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Compartamos un beso por Aomame

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Notas del fanfic:

Este fic nació de la lectura de un libro llamado "La huella de un beso" de Daniel Glattauer.

Está basada en, pero no es la misma historia. así que no leerán lo mismo si leen el libro arriba mencionado.

Y claro todos los personajes de VK pertenecen a Matsuri Hino, y no a mi, sino habría sido yaoi de principio a fin.

Compartamos un beso.


"El Problema"

Kuran Kaname nació bajo la estrella de la mala suerte, bueno, en realidad eso es mucho decir. A veces a él le gusta llamarlo “maldición” pero tampoco es como si una bruja/o malvada/o hubiera agitado su varita mágica (si es que tenía) y pronunciado hechizo alguno. Simplemente tenía un problema. Por supuesto, y él lo sabe, es más fácil echarle la culpa a alguien más de los problemas de uno. Aunque hay casos en que es así, y por más que busquemos nuestra propia culpa, nada, no la encontramos. Y es que ¿cómo se puede encontrar algo que no existe?

El caso es que en este caso, el caso de Kuran Kaname,  “no hay de otra” la culpa es de alguien más, y no de él. Lo que vuelve la situación bastante complicada. Cuando uno sabe que tiene la culpa, y lo que ha hecho mal, de alguna manera se le puede poner remedio ¿verdad? Es diferente cuando la culpa no es tuya, no tienes forma de remediarlo porque la cosa es que no está en ti hacerlo.

Así bien, Kuran Kaname tiene un problema que no puede resolver, porque no es culpa suya. Pero le afecta a él y solo a él. Por supuesto que pasó de la indignación al enojo; del enojo a la desesperación; de la desesperación a la resignación. Aunque la resignación se le antoja algo horrible. A veces en la soledad de su habitación se siente…profundamente solo. Y es que estar solo en realidad es consecuencia de ese problema. Pero claro que, la soledad le gusta, como a todos, en pequeñas dosis.

Poder ir a donde quiera sin esperar a nadie, comer lo que le plazca donde y a la hora que quiera, etc. Ese tipo de cosas, si que le sientan bien al cuerpo de vez en vez. Pero hay otras veces que piensa que salir sin alguien que le acompañe, se vuelve incluso patético. “Un idiota que se divierte solo” piensa que piensan los demás. Y a veces las comidas así, solitarias, resultan todavía más patéticas.

En fin, nuestro protagonista tiene un terrible problema. No puede enamorarse. Y no porque no se enamore, lo cual resulta paradójico, pero dejémoslo así. Sino porque ese “no poder” subyace en un “vomito cada que lo hago”.

Cuando tenía quince años Kuran Kaname era el tipo más genial de la secundaria. ¡Oh claro que sí! Tenía su pandilla de amigos y una fila enorme de candidatos a entrar en ella. Era el número uno en todo, aprovechamiento, deportes, artes y chicas. Ellos le idolatraban, ellas de adoraban.

Hasta sus quince años, podía decirse que Kuran Kaname nació con buena estrella. Pero solo hasta entonces. Hasta que se enamoró por primera vez. La chica era un curso menor al suyo, era guapa y era básicamente, la versión femenina de él. Era lógico que todos pensaran, que ellos dos pensaran que eran el uno para el otro. Lo eran si se tiene en cuenta que a los quince no te enteras de nada. 

Como sea, empezaron a salir. Todo bien, todo bien.  A sus quince años Kuran Kaname tendría su primera experiencia sexual con la chica de sus malditos sueños y ni siquiera había pasado una semana saliendo con ella. Oh sí, había nacido con buena estrella. Eso creía. De eso estaba seguro. Así que fue una bofetada terrible cuando ella se levantó de golpe y comenzó a reírse ¿De qué? De él, ¿qué más?

Ella se rió, se burló. “¿Es que nunca has besado a nadie?” le preguntó. Besar, pues no, ¡qué diablos! Que las chicas lo siguieran como moscas, no significaba que se besuqueará, fajará y todo lo demás con ellas. En lo que respecta a su personalidad podría decirse que era cauteloso y prudente. No dañaría su preciosa imagen por el afán de tener un harem, eso, en lo que toca a su superficialidad. En cuanto a su interior, siempre esperó que la chica correcta llegara, ella sería la primera en todo, eso pensaba él. Así que a sus quince años, no había probado labios algunos, ni tocado cuerpo alguno, salvo el suyo.

