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Cristal; por SatuPro

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Cristal

Do acarició el cristal de la ventana con sus dedos fríos, mirando la lluvia al otro lado del inmenso ventanal. Se veía reflejado con ese sobrio traje negro y no se reconocía. Suspiró.

 

Aunque no lo pensemos, lo más probable es que todos muramos algún día; no saber cuándo nos da valor para soñar despiertos, nos da esperanza, incluso nos anima a pensar que ese día no llegará nunca. Normalmente llega pero ¿y si nosotros no? Al fin y al cabo, de momento estamos vivos.

Pero, algunos de nosotros, contra toda lógica y humanidad, somos enterrados ya en vida con dolorosas sentencias; somos separados del resto de los “inmortales” por algo que solo nosotros sabemos, solo nosotros podemos ver; una especie de cristal, una tumba invisible, que a cada día, cada hora, se hace más sólida. Nos separa de la esperanza de vivir para siempre, y nos mata lentamente.

 

Do pasó a la capilla al final de una multitud de gente igualmente vestida, y empezó la ceremonia. 
Aburrida.
Lenta.
Lamentable.
Y triste. 
Oía a la familia llorando a primera fila, y veía los rostros de muchos amigos y conocidos que no le sonaban de nada. A decir verdad, él no les conocía y ellos no le conocían a él. Nunca tuvo la oportunidad. 

Por fin terminó esa tortura y todo el mundo se levantó de los bancos lacrados para acercarse en fila a la tumba a decir un último adiós.

Igual que antes, llegó a él cuando casi todo el mundo ya se había ido. Los últimos de la sala solo pasaban junto a esa caja mirándola de reojo o acariciándola con la mano. No le cubría por entero, de cintura para arriba no era madera sino un grueso cristal.

Una tumba invisible, que a cada día, cada hora, se hace más sólida. Hasta que es real.

Miró su interior y no se atrevió a tocar. 

"Kai...”

 

Cuando llegó de nuevo a su piso seguía lloviendo, y parecía que seguiría así eternamente.

Paseó sin rumbo por su salón, llegando junto a la mesa. Su última carta estaba aún ahí. La tomó y la lanzó rabioso, aunque él no tenía ninguna culpa de haber muerto, ni él de no haber estado. 

Se dejó caer en el sofá, mirando como llovía. 

Esas gotas que se precipitaban desde el cielo lentamente se volvían arena en su mente, inundaban las calles, cada vez más alto.

“Arena...”


E, irremediablemente, le transportaban cinco años atrás.

 

Recordaba ese momento lleno de alegría y emoción; Do tomó su mochila con todas sus cosas, las últimas que quedaban por recoger, incluidas sus impecables notas.

- Hey KyungSoo - Alzó la mirada con una sonrisa hacia su compañero y amigo, SeHun - ¿Nos tomamos algo? Para celebrar el fin de curso. 

- Sí, claro. ¡Esto hay que celebrarlo!

Salieron al bar de la esquina, encontrándose a casi todos los de clase.

Empezaron con la merienda, luego contaron todos como fueron sus notas, cosas de los profesores, algunos cotilleos por ultimar, y el tiempo corría, y se hacía de noche, y el hambre quería volver, así que cenaron, bebieron, y luego salieron todos juntos.

Ya habían celebrado el fin de curso una semana antes, pero el verdadero final merecía ser celebrado de nuevo, y volvieron al mismo local de la otra vez. 

- ¿Qué harás en vacaciones Kyung? Sí entraste en la universidad, ¿cierto? - Era como la tercera copa de aquella noche, estaban todos ya muy afectados por la bebida ¡Incluso los más bordes eran sus hermanos aquella noche!  Él miró a su amigo.

- Aún no lo sé. Pero... Seguro que sí - SeHun río.

- ¡Claro que sí! ¿Y qué harás? ¿Te vas de vacaciones? ¿Con tu familia? - Le vio terminarse su copa mientras veía a unas chicas. Se le escapaba la risa.

- Lo cierto es que había pensado de viajar yo solo.

