Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

"Happy MinKey day!" por Sam Sky

[Reviews - 6]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Espero que les guste~

¡Happy MinKey day a todas! ♥

Dedicado a todo el grupo "MinKey is love ~" especialmente a Jimena, Evee, Mely y Edi.

Notas del capitulo:

 

 

Kibum corría bajo las lluvias de Seúl, el suelo tan resbaloso debido a la tormenta que en varias ocasiones se había salvado de una terrible caída. Debería ser cuidadoso, cualquiera le aconsejaría, pero a él no le importaba eso en lo absoluto; su objetivo en ese mismo momento era sólo escapar de Minho, quien acababa de ganarse una cachetada de su parte.

 

—¡Key! —lo llamó con desesperación, a cada instante retirando los mechones de cabello castaño que le impedían tener una buena vista a través de las gotas de agua.

 

Agradecía su buen físico ahora, ya que no se había cansado luego de haber correteado a su novio por ya doce cuadras; en cambio, Key sufría en cada paso que daba, odiando correr —más de lo que ya hacía—.

 

Esto no era un simple juego de carreritas entre los dos, sino, todo había comenzado con Key queriendo salir sólo a caminar y despejar su mente, pero Minho insistía en acompañarlo, por eso mismo los pasos a tiempos habituales que al comienzo llevaban, que aceleraron hasta ser trotes, finalmente terminaron como corridas.

 

Key, tan terco, aunque sintiera sus piernas adormecidas y temblando, no se detenía, estaba seguro que no se iba a detener… No iba a detenerse, hasta que en un desnivel en la vereda, tropezó y cayó sobre un charco de agua, alumbrado por el farol que se encontraba justo sobre él. Minho no desaprovechó esa oportunidad, y aumentando la velocidad de su corrida, logró alcanzar a su pareja, que yacía tirada en el suelo, con sus piernas dobladas y su cabeza escondida entre ellas.

 

—¿Estás bien, bebé? —preguntó a ya un par de pasos de él, desacelerando y tratando que su voz sonara tranquilizadora y no enojada ni desafiante —por haberlo hecho corretearlo a toda velocidad por más de cinco minutos—.

 

El pelinegro no respondió, sólo negó con la cabeza, manteniéndola baja y apoyada en sus rodillas.

 

—Amor, por favor —le rogó Minho, colocándose de cuclillas a su costado y llevando su mano a la espalda empapada del mayor, con su respiración irregular debido al esfuerzo recién hecho.

 

—¡Nada de bebé ni amor, idiota! —Key finalmente reaccionó, exclamando apenas sintió la palma de su pareja sobre él—. Todo es tu culpa, tarado. ¡Siempre yo soy el que termina lloriqueando, eh! —dijo con su voz entrecortada y muy agitada, mirando hacia al frente, el camino por donde hubiera seguido escapando si es que no se caía de repente—. Minho… —Volvió su cabeza, finalmente cruzando miradas con él, y al notar la preocupación plasmada en el rostro del castaño, no pudo aguantar más y rompió a llorar.

 

Lágrimas que parecían interminables brotaban de sus ojos rasgados, haciendo correr el maquillaje que sólo hace un par de horas se había colocado con mucha dedicación.

 

Más que por tristeza, lloraba por la gran frustración que sentía —por haber corrido tanto, con cantidad de esfuerzo, para que de remate se caiga de trasero sobre el suelo—.

 

Se paró con dificultad, maldiciendo en inglés entre dientes, apretando sus párpados cerrados y llevando su antebrazo al frente de su boca, para así cubrirla tratando que los sollozos disminuyeran su volumen, sintiéndose muy estúpido por ser tan llorón cada vez que tenía una discusión con ese rapero al que tanto amaba.

 

El castaño se acercó con paciencia, cada paso dándolo con decisión; y ya al encontrarse frente a él, envolvió su delgado cuerpo con su par de brazos fornidos, tomándolo de la fina cintura y apegándolo hacia sí.

 

—Key, ya no llores… —Minho llevó sus dedos hacia su nuca, donde acariciaba los mechones de su oscura cabellera con delicadeza.

 

Whatever —protestó con gimoteos entre palabras, previamente  a dar un último suspiro y obligarse a parar de llorar.

 

El más alto negó suave con su cabeza, frunciendo el ceño y labios también.

 

—Volvamos a casa. Si sigues así de empapado, te resfriarás.

 

Y entonces de repente, Key llevó sus manos al pecho de su amado, y empujándolo rompió el abrazo.

 

—Entonces, Choi… Si ni siquiera entendiste a lo que me refería, supongo que hoy no es una fecha importante para ti, ¿hm? ¡Qué tonto yo por darle tanta importancia a un día que tú ni recuerdas!

