Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El Espejo por Marieene

[Reviews - 36]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

¡Hola! 

Soy yo nuevamente con un nuevo Fic Thorki, ¡y es que los amo! y no puedo dejar de escribir sobre ellos.

Este sera un Fic mas largo de lo que suelo escribir para esta pareja. Tendra al menos 10 Capítulos. O por lo menos eso tengo previsto yo.

Espero que lo lean y lo disfruten tanto como yo.

                                                                    Marieene 

Capitulo I


Las paredes eran exageradamente altas, sin un fin que se pudiera ver, y de un color arena suave, que con la luz en ocasiones parecían adoptar un color dorado. Pero no había mucho que apreciar, pues éstas estaban cubiertas por largas tiras de libros apilados llegando a superar los dos metros de alto. Solo había dos estantes que desbordaban libros, los demás estaban desparramados en el suelo y amontonados en rincones. El extraño cuarto era un perfecto círculo, sin puerta ni ventanas. El techo era imposible de ver, y desde las alturas una luz, que simulaba ser solar, descendía para iluminar el centro del cuarto. Solo había una cosa que distaba en aquel lugar y que de cierta forma decoraba el ambiente: Un enorme y viejo Espejo de pie. Estaba cubierto con una tela de terciopelo rojo para que nada se reflejara, pues al inquilino de semejante y acogedor lugar no le gustaba verse en ese enorme espejo.


Ese inquilino era un débil y pequeño niño de unos ocho años tal vez. No superaba la medida promedio de jóvenes de su misma edad y su físico era notable por su delgadez. Lo que podría llamar la atención a muchos y asustar a muchos otros era el extraño color de la piel y de los ojos del pequeño. Su cuerpo era de un azul oceánico con finas marcas más oscuras, éstas eran una sarta de simbología extraña. Y sus ojos eran tan rojos como un buen vino tinto o como la sangre más pura. Por otro lado su vestimenta era tan solo un par de pieles cubriendo su cintura, unas botas y una capa bien voluminosa con pieles tupidas y suaves. Solo se sacaba la capa para extenderla en el suelo y así poder dormir más cómodamente.


Su única diversión eran los libros, cintos e incluso miles de ellos que lo rodeaban. Y no había perdía el tiempo, desde que lo habían mandado a ese lugar su vida había sido dedicada puramente a leer, aprender y comprender las páginas amarillentas de aquellos volúmenes. Con los años, había aprendido tantas cosas magnificas como diferentes culturas, idiomas y escritura. Podía hablar como los habitantes de Midgard, y cabía decir que en ese mundo varios idiomas se hablaban, pero él consiguió aprenderse la gran mayoría. Había aprendido algo muy importante; que él pertenecía a una raza llamada Los Gigantes de Hielo y que su mundo era Jotunheim. La escritura de SU mundo era bastante vulgar y tosca, pero la había aprendido a la perfección. Sabía intachablemente que había nueve mundos, e incluso sospechaba que había más. Todo su tiempo fue dedicado a ingerir conocimiento…después de todo no había otra cosa que pudiera hacer.   


Con el tiempo también aprendió que tenía una habilidad muy extraña, y más aun para ser un jötunn. Era capaz de utilizar magia, un poder que no comprendió hasta que se encontró con un regordete libro del cual aprendió infinitos hechizos y conjuros. Le había llevado varios meses descifrar y aprender de aquellas paginas, y aun seguía investigándolo. Pronto la luz comenzó a disminuir su intensidad y comprendió que la hora de dormir se acercaba. Cerró el gran libro y lo apoyó con cuidado en el suelo a su lado. Se desprendió y desató el seguro de su peluda capa  para tenderla, y seguidamente, tenderse él mismo sobre la tela utilizando la parte más peluda como almohada. Suspiró mirando el libro a su lado. ¿Existiría algún conjuro para sacarlo del encierro? Cerró sus rojizos ojos y se acomodó entre los pliegues de la cálida tela. No sentía frio ni calor, pero aun así se acurrucó en el suelo.


