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~ Balada de Otoño ~ por Mirnest2

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Notas del fanfic:

Este es un nuevo proyecto en el cual trabajaré alternadamente con el otro fic que tengo. Muchas de sus ideas son de unas películas que vi hace un tiempo, por lo que pueden haber situaciones o acontecimientos que podrán reconocer.

Denle amor y apoyo a este, se los agradeceré mucho!

Notas del capitulo:

Arg pero que frustranteeeee ! Había escrito cosas tan linda y el pc se puso tonto y lo borró todo TT__________TT

En resumen: este es el nuevo proyecto del que hablaba :) espero le den amor como lo han hecho con mis otros fics. Apesar que la idea está fresca aún, sé que lograré de este fic un dramón de esos buenos ^^

Espero les guste y disfruten 

-CAPÍTULO I-

 

 

A lo lejos en sus sueños sintió un sonido ensordecedor que se acercaba molesto hacia sus oídos. Se revolcó en la cama, ocultando su cara entre las almohadas queriendo volver a quedarse dormido, pero fue imposible: el ruido ya era demasiado notorio y él, para su pesar, ya estaba despierto. Con la mano tanteó la mesa de luz y lo tomó, lo acercó a su oreja y habló lo más decente que pudo.

 

-          Diga… - musitó perezoso manteniendo sus ojos cerrados y queriendo que la llamada durara lo menos posible -… él habla…

 

Se incorporó de un sobresalto cuando su adormilada cabeza procesó lo que le estaban diciendo. Se sentó en la cama y sin poder creer lo que escuchaba, se apresuró en ponerse de pie y caminar hacia el baño.

 

-          ¡Sí, no hay problema! – exclamó girando la llave de la ducha – Si, sé dónde queda… gracias, hasta entonces…

 

Salió corriendo de su habitación hacia el cuarto contiguo en donde dormía su amigo, con una alegría que debía compartir. Abrió la puerta de un golpe y el olor a sexo inundó desagradablemente sus fosas nasales.

 

-          ¡Eh, Jjong despierta! – le habló mientras abría las gruesas cortinas dejando entrar la luz solar, que pegó de lleno en el rostro de su amigo - ¡JJONG, DESPIERTA!

 

-          ¡¿Pero qué mierda pasa?! – reclamó el moreno sentándose en la cama, con el rostro visiblemente molesto por haber sido despertado - ¿Qué acaso no ves que hay gente durmiendo aquí?

 

-          ¿Qu-qué, qué ocurre cariño…? – preguntó una rubia cabellera que se asomaba por el enredo de sábanas que había en la cama. Cuando notó al moreno en el lugar, tomó rápidamente la ropa de cama, cubriéndose hasta la mitad del rostro - ¡Minho!

 

-          Hola Key… - le dijo sonriendo y dejándose caer en la cama, en medio de ellos, cruzando sus brazos tras su nuca en una actitud demasiado soberbia – Adivinen quién consiguió el trabajo de sus sueños…

 

-          ¡Hey quítate de acá! – reclamó Jonghyun moviéndolo bruscamente para que saliera del lugar en donde se había ubicado tan cómodamente - ¡QUÍ-TA-TE!

 

Minho reclamó, sentándose sin salir de la cama, cruzando sus piernas y balanceándose ansioso.

 

-          Adivina que…

 

-          ¡¿Qué, demonios qué?!

 

-          Lo logré… - musitó sonrojándose con una amplia sonrisa en su rostro.

 

-          Minho, ahora que apaciguaste mi dormir y mi libido matutino, te ruego por favor no me jodas y me digas qué demonios sucede…

 

-          El trabajo que estaba esperando hace tanto tiempo… - le dijo con la mirada luminosa y sin poder deshacerse de aquella sonrisa -…lo logré, me acaban de llamar

 

-          ¡NO PUEDE SER! – exclamó sorprendido. Definitivamente había un motivo por el cual Minho lo despertaría tan temprano, sabiendo que no estaba solo en su cuarto – Debe ser una broma…

 

-          Nop…

 

-          ¡DIOS, MINHO! – le dijo lanzándose a él, dándole un apretado abrazo - ¡Felicitaciones!

