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Apariencias por Bithae

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Notas del fanfic:

Este fic está completamente dedicado a Edi. Te amo, pequeña. Mi Key(?) XD

Notas del capitulo:

Buenas noches.

Sinceramente, no planeaba subirlo hoy, pero debido a que fue un día estupendo, me animé a hacerlo. Uff, sé que todavía les debo la terminación de un twoshot, pero no pude evitar que esto me enganchara. Estoy tan enamorda de mi fic. Por el momento, llevo ya varios capítulos y pienso escribir y escribir como lo he estado haciendo en el último mes. Puede que sea un fic largo; sinceramente no lo sé. Depende de si les gusta o no :)

Besos.

¡A leer!

Con el plato de comida intacto frente a él y el murmullo de la gente alrededor de la elegante mesa de aquella casa desconocida, Kim KiBum, de tan sólo catorce años, mantenía la mirada fija en el hijo mayor de los Choi. El muchacho que le habían presentado como Minseok comía con la vista clavada en su plato y sonriendo de vez en cuando cada vez que su madre decía algo sobre él.

Apoyando la quijada en una mano y moviendo ociosamente el tenedor con la otra, KiBum inclinó la cabeza y lo observó con mayor detenimiento. Aquel cabello negro y bien cortado dejaba al descubierto unas orejas ligeramente grandes, pero mantenía tapada una frente que, él intuía, no era tan amplia. Los ojos bonitos estaban enmarcados por espesas pestañas y cejas pobladas. Tenía la nariz levemente achatada y sus labios eran delgados y bien formados.

Un par de minutos después de estarlo estudiando, la manzana de Adán del chico bonito se movió cuando la comida pasó por su cuello largo. KiBum tragó saliva en un acto reflejo y se lamió los labios inconscientemente. Oh, y es que su belleza le afectaba hasta el punto de quedarse como idiota.

Estaba sufriendo de ansiedad para cuando los ojos de Minseok se alzaron y se posaron sobre él. Y, en vez de fruncirle el ceño por tener el descaro de estar examinándolo, KiBum logró que los labios ajenos se estiraran formando una sonrisa ladina.

Ante eso, parpadeó varias veces, sintiendo la cara ardiendo al verse descubierto y alejó la mirada para salir de aquel embrollo. El problema fue que, en vez de aliviar su creciente vergüenza, se encontró ahogándose con su propia saliva. El hijo menor de los Choi había parado de comer y lo miraba con una ceja levantada. Mierda, era obvio que él lo había descubierto viendo a su hermano mayor con demasiado interés.

Sí, pensó desganado, me ha gustado tu hermano.

—¿Estás bien?

KiBum volvió la cabeza hacia su madre.

—Sí.

—¿Seguro? —Ella le frunció el ceño. Era evidente que se estaba comportando raro. Normalmente él era un chico muy hablador y seguro de sí mismo. En cambio ahora, estaba ahogándose como un idiota con sus propios fluidos y acosando visualmente a un completo extraño.

—Sí, mamá.

El señor Choi se echó a reír por algo que le había contado su esposa, llamando la atención de los demás y dejando olvidado su pequeño y vergonzoso incidente. ¡Gracias a Dios!

—Bien — El dueño de la casa dejó caer los cubiertos y alejó su plato—, ¿qué les parece si tomamos un poco de aire fresco en el jardín?

Al ver que no esperaba una respuesta y se levantaba obligando a los demás a hacer lo mismo, KiBum rodó los ojos. La verdad era que le aburría toda esta pantomima y lo único que lo mantenía entretenido era el rostro de Choi Minseok.

Dios, que enfermo estaba.

—Ya que se hablará sobre negocios —dijo la señora Choi, mirando a los tres menores—. ¿Por qué no van por un postre y suben a entretenerse con videojuegos?

—Claro —Minseok se limpió la boca con una servilleta y lo miró, moviendo la cabeza hacia la cocina—, ¿vamos?

A KiBum le temblaron las piernas al pensar en tener una conversación con él, suspiró y se obligó a concentrarse. Sería demasiado bochornoso terminar convertido en un charco en el suelo por culpa del encantador Minseok.

Rodeó la mesa y se detuvo frente a él.

—¿Quieres un poco de helado?

Minseok le sonrió amplio, y con eso, algo dentro de su cuerpo se estremeció. ¿Qué demonios le pasaba? Sacudió la cabeza y le devolvió la sonrisa, asintiendo. Porque maldita sea si podía pronunciar palabra alguna frente a su nuevo amigo.

—Bien, sígueme.

Obedientemente, KiBum lo siguió, intentando por todos los medios que su estúpida sonrisa desapareciera, pero era demasiado pedir cuando se sentía lleno de felicidad.