 

La expresión del otro era una de total confusión, sin entender en lo absoluto a qué fecha se refería.  ¿Qué sucedía hoy que lo había olvidado?

 

—No entiendo de qué me hablas.

 

Kibum rodó sus ojos y apoyando el peso de su cuerpo sobre una pierna, cruzó los brazos.

 

—Hoy es 8 de diciembre, ¿no recuerdas nada?

 

En todo momento trataba de mirar hacia los costados, ya que sabía que si miraba a su novio a los ojos, probablemente le sería más difícil actuar indiferente.

 

—Uhm… ¿que falta un día para mi cumpleaños?

 

Pero ahora sí que la había cagado. Su mirada felina viajó hasta detenerse justo sobre el más alto, y le dedicó una mirada… que no significaba nada bueno.

 

El mayor giró sobre sus talones, dándole así la espalda, y emprendió de nuevo su camino.

 

—¿A dónde vas? ¿De nuevo debo corretearte? —cuestionó con sarcasmo, llegando a fastidiarse ya que su pareja se enojaba con él de algo que ni estaba enterado.

 

—Regreso a la casa.

 

—La casa está por el otro lado…

 

Paró en seco súbitamente, dándose cuenta de su ridículo error. Podía jurar, que en su mente estaba regañándose a sí mismo por haber arruinado su propia “salida de película” de una manera tan tonta.

 

Volvió su cuerpo y prosiguió su caminata, ahora por el lado correcto, regañando entre dientes, aún con los brazos atravesados sobre su pecho, y también, tiritando por el gran frío que se sentía en toda la ciudad.

 

 

________________________________________________________________________________

 

 

Tumbado sobre su cama, miraba hacia el techo como si fuera lo más interesante del mundo, con su mente prácticamente en blanco mientras que música disco sonaba en sus oídos por medio de sus auriculares. De rato en rato, cogía su celular para fijarse si había recibido ningún mensaje. Pero nada nunca llegó.

 

Cerró sus ojos y se encogió en posición fetal, enrollando sus piernas con las sábanas ya enredadas sobre el suave colchón, y rozando sus pies desnudos con las toallas húmedas sobre su cama, las que acababa de usar luego de darse un baño.

 

Tal vez lo mejor era irse a descansar. Ya se había colocado su ropa de dormir, que consistía en un buzo y un polo con estampado de rana, que su novio se lo había obsequiado sólo para fastidiarlo: “para que así duermas conmigo todos los días”. Sonrió como bobo al recordar aquel día cuando se lo había regalado; hasta que recordó que aún seguía enojado con él y negando con su cabeza consiguió borrar esa sonrisa curvada en sus labios.

 

Era 8 de diciembre. Hace un año atrás, Minho lo había sorprendido pidiéndole matrimonio en el escenario, frente a miles de fans y frente a los demás miembros también, con miles de cámaras grabando el momento justo y gritos de parte del público presente. Claro que, luego del concierto, Minho recibió varios golpes de su parte por haber “hecho su relación tan pública” acompañado de varias palabras más, como “baboso, tonto, maldito cursi y romántico que me volverá loco”.

 

Sonrió de nuevo, tal idiota enamorado —y eso era exactamente lo que era—.

 

Luego de ese inolvidable concierto, mientras que aún seguían en los camerinos, prometieron que, el próximo año recordarían esa fecha como una especial. Se saludarían y conmemorarían ese momento tan bonito que había sucedido entre los dos.

 

Pero el idiota de su novio lo había olvidado totalmente.

 

Una alarma sonó desde su móvil súbitamente, tanto que había lo había hecho dar un pequeño sobresalto debido a la sorpresa. Volvió a tomar su teléfono y en la pantalla se encontraba un pequeño pero muy importante aviso del evento anotado en su calendario: El 9 de diciembre había llegado.

 

Por otro lado, en la habitación del lado, Minho luchaba contra su sueño para tratar de mantenerse despierto al menos por unos minutitos más. Aunque, sabía perfectamente, estar echado en su cama no ayudaba en lo absoluto, sin embargo, tanta pereza tenía que eso era lo único que quería hacer en ese momento.

 

Mas al final, no pudo alargar el tiempo en que sus párpados seguían abiertos, luchando por seguir insomne, y sin más preámbulos, se adentró en un profundo sueño, justo cuando la puerta de su habitación entrecerrada se abría y pasos sigilosos caminaban, avanzando hacia su cama y deteniéndose a medio camino.

 

—Feliz cumpleaños —Key le había dicho en un tono muy suave de voz, para después irse tan silenciosamente como había llegado.