 

Había pasado casi 8 meses desde que se había dado por vencido; ya no le quedaban lugares en dónde enviar más copias de su currículum, y tan solo debía esperar. Desde que se había graduado de la Universidad, había permanecido los últimos 4 años trabajando en el mismo hospital como enfermero de la Unidad de Tratamientos Intensivos. Había estudiado con esmero aquella carrera, y todo gracias a su madre, pues sabía que aquello era lo que quería hacer por el resto de su vida. Pero con el paso del tiempo, el ajetreo del sistema público de salud, las pocas horas de sueño, los turnos dobles y el estrés acumulado le había pasado la cuenta. A pesar de que tenía un más que suficiente sueldo, necesitaba dar otro rumbo a su carrera y trabajar de manera más independiente. Por lo que, luego de una conversación con el médico director del Hospital y tras un par de sus recomendaciones, se había decidido por trabajar de manera particular.

 

Así buscó lugares por donde dejar su solicitud de empleo y buenas recomendaciones de quienes habían trabajado con él, pero aun así no había resultados. Cuando creyó que debía de hacerse la idea de que moriría trabajando en el mismo lugar el resto de su vida, pasó lo impensado: lo había logrado al fin.

 

-          ¿Y? dinos, ¿quién te llamó? ¿cuándo empiezas? – le preguntó Jonghyun mientras se ponía una polera para cubrir su torso desnudo.

 

-          No lo sé, solo me dieron un nombre que no recuerdo y la dirección del lugar… - respondió sin poder contener su entusiasmo - ¡Es que no te imaginas lo feliz que soy, es lo que siempre quise!

 

-          Felicitaciones Minho – le dijo Key dando un golpecito en su espalda.

 

-          Gracias Key… - respondió en una blanca sonrisa - ¡Dios, no lo puedo creer!

 

-          Y yo pensé que pasarías toda tu vida en esa ala de hospital que tanto odio…

 

-          ¡Hey, no digas eso!

 

-          ¡Pero si es cierto! – se excusó – Yo no sé cómo amas tanto tu trabajo… es, escalofriante

 

Y no era menos. A pesar de los 26 años que tenía el moreno, 4 años de aquellos los había pasado rodeado de blancas paredes, camas con personas que al tiempo no estaban más, un aura de pena y sufrimiento que Jonghyun no lograba entender cómo no volvían depresivo a su amigo.

 

-          Es solo trabajo, no exageres… - le dijo incorporándose de la cama, casi olvidando que tenía una cita – Ahora que ya saben las buenas nuevas, los dejo, este enfermero tiene una entrevista de trabajo – añadió reluciente y más que orgulloso de sí mismo.

 

-          Bueno, señor enfermero, espero te vaya bien y logres quedar… - habló su amigo incorporándose de la cama y estrechándolo en un cálido abrazo - ¡éxito!

 

-          Buena suerte Minho – añadió Key sin moverse de donde estaba.

 

-          Muchas gracias a ambos… - dijo caminando hacia la puerta – Los tragos van por mi cuenta, hoy definitivamente celebraremos mi nuevo trabajo…

 

-          ¡Más te vale, eh!

 

-          No lo dudes… - habló asomando la cabeza hacia el cuarto con la mitad del cuerpo ya fuera de él – Señorita… - dijo viendo a un sonrojado Key - … Señor – continuó mirando a su amigo - ¡Nos vemos a la noche!

 

Diciendo aquello cerró la puerta tras de sí y corrió hasta el baño de su habitación. Ahí se despojó de su pijama, introduciéndose bajo el cálido chorro de agua. Mientras se duchaba, pensó en lo distinta que podía ser su vida desde esa mañana si es que todo resultaba como esperaba. Y es que había sido paciente por tantos meses, esperando el momento indicado en que alguien valorara su prestigioso currículum y lo contratara para servicios particulares, que de ahora en adelante todo dependía tan solo de cómo lo hiciese en la entrevista. “De verdad deseo que no pases tu vida cuidando a ancianos con pañales y que apenas si te reconocen Minho…” pensó recordando las palabras que le hubo dicho Jonghyun cuando se había decidido por trabajar independiente y salir de aquel Hospital. Pero aun así, Minho pensaba que no podía ser tan malo; ya estaba habituado a atender a ancianos con enfermedades complejas e inclusos a algunos en estado terminal, que uno más sería tan solo un trámite para él. “Un día de estos, te enamorarás de un viejo de 90 años y la única cita que podrás tener con él será el cambio de sus pañales en el baño…” rio sin saber por qué esa idea se le había venido a la mente. Pensó en las discusiones que tuvo con su amigo por el poco atractivo empleo que tenía y por las nulas relaciones amorosas que había tenido; en verdad las citas se reducían de 20 a 0 cuando les decía a las mujeres que trabajaba con adultos mayores. Era algo poco atractivo para el sexo opuesto, pero nada había que pudiese hacer; era lo que amaba y sin importar que pudiese quedar solterón, no cambiaría su trabajo por nada del mundo.

