CAPITULO UNO
La mañana se mostraba muy tranquila, el otoño había comenzado y con él venía gran frío, sin embargo, ese día el sol asomaba ligeramente entre las nubes.
El mayordomo abrió las cortinas del cuarto y un rayo de luz cayó sobre la blanca piel de Ciel, quien se removió incomodo al sentir el calor.
- -Buenos días, bocchan, ¿Qué tal amaneció? Por favor despierte bien, hay trabajo que hacer, el cual ya está en su despacho.-
- - Déjame dormir, estoy cansado. La junta de ayer en la noche me dejo exhausto.-
Sebastian se acercó a la cama y Ciel se cubrió con las sabanas, el mayordomo no pudo evitar una pequeña risa y jalo de la tela.
- - ¡Déjame! Quiero dormir…
*Puede que sea el dueño de una gran empresa y el famoso Perro Guardián de la Reina; pero eso no quita que aún es un niño, a pesar de su madurez no puede evitar este comportamiento… Bueno, ya es un adolescente hmm.*
- Esta bien bocchan, lo dejare descansar, es más, le daré un “trato especial”.
El mayordomo puso de espaldas al joven y comenzó a masajearle lentamente la espalda, el pequeño amo se sintió cómodo inmediatamente y soltó un pequeño suspiro. Sebastian se sorprendió a si mismo queriendo escuchar más y más la voz de su amo. Posó su dedo índice sobre la vértebra del cuello del joven y lo deslizo lentamente hasta llegar a su ultima vertebra. Aun así quería algo más, y puso toda su mano sobre el trasero de su amo.
- -¿Qué demonios estás haciendo idiota?- Pregunto Ciel.
- -No se preocupe, bocchan. Seguramente será algo que disfrutara.- Respondió el mayordomo con una sonrisa.
Rápidamente coló sus manos entre el camisón de Ciel y de unos cuantos tirones lo despojo de él. Nuevamente acaricio todo el cuerpo del amo, el cual se encontraba con sus mejillas totalmente rojas y calientes.
- -¡En serio, ¿Qué crees que haces?! Ya… Ah, de-déjame… ¡Basta!-
El pequeño trato de separarse de Sebastian propinándole una serie de leves patadas, pero el mayordomo las unió en sus manos. Puso su lengua en el dedo gordo de aquel lindo blanco y pie y comenzó a moverse, dejando un hilo de saliva por toda la pierna, hasta llegar a ese punto.
- - ¿Qué estás haciendo? ¡¡ No- no me toques ahí!! ¡AH!-
El mayordomo, haciendo caso omiso a los reclamos, besó la punta de su amo y comenzó un dulce vaivén con su lengua a lo largo del miembro de Ciel, haciendo que este soltara sonoros gemidos.
Más, como siempre, en la mansión Phantomhive, algún sorpresivo evento ocurre y esa mañana no fue la excepción.
- - ¡Bocchan, el señor Lau está esperándolo aba…!… ¡¡!!-
Meilin había ido a avisar al amo de la visita, pero no esperaba encontrar tal escena, por lo que solo pudo reaccionar con una abundante hemorragia nasal, para luego caer desmayada al suelo.
Sebastian se movió rápidamente y la tomo antes de que se golpeara en la cabeza.
- - Bocchan le pido una enorme disculpa, llevare a esta tonta a que se recupere y volveré a prepararlo para comenzar el día. Mientras tanto le pido de favor que se encargue usted mismo del pequeño problema que se encuentra entre sus piernas.-
El mayordomo esbozo una traviesa sonrisa y se dirigió al salón mientras Ciel enojado le lanzaba una sarta de palabrotas.
- -¡Maldición! ¿Pero quién se cree para dejarme así?... ¡¡ Ese no es el problema!! Para empezar no tiene por qué tratarme así ¡Es mi sirviente! No puedo creer que se atreviera… Más bien no puedo creer que yo permitiera un acto de esta clase… ¿Por qué?... Ha, aun así tengo que ocuparme de “esto”…-
El pequeño poso ambas manos alrededor de su erección y comenzó a moverlas lenta, pero enérgicamente. A cada momento soltaba adorables gemidos, mientras no dejaba de pensar en lo que hubiera sucedido si la descuidada sirvienta no hubiera entrado a la habitación. ¿Era posible hacer algo entre hombres? ¿Cómo? Y más aún, ¿Por qué carajos Sebastian hizo algo así de repente? ¿Lujuria? Bueno, era un demonio, jamás pensó que tuviera algún apetito sexual.
Con su mente confusa y llena de pensamientos vergonzosamente pervertidos, llego al clímax, derramando su semen entre sus manos y parte de las sabanas. Cerró sus ojos, volvió a recostarse e involuntariamente se quedó dormido.