 

Cerró la puerta y apoyó su espalda en la pared del costado, apoyando también la parte trasera de su cabeza. No había esperado ninguna respuesta de parte del cumpleañero, ya que estaba seguro que él saldría a buscarlo para darle las gracias. Claro, lo hubiera hecho, si es que hubiera estado despabilado y no viviendo en sueños.

 

Ya habían pasado diez minutos —contados a reloj, viendo la hora en su móvil a cada segundo, sin exagerar— y no sucedía nada.

 

Sus labios se abultaron hacia adelante, formando así un dulce mohín con sus rosáceos y delgados labios. Quería volver a su cuarto y dormir, pero su orgullo le ganaba. No podía dejar esto así. ¡Lo había ignorado!

 

Bufó fastidiado mientras que involuntariamente sus manos se apretaban en puños, y con un asentimiento de cabeza, abrió la puerta de una patada, a un solo golpe; y a pasos decididos y fuertes llegó hacia la cama de Minho, quien se encontraba dándole la espalda.

 

—Bien, digamos que te perdono por olvidarte de esa fecha, pero… ¡¿ahora me ignoras?! —exclamó al costado del lecho, con su cara roja de la rabia al no recibir contestación alguna—. ¡Choi Minho! —Tomó una de las almohadas que se había caído al suelo y se la tiró como sea, pero fuerte, con tal que le duela y le haga caso.

 

Cuando el atacado volvió su cuerpo entre quejidos, recién se percató que estaba plenamente dormido.  Y ahora el color rojizo sobre su rostro empeoró, pero más por la vergüenza. Se había hecho todo un lío por las puras. Pero no, aquí no iba a terminar la cosa.

 

—¡Minho!, ¡despierta!

 

Otro gemido salió de la boca del menor, mientras con exceso de esfuerzo —y algo de exageración, también— abría un poco sus ojos, a la par que arrugaba el ceño y negaba con la cabeza también, negándose a finalizar su exquisito reposo.

 

Si es que no hubiera nadie en la casa, Key comenzaría a chillar del chasco, hasta llegaría al punto en hacer una pataleta, ya que todo en esas pocas horas estaba saliendo muy mal. Pero como no podía hacer todo eso, sólo un nuevo suspiró exhaló, para luego estar a punto de marcharse.

 

—Bien, me voy.

 

Pero justo cuando ya había dado un paso hacia atrás, lo tomaron de la muñeca.

 

En un actuar muy veloz, tanto como para que no pudiera evitarlo, Minho lo jaló, metió en su cama y abrazó muy fuerte.  

 

—Suéltame, bobo, no soy tu peluche como para que me asfixies así —replicaba Kibum a su apretujada, moviéndose tal pez fuera del agua, tratando de zafarse del agarre del más alto—. ¡Minho!

 

Al final, se rindió y no le quedó más remedio que quedarse estático; no quería demostrarle nada de afecto, ya que, aunque no lo quisiera, seguía algo resentido con él.

 

—¿De qué fecha hablabas, Bummie? —inquirió intrigado, soltando un poco al mayor de su apretón.

 

—“Happy MinKey Day!” —contestó con desgano y una felicidad fingida, evidente en sus palabras, sin ni si quiera dirigirle la mirada—. Todas las fans lo saben, lo han repitiendo desde que el mes inició... ¡Hasta en Twitter lo mencionan! Pero tú, Minho, ¿ni recordaste nuestra promesa?

 

Ahora entendía todo.

 

El menor no tenía palabras, no sabía cómo expresarle lo mucho que sentía haberse olvidado de aquella promesa tan significativa que habían hecho justo hace un año atrás.

 

Sin saber qué más poder hacer, lo abrazó de nuevo, y le dio mil y un besitos sobre su hermosa fisonomía, tan suave, nívea, perfecta.

 

—Lo lamento tanto… Te lo recompensaré, lo prometo.

 

—Más te vale.

 

—Enojón.

 

—Me amas, idiota.

 

—Te amo demasiado. Perdón, Bummie.

 

Y sin aguantar más, Key se dio la libertad para sonreír con ligereza, y finalmente volteó su cabeza hasta toparse con la mirada arrepentida de su novio.

 

—Perdonado—dijo ensanchando su sonrisa, satisfecho de su logro—. Feliz cumpleaños, amor. Fui el primero en saludarte, de nuevo.

 

—Y espero que así sea siempre.

 

—Y yo espero, realmente espero, que el próximo año no te olvides del 8 de diciembre, porque si no, te ganarás una patada en tus bol-

 

Entonces, Minho lo calló con un beso.

 

Notas finales:

Si les gustó, déjenme un review y si no... pues también(?) JAJAJA. Acepto críticas constructivas y eso -w-

Un besote y muchas gracias por leer. ♥


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).