—Eres raro.

Al oír una voz detrás de él, dio un respingo y casi grita. Había olvidado por completo al hijo menor. Se detuvo para mirarlo y trató de parecer normal.

—Tú no te quedas atrás.

—¿Por qué lo dices, gato?

¡¿GATO?! Pero qué demonios.

—No me digas así, alien.

—¡Cómo me dijiste, cara de…!

—¡Minho! —Intervino Minseok, ganándose una mirada fulminante por parte de su hermano pequeño. —Discúlpate ahora mismo con nuestro invitado.

—Pero hyung, él empezó.

—No me importa. Discúlpate. Ya.

Cuando el labio inferior de Minho amenazó con sobresalir, KiBum tuvo dificultades para no reír. No quería quedar como un completo inmaduro frente a Minseok, así que relajó la expresión y bajó la mirada. Asumiendo una pose de niño maltratado.

—De acuerdo —murmuró Minho—. Lo siento —dijo sin ganas, inclinando la cabeza imperceptiblemente.

KiBum se dio por satisfecho, la diversión chisporroteando en sus ojos. Estaba emocionado de que Minseok le hubiera dado la razón.

—No hay problema —respondió, pero sabía que sí había problema cuando Minho entrecerró los ojos y dio media vuelta para irse a otro lado y dejarlos solos.

—Discúlpalo —dijo Minseok, mientras abría el refrigerador—, está enojado desde ayer.

—¿Por qué? —Tomó asiento en la pequeña mesa de servicio y apoyó la barbilla en el dorso de la mano. Su nerviosismo, repentina y extrañamente, se había ido y ahora se sentía hipnotizado por los movimientos tranquilos, pero fluidos que hacía el mayor. Minseok tenía el ceño fruncido, ahora estaba concentrado en repartir el helado en iguales proporciones en los vasos.

—No fue a su práctica de fútbol porque tenía que estar en esta reunión —río—. Dijo que hoy iban a elegir al capitán del equipo, pero mis padres se negaron a dejarlo ir. Dijeron que sería una falta de respeto para tu familia —Se sentó frente a él y empujó hacia el frente un vaso lleno de helado de vainilla—. La verdad es que tienen razón, pero mi pequeño hermano todavía no lo entiende.

Y tampoco él. Porque aunque no iba a decirle nada a Minseok, él, más temprano, le había causado problemas a sus padres cuando se negó a venir. Toda esta reunión era sobre sus compañías y, como su familia acababa de regresar a Corea, era evidente que el señor Choi quería hacer negocios con su papá. Y él no entendía por qué carajos tenía que estar presente, pero ahora, en compañía del chico bonito, KiBum pensó que se habría arrepentido de no haber venido.

Miró a Minseok y se sonrojó cuando éste le sonrió. Sí, definitivamente se habría arrepentido mucho si no hubiera venido.

Estuvieron callados unos minutos, sólo concentrados en comer lo que había en sus vasos. Al final, KiBum se quería morir, la garganta se le había cerrado y no podía comer nada más. Estar en compañía de Minseok, en un espacio cerrado y sin nadie más alrededor, era demasiado. Sentía que le faltaba el aire y su corazón iba a explotar dentro de su pecho.

—¿KiBum?

Alzó la mirada y parpadeó. Minseok había terminado el helado y estaba esperando pacientemente a que él dijera algo. Dios, ¿se había quedado ido así como así? ¿Podía llegar a ser más estúpido?

—Disculpa, ¿qué?

Minseok se rió y se puso de pie.

—¿Te apetece jugar algo? ¿Xbox, ver una película, o, si quieres, simplemente podemos ir al jardín y platicar mientras esperamos a que nuestros padres terminen con sus asuntos?

Le disparó otra de esas sonrisas que KiBum estaba empezando a considerar peligrosas. Cada vez que Minseok estiraba sus delgados labios, KiBum sentía una molestia en el pecho. Le iba a dar un infarto si seguía así.

Después de lo que pareció un minuto, Minseok cambió el peso de su cuerpo de una pierna a otra, aún esperando una respuesta.

—Eh… —titubeó, poniéndose de pie también —, sí, claro. Una película estaría bien.

—Perfecto entonces. Vamos, es en el segundo piso.

Recorrieron la enorme casa, y él aprovechó para compararla con la suya. La de los Choi era conservadora y tenía demasiado blanco en las paredes. Había floreros en cada esquina, todos con diferentes tipos de flores. Estaba impecablemente limpia y luminosa. En cambio la de él, era llamativa, pintada de rojo y muebles modernos. En el interior había mariposas, un montón de ellas; en las paredes, en la mesita de centro y hasta en el techo. Dios, ese raro fanatismo de su madre lo estaba volviendo loco.

