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Los siete encuentros por TKForTheMusic

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Notas del fanfic:

¡Hola! Ahora vuelvo con un 2min, a pedido de mi amiga ^^ También lo escribí pensando en San Valentín, a pesar de que pasó ya hace un par de días (?) Espero que les guste ^_^

PD: Perdonen si hay errores, van por mi cuenta TT_TT

Primer encuentro:

 

El primer encuentro sucede en el metro.

 

Choi MinHo está exhausto, recién salido del trabajo, lo único que quiere es llegar a casa y echarse en la cama. Antes, cómo no, enterarse los resultados finales de los partidos de fútbol de aquél día.

 

Se deja apaciguar en un asiento libre junto a la ventana, suspirando con cansancio y sacando el celular de su bolso para contestar los mensajes de su mejor amigo. El metro hace varias paradas, el lugar se llena rápidamente de gente y no falta mucho cuando una anciana se queda sin lugar. Al instante MinHo se pone de pie y le cede su asiento.

 

Un par de paradas más, más gente entrando y saliendo, el chico alto tiene que sostenerse del barandal con considerable fuerza si es que no quiere ser derribado. Alguien se desplaza a su lado, sujetándose del mismo lugar que MinHo. Mira a su costado y la visión lo deja sin respiración.

 

Se trata de un chico que aparenta su edad, quizá un poco menos. Las hebras castañas sobre sus cejas no hacen más que darle apariencia adorable, poseía unos castaños ojos cubiertos de largas pestañas, incluso sus labios abultados parecían lindos.

 

MinHo lo sobrepasaba en altura por varios centímetros, por lo que se encontró agachando la mirada para encontrarle los ojos discretamente. Sin embargo, el otro, era evidentemente 

ajeno a la situación, con la mirada perdida en algún punto lejano e inexistente.

 

TaeMin, enfrascado en su propio mundo, es incapaz de notar aquellos dos ojos negros observándolo con tanta intensidad mientras sale del metro rumbo a la clase de baile.

 

-

 

Segundo encuentro:

 

En el siguiente cruce ambos son conscientes de la presencia del otro, pero no precisamente de una forma romántica.

 

Lee TaeMin, después de haber estado ahorrando por tanto tiempo, corriendo a su trabajo de medio tiempo en un supermercado luego de sus clases de baile, logra reunir suficiente dinero para comprar ese CD que está desde un buen tiempo en su punto de mira.

 

Se trata del más reciente disco de Standing EGG. Él lo necesita en ese mismísimo instante, porque vamos, ¡es Standing EGG! Si necesitas saber algo importante sobre TaeMin, es que ama el k-indie. Ha asistido a cada concierto, a cada firma de autógrafos meticulosamente, como un fiel seguidor del grupo. La idea de que por fin va a tener ese adorado CD en sus manos le hace retorcer las entrañas.

 

Llega a una pequeña disquería posicionada en un tranquilo rincón de Cheongdamdong (hay que tener en cuenta que la paz en Cheongdamdong es muy difícil de encontrar con el ajetreo habitual del distrito), saluda al dependiente con una reverencia y se encamina a la zona marcada con un cartel en alto que reza “indie”. En el local suena una canción muy popular durante aquellos días, si mal no recuerda se titula Shadow. Desconoce el grupo, porque TaeMin no es un gran fanático del pop tan reconocido de su país.

 

Ve varios grupos que él conoce en aquella pequeña zona como IbadiBig Phony, Linus’ Blanket, Loveholic, Taru, Adult Child, Morrie, Urban Zakapa, Epitone Project… TaeMin se promete a sí mismo que cuando junte un poco más de dinero comprará muchos más y formará una gran colección, pero su objetivo principal en ese entonces era el de Standing EGG.

 

Lo localiza a dos metros de distancia, los ojos del chico brillan y sonríe inconscientemente. Camina apresurado, ¡al fin será suyo! Estira la mano, que parece a punto de sudar y entonces… ¿Se queda en el aire?

 

TaeMin, boquiabierto, observa que alguien más ha tomado el CD un segundo antes que él. Cuando vuelve a echar un vistazo a donde se supone que habría más de aquellos álbumes, descubre que el CD que acaba de ser tomado era el último que quedaba.

 

Inédito mira hacia arriba para encontrarse con la mirada oscura de un muchacho joven y alto. Éste lo miraba altivo, satisfecho de haber conseguido el disco antes que él.

De ninguna forma TaeMin se va a dejar vencer tan rápido, ha trabajado muchísimo para conseguir ese CD y aquél hombre no le iba arruinar los planes.