Bien, la cosa es que la respuesta fue “No” y ella se rió más. Se tumbo en la cama, con los pechos al aire bamboleándose al ritmo de sus estridentes carcajadas. Y él, aturdido, se le quedo viendo sin saber qué hacer, decir o pensar. Al final ella lo despidió sin nada, ni besos, ni sexo, ni novia. Punto. Se acabó.

Y es que el chico más guapo y deseado de la escuela NO SABÍA BESAR y su intento había sido patético. En resumen: decepcionante.

Claro que todo pudo quedar ahí. “los asuntos de la cama de una pareja se quedan ahí” Ay si, como no. Eso jamás pasa. Cuantas chicas no cuentan a sus amigas sobre el desempeño del novio, marido o amante en la cama. Con descripciones que solo las mujeres puede hacer, detalladas y precisas. Tiempo, sabor, tamaño, hora, temperatura, todo, nada escapa. Quien diga que a las chicas no les gusta hablar de eso, Dios, no conoce a las chicas. Y luego por supuesto están los hombres, vaya pedazos de idiotas, pero si nunca pueden callarse. Que si se la ligaron, que si esa misma noche. Sus descripciones por supuesto se reducen a una mirada picara de conocimiento, una descripción del cuerpo de la señorita en cuestión con las manos y las palabras “se me puso dura”, “metí mano” y  “llegué” rara vez dicen “ella se vino” y es que no siempre logran que eso pase. Pero aun así cuentan cada chica como una victoria (así sea fallada) en su lista.

Kuran Kaname era un caballero, hablemos bien de él puesto que lo es. Y jamás se le hubiera ocurrido contar nada acerca de ese incidente o algún otro. Claro que este pesaba más porque, pobre, él era el humillado. Pero ella, ella no tenía “caballerez” en ninguna parte-eso se le deja a los hombres, sea justo o no- y de pronto toda, toda, pero toda la escuela sabía que Kuran Kaname, el chico de chicos NO SABÍA BESAR, que era un párvulo en el asunto y que aparte lo rechazaron y dejaron a la mitad de todo.

Se convirtió en tal muladar de chismes que de pronto resultó que no solo no sabía besar sino que tampoco tenía erecciones. Y así la escala llegó al punto de tildarlo de desviado, gay impotente.

Pobre, pobre…eran las palabras que su mejor amigo le dedicaba siempre, acompañadas siempre de una palmadita casual en la espalda. Lo bueno fue que la secundaria se acabo entonces, oh si bendita preparatoria.

Pero fue cuando el “incidente”, como le gustaba llamarlo para acortar detalles, se convirtió en un problema. Durante sus años preparatorianos logró zafarse de todos esos mocosos compañeros suyos, excepto de su mejor amigo, que como él, logró entrar a esa prepa maravillosa donde solo los cerebritos ingresan. En fin, eso no importa, lo verdaderamente importante es que Kuran Kaname estaba libre de culpas (que no eran suyas, porque siendo sinceros, la practica hace al maestro, y sé, muchas/os estarían encantados de enseñarle, hasta tú, que estás leyendo esto, hasta yo, que te lo cuento) y ahora podía ejercer de nuevo todo su encanto, como un pavorreal que desglosa su hermoso abanico de plumas. Y vaya que funcionó.

Pero como dije, el “incidente” se volvió problema. Cuando tuvo una segunda novia estaba seguro que no fallaría, había practicado (con sandías y antes de dormir, con la almohada) Sí, no fallaría. El punto fue que cuando se acercó y cerró los ojos para besarla… ¡Zas! Algo pasó, su estomago dio un salto, un salto tan brutal que tuvo una arcada. Se hizo para atrás y respiró hasta calmarse. Ella, su novia en turno, lo miró extrañada pero no dijo nada, cerró los ojos de nuevo y esperó el beso del príncipe azul que nunca llegó. Y es que él, que ya estaba “Calmado”, al intentarlo de nuevo, al acercarse a esos labios, otra vez su estomago saltó, y tuvo una arcada, pero esta vez vomitó.  Y lo hizo apenas retirando el rostro, aunque ni sus zapatos ni los de ella se salvaron del salpicón. Bien. Ahí se acabó su historia con la segunda novia. Y para no hacerlo largo, con la tercera, cuarta y quinta, también.

En fin, Kuran Kaname tenía un problema, esta vez no es que “no supiera besar” ahora realmente “no podía” Estaba a tal grado traumado internamente con su primera experiencia fallida que convirtió a las demás en un constante malestar estomacal. Bien. Nada que hacer. Resignación. Pero ¿y lo demás? Ok, sexo sin preámbulos ni besos lo logró tener de una u otra manera, de forma casual y absolutamente satisfactoria  (dentro de lo que cabe), pero ellas, ellas no se conformaban con sexo, no como él, ellas deseaban besos, besos, más y más besos. Él no tenía problemas con besarles cualquier otra parte mientras no fuera en la boca. Pero es precisamente ahí donde los besos les gustan más.