- ¿¡Tú solo!? ¡Waw! ¡Eso suena súper!

- Jaja, sí - "Aunque no sé a dónde, pero bueno." Bebió discretamente, y se fijó en que las chicas a las que miró SeHun les estaban mirando - Creo que les gustaste...

- Sí... Sí puede ser... - Se pidió otra pero fue a frenarle - ¡Venga! ¡Un día es un día! 

- ¡Siempre dices lo mismo! Jaja 

- ¿Crees que si las invito...? 

- No sé - Y a todo esto, una de ellas ya se acercó - H-hola. 

- Hola. ¿Qué hacéis? - SeHun se recompuso rápido.

- ¿¡QUERÉIS BAILAR!? - "Pff" Tenía que aguantar la risa, pero ellas, después de reír un poco, sonrieron y tomaron su mano. SeHun le guiñó el ojo - ¡FUNCIONÓ!

- ¡Sí...! ¡Pero no grites! ¿¡Eh...!? 

Estuvieron bailando con ellas y luego besándolas, y luego fueron a un hotel. Lo que ocurrió allí fue algo realmente extraño, y, de no haber sido por el alcohol, Do se habría ido sin más para casa, pero no. Fue al hotel, y se lo pasó bastante bien.

 

Había decidido viajar él solo. Y en eso estaba.

Daba vueltas en la silla giratoria de su escritorio, con varias páginas abiertas en el portátil sobre vuelos más baratos a sitios bonitos, pero no se decidía. "¿Dónde podría ir de vacaciones?" 

- ¡KYUNGSOO! - Su madre le llamaba desde la cocina. 

- ¡Voooy...! - Se levantó pesadamente hasta llegar ahí - ¿Qué quieres?

- ¿Puedes ir a comprar todo esto? - Le pasó una lista y la miró con asco "No. Estoy ocupado haciendo nada..." 

- ... ¿Y el dinero? - Dijo ya saliendo. 

- ¡En mi cartera! 

- ¿Cuál de ellas...? - Suspiró viendo esa colección de bolsos colgados.

- ¡El verde! - "¡HAY CUATRO VERDES!"

 

La lista era interminable, pero lo bueno era que haciendo una ruta en L podía llegar a todas las tiendas y luego volver sin perder tiempo andando absurdamente. En realidad todo quedaba cerca.

Ya había comprado la leche y el pan y algunas cosas más en el súper mercado, pero debía ir a otro a por las bebidas y luego a la verdulería. "¿Que se acaba el mundo o qué pasa...?" 
Iba andando tan tranquilo pensando en girar, cuando justo al hacerlo se chocó con un tipo. 

- Ah

- Oh p-perdón - Al chocarse, su pie resbaló de la sandalia. 

- A-ah... No es nada... - Dijo, pero sentía como se le había clavado algo justo en el talón. "¡Malditas sandalias!"

Ahí cargando con unas cuantas bolsas del súper, miró su pie alzándolo y sí: se había clavado unos cristales del suelo. 

- ¡Ahh...! - Y le salía sangre. - Oh mierda... 

Por suerte, la farmacia estaba justo ahí.

Los dependientes eran muy amables, (siempre tomaban la presión a su abuela dándole conversación a modo de terapia) así que estaba confiado en que podrían ayudarle con su pie, y lo atendieron rápidamente, en el pequeño almacén tras el mostrador. Mientras le curaban la herida, escuchaba a unos tipos que miraban crema solar al otro lado de la pared.

- ¡Es como un paraíso...! El agua claaaara clara clara... Y el cielo azul, y ese verde en las hojas ¡Oh...! 

- ¿De veras? - El otro hombre, algo mayor y poco pelo en la cabeza, escuchaba fascinado. 

- Jamás he visto algo igual; siempre que puedo vuelvo allí. 

“¿Paraíso? ¿Agua?” En realidad fue su entusiasmo el que le cautivó desde el primer momento, y casi había olvidado qué estaba haciendo, hasta que el farmacéutico que le curaba le miró detenidamente, y viendo que seguía embobado en la otra conversación, sonrió y le habló.