 

—Disculpa, ¿podrías dármelo? —pregunta intentando no perder la cordura.

 

—No —contesta a secas, aparentemente muy divertido con la situación.

 

—¡Dame eso! ¡Yo lo vi primero! —Bien, quizá esa no era la forma más madura de enfrentar las cosas. Pero peleará con garras y uñas si es necesario para ganarle a ese mequetrefe.

 

El mayor se encoge de hombros.—Yo lo agarré primero —sostiene, y parece a punto de sacar la lengua infantilmente.

 

TaeMin deposita el peso de su cuerpo en una pierna y reúne paciencia, aunque eso justamente no es su virtud. —¿Qué quieres a cambio?

 

—Nada —responde negando con la cabeza—. Lo único que quiero es éste CD, lo lamento mucho.

 

El menor se siente capaz de hacer una gran rabieta y patalear como en uno de esos dramas que observaba su madre diariamente.

 

—Por favor —suplica—. Lo que quieras —añade a punto de arrodillarse para rogar.

 

La mirada que tornan sus ojos junto al puchero que sus labios forman, hacen que MinHo se cuestione seriamente si dejarle el CD. Está a punto de responder que buscase en otra disquería cuando cambia repentinamente de planes.

 

—Sal conmigo —propone naturalmente.

 

—¿Qué…? —dijo con los ojos abiertos de par en par.

 

—Sí, una cita —aclara—. Sal conmigo el sábado y te dejaré el CD.—De todas formas no necesitaba tanto ese álbum. Es sólo que planeaba regárselo de cumpleaños a su pequeña hermana, pero puede buscarle otro presente.

 

TaeMin sabía que esa era la disquería más cercana a su hogar, y que no podía tomarse el tiempo para buscar otra disquería lejana, con su madre enfermiza y su padre trabajando casi once horas por día. Sumando a las clases de baile, él definitivamente no tiene tiempo que perder. Se promete que sólo se distraerá con el chico dos o tres horas, después de salir del trabajo, y volverá temprano a casa para preparar la sopa a su madre.

 

—Bien. —Suspira sabiendo de sobra que no tenía otra opción—. ¿Cómo te llamas?

 

—Choi MinHo —dice sonriente—. ¿Y tú?

 

—Lee TaeMin —contesta a cuestas, todavía conmocionado por el incidente tan impredecible—. Te veo el sábado a las cuatro entonces. ¿Conoces el café Tous Les Jours?

 

—Claro —concluye la conversación.

 

Ambos se despiden con una incómoda reverencia. TaeMin se marcha preguntándose si el tal MinHo le haría arrepentirse de haber aceptado su petición.

 

MinHo se marcha preguntándose qué tan bonita será la sonrisa de TaeMin.

 

-

 

Tercer encuentro:

 

El sábado llega sin apuros, un día frío de enero donde la nieve había caído durante toda la madrugada.

 

TaeMin sale de su trabajo casi corriendo, poniéndose en medio del camino la bufanda roja que su madre tejió para él. Se coloca los guantes negros y los auriculares que jamás le faltaban. Se cuestiona si no está siendo muy idiota en ir a juntarse con un completo desconocido. Pero decide, al final, que no van estar solos del todo en la cafetería, por lo que el mayor no podría intentar nada raro. De lo contrario, estaba la chance de darle una patada en la entrepierna y salir huyendo.

 

Cuando entra a la cafetería encuentra a MinHo al fondo del local en una mesa no muy iluminada, mirando con concentración por la ventana. Se levanta al ver llegar al menor y le sonríe, TaeMin le contesta con un asentimiento de cabeza.

 

—¿Qué te gustaría tomar?

 

—Un café está bien para mí —le responde. Está por sacar la billetera cuando MinHo le rechaza con la mano agregando un “no es necesario”.

 

Aguarda sentado y jugando con el dobladillo de una servilleta, incapaz de quedarse inmóvil. MinHo llega con dos café idénticos de los cuales le da uno al menor.

 

Al principio es incómodo, es MinHo quien tiene que sacar los temas de conversación, pero apenas pasa media hora cuando TaeMin se siente a sus anchas y termina hablando y bromeando con el mayor y cada tanto ríe a carcajada suelta. MinHo está maravillado por ese hecho, y a ratos se queda embelesado mirando al más bajo divagar sobre anécdotas en baile o en el trabajo.

 

Ambos coinciden, sorprendentemente, en que comparten muchas cosas en común. Y es aún más sorprendente que los dos están apenados a la hora de despedirse. Se saludan esta vez con un apretón de manos y con una promesa de volver a encontrarse, pero antes, por supuesto, dejan registrados sus números para hablar más seguido.