“No hay amor sin besos” leyó una vez y pensó, “tienen toda la maldita razón”. No podía besar sin vomitar, por ende, no podía enamorarse. Siendo claro, si podía, de hecho lo hacía. Pero la chica en cuestión al darse cuenta de que él simplemente no hacía nada por besarla y que incluso lo evitaba, terminaba por tomar aquello como una falta de compromiso y por lo tanto terminaba también con él.

Kuran Kaname pensaba que se quedaría soltero para toda la vida, y no estaba tan mal, podría soportarlo. Sí, bueno, a veces- que digo a veces- a menudo, dudaba de ello.

La preparatoria terminó (¡Gracias al cielo!) y llegó la Universidad (¡Yey!) Pero obviamente las cosas no cambiaron, sólo que ahora gozaba de cierta libertad. Ya no tenía la presión de un salón de clases donde todos se conocen, ahora iba y venía de un salón a otro sin llevarse con todos ellos, la mayoría se convirtió en espectros danzarines y ya. Excepto su mejor amigo, su mejor amigo que siempre cauteloso y malicioso, le recordaba, por buena gente y también porque le encantaba molestarlo, que no podía enamorarse.

-ten sexo-le decía-solo diles que tienes novia y que para ti no es traición si no las besas. Te amarán por “fiel” y se te entregaran sin preámbulos.

Soluciones rápidas con el buen amigo Takuma.

Pero Kuran Kaname era un caballero, ya lo dijimos antes. Y sólo esperaba que su fobia a los besos no se convirtiera en fobia a las mujeres o al sexo.  Claro que no, eso no pasaría, era enamoradísimo (incapaz de disfrutarlo, pero enamoradizo) y ya tenía una nueva conquista. Y ella le gustaba mucho.

Se llamaba Yuuki y estaba un grado debajo de él. Dos cabezas más baja, delgada, cabello corto castaño, senos pequeños (pero no es tan importante), ojos castaños, inteligente y abierta (en muchos sentidos). Yuuki le gustaba, y más porque Yuuki tenía novio. Sí, eso facilitaba las cosas, “no voy a besarte, de esa forma la traición no es completa. De esa forma en realidad no lo traicionas”. Que jugada tan genial. En fin, Yuuki decía que amaba a su novio, lo amaba tanto que prefería acostarse con Kuran Kaname, porque su novio era demasiado perfecto. Claro, también se acostaba con su novio, pero no era lo mismo. Él (el novio) era perfecto –como dije antes-, siempre se venía con él, siempre era derribada y controlada. Él (Kuran Kaname) variaba las cosas, no siempre llegaba con él, pero no importaba, porque él era la sal y pimienta de su relación, lo prohibido, el dulce que se come debajo de las sabanas. Kuran Kaname poco se preocupaba, lo cierto era que él siempre se corría y eso era bueno (para él).

Yuuki y su novio se conocieron en la preparatoria y mantenían esa relación hasta instancias más altas, sólo que eligieron Universidades diferentes y se separaron convenientemente para devaneos sexuales aquí y allá, pero con amor seguro. Eso decía Yuuki y él le creía. En fin qué más daba.

Kuran Kaname conoció al novio por una fotografía que la misma Yuuki le mostró. Se llamaba Kiryuu Zero, y era un Adonis, es decir prácticamente hecho por los Dioses. Lo reconocía, él, “el chico de chicos”.  Era atractivo y según Yuuki un maldito genio de las ciencias duras. Ese tipo ya tenía en la bolsa una beca para ir a Inglaterra y si quería podía mandarla al diablo para convertirse en un miembro de la NASA.

-Pero él dice que no le atrae Estados Unidos-decía Yuuki- Yo creo que irá a Inglaterra.

En las últimas noticias de Kiryuu Zero destacaba que tenía una propuesta de una Universidad en Berlín para hacer una estancia, maestría o lo que se le viniera en gana. Y era un grado menor que él, lo que significaba que aun no se graduaba, y ni estaba cerca.

Como sea, el día que Yuuki le mostro su fotografía, Kuran Kaname pensó que Kiryuu Zero si que había nacido con buena estrella y que además no sufría de fobia a los besos. Lo tenía todo, como él una vez lo tuvo. Observó con detalle al chico de la impresión, cabello de plata (sí, de plata), ojos violetas, que le recordaron a la tonalidad dell cielo cuando comienza el atardecer.

