Capítulo 8: ‘’No trates de engañarte’’
(POV Nathan)
Terminé de vestirme, atando el parche tras mi cabeza y me encaminé hacia la puerta. Cuando estaba a punto de cruzarla vi la figura de Elizabeth atravesarse.
- ¿A dónde se supone que vas? Tú aún no te recuperas- Dijo algo enfadada, con notable tono maternal.
- Hace un rato vi salir a Cheshire, temo que se haya extraviado dentro de esta gigantesca mansión, voy a buscarle…- Aclaré – A demás ya me siento mejor…-
- ¡Ah! ¡Qué tonta!- Rió ella –Le pedí a Cheshire que acompañara a James al mercado, para ayudarle a cargar las compras- La miré un poco desconfiado.
- ¿A James?- Pregunté – Que yo sepa tu chofer es bastante fuerte, adem…-
- ¡Sí!- Interrumpió ella – Es que no se ha sentido muy bien últimamente-
- A-Ah, comprendo- Ella suspiro. No tenía que ser adivino para notar que algo estaba ocultando ¿Será que lo devolvió al circo?
- De todas formas voy a salir- Advertí apartándola con cuidado de mi camino y caminando hacia las escaleras.
- ¡E-Espera! ¿Dónde vas?-
- A casa, iré por algunas cosas- Me detuve y giré hacia ella –Supongo que no te molesta que me quede un par de días aquí- Su rostro y los hermosos ojos violeta se iluminaron en una sonrisa que no pudo disimular. Asintió con la cabeza un par de veces.
- E…¡Está bien!-
Cuando crucé la puerta principal y me adentré en el jardín noté como efectivamente James, el chofer principal de la familia Báthory no estaba. Suspiré más calmado, seguramente Elizabeth si había enviado a Cheshire junto a él, solo estaba imaginando cosas. Después de todo ella era una buena persona, algo histérica, pero buena.
A pesar de que había más carruajes estacionados afuera, decidí ir caminando, necesitaba pensar. Todo lo que había pasado últimamente comenzaba a dar vueltas en mi cabeza, el compromiso, el circo, Cheshire y ahora el asesino. Todo estaba revuelto dentro de mí y no podía evitarlo. En estos momentos podría estar viviendo mi vida tranquila si no hubiese decidido asistir a la fiesta de Elizabeth hace un tiempo atrás, nada de esto estaría pasando.
La imagen del pelirrojo asaltó mis pensamientos.
-No…- Murmuré para mí mismo –Si hubieses faltado no lo habrías conocido…- Negué con la cabeza al notar como mi corazón aceleraba abruptamente. No ¿En qué momento había ocurrido esto? No supe cuándo, no supe cómo, pero ese chico había despertado en mí de pronto algo, no sabía cómo se llamaba este sentimiento.
Me sentía confundido.
- ¡Nathan!- Sentí unas manos pequeñas y cálidas rodearme la cintura y una cabecita chocar contra mi espalda. Giré automáticamente y me encontré con una chiquilla de unos trece años mirándome desde abajo, sin soltarse de mi cuerpo, esbozando una gran sonrisa. Intenté apartarla.
- ¿Quién demonios…?-
-¡Nathan!- Bufó ella- ¿Me vas a decir que no me recuerdas?- Di una mirada hacia ella. Llevaba el brillante cabello castaño amarrado en una trenza simple, una margarita adornaba su peinado. Los ojos esmeraldas brillaban en el rostro pálido, con pequeñas pecas que le daban un aspecto encantador. Llevaba un vestido blanco estilo griego que le quedaba un poco grande.
No la reconocía.
- No tengo idea de quién eres- Aclaré sinceramente –Eres muy linda, pero no salgo con chicas de tu edad- Bromeé. Ella me soltó e infló sus mejillas mientras se cruzaba de brazos, parecía enojada.
- Eres muy malo con los chicos, Natt- La voz de Emma me obligó a girar, iba acompañada de un joven que debía tener la misma edad que tenía la chica que tenía frente a mí. El cabello castaño era un poco más oscuro que el de ella, pero los ojos verdes delataban que debía ser su hermana. La muchacha se alejó de mí y se dirigió hacia donde estaba su hermano para tomarle de la mano. Les miré extrañado un par de segundos y luego una mueca de asombro se esbozó en mi rostro.
- ¡¿H-Hope?!- Exclamé, sorprendido. El chico asintió con la cabeza.
- ¡¿Grace!?- La miré de arriba abajo, no podía creerlo. Ella asintió.
Ambos corrieron hacia a mí y me abrazaron.
Los recibí entre mis brazos aún sin salir de mi asombro, miré a Emma, pidiendo una explicación. Es verdad que la enfermedad que ellos tenían tan solo hace unos días atrás era curable, pero definitivamente no tan rápidamente. La pelinegra me sonrió mientras los bellísimos ojos azulados brillaban con una chispeza distinta.