- ¿Porqué me encerraron en este lugar? –Susurró a los libros con los ojos cerrados. Por mucho que leyera, ningún libro tenía la respuesta a su pregunta. Volvió a suspirar con resignación y tristeza y pensando en los últimos conjuros que había aprendido quedó dormido bajo una tenue luz que nunca se apagaba por completo pero que cuando era hora de levantarse se iba encendiendo de apoco hasta llegar a su máxima luminosidad. Solo se levantaba, leía, practicaba y dormía. Esa era su rutina. Nunca tenía hambre, ni sed. Nada.


Ese día se dedicó a un libro de armas. Como utilizarlas en combate, como enfrentar a los enemigos y como sacarle mejor provecho, utilizándolas de diferentes maneras. Parecía sencillo, pero debía practicar. Como primer arma eligió la típica y obvia espada. Todos lo héroes tenían una o sabían empuñar una. Con su magia materializó una muy filosa, además hizo una copia de si mismo, era exactamente él mismo. Nunca dejaba de sorprenderse cada vez que lo hacia. Le dio una espada a su copia para así poder atacar y no practicar inútilmente con su sombra. Ambos se prepararon, el joven azul que era una copia se colocó en posición de defensa, concentrándose esperó el ataque de su original, el cual no tardo en llegar dando un fuerte golpe de espadas. Luego de un par de estocadas, Loki se colocó en defensa y recibió los golpes de la copia. Y por ultimo ambos atacaron libremente. Una de las espadas salió volando por los aires y la copia quedó indefensa en el suelo.


Al verse vencido en el piso de su prisión, un cosquilleo se removió en su estomago. El se había vencido a sí mismo con la espada. Hizo una mueca de disgusto y chasqueó la lengua. Con desgana lanzó la espada al suelo provocando un ruido metálico y ésta a los segundos desapareció. Ayudo a su copia a levantarse y tomó el libro para elegir otra arma mas apropiada.


- La espada no me gusta… -Comentó, dando fin a su búsqueda. –Probemos con las hachas. –Pero los toscos movimientos de aquel instrumento de guerra no le gustó para nada. No era nada bello, ni nada certero según su lógica. No era lo que buscaba. Y como a la espada, desechó el hacha tirándola al suelo. Lo siguiente fue: La lanza. Con ésta se desempeñó mucho mejor. Sus movimientos eran gráciles y de una mortalidad segura. Podía tranquilamente atacar a media distancia y cuerpo a cuerpo. Aunque prefería la larga distancia y la seguridad de que él podía dar un golpe mortal antes de que el enemigo se enterara. Dejó la lanza a un lado, como segunda opción.


Por muy agitado que estuviera, no había gota de sudor en su frente. Con solo descansar unos minutos ya estaba listo para seguir. Continuó puliendo su puntería con un arco y flechas. Algunos libros terminaron con agujeros en sus tapas y algunas copias heridas. Aunque no consiguió darle a ninguna en algún punto vital. Eso solo era cuestión de práctica. Aun así se estaba frustrando no ser bueno con ningún arma. Con la magia era completamente distinta, en tan solo uno o dos intentos podía conseguir cualquier cosa, pero con esas toscas herramientas y elementos de barbaros no podía conseguir hacerlo como él quería.


- Pues entonces mi arma será la magia. –Sonrió mientras poniéndose en posición, como si estuviera por salir corriendo en cualquier momento, miró al frente, hacia la pared y en un parpadeo algo salió disparado de su mano y terminó incrustado en la maciza pared. Con asombro y auto orgullo se miró la mano de la cual había lanzado una daga mágica. Con confianza, volvió a intentarlo y sonrió alegremente cuando obtuvo el mismo resultado exacto. De su mano, que se encontraba completamente vacía, se podía apreciar apenas un resplandor pequeño de luz verde y antes de que algún enemigo pudiera adivinar lo que pasaba, una daga se materializaba en ese momento y terminaba perforando lo que él quisiera. De ese modo ni siquiera tendría que andar acarreando un arma pesada y tendría el don de la sorpresa, pues nadie podría adivinar que en verdad siempre andaba armado. Una pequeña sonrisa traviesa decoró su joven y tierno rostro.