 

Cuando hubo estado listo, se miró una última vez al espejo de su cuarto, se inspeccionó de pies a cabeza y cuando sintió que estaba más que presentable, salió del departamento con la convicción de que ese día sería distinto, ese día sería EL día de Choi Minho.

 

Manejó con un entusiasmo que le aterraba, pues la opción de no quedar seleccionado no estaba en su subconsciente: ese trabajo sería suyo fuese como fuese. Poco a poco comenzó a dejar atrás el paisaje citadito de Seúl, adentrándose cada vez más en un entorno campestre. Los árboles crecían alrededor del camino, dando una hermosa sombra en el asfalto. Los campos se extendían hasta perderse en la llanura del camino, allá por donde el horizonte lo separaba con el azul cielo de aquel soleado día. A lo lejos vio una docena de árboles de cerezo floridos, que se acercaban a medida que él avanzaba a su destino. Recordó las indicaciones que la mujer le hubo dado y cuando notó que estaba llegando al lugar que le había descrito, respiró hondo y de internó en aquel camino de piedras perpendicular a la autopista, que se perdía por entre los cerezos hasta llevarlo a un amplio portón de metal.

 

Al detenerse y ver la casa del otro lado de aquel portón, un escalofrío recorrió por el camino de su nuca hasta el final de su espalda.

 

¡Dios, es… es enorme! Pensó dejándose invadir por ese nerviosismo que no quería que le jugara en contra.

 

Tomó su celular y apenas marcando el teclado a causa de su temblorosa mano, lo llamó.

 

-          ¿Diga?

 

-          ¡Jjong, soy yo! – le dijo con ese mal hábito que tenía de morderse la uña de su pulgar izquierdo.

 

-          ¿Minho, qué ocurre? – preguntó extrañado de la llamada del moreno - ¿Por qué me llamas, no deberías estar en tu entrevista?

 

-          ¡Jjong, no puedo! – exclamó dejando caer su cabeza en el manubrio, sudando frío – No puedo hacerlo…

 

-          ¿A qué te refieres…?

 

-          ¿Recuerdas la casa de los Locos Adams? – le dijo mirando de reojo la casona frente a él, que de poco y nada tenía de compararse con la casa de aquella serie, pero con Minho aterrado, parecía que lucía prácticamente igual a sus ojos.

 

-          Si… es horrible – añadió extrañado de lo que le decía - ¿Qué tiene que ver eso?... no entiendo

 

-          La casa de la persona que me llamó… es igual Jjong, ¡ES IGUAL!

 

Maldito afeminado…

 

-          Ni creas que no me di cuenta que estás cagado de miedo Choi… - reclamó el chico al percatarse de que todo era una exageración del moreno causada por su nerviosismo.

 

-          ¡Te juro que es igual!

 

-          ¡Maldito Choi! Estuviste meses esperando esta opción, así que no vengas ahora a joderme con tus idioteces… - añadió perdiendo la paciencia -… ¡ahora mueve tu culo dentro de esa casa y consigue ese maldito empleo!

 

-          Pero no pu…

 

-          ¡ADIÓS!

 

Estoy cagado…

 

Dejó caer el celular en el asiento del copiloto, frustrado de que Jonghyun tuviera razón. Este era el momento que estaba esperando hace tiempo, no podía dejarse vencer así como así por su nerviosismo. Inspiró hondo antes de decidirse por descender del vehículo y llamar al citófono del portón.

 

-          ¿Sí, qué desea?

 

-          Buenos días, ven-vengo a una entrevista de trabajo… - dijo carraspeando para afinar su voz y sonar más convencido.