- Bueno…- Dijo alzando la voz debido a que estaba algunos metros lejos de mí –Me he tomado la libertad de curarlos yo misma- Levanté la cabeza para musitar un ‘’gracias’’ que ella logró entender incluso desde la distancia en la que estaba.
- Me alegro que estén mejor, chicos- Sonreí mientras me acercaba a ellos para piñizcar sus rostros.
- ¡Y todo es gracias a ti!- Gritó entusiasmada Grace que parecía ser la más feliz con el cambio.
Emma se acercó hacia nosotros y los chicos se apartaron.
- Eres muy bueno, Natt- Dijo –Enviar todo ese dinero para sacarlos del circo en el que estaban…-
- No, no lo soy- Interrumpí sonriendo y le corregí –La bondad no se me da muy bien, no como a ti- Llevé una mano a su hombro y lo acaricié tímidamente –Tu eres buena, Emma…Eres un ángel- La mujer se sonrojó hasta parecer una verdadera manzana.
- ¡N-No me digas esas cosas!- Llevó las manos a sus mejillas y se apartó un poco notablemente avergonzada.
- ¿Por qué te avergüenza tanto?- Reí mientras intentaba acercarme a ella pero cada paso que daba, ella se alejaba.
- ¡Es por qué le gustas!- La voz de Grace interrumpió el gracioso momento.
- ¡No!- Gritó Emma -¡No es eso! Es solo que…-
- ¡Emma y Nathan son novios! ¡Emma y Nathan son novios!- Cantaron molestosamente a coro los hermanos mientras daban saltitos a nuestro alrededor, me sentí inmensamente molesto.
- ¡No!- Grité mientras sentía mis mejillas arder -¡No somos novios!-
- ¿Acaso no la amas?- Preguntó la pequeña tomándome de un brazo y jalándome hacia ella, mirándome sospechosamente.
- ¿Qué? N-No…-
- ¿No la quieres?-
- Claro que sí, pero ella es una amiga- Balbuceé nerviosamente.
- Pero ¿Estás enamorado de ella?-
- N-No- Cada vez me sentía más nervioso por la presión de sus preguntas, me sentí horriblemente infantil por estar discutiendo esto con una niña de trece años.
- Entonces ¿Quién?- Insistió la pequeña, clavando sus ojos verdosos fijamente en los míos.
- ¿Quién, qué?-
- ¿¡De quién estás enamorado!?- Alzó la voz en un bufido, como si hubiese perdido la paciencia.
- ¿Yo? B-Bueno…No estoy enamorado- Intenté guardar la calma ‘’me simpatizaba más cuando estaba llena de lepra’’ Pensé cruelmente mientras sentía como las mejillas sonrojaban aún más.
- ¡No me mientas!- Me apuntó con el dedo acusatoriamente -¡Se te nota en la cara que estás enamorado!-
- ¡¿Qué?!- Miré desesperadamente hacia Emma y Hope, quienes se habían alejado de nosotros para reírse a carcajadas.
- ¡Eso! ¡Se te nota! ¡Lo sé desde que te vimos en el circo vestido de chi…!- Calló sus palabras y guardó silencio unos segundos, una mueca de asombro llenó su rostro, seguida de una sonrisa picarona que le iluminó el rostro - ¡No me digas! ¿¡Estás enamorado de un chico!? ¡Por eso vestías como una chica! ¡¿Es un chico del circo?!- Me jaló por la ropa aún más hacia ella, hasta obligarme a inclinarme para poder mirarla a la cara.
- C-Como crees…- Intenté decir, completamente intimidado.
- ¡No me digas!- Exclamó en voz alta y algunas personas giraron hacia nosotros - ¡Ya sé! ¡Estás enamorado de I…!- Llevé una mano a su boca impulsivamente y la silencié por completo.
- Por favor cállate…- Dije completamente exasperado. Ella pataleó un poco, pero luego pareció calmarse. Quité mi mano.
- ¿Estás enamorado de It?- Susurró en voz baja.
- Su nombre es Cheshire…- Musité en su oído, siguiéndole el juego.
- No me cambies el tema ¿Lo amas?- Guardé silencio ¿Por qué demonios estaba respondiendo a sus preguntas?
- ¿Estás enamorado de Cheshire?- Repitió yacercó su rostro al mío mientras su dedo me apuntaba como si fuese culpable de algún delito.
- Y…Yo- Giré la cabeza hacia otro lado.
- ¡No intentes engañarme!- Me regañó en voz baja topando sus dedo índice con la punta de mi nariz – El día en que preguntaste por él, incluso ahí se notaba-
- ¡¿Q-Qué?!- Intenté protestar.
- ¡Te volviste a sonrojar!- Exclamó esta vez más fuerte, lo suficiente para que Emma y su hermano escucharan - ¡Lo sabía, lo sabía!- Comenzó a dar vueltitas. Sentí como perdía la paciencia.
