Cameron. Porque quería conocer a todos sus compañeros de trabajo.

—Y dime, Tony, ¿crees que te tendremos de vuelta en Meat Factory? —le preguntó Logan, acercando la cámara a su cara mientras tomaba el sol en una silla de playa.

—Definitivamente —dijo risueño.
Notas finales: Espero que les haya gustado. Me gustaría conocer sus opiniones en los comentarios. Nos vemos pronto en el próximo capítulo.

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