 

Cuando TaeMin llega a su hogar descubre que no ha pensado ni en un solo segundo acerca del CD de Standing EGG. Pero no se enfada, en lugar de eso, sonríe. Sabe que tiene una nueva excusa para encontrarse con Choi MinHo.

 

-

 

 

Cuarto encuentro:

 

El cuarto encuentro consiste en un paseo por el centro comercial, deteniéndose en los puestos callejeros a comer comida picante y deliciosa.

 

Ambos sacan fotos divertidas y hablan animadamente, MinHo le cuenta que estudia psicología en la universidad y que en sus tiempos libres juega soccer con amigos o su padre. TaeMin escucha atentamente a cada uno de los detalles, haciendo nota mental de todos, como si jamás quisiese olvidarlos.        

 

Al final del día TaeMin memoriza la encantadora sonrisa del mayor, su voz masculina y profunda, la manera en la que sus ojos se entrecierran cuando ríe fuertemente y la gentileza que se marca en cada pequeño gesto.

 

MinHo, por otro lado, es capaz de dibujar en su memoria la forma en la que el castaño cubre su boca al reír, a los pómulos se estiran con gracia, la forma de mover los labios cuando está pensativo y en lo adorable que es incluso cada pequeño parpadeo. Siente unas irrevocables ganas de protegerlo entre sus brazos.

 

Ésta vez sí recuerdan el CD, MinHo se lo da con una sutil sonrisa. TaeMin, temeroso de que eso signifique no volver a verse jamás está a punto de abrir la boca, pero para su enorme alivio el pelinegro habla.

 

—No te preocupes, nos volveremos a ver. Quiero conocerte mucho más.

 

Y el sentimiento es mutuo.

 

-

 

Quinto encuentro:

 

La quinta junta sucede en el banco de una plaza, TaeMin y MinHo se sientan alegres de encontrar tranquilidad en la ciudad de Seúl. Es una zona en la que casi no pasan los autos, sólo se oyen las risas de los niños y las charlas de las madres. Los dos sienten que los temas de conversaciones son interminables, siempre tienen algo nuevo que contar y una nueva experiencia que los hace desternillar como si no hubiera mañana. También sienten un retorcijón en el estómago que definitivamente no se relaciona con el hambre.

 

En un momento TaeMin, entre risas, hace recordar el primer encuentro, pero se queda absolutamente sorprendido cuando MinHo le señala que en realidad, el primer encuentro se había realizado en el metro.

 

—¿De verdad? —le pregunta sin salir de su asombro—. ¿Y cuál fue tu primera impresión sobre mí?

 

MinHo sonríe de lado. —La primera fue que eras muy distraído. —TaeMin asiente 

solemnemente, de acuerdo con la afirmación—. La segunda es que eras muy tierno.

 

—Yo… ¿te parezco tierno? —vuelve a preguntar sin saber cómo reaccionar.

 

—Bastante —opina MinHo consciente el pequeño sonrojo del menor.

 

De pronto TaeMin siente la terrible necesidad de cambiar de tema.

 

Aquella noche, mientras releía los mensajes que intercambiaba con su ya gran amigo, comprendió que se había enamorado profundamente de MinHo.

 

-

 

Sexto encuentro:

 

El sexto encuentro se trató sobre una salida al cine, a pesar de que los dos preferían el aire libre, aquél día era demasiado helado para intentar algo así. Era una comedia romántica, tipo de película que ambos odiaban, pero TaeMin a mitad de película se sorprendió a sí mismo riendo con las idioteces de los dos enamorados.

 

MinHo, por otro lado encontraba la película ideal para quedarse dormido, y la visión de 

TaeMin riendo a lágrima suelta era mucho más interesante y preciosa que la pantalla. 

 

Predeciblemente el menor no notó ninguna de las miradas, pero cuando sus manos se encontraron en la bolsa del pochoclo se avergonzó bajando la mirada, mientras MinHo reía por primera vez en la tarde.

 

Ese día se trató de una afirmación más a la teoría de estar enamorados.

 

-

 

Séptimo encuentro:

 

A la mañana siguiente, MinHo recibe un mensaje de texto de TaeMin preguntando si quería pasar por él en la academia de baile para luego ir a tomar algo. Afortunadamente era feriado, y todavía tenía tiempo para sentarse a estudiar por los exámenes de la universidad.

 

Tomó una chaqueta y una botella de agua, recordando que su amigo solía olvidar llevarlas en sus prácticas. En menos de veinte minutos se encontraba en la academia, donde TaeMin lo esperaba, pero no solo.