 

-          Pase… - le dijeron luego de un breve silencio – por favor estacione su vehículo en el garaje

 

-          ¡Sí, claro, no hay problema! – añadió antes de devolverse a su auto y acomodarse en el asiento, mientras las amplias puertas de metal de abrían automáticamente abriéndole paso al hermoso jardín frontal de la casona.

 

Avanzó sin poder quitar su vista de los extensos jardines llenos de rosas, árboles frutales, verdes pinos, el pasto verde y perfectamente corto, una hermosa pileta justo en frente de la casa que creyó era la más hermosa que hubo visto en toda su vida: era de un estilo colonial de 3 pisos, con techos de tejas color terracota, amplias ventanas con marcos de madera noble y faroles que la rodeaban casi en su totalidad. Descendió del vehículo dejándolo estacionado donde le habían indicado; junto a un jeep Porche y una camioneta Dodge ambas de último modelo, y se dirigió hasta la prominente entrada de la casa con puertas de madera tallada, en donde una mujer en un pulcro traje oscuro lo estaba esperando.

 

-          Buenos días… - saludó el moreno en inclinándose cortésmente – soy Choi Minho…

 

-          Lo sé, estoy al tanto de quién es usted… - le dijo inclinándose también – por favor sígame – añadió abriendo la puerta y haciéndolo pasar.

 

Cuando Minho cruzó el umbral de la puerta, pensó en que nunca antes en su vida había imaginado poder estar en una casa como esa; solo las había visto en las películas y dramas de familias adineradas, pero aun así aquellas casas se veían pobres comparada con esta. La sala era enorme, con altas paredes en pálidos tonos adornadas con cuadros de paisajes campestres. Hermosos candelabros tipo araña colgaban del techo al igual que grandes ventanales con finos cortinajes. Pisos de mármol, muebles de madera, sillones de cuero y adornos en platería fina, al igual que abundantes arreglos con rosas que supo provenían del jardín frontal. Caminó tras la mujer hasta la sala principal, en donde el retrato familiar sobre la chimenea de piedra llamó su atención: padre, madre y el que parecía ser el único hijo de la familia.

 

-          Por favor, tome asiento… - le indicó señalándole el sillón – la señora vendrá en seguida

 

-          Gra-gracias… - respondió aturdido por la inmensidad del lugar. Vio a la mujer alejarse por un pasillo y comenzó poco a poco a sentirse demasiado pequeño: sin duda esa casa era enorme para que solo vivieran 3 personas, pensó.

 

-          Espero no me haya tenido que esperar demasiado… - oyó que alguien le hablaba desde su espalda. El moreno volteó para ver quién le hablaba y solo pudo contener el aliento ante la presencia de aquella mujer: era alta y de tez muy blanca, cabello negro azabache perfectamente corto hasta el hombro, ojos grises y muy brillantes, mejillas sonrosadas y unos delicados labios rojos; sin duda el cuadro había sido pintado por alguien inexperto porque no le hacía juicio a la belleza de la mujer que a pesar de que bordeaba los 45 años, lucía como si tuviera tan solo treinta y tantos – Buenos días, y gracias por venir hasta tan lejos…

 

-          Bu-buenos días… - respondió estrechando la mano que ella le ofrecía, estrechándola nervioso – soy Choi Minho, es un gusto conocerla señora…

 

-          Lee… - dijo ella caminando hacia un sitial que estaba frente al sillón en donde él estaba sentado, ubicándose ahí – Lee Ahn Ra, el gusto es mío Minho… - habló sonriéndole. Se sentó en el lugar al instante en que aparecía la mujer que lo había recibido y que era la ama de llaves de la casa, con una bandeja con dos tazas de té y unos cuantos panecillos dulces – Debo decir que luces más joven de la edad que indica tu currículum…

 

-          Lo sé – respondió sonriéndole nervioso, recibiendo una de las tazas -… espero mi edad no sea un obstáculo en su juicio señora…

 

-          ¡Oh, para nada! – exclamó devolviéndole la sonrisa -… al contrario, en realidad estaba buscando alguien joven con la experiencia necesaria… - dijo bebiendo un sorbo – Debo decir que quedé asombrada con tu currículum, pero me intriga saber por qué buscas este tipo de empleo siendo aún muy joven… No quiero que te ofendas, pero mi marido tiene algunas aprehensiones al respecto…

 

¡Vamos Minho, esta es tu chance, debes jugártela!

