La noche pintaba bien, el objetivo estaba en el punto de mira, y teníamos las armas preparadas.
- ¿Estas preparada?- dijo una de mis acompañantes.
-¿No tendría que preguntar yo eso? Siempre estoy preparada-dije con una sonrisa mientras volteaba mi cabeza para mirarla- por cierto, ¿dónde esta Misa?
- Ya sabes, preparando sus armas- dijo rodando los ojos.
-¿Todavía?-asintió con un suspiro- bueno, vamos bien de tiempo pero se tiene que dar prisa porque sino perderemos esta oportunidad.
En eso llega una chica de pelo negro con las puntas rojas, pareciendo gotas de sange corriendo para llegar a nosotras.
- Lo siento, estaba limpiando las armas ya que estaban un poco asquerosas-dijo Misa un poco arrepentida por la tardanza pero que se fue rápidamente al pensar en lo que venía después.
- Ya, no importa- dije volviéndome para mirar al edificio en el que estaba el objetivo.- bien, ya que estamos las tres empecemos. Pásame el francotirador.
- ¿En serio? ¿Piensas matarlo desde aquí, después de lo que a hecho?- me preguntó con asombro Kira.
- Sí, Kira sé lo que ha echo o que pudo haber hecho, pero no sabemos si tiene que ver con la muerte de nuestros padres, así que no me la voy a jugar entrando y ensañándome con él. Además tengo un mal presentimiento.- dije mirándola un poco irritada por no notar lo mismo que yo.
Sabía que mi enfado no era culpa de ella pero no quería que me recordaran la muerte de mis padres. Imagines del asesinato pasaron por mi mente.
-No pienses en eso ahora- pensé regañándome mentalmente- ellas no tienen la culpa de lo que pasó. Ahora concéntrate en lo que tienes que hacer.
- Lo siento, pero es que estoy un poco alterada.-dije intentando sonreír- Quiero acabar con esto ya para buscar los documentos que estamos buscando.
- Lo sé L, tranquila –me dijo Kira poniéndome una mano en el hombro, pasándome el francotirador- ahora has lo que se te da mejor, meterle una bala entre ceja y ceja.
Esto último me hizo soltar una risita ansiosa, así que de pie me prepare para disparar, apunté, como había dicho Kira, entre ceja y ceja y disparé.
El tiro dio en el objetivo con una presión de profesional, y eso que había aprendido a disparar hace poco y el arma no tenía mirilla. Cada vez que cogía un arma, sentía que no la necesitaba para matar alguien pero aun así la usaba porque esa sensación se iba tan rápido como venía.
Pero eso ahora no importaba, ya muerto el objetivo lo único que tenían que hacer era entrar en su despacho.
- Bien, te toca Misa.
Ella sonrío y se puso manos a la obra. Se saco la mochila de sus hombros, la abrió y saco su portátil. Ya sabía que estaba haciendo, a Misa siempre se le habían dado bien los ordenadores y era una hacker buenísima, ningún sistema de seguridad se le resistía y eso era fácil se comprobar ya que a los pocos segundos ya había terminado.
- Está hecho.
- Bien, adentro
La separación entre el edificio en el que estábamos y el otro eran de 10 metros, puede que a la mayoría le pareciera mucho para un salto pero para nosotras era muy poco. Teníamos algunas habilidades que no eran ni humanas pero las teníamos, y eso era bastante raro ya que nos parecía tan natural como respirar.
Saltamos y caímos en el interior de la habitación. Pasamos de todos los muebles y fuimos directamente a un cuadro colgado de la pared, lo quitamos y encontramos lo que estábamos buscando. La caja fuerte.
- Es mi turno- dijo Kira.
Se colocó delante de la caja fuerte y con solo mirarla ya sabía la combinación. Pulsó en el teclado 2-5-8-1 y la puerta se abrió.
- Ya está, cojamos los papeles y larguémonos de aquí- dije bastante angustiada, seguía notando que algo iba a salir mal.
- No, vosotras no os vais de aquí-dijo apareciendo por la puerta el inspector de policía que nos perseguía desde hace meses.
- ¡¡Corred chicas!!- grité mientras corríamos a la ventana por la que habíamos entrado.
No sé por que ni como pero al saltar no llegamos al otro edificio, era como si no tuviéramos ya nuestras habilidades. Y caímos al vacío, esperando el golpe contra el suelo que no llegó.
En cambio nos invadió una oscuridad como si cayéramos en un pozo sin fondo hasta que fui perdiendo la conciencia y lo único que escuchaba era a mis amigas llamándome.
-¡¡Sebastiana!!