PROLOGO
Uchiha Sasuke, era un varón de 35 años de edad, muy atractivo, exitoso, felizmente casado con una belleza rubia y el orgulloso padre de cuatro niños. Akira de 11, Sora de 9, Yuki de 7 y Rin de 5. Tres varones y una hermosa niña, idéntica a su papi. Su amado esposo de tan solo 27 años, Uchiha Naruto, el doncel más hermoso, simpático y perfecto del mundo entero. Ese día el Uchiha llegaba a su casa con muy malas compañías. Su “amiga” Sakura y la prima de su adoración, Karin. Ambas aseguraban que debían decirle algo sumamente importante.
- Sasuke sabemos que esto va a ser difícil para ti, pero tienes que saberlo – hablo Karin, un pelirroja poca agraciada, pero con una mente perversa.
- Naruto Kun te engaña – hablo Sakura, con falsa angustia – lo sentimos mucho, pero tienes que saber la verdad – Sasuke las miro de reojo ¿eran tan idiotas para pensar que les creería?
- Sabemos que no nos crees – se adelanto Karin – pero tenemos pruebas – eso desconcertó al Uchiha – uno de sus amantes nos envió las fotos, para jactarse de que le ponía el cuerno al gran Uchiha Sasuke – la maldita le había picado el orgullo, el punto débil de todos los Uchiha – mira – le paso un teléfono con fotos donde se veía a su esposo en situaciones comprometidas con otros dos hombres, de los que no se distinguía mas que el color del cabello. Las imágenes no eran claras, pero las maliciosas palabras y la inseguridad del varón lo hicieron ver lo que las dos mujeres querían que viera. Ingreso a su casa hecho una fiera, su madre jugaba con su hija menor, los mayores estarían en sus actividades.
- Hijo ¿Qué tienes? – pregunto la mujer notando el semblante de su retoño. Sasuke estaba lanzando fuego por lo ojos.
- ¿Qué tengo? – Repitió – Tengo que mi esposo es una ¡ZORRA! – Grito asustando a todos los presentes, la pequeña Rin comenzó a llorar – Ese infeliz me vio la cara – la mujer mayor no entendía nada y Sakura muy gustosa se dispuso a explicarlo.
- Sasuke yo no creo esto – quiso hablar la pelinegra.
- Señora Mikoto esta muy claro – hablo Karin – los rumores son de hace tiempo pero recién hoy tenemos las pruebas.
- Sasuke – quiso decir Mikoto.
- Madre, ¿no lo ves? Es una puta – apretó los ojos con fuerza – no quiero verlo mas.
- Pero – quiso hablar de nuevo la mayor.
- ¡PERO NADA! – grito nuevamente.
- ¿Que son esos gritos? – Uchiha Fugaku, el padre de Sasuke llego y lo pusieron al tanto de la situación. El no dudo, era como su hijo, culpo a su yerno sin lugar a dudas. La noticia llego al hermano mayor de Sasuke que pasaba por ahí, junto con su esposo, el hermano mayor del esposo de su ototo. El doncel llamo a sus padres, indignado por lo que su hermano había hecho. Namikaze Minato y su esposa Kushina llegaron a la casa de los Uchiha y las dos jóvenes mujeres les informaron todo lo que sabían. Estuvieron horas enteras despotricando contra el pobre ausente así que cuando este llego solo recibió agravios.
- ¡Me das asco! – Grito un azabache a un rubio que lloraba en silencio desde el piso de la lujosa sala - ¡eres una furcia! ¡Una puta barata! ¡TE ODIO!
- Sasuke – intento hablar el rubio, entre sollozos y gemidos de dolor – por favor.
- No me hables, no me mires, no te vuelvas a acercar a mi o mis hijos – replico serio – lárgate de mi casa y de mi vida – y se fue de la habitación. Los demás presentes solo miraban a rubio tirado en el piso ahogado en su propio llanto.
- Tramitaremos el divorcio lo antes posible – hablo el rubio mayor del lugar, su padre – trataremos de evitar el escandalo – miro a su hijo – me has decepcionado tanto – y se fue junto a su esposa. El pequeño doncel como pudo se puso de pie y se marcho de su antiguo hogar, bajo las miradas de desprecio y reproche que él sabia no merecía, pero ya no tenia fuerza para explicar nada. Además ¿Por qué debía explicar algo? Su familia debía conocerlo, no deberían haberlo juzgado de esa manera sin dejarle explicar nada. Camino sin rumbo fijo. Su cuerpo le dolía horrores, había pasado por una de las peores situaciones de su vida y su familia le había dado la espalda. El amor de su vida lo había repudiado. Las lagrimas bajaban sin cansancio de su rostro, hermoso pero lleno de magullones por los golpes recibidos horas antes. Quería morirse, ya nada tenia sentido para el. El dolor no lo dejo avanzar más y cayo inconsciente al piso. Un coche que circulaba en el sentido contrario justo en ese instante se detuvo. El conducto corrió a auxiliar al desmayado y cuando lo tuvo cerca comprobó las evidentes lesiones.
- Que problemático – murmuro al tiempo que lo tomaba en brazos y se lo llevaba consigo.