Siguió practicando puntería y velocidad. Tan entretenido estaba que cuando vio que uno de sus ataques iba a impactar con el tapado espejo, ya era demasiado tarde. Quiso detenerlo, pero la daga impacto fuertemente en el centro del espejo y fue ahí cuando consiguió desvanecerla. Cerró los ojos esperando que miles de trozos cayeran al suelo, pero nada pasó. Cuando los abrió, contempló como la tela que cubría el gran espejo se deslizaba por los bordes con elegancia y caía suavemente a los pies del mueble, dejando éste a la vista de sus ojos rojos. Se miró en el reflejo, su piel tan azul como siempre. El espejo estaba intacto, ni roto ni resquebrajado. Dio un par de pasos hacia adelante, no había señal de la daga. Ahora comprendía que podía desmaterializarla cuando quisiera. Pero entonces ¿La daga había golpeado el espejo? Si era así, ahora debería estar lleno de vidrio el suelo, pero no lo estaba. Dio otro par de pasos hacia adelante y quedó frente al mueble, a sus pies, la tela aterciopelada y roja como sus ojos descansaba arrugándose en algunas partes.


Volvió su mirada al frente en donde un par de ojos rojos le devolvieron la mirada. Sus ojos. Con lentitud levantó una mano y temerario fue acercándola hasta tocar el frio material del espejo. Estaba completamente sano…normal. Suspiró y apreció como su reflejo parecía tocarle la mano, conectándolos. Estaba tan solo. Se sentía infinitamente solitario. Abandonado. Sin recuerdos y sin saber porque lo habían dejado en ese lugar… ¿Acaso había echo algo malo?


Con bronca y un odio naciente retiró la mano y se giró, pero algo llamo su atención inmediatamente. Quedó de piedra, curioso y asustado al ver como el solido espejo parecía tomar otra densidad. De donde había estado apoyada su mano, ahora nacían círculos que se movían hacia afuera como ondas. Era algo similar a lo que sucede cuando, en aguas cristalinas, se arroja una pequeña piedra. Era inexplicablemente raro y bello. Luego de unos segundos, todo pareció volver a la normalidad y con renovada curiosidad encaró el espejo y sus ojos se desorbitaron de la sorpresa al notar que no era su reflejo lo que el espejo le devolvía, sino algo completamente diferente. Quedó de nariz contra el vidrio, casi tocándolo, pero no se atrevía aun a hacer contacto, y observó como del otro lado, como si fuese una puerta, podía verse claramente lo que parecía una biblioteca, con centenares de libros en altos e infinitos estantes. Se asombro y se emocionó. ¡Todo lo que podía aprender si tuviera esos libros! Su corazón se aceleró y siguió moviendo su vista de un lado hacia el otro. En el centro de ese lugar de ensueño había una mesa larga y en una de las sillas de rustica madera había un niño rubio que parecía enfadado y frustrado intentando entender algo de un gran libro.   


Al verlo su respiración se detuvo al igual que su  corazón. Dio un paso hacia atrás con miedo, pero un extraño cosquilleo le impedía alejarse mas. Se quedó observando al niño que parecía ser un poco más grande que él. Se impresionó con lo brillante de aquellos cabellos dorados. No podía ver nada más, pero aun así no quitó la vista del joven sentado.


Largo rato pasó  hasta que el niño rubio, ofuscado y completamente vencido, suspiró y cerró enojado el libro provocando un estrepitoso eco en todo el lugar. Se levantó y cuando se disponía a irse, noto por vez primera que el gran espejo que siempre había estado tapado ahora se encontraba al descubierto con las mantas rojas tiradas en el suelo. Se acercó y fue ahí que noto algo más. Su cuerpo se congeló y por un momento hubo miedo en sus grandes ojos azules. Sus pies no le respondían, pero si lo hubiesen hecho, él sin duda hubiese salido corriendo en busca de guardias.