- Ya estás curado.

- A-ah. Muchas gracias.

- No es nada.

Se levantó algo incómodo por el vendaje, pero pudo reposar el pie sobre esa maldita sandalia y acercarse a ellos. 

- Deberías ir si puedes. - El calvo asintió muy convencido.

- P-perdón. Estaba escuchando y... El caso es que quiero ir de vacaciones a algún sitio y

- ¡Oh pues deberías ir! - Le interrumpió entusiasmado. Do sonrió. 

- ¿De qué sitio estaban hablando?

 

No solo le dijo el lugar exacto, sino también el aeropuerto y el autobús que le llevaría allí. Era una de esas islas paradisiacas de Indonesia.

Solo un mes después ya estaba ahí, recorriendo esos hermosos paisajes en un autobús que salvaba la distancia entre el aeropuerto y la zona urbaoturística de la isla mayor. Miraba a través de la ventana del bus que se tambaleaba por los caminos de tierra recordando a su madre mientras tomaba una fotografía en la primera parada.

- No te preocupes mamá, estaré bien. – Le decía él haciéndose la maleta.

 - ¿Seguro? ¿No te dejas nada? - Ella revisaba cada cosa, muy preocupada por su descuidado hijo que de repente iba a hacer un viaje él solo a un sitio indómito y lleno de peligros como... Divertirse y encontrarse a sí mismo.

- Em... Bañador, crema, una muda, la cámara... Las gafas de submarinismo... – Solo para calmarla, repasó la lista de nuevo frente a ella. – Toallas... Dinero... Cargador de batería... Creo que está todo, ¿no? ¡Ay! ¡Mi cabeza! – Se la cogió con ambas manos, frente a la mueca de su madre – Ah, menos mal, sigue en su sitio. Jeje... – Y siguió guardando las cosas. – No te preocupes. Estaré bien, y no me dejo nada importante.

- ¿Esto es importante...? - Preguntó ella agarrando una caja de condones.

- ¡M-mamá!

 

"Realmente... Es el paraíso..." 
Le llamaban "Felicidad y alegría" Era un nombre algo largo pero le hacía justicia: La arena casi blanca, fina, aún se podía ver unos metros adentro en el mar; el agua era cristalina. Apenas había nubes en el cielo, hacía un sol radiante...

Miraba fascinado en todas direcciones de aquel fabuloso paisaje. Su cámara no podía ir más deprisa, y aunque lo fuese, sería imposible retratar tal belleza.

El hotel estaba en un pueblo junto a la cosa, un pueblo claramente turístico, bonito y bastante limpio. No como la recepción del hotel. Claro que cogió el más barato.

- Ah, sí. Do KyungSoo, habitación... - El tipo detrás de la barra buscó algo en los cajones - 35. En la tercera planta. – Dijo señalando al ascensor.

- Sí, sí. Ok, gracias.

Tomó su maleta de nuevo y la llave y subió hasta ahí. 

"A ver..." Dejó la maleta en el suelo y fue a abrir la puerta con el cartel del 35 pintada en azul sobre un tablón de madera. 

Justo cuando logró abrirla, la de al lado se abrió también, y de ella salió un chico. Le miró de arriba abajo inevitablemente. Su pelo se veía alborotado por la humedad y la sal del agua marina, su piel estaba bien bronceada y vestía vaporoso con una camisa blanca y un pantalón de igual color. Era delgado pero se veía en forma. Se estaba tomando un tiempo para cerrar bien.

Luego se dio cuenta de que estaba siendo observado, y pudo verle la cara. Sus labios se movieron "Oh."

- Hola - Saludó risueño. Sus ojos avellanados le sonrieron también.

- H-hola. - Respondió con una sonrisa, algo nervioso. 

El chico se despidió con la mano y se fue por la escalera.

Cuando logró entrar en la habitación, dejó la maleta abierta sobre la cama, tomó el protector solar, unas gafas de sol y el bañador. No necesitaba mucho más. "Bueno quizás debería coger un bolso para llevar las llaves y..." Al final también cogió dinero para cenar luego.