Suspiró mientras subían las escaleras.

—Es aquí —Minseok se detuvo en la primera puerta del pasillo y la abrió.

La desilusión golpeó a KiBum tan pronto como se dio cuenta de que no estarían solos. Minho estaba adentro, sentado en el único sofá que había en la pequeña habitación.

—Oh, ¿qué? —Preguntó Minho volteando a verlos, su ceño fruncido.

—Vinimos a ver una película, pero veo que nos ganaste.

—Ah, sí —Minho lo miró y le sonrió descaradamente—. ¿Se van a quedar?

—Claro —respondió Minseok antes de que él pudiera negarse.

KiBum pataleó mentalmente porque no quería esto, él quería estar a solas con Minseok y así poder conocerlo más.

¡Joder!

—Pues adelante, tomen asiento y veamos juntos Sr. y Sra. Smith.

Desganado, KiBum avanzó y casi chilla de disgusto. Minho estaba sentado justo en medio del mueble y no daba señales de querer moverse. Optimista, esperó para ver si Minseok le decía algo para que se recorriera y los dejara sentarse juntos, pero eso no pasó. En vez de eso, el mayor se echó en el sofá al lado de su hermano, y a él no le quedó más remedio que tomar asiento en el otro lado. Su muslo quedando completamente pegado al de Minho.

Incómodo. Demasiado incómodo.

—Regrésale —ordenó Minseok—. No la vimos desde el principio.

—Mala suerte.

—Minho…

—Está bien.

Y así, después de una hora, KiBum estaba muriendo de sueño. La verdad es que la película no era aburrida, pero anoche se había desvelado y la habitación tenía el aire acondicionado puesto y la habían dejado a oscuras. Comenzó, sin poder evitarlo, a hacer bizcos, tratando de mantener los párpados abiertos; pero con el tiempo, cada vez le costaba más abrirlos.

Se iba a quedar dormido y no iba a poder hacer nada al respecto…

Despertó una hora más tarde y le costó un momento comprender en dónde se encontraba, con quién y en qué posición. Se levantó de golpe, sobresaltado, mirando con los ojos bien abiertos a Minho quien le miraba divertido. ¿Había estado durmiendo sobre su hombro? Dios mío. Se quería dar un tiro. Recorrió con la mirada la habitación en busca de Minseok, pero él no estaba por ningún lado.

—Se fue —anunció Minho, poniéndose de pie y estirando los brazos—. Fue al baño.

—No pregunté nada —contestó a la defensiva. Aún no podía creer que se hubiera quedado dormido una hora sobre el hombro del chico que no era de su agrado.

—Pero no hace falta que preguntes.

—¿Qué?

—Es evidente el extraño interés que tienes en mi hermano. No creas que por ser menor de edad soy menos inteligente. Al menos me he dado cuenta que te gusta Minseok.

—Cállate, eso no es cierto —pero claro que lo era y, por lo mismo, su cara se puso ferozmente roja. Se miró los dedos con preocupación y tragó saliva. ¿Qué haría ahora? No era normal que un chico de catorce años fuera gay, ¿o sí? ¿Qué iba a pasar si Minho abría la boca para decirle a su hermano que se alejara de él?

—Lo que tú digas —dijo Minho, evidentemente creyéndole nada—. Igual no me interesa.

KiBum quiso llorar, pero se contuvo. Movió las piernas para salir de ahí y casi choca con Minseok.

—Oh, ya despertaste —dijo, deteniéndose al verlo salir—. ¿Te aburrió mucho la película?

 —Eh, no —se las arregló para contestar, aún sentía la cara ardiendo, y estaba seguro que Minho no le quitaba la vista de encima—, pero tenía mucho sueño.

—Ya veo —sonrió—.  Tus padres están esperando por ti.

—Ah, sí. Gracias.

Caminaron en silencio hasta llegar junto a los adultos. Se despidieron con la promesa de reunirse muy pronto otra vez. Dios, y a pesar de todo lo malo que había ocurrido minutos atrás, KiBum lo deseaba también.

—Fue un placer conocerlos —comentó cuando recibió un codazo por parte de su madre.

—Igualmente —le respondieron los Choi, excepto Minho, quien se acercó a él y le ofreció la mano.

KiBum alzó la mirada, frunciendo el ceño. ¿Qué se traía entre manos? Pero, sin tener tiempo para pensar, cerró los dedos entorno a la mano que le ofrecía y, justo cuando estaba a punto de soltarse, Minho lo jaló y lo apretó en un abrazo, sorprendiéndolo.