 

-          Sé que luzco joven, pero debe saber que estoy más que familiarizado con el trabajo, por algo también me arriesgué a independizarme y trabajar de manera particular… - respondió creyendo que aquello sería suficiente, pero cuando vio a la mujer removerse en su sitial, bebiendo nuevamente de la taza supo que no la convencería con aquello -…tengo la experiencia que no muchos en mi campo laboral han tenido…

 

-          Explícame…

 

El moreno dejó su taza en la mesa de centro y se acomodó en su sitio. Si quería tener el empleo no podía dejar cabos sueltos, por lo que ser honesto iba a ser su as bajo la manga. Suspiró hondamente antes de hablar, y carraspeando suave dio el gran paso.

 

-          Yo tenía 14 años cuando mi madre enfermó… - habló en un tono de voz serio y algo reprimido – Era invierno y luego de un paseo comenzó a sentirse mal… no pasó mucho para que tuviera lapsos de fiebre y delirios… - continuó sin apartar la vista de la mujer que lo miraba atenta a lo que él decía -… luego fue la baja de peso y dolores que cuatro aspirinas al día no aliviaban. Cuando la llevé al médico no había mucho qué hacer…

 

-          ¿Qué pasó luego…?

 

-          Mi madre falleció a los cuatro meses después… - acotó bajando la mirada hasta sus manos que estaban apoyadas sobre sus piernas -… ella tenía 35 años

 

-          Lo lamento… - dijo ella en una tierna mirada -…debió ser difícil para ti

 

-          Honestamente, no lo fue… - habló mirándola nuevamente -… esos cuatro meses fueron los más felices de toda mi vida. Ambos sabíamos que el final no iba a ser el que queríamos, pero lo que vivimos ese tiempo, su compañía, su sonrisa cada mañana a pesar de los dolores del tratamiento; son los mejores recuerdos que tengo… Nadie quiere perder a su madre tan joven, pero yo estoy muy seguro que ella vivió todo lo que tenía que vivir y de la mejor manera posible… - continuo -…yo me aseguré que así fuera, es por eso que cuando murió sentí un alivio enorme de haberla tenido a mi lado, a pesar de todo…

 

-          Y-yo, yo no sé cómo hacer aquello – le dijo ella en un quebrantado tono de voz, casi conteniendo las lágrimas – No estoy lista para dejarlo ir, no aún…

 

-          Quizás siente que es muy pronto, pero estoy seguro que su padre ha vivido su vida aprovechándolo todo… - acotó sonriéndole tímidamente, como queriendo darle apoyo moral.

 

-          ¿Mi padre? – preguntó confundida – No te estoy contratando para cuidar a mi madre…

 

-          ¿Disculpe?

 

Ahn Ra miró al moreno y supo que darle una explicación complicaría las cosas; ya le había pasado antes, y esta vez sí necesitaba tener a alguien joven y vivaz que pudiera lidiar con él, que pudiera…sopórtalo.

 

-          Acompáñame… - le dijo incorporándose y caminando hacia la enorme escalera que llevaba al segundo piso de la casa. Minho la siguió ansioso y pensando internamente que quizás aceptar el trabajo no sería una idea muy apropiada. Ya estando arriba, avanzaron por un pasillo alfombrado, hasta la última puerta. La mujer golpeó tres veces, apoyando su mejilla en el marco de madera – Hijo, soy yo…

 

Pero nada, silencio absoluto.

 

-          Hijo, vengo con un invitado… - continuó abriendo la puerta. Minho pensó que era torpe creer que el cuarto sería pequeño en comparación a la casa, pero se había equivocado. El dormitorio era casi como el tamaño de todo su departamento. Se adentraron por el piso alfombrado hasta una pequeña sala con un par de sillones y un televisor. A un lado vio una puerta doble, en donde creyó estaba la cama. Vio a la mujer acercarse y golpear sutilmente antes de entrar.

 

-          Espera por favor… - le dijo antes de adentrarse, sintiendo un leve ruido de televisor por entre la en hendidura de la puerta que quedó medio abierta – Te dije que debías vestirte… no me importa… ¡apaga eso, vístete y sal, ahora!