Esa mirada no pasó desapercibida por Loki, quien avergonzado de su apariencia se alejó un paso hacia atrás. ¿Acaso aquel niño podía verlo? Estaba claro que su figura había provocado aquella reacción en el rubio y sabia perfectamente que su raza no era de las más agradables. Los libros le habían enseñado lo brutales que podían ser los Gigantes, y no podía culpar al niño por mirarlo con miedo, no obstante, eso le dolió profundamente. Ambos se miraron con miedo, pero ninguno hizo movimiento alguno. Sus ojos no se apartaban del opuesto hasta que el rubio hablo con firmeza y autoridad fingida.   


- ¿Eres un Gigante de Hielo? –Para Loki no estaba claro si eso había sido una pregunta o una afirmación, pero solo pudo asentir con lentitud ante la duda. El otro niño parecía intranquilo, pero no se movió de su lugar. –Nunca había visto un Gigante tan…pequeño. –Comentó, animándose a dar un paso hacia adelante para observar mejor. Pero solo pudo notar como el otro hacia una especie de puchero ante el comentario que había dicho. Aquello le produjo mucha gracia y sonrió sin darse cuenta. –Una sola vez vi a un jötunn…-Se silenció un momento, como comparándolos y volvió a hablar: -Pero no te pareces en nada. –El miedo que había tenido se esfumó por completo. Aquel Gigante parecía un pequeño niño indefenso y débil, y no veía en sus ojos grandes y rojos intención alguna de atacarlo. Luego de unos segundos de analizarse mutuamente el rubio cayó en la cuenta de algo.- ¿Puedes entenderme? –El pequeño de otro lado del espejo asintió con la cabeza. –No muchos pueden hablar nuestro idioma. ¡Es sorprendente que siento tan pequeño tu puedas! –Dijo emocionado. –Me llamo Thor. –Sonrió ampliamente. -¿Tu como te llamas? –Preguntó sin dejar de sonreír con calidez. El niño azul dudó un segundo, indeciso y desconfiado, pero se acercó más y respondió:


- Loki. –Susurró lo suficientemente alto como para que el rubio lo escuchara. Éste sonrió alegremente.


- Loki. –Repitió –Es un lindo nombre –Dijo inocentemente. Y contagiado por la sonrisa del rubio, el niño azul sonrió con timidez. Esa era la primera vez que veía a alguien. Era la primera vez que hablaba con alguien. Y era un niño como él, tal vez más grande, pero no demasiado. Dentro de su corazón, no cabía más felicidad. Ya no estaba solo. Luego de tantos años de estar encerrado viendo únicamente libros y fotos de otras personas, al fino tenía en frente a alguien verdadero, de carne y huesos.  


Los dos se enfrentaron, uno de cada lado del espejo y no dejaban de observarse con una sonrisa alegre y sincera. Eran tan diferentes, tan contrarios, pero nada de eso importaba. No para ellos que eran todavía inocentes y puros de corazón. Sin darse cuenta acababan de conocer su destino…uno incierto, pero eso ellos no lo sabían. Eran solo dos niños que se alegraban de encontrar a un amigo con el cual compartir todo. Por que sin que lo supieran, ambos se sentían solos, cada uno a su manera y en sus circunstancias, pero solos al final. Pero ahora ya no lo estarían nunca mas…ahora se tendrían el uno al otro, porque frente al espejo se comenzaba a gestar una hermosa amistad. 

Notas finales:

Espero que haya gustado y que me comenten lo que opinan de este primer cap. 

Nos vemos en el siguiente

Se cuidan. bye bye!

https://www.facebook.com/marieene.mcmiller?ref=tn_tnmn

<3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).