—El placer fue mío, KiBum —susurró cerca de su oído. Su respiración haciéndole cosquillas en el cuello y poniéndole la piel de gallina. Tanto, que los dedos de sus pies se encogieron.

Cuando se separaron, lo único que KiBum pudo hacer fue mirar esos ojos enormes que lo observaban de una manera completamente diferente, extraña.

¿Qué había sido eso?

 

Ocho años más tarde, KiBum no había progresado mucho en su relación con Minseok. Hasta ahora, eran simplemente amigos. Sus padres se habían asociado y eran dos de los hombres más ricos de Corea. Por lo tanto, sus familias se frecuentaban e iban a eventos juntos. Minseok era un hyung maravilloso, le prestaba atención a menudo, lo acompañaba cuando tenía ganas de ir de compras y le mandaba mensajes en line diariamente para ver cómo se encontraba; pero KiBum estaba seguro de que aquello no era interés sexual, aquello era interés fraternal.

Minseok lo veía como a un hermano menor y nada más.

Y se conformó con eso.

Fue feliz los primeros años, pero ahora eso ya no le llenaba. Cada día se hartaba de no poder confesar lo que sentía por él. Se estaba ahogando en su mentira, y lo que lo hacía más insoportable, era que se había convertido en el entretenimiento de Minho. Porque él había sabido todo el tiempo cómo se sentía respecto a Minseok, y lo molestaba con eso. Lo odiaba, lo detestaba. El alto no hacía otra cosa más que provocarlo y torturarlo, diciéndole que su hermano nunca se iba a fijar en él. Que se diera por vencido.

Já, si fuera tan fácil.

—¿Estás listo?

Se encogió al escuchar la voz de su madre.

—Sí —dijo, mirándola, vestida toda elegante parada junto al marco de su puerta—. ¿Va a tardar mucho la fiesta?

Ella le sonrió.

—Mmm, supongo que sí.

—¿Qué se celebra?

—Ya lo verás.

Tragó saliva y se obligó a devolverle la sonrisa. Nada de esto le estaba gustando. Odiaba que le ocultaran las cosas, pero sus padres eran así y no había nada que él pudiera hacer para cambiarlo. 

Les tomó una hora llegar al lujoso hotel en donde se celebraría la dichosa fiesta. Salió del auto y se encogió de frío. Apuró el paso y subió al elevador. El camino fue silencioso pero, una vez salieron, su padre dio media vuelta y lo miró.

—Es un día muy importante para la familia Choi, KiBum, así que trata de no parecer aburrido como siempre estás en este tipo de eventos, ¿de acuerdo?

¿Un día importante?

—Sí —un escalofrío le recorrió la espalda—, trataré, lo prometo.

Pero, al final, no pudo.

¿Por qué iba a sonreír cuando quería llorar en una fiesta que fue hecha para destruirle el corazón y las ilusiones? ¿Por qué iba a sonreír cuando en realidad quería llorar y matar a alguien? ¿Por qué iba a sonreír en la fiesta de compromiso de Minseok?

¡¿Por qué?!

Se alejó corriendo de ahí, dejando atrás la mirada confusa de Minseok, y la enojada de su padre.

Lloró, lloró hasta que estuvo lo suficientemente tranquilo para darse cuenta de que no estaba solo.

Minho estaba parado detrás de él.

Limpiándose las mejillas, dio media vuelta y lo fulminó con la mirada.

—¿Qué quieres?

El alto se encogió de hombros.

—Nada, en realidad. Sólo quería decirte que «te lo dije». Te dije que te olvidaras de él.

KiBum apretó las manos en puños.

—No estoy para aguantar tus idioteces, Minho. Lárgate.

Los ojos de Minho tenían un brillo extraño. No se veían divertidos como siempre que lo molestaba. ¿Tal vez estaba triste? No, imposible.

—Cuídate, KiBum —suspiró—. Trata de no ser muy obvio, ¿de acuerdo?

—¡Vete ya!

Cuando Minho desapareció entre las sombras, él lloró otro poco, pensando en cuán injusta era la vida.

Amaba con el alma a Minseok y odiaba con todas sus fuerzas a Minho. ¿Por qué no podía ser al revés? Tal vez así su vida sería un poco más fácil.

Dios, ¿ahora tenía que aparentar no estar jodido?

Sí, buena suerte con eso.

Notas finales:

¿Y bien? Sé que sólo es el prólogo. Poco a poco vendrá lo interesante. Espero sus reviews llenos de amor y críticas constructivas. Mwajaja comentarios malvados y llenos de odio serán ignorados y eliminados .l.

Son amor, no lo olviden. Besos y muchos abrazos ;w;


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