 

Minho en dónde te has metido… pensó sintiendo cómo los nervios lo invadían nuevamente al escuchar el tono no muy dulce que la mujer estaba usando. Caminó hacia la ventana para que no fuese demasiado obvio que había espiado la conversación a lo lejos.

 

-          Lo lamento, mi hijo no suele levantarse tan temprano… - se excusó parándose junto a él, perdiendo la mirada en el patio trasero de la casa -… Minho, yo

 

-          ¿Quién es él? – hablaron de pronto desde sus espaldas, haciendo que ambos se voltearan. Lucía un pantalón algo roído y con escasez de tela en la parte de los muslos, una polera más grande de lo que parecía ser originalmente su talla y un gorro de lana que cubría toda su cabeza hasta la mitad de su frente. Supo que había heredado su piel de su madre, por lo blanca y tersa que lucía, contrastando con unas oscuras ojeras bajo sus ojos pardos que denotaban cansancio - ¿Acaso es la nueva niñera?

 

-          ¡Taemin! – reclamó su madre abriendo sus ojos, retándolo con la mirada – Minho disculpa sus malos modales… Taemin él es Choi Minho y será tu nuevo enfermero a partir de hoy…

 

-          Hola, un gusto conocerte… - habló extendiendo su mano, la cual al quedar tendida en el aire sin recibir la otra a cambio, la llevó rápidamente hasta el bolsillo de su pantalón, visiblemente avergonzado.

 

-          ¡Pff! – bufó haciendo una mueca con su labio y alzando una ceja – Madre, será mejor que le pagues de inmediato, porque no va a durar ni una semana con esa cara de idiota que tiene…

 

-          ¡LEE TAEMIN!

 

-          Me largo… - dijo antes de marcharse del cuarto cerrando de un golpe la puerta.

 

La madre de Taemin, caminó hasta uno de los sillones que había en la salita, dejándose caer visiblemente frustrada. Al parecer, ya había vivido esa situación más de una vez con empleados que no duraron mucho a cargo del menor. Tapó su rostro con ambas manos, avergonzada de la situación, sin poder ser capaz de decir una disculpa que pudiese enmendar el mal carácter de su único hijo.

 

-          Lamento, lamento esto Minho… - dijo apenas hablando – No tienes que aceptar, entenderé si no quieres hacerlo…

 

Minho la vio ahí sentada, analizándola. Supo de inmediato que aquello había pasado más de una vez y solo pudo sentir pena por ella. A pesar de que no estaba al tanto de lo que sucedía con el menor para que actuase así, creyó que al menos debía corresponder de alguna manera la cortesía que la madre del chico había mostrado para con él.

 

-          Veo que tiene un temperamento difícil… - habló rompiendo la incomodidad que parecía ahogarlos a ambos -… no debe ser fácil lidiar con él

 

-          Ni te imaginas… - suspiró cansada de la situación -… ya, ya no sé qué más hacer, lo he intentado todo ¿sabes? Pero cada vez es más difícil y eso, eso me aterra…

 

A su mente vino el recuerdo de su madre enferma, luego de las primeras sesiones de su tratamiento. Los fuertes medicamentos la hacía vomitar hasta el aire que respiraba, apenas podía caminar o dormir y eso la mantenía con un carácter que nadie soportaba. Cada día era más difícil que el anterior, pero luego de que los malos ratos pasaban, todo era compensado con un gracias hijo que lo hacían sentirse aliviado; al fin y al cabo la sonrisa de su madre valía la pena soportar su mal genio.

 

-          Bueno… - habló incorporándose -… si fueras amable en darme tus datos, depositaré el dinero para compensar los malos ratos que has tenido que pasar para venir hasta acá…

 

-          Lo haré… - le interrumpió sin siquiera dudar.

 

-          ¿Cómo…?