 

A su lado había un chico más alto que él de hombros anchos. Tenía la piel un poco morena y una sonrisa brillante. TaeMin le decía algo que hacía que el otro estuviese a punto de doblarse por la risa, y en apenas una milésima de segundo, MinHo ya se encontraba irremediablemente molesto. Mientras caminaba hacia los dos chicos, se dio cuenta de que jamás se le había ocurrido preguntarle si tenía pareja. Se reprendió mentalmente por eso.

 

—Hola —saludó para llamarles la atención. No pretendía sonar enfurruñado, pero ya era demasiado tarde.

 

TaeMin volteó hacia él con una gran sonrisa. —¡Hola MinHo! JongIn, él es MinHo, del que te hablé. MinHo, él es JongIn, mi amigo de la academia —los presentó, esperando alguna interacción entre ambos.

 

JongIn reaccionó primero, sonriéndole y ofreciéndole la mano, que MinHo estrechó rápidamente con la desconfianza rondando por su cara. Antes de que pudieran decir algo TaeMin se despidió de su amigo y tomando a MinHo del brazo empezaron a caminar sin rumbo alguno.

 

El menor, por alguna razón se sentía verdaderamente incómodo. No entendía el por qué, pero en cada ocasión que se habían visto, MinHo era el primero en empezar a hablar y en contagiarle las ganas que tenía para hacerlo. Era la primera vez que lo veía callado y su instinto le decía que intentara a toda costa tranquilizar a su amigo, a pesar de que no sabía el motivo.

 

Intentó haciéndole preguntas sobre cómo había estado su día, pero recibía respuestas secas o monólogos. Ya cansado de toda la situación lo interrogó yendo al grano.

 

—¿Qué te pasa? ¿Estás enojado conmigo?

 

—¿Sales con JongIn? —contestó MinHo con otra pregunta sin mirarlo a los ojos.

 

TaeMin detuvo su caminar. ¿MinHo estaba celoso? ¿De JongIn? ¿De Kim JongIn, el chico que conocía desde que estaba en pañales? La simple idea hizo que comenzara a reírse como un desquiciado.

 

—¡Estás bromeando! —consiguió decir entre carcajadas.

 

El más alto lo miró con el ceño fruncido, que se fue suavizando al ver la sonrisa de TaeMin. Jamás lograría estar tanto tiempo enojado con él.

 

—No estoy bromeando —aclaró, ya calmado—. Quiero saber el tipo de relación que tienen ustedes dos. Se veían muy cercanos, y quiero saber si eso interrumpe mis planes.

 

El más joven hizo una mueca de confusión. —¿Planes? ¿Qué quieres decir?

 

—Me gustas —dijo con una naturalidad impropia de una confesión—. Necesito saber si él es un obstáculo para mí.

 

Las palabras tenían una fuerza mucho más poderosa de lo que había sonado para TaeMin, quien con la boca muy abierta buscaba la mirada del mayor para corroborar que estuviese siendo sincero.

 

—Yo… ¿te gusto? —murmuró sin aliento.

 

—Sí. Desde la primera vez que te vi —contestó sin rastro de pena en su voz—, pensé que ya lo sabías.

 

TaeMin bajó la cabeza y rio suavemente, repentinamente aliviado. Cuando alzó los ojos para mirar a los de MinHo brillaban con insistencia.

 

—Te llamas Choi MinHo, tienes 23 años y eres un estudiante de Psicología en la universidad —empezó hablando, tomándole de la mano al más alto quien lo miraba sin entender a dónde quería llegar con todo eso—. En tu tiempo libre te gusta jugar fútbol, de hecho tu sueño frustrado era ser jugador —continuó, ignorando la mirada confusa del otro—. Tienes un gusto particular por la música rap, hip hop y R&B. Eres amante de la fotografía y te gusta viajar, ganar experiencia y conocer gente de distintos países, también para ver soccer de Europa. —MinHo parecía a punto de hablar, no obstante TaeMin no le dejó—. Eres muy competidor, perspicaz e inteligente, sin embargo, no lo suficiente para darte cuenta que estoy perdidamente enamorado de ti —finalizó, ante la mirada incrédula del mayor.

 

Al ver que no le daba una respuesta agregó:—Y si no me besas en este mismísimo instante yo voy a…

 

En un abrir y cerrar de ojos MinHo lo sostenía firmemente de la cintura, en un pequeño instante MinHo chocaba sus labios con el chico, en un segundo TaeMin le correspondía, en un parpadeo ambos habían perdido la razón y quizá sus propios nombres.

 

Hay varias maneras de formar un amor, un noviazgo o un solo corazón. Estos siete encuentros son una de ellas.


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