 

La gente que había en la playa eran todo turistas, claro. Muchos americanos e ingleses, algunas familias, pero la mayoría gente joven con ganas de divertirse. 

Le fue fácil reconocer a ese chico de nuevo, y agradeció llevar esas gafas con el cristal tintado en tonos violáceos: así pudo repasarle con la mirada de nuevo, esta vez, sin camiseta.

Y contra todo pronóstico, para Do por lo menos, él se acercó todo mojado saludándole con la mano que le quedaba libre. En la otra traía unas gafas de buceo, con su tubo, y cuando estuvo algo más cerca vio porque andaba tan torpe, iba también con aletas. 

- ¡Hola 35! - "Ok, soy el 35" Pensó divertido. Le sonreía subiéndose las gafas de sol a la cabeza - Soy el 36, mucho gusto.

- Jeje... V-vale 36

- Kai. - Dijo, dándole la mano. 

- Do. Bueno, es KyungSoo pero... Do.

- Es JongIn pero, Kai. 

- Kai pues. - Se quedó junto a él de pie, mirando la playa, y él se sentía como un idiota sin saber qué decir o... si debía decir algo - ¿V-viajas solo?

- Sí. Como tú, ¿no? Bua... - Escupió en sus gafas de buceo para limpiarlas, y mientras frotaba con su pantalón de bañador miraba hacia ese paraíso - ¿No es increíble? ¿Habías estado aquí antes, Do? - "Dijo mi nombre" Pensó. 

- No, la primera vez. - Kai le miró con una sonrisa. Supuso que esa era su sonrisa habitual, pero tenía algo... muy atrayente y sin duda seductor en la forma en la que sonreía y miraba. Forzó una sonrisa y se fijó en el paisaje. 

- ¿Te gusta bucear? 

- ¿Eh? Sí. Sí me gusta, aunque me dejé los trastos en la habitación y... estaba solo tomando el sol. 

- ¿Quieres? - Le ofrecía las gafas. 

- Em... 

- Si, va. – Insistió y luego señaló a su lado. - ¿Puedo? - Se sentó en su toalla después de que le hiciese un sitio. 

Su pectoral; sus abdominales debidamente marcados; sus brazos, sus manos hábiles, su cuello, su espalda. Do le repasaba de nuevo, ahora más de cerca y sin las gafas protegiéndole. “Ups.”

Por suerte él no hizo nada más que pasarle las aletas que se acababa de sacar de los pies.

- Toma. - Y le rescató de un espiral de pensamientos que le encendían. 

- Gracias.

- Supongo que te irán bien. Cuesta un poco meter el pie, la goma es dura. 

- Ya veo... - Dijo mientras intentaba meterlo costosamente, Kai le cogió el pie.

- Te ayudo - Agarró el escarpín de goma y lo abrió con fuerza - Corre, mete el pie - Aún así fue difícil pero entró. Kai le dio unos golpecitos y luego acarició su pierna mirándole. Su cara debió ser bastante extraña - Perdona si te incomodo - Dijo de repente serio.

- ¡No, no! Jeje... - Se esforzó por ponerse el otro él solo - No, tranquilo.

- Es que... Viajar solo es duro, y como los dos somos del mismo país pensé-

- S-sí, sí... No me incomodas, de verdad - Repitió. Le miró y él sonrió de nuevo, pasándole las gafas con su sonrisa amable. 

- Ven, he encontrado una cueva en esa roca de ahí, está lleno de peces. 

- ¿Y mi bolsa? - Kai se giró hacia un turista no muy lejano. 

- ¡Tim! ¡Vigilas nuestras cosas! - Él alzó el brazo y siguió leyendo el periódico. - ¡Vamos!

- ¡WOe-... Espera! 

Aún así fue tarde, y tropezó cómicamente por culpa de las aletas. 

- JAJAJAJAJAJA

"Je"

Notas finales:

¡Espero que les haya gustado este cap! :)  

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Gracias por leer ! :D  Dejen rw si les ha gustado! ^^ 

#1RW18D


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