 

-          Acepto trabajar con usted y su hijo…

 

-          Minho, no…

 

-          Lo haré… - insistió en una tímida sonrisa -… para mi será un placer trabajar para usted señora Lee

 

-          Minho, no tienes que hacerlo, ya viste cómo es Taemin, no quiero que te humille como lo hizo con las otras personas que trabajaron antes que tu… - le explicó haciéndolo recapacitar de la precipitada decisión que creía estaba tomando -… no quisiera que huyeras a la primera semana como los demás, si va a ser así, lamento decírtelo, pero no me sirves…

 

-          No huiré… - añadió nuevamente; estaba decidido, un niño que con suerte tenía 20 años no le ganaría. Si durante tanto tiempo estuvo buscando un desafío profesional que le hizo querer independizarse, este quizás era el que esperaba: aceptaría el trabajo y lo haría con el mayor profesionalismo posible, aún si no estaba seguro a lo que se estaba enfrentando -…yo no huyo señora, yo solo vine a trabajar y eso haré el tiempo que sea necesario…

 

Ahn Ra suspiró hondo, creyendo que finalmente había encontrado a la persona indicada que pudiese ayudarla con su hijo. Sonrió tímidamente, agradeciéndole con la mirada. Estrecharon sus manos en un gesto formal antes de afinar detalles de una próxima reunión para definir los requisitos de su contratación y su paga.

 

Minho se despidió igual de cordial como la hubo saludado cuando la conoció, y en una leve inclinación se despidió. Caminó hacia el garaje hasta su auto, cuando notó que alguien le hablaba.

 

-          Se llama leucemia… - oyó que le decían desde atrás de un pilar. Ahí lo vio con la mirada penetrándolo violentamente en esa actitud arrogante y de poco amigos.

 

-          ¿Uh?

 

-          Todos arrancan cuando mi madre les dice que lo que tengo… - habló pasando un dedo por el capó del vehículo, mirando los restos de polvo que le había dejado -…creo, que sienten pena… pero al menos duraste más que los demás en salir de la casa para ser tan solo la entrevista, ¿ella te pagó bien?

 

-          ¿Arrancar? – rio irónico - ¿Quién es el que está arrancando?

 

-          ¡Por favor, no te hagas el valiente! – acotó rodeándolo, inspeccionándolo de pies a cabeza – ambos sabemos que no durarías ni una semana…

 

¡Dios, este niño sí que es un iluso…!

 

-          Claro que no duraré una semana… - le dijo ácidamente, cabreándose de la actitud infantil del chico -… porque firmaré un contrato indefinido…

 

-          ¡Imposible! - ¡No puede ser! Pensó al notar que el moreno hablaba en serio. Después de 3 meses de continuas entrevistas y más de 23 personas que apenas eran contratadas se marchaban por culpa de su mal carácter, su madre al fin había encontrado a alguien que parecía ser capaz de lidiar con él.

 

-          Posible… - añadió abriendo la puerta del vehículo, adentrándose en él – Creo que te veré mañana, Taemin… - le dijo luego de bajar el vidrio.

 

-          Sí, te veo mañana… - respondió notoriamente molesto de la situación – recuérdame hacerte una fiesta de despedida…

 

-          Y a mí recuérdame enseñarte modales para cuando te dirijas a tus mayores…

 

Y diciendo aquello se marchó. Por el espejo retrovisor vio cómo la figura del chico se hacía cada vez más pequeña, permitiéndose exhalar hondamente y votar todo su nerviosismo en un suspiro. Secó su sudada frente con el torso de su mano, sintiéndose a salvo de aquella difícil situación; si pensaba que sería difícil conseguir el empleo que tanto quería, sin duda ejercerlo bajo las condiciones a las que se estaba a punto de someter, iba a ser mucho más difícil.

 

Cuando vio que el auto cruzaba el amplio portón de la entrada, alejándose del lugar, tomó su cabeza entre sus manos, sin poder evitar soltar un frustrado gruñido. Y es que estaba harto de la situación, no quería seguir insistiendo en algo que no tenía caso, tan solo quería vivir su tiempo a su modo y sin nadie que lo tratase con lástima o que rumoreara a sus espaldas con la servidumbre, como había pasado en veces anteriores. Entró a la casa dando un duro golpe a la puerta y chocando el hombro con la ama de llaves que lo saludaba cordialmente. Caminó hasta la oficina principal y sin llamar a la puerta entró de improviso, sin importarle que su madre estuviese en una breve reunión con el administrador de la parcela en dónde vivían.

 

-          Debes estar bromeando si crees que permitiré que ese tipo me cuide… - le dijo caminando hasta su escritorio, interrumpiéndolos.