Perfecto, lo había descrito Yuuki, y algo así parecía, al menos estaba cerca. Siguiendo con su inspección recordó que su madre odiaba los tatuajes “los tatuajes son para Yakuzas” solía decir “por favor Kaname, nunca que hagas uno”. Kiryuu Zero tenía uno en el cuello, grande y visible, pero no parecía un Yakuza, sino uno de esos modelos de revista, o  un cantante de rock (que además es guapo y talentoso. Tipos así existen, que diablos). Y no era sólo el tatuaje, eran los percings, la ropa, todo. El maldito sabía lo que hacía y seguramente sabía besar. Un día se lo preguntó a Yuuki lleno de curiosidad.

-¿besar?-dijo ella extrañada con la extraña pregunta-  Sí, claro que sabe.

-¿cómo lo hace?

-¿por qué te interesa?

-Pues es que ya que dices que es perfecto…

-Vale, pues lo es. ¿Qué quieres? No sé como lo hace, sólo me besa, me gusta como lo hace, sabe rico.

“Sabe rico” repitió él en su mente “¿rico él o el beso?” para el caso era lo mismo.

-Me muerde los labios ¿sabes?-continuó ella- los lame, y su lengua penetra en mi boca, hace círculos con la mía, arrasa mi paladar… no lo sé, Kaname, sólo lo hace muy bien.

Vaya que envidia. Ok, sí. Kiryuu Zero era perfecto. En realidad no, pensándolo bien. El muy idiota no se había dado cuenta de la infidelidad de Yuuki, porque lo único que era exclusivamente suyo, eran los besos de ella, lo demás, lo demás lo compartía.

Eso pensaba Kuran Kaname hasta que Kiryuu Zero dejó de ser una imagen en papel fotográfico. Hasta que el atractivo chico tocó la puerta de su departamento, se le plantó enfrente con la cara seria pero sin expresión amenazante y cuando con voz grave y suave le preguntó anodinamente sí era él con quién su novia se acostaba. Y ante tal firmeza y seguridad, ante tal aplomo que mostró el joven- que en vivo era más atractivo que en foto (honestamente las fotos no le hacían justicia)- Kuran Kaname respondió que sí.

Cerró los ojos para recibir un golpe. Pero Kiryuu Zero no se movió.

-Ya veo-dijo en cambio-bueh, nos vemos.

-¿ah?

¿Qué demonios era eso? Kiryuu Zero se dio la vuelta y caminó por el pasillo. Luego se lo pensó mejor y regresó sobre sus pasos.

-Oye-le dijo- ¿Cuándo viene ella?

-el viernes-contesto él sin oponer resistencia-quedamos a las cinco.

-ok, estaré a aquí quince minutos antes. No le digas nada ¿de acuerdo?

-de acuerdo

¿Pero qué…?

-Nos vemos, pues-dijo Kiryuu Zero y esta vez sí se marchó.

Kuran Kaname se miró más tarde en el espejo de su habitación completamente desnudo. Acaso ese Kiryuu Zero también era una especie de ninja y sin que se diera cuenta le había inyectado un suero de la verdad. Se revisó el cuello, las manos, el abdomen, piernas e ingle. Buscó algo, un hoyito, un liquido raro, nada.

Es que no se había dado cuenta, pero Kiryuu Zero tenía una mirada clara, tan clara y honesta que obligaba a quien lo miraba a ser claro y honesto también. Una especie de suero de la verdad, pero que no lo era. Por supuesto, el peliplateado no estaba enterado, él pensaba que las personas eran honestas siempre, al menos con él. Ese, quizás, era su gran defecto, pero que tampoco supone demasiado problema.

En fin, Kuran Kaname esperó que llegara el viernes sin decirle una palabra a Yuuki.  Ese día y a las 5 menos 15, puntual como reloj suizo, Kiryuu Zero tocó a su puerta.

Notas finales:

Wola! Espero que les haya gustado.

Segun yo es un intento de lectura entretenida sin llegar a ser comedia porque eso no se me da, pero que almenos sea amena.

De entrada les digo que no será unalarga, larga historia (de momento esta planeada así) Porque tengo muchos fics que terminar y no hago  más que llenarme de más jeje.

En parte mi escapada a las historias cortas se debe a que estoy en plena planificación de los capitulos de las largas. Y estas historias corresponden a un intento de buscar el ritmo para escribirlos. Así que no desesperen quienes siguen mis otros fics, ya sé que saben que me tardo (y que no es muy agradable) pero me esforzaré se los prometo, porque les entiendo totalmente >.<

bueno, hasta la proxima!!

ciao!


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