 

-          Señor Kim ¿nos disculpa?... – se excusó incorporándose cortésmente -…reanudaremos nuestra reunión después de almuerzo…

 

-          No se preocupe señora… - respondió inclinándose, no sin antes dar una desaprobatoria mirada al castaño que lo ignoraba -… señora, joven Lee… con su permiso

 

Ni siquiera esperó a que el hombre saliera del lugar y cerrara la puerta, cuando se disponía nuevamente a atacar con su audaz lengua.

 

-          ¡Ese tipo con suerte tiene un par de años más que yo! – reclamó batiendo sus manos, alterado - ¡Estás loca si crees que me quedaré tranqui…

 

Pero no alcanzó a terminar lo que iba a decir cuando sintió un punzante dolor quemarle la mejilla izquierda; su madre lo había abofeteado por primera vez.

 

-          Estoy cansada, ¡cansada de tener que seguir soportando tus malos modales Taemin! – habló con la respiración agitada, estaba molesta, como nunca lo estaba - ¡Hasta cuando, dime ¿hasta cuándo tengo que soportar esta actitud que tienes?! ¡DÍME!

 

Su cuerpo se tensó al ver la desesperación de su madre reflejada en su mirada acuosa. Quiso defenderse y no dar su brazo a torcer, pero un doloroso nudo en la garganta le impidió hablar.

 

-          Mad-madre, yo… - tartamudeó con la mano en su rostro, tratando de apaciguar el dolor y esa choqueante sensación de haber sido golpeado.

 

-          ¡Basta ya Taemin! – exclamó dejando escapar un desesperado llanto – Basta hijo, por favor te lo pido, basta ya… Yo, estoy cansada de esto, cansada de no saber qué más hacer para ayudarte cariño…

 

-          ¿Ayudarme? – repitió conteniéndose - ¿Ayudarme a qué? ¿A estar más cómodo, a ser más feliz? No hay nada que puedas hacer por mi madre, ¡YA NO HAY NADA MÁS! – exclamó antes de irse corriendo del lugar; huyendo de ella y de la desagradable sensación de saber que tenía razón.

 

 

Aunque su actitud demostrara todo lo contrario, ese sentimiento que lo embargó meses atrás volvió a hacerse presente, incomodándolo. Por más que había intentado todo ese tiempo de reprimirlo, el tener que enfrentarse a esa realidad de la que huía constantemente con su mala actitud y rebeldía incontrolable, lo aterraba. Estaba consciente que no quedaban muchas cosas por hacer, pero aun así sabía que a pesar de que el tiempo no marchaba en su favor, podía vivirlo de una mejor manera de lo que lo hacía hasta el momento; y todo dependía de él.

 

Pero no quería, es más, no podía. Tenía sus fuerzas agotadas y toda la situación era demasiado para él como para poder sobrellevarla una vez más como si no se hubiera repetido en tiempos pasados.

 

Subió los escalones apresuradamente para esconderse en la soledad de su cuarto. Una vez ahí, se dejó caer en la cama, liberando esa rabia en compungidas lágrimas que por más que trataba de evitar, no podía hacerlo. No fue consciente cuánto lloró antes de dormirse con la almohada húmeda bajo su rostro. Solo pensó, inconscientemente que quizás esta vez iba a ser más difícil que las anteriores; si quería deshacerse de él como lo había hecho con los anteriores, debía ser más hábil y astuto, y buscar métodos más eficaces para quitárselo de encima y hacerlo renunciar.

 

Cuando por fin creyó que había superado su récord de 2 semanas y 4 días sin nadie que estuviera cuidándolo las 24 horas del día y los 7 días a la semana, el chico había aparecido con una actitud que lo hacía superior a sus predecesores, pero que sabía tarde o temprano, no tardaría demasiado tiempo en deshacerse también de él.

Notas finales:

Qué les pareció ? Creen que pueda ser un exitazo ? jajajaja xD

DENLE AMOOOOOOOOR Y MUCHOS REVIEWS!!!

 

Buenas Noches y nos vemos en la próxima actualización ! :)

P.D: Omitan si hay algún error gramatical, son las 02.58 am y mi cuerpo no resistirá una sesión de edición u.u


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