- ¡No!- Grité y ella se detuvo algo asustada. Exhalé el aire al notar que me había pasado de la raya –Voy a casarme, Grace- Bajé el tono de la voz y me calmé –Y no con Cheshire, si no con una chica- La castaña hizo un puchero.
- Entonces… ¿Amas a esa chica?- ¿Qué si la amaba? Claro que…
-No- Respondí casi inconscientemente.
- ¿Entonces por qué vas a casarte con ella?- Se quejó.
Guardé silencio. ‘’Porque hice un trato con ella’’ iba a decir, pero definitivamente ella no lo entendería.
-B-Bueno…- Balbuceé.
- ¡Grace! ¡Hope!- La voz de Emma me rescataba -¿Pueden ir al orfanato? Estoy segura que he dejado el horno encendido- Inventó la pelinegra y apartó la atención de la pequeña de mí, que se dirigió hacia ella y luego de recibir algunas instrucciones se alejó del lugar junto a su hermano, haciendo un gesto con la mano de despedida. Suspiré.
- ¿Estás bien?- Preguntó la ojiazul luego de que se marcharan, llegando a mi lado.
- S-Si…- Dije intentando forzar una sonrisa –Los niños pueden llegar a ser molestos con tantas preguntas…-
-Dicen que un niño siempre tiene la razón- Interrumpió ella, lanzando lo que parecían palabras al aire –Son muy perceptibles- Miré hacia ella.
- ¿Qué quieres decir?-
- No trates de engañarte, Natt- Dijo solamente mientras hacía una reverencia para marcharse.
- E-Espera ¿A qué te refieres?- Comencé a caminar a su lado.
- A Cheshire…- Dijo y se detuvo, parándose frente a mí – Parece que él único que no se da cuenta eres tú- Sentí que debía protestar, pero no tenía nada que decir.
- Perdí a mi amado cuando era muy joven, Natt- Aclaró en tono maternal –No sabes cómo le extraño…-
-Y-Yo…- Intenté decir.
- Debes aprovechar ahora que le has encontrado, no importa si vas a casarte o no. Tú no amas a esa chica, no la lastimes- Sentí un nudo en el estómago – Y no lastimes a Cheshire, él te quiere mucho-
- ¿Cómo sabes eso?-
- Se quedó a tu lado los dos días que estuviste dormido, sin moverse- ¿¡Qué!? ¿Había dormido dos días?
Guardé silencio ¿Qué era lo que sentía por Cheshire? Mi corazón aceleró drásticamente al momento que su imagen llegó a mi cabeza, eso debería responder por sí solo ¿Amor? Nunca pensé que llegaría a conocerlo de esta forma. Pero era verdad, él me recordaba todo lo bueno, él representaba todo lo que alguna vez dejé y siempre deseé tener. Le quería y deseaba protegerlo.
Solo entonces logré comprenderlo. Mi camino no estaba junto a Elizabeth.
Suspiré.
-Creo que tienes ra…- Callé cuando noté que ella ya no estaba, me había distraído mucho y había escapado.
Ansioso, me encaminé nuevamente hacia la casa de Elizabeth, luego mandaría a pedir mis cosas, aunque no creía que fuese necesario. No debía mentirme a mí mismo, sacrificar mi libertad y entregársela a Elizabeth sin amarla, definitivamente ese no era lo que debía hacer.
Quería verle, quería mirar dentro de aquellos ojos brillantes y transportarme al paraíso que me entregaban, quería sentir el olor de su cabello rojizo, quería oírle ronronear, quería tocar las pequeñas orejitas suaves, por primera vez sentí que necesitaba todo eso y por primera vez quise decírselo.
No podía seguir engañándome a mí mismo.
- ¡¿Dónde crees que vas?!- Sentí que alguien me empujaba y me arrastraba hacia un callejón, fui embestido contra una muralla. Detuve con la mano un golpe que venía directamente hacia mi rostro.
- Nathan Hatter…- Gruñó mi nombre con voz ronca el hombre que tenía frente a mí. Reconocí la mano áspera que dificultosamente lograba contener en la mía. Noté los ojos castaños con destellos dorados reluciendo en la oscuridad del callejón, mirándome con rencor y el cabello miel siendo sacudido con fiereza por la ráfaga de viento que cubrió el lugar. Podría jurar que si hubiese podido hacerlo, me hubiese matado en ese momento. No debía adivinar por qué el conde François Nádasdy estaba aquí, se había enterado.
- Lo que me faltaba…- Dije irónicamente mientras esbozaba una sonrisa de medio lado, al frenar el segundo golpe, que esta vez iba dirigido a mi estómago.
A penas me estaba preparando para enfrentar la ira de Elizabeth cuando la rechazara, ahora debía soportar la de su enamorado primo, que parecía estar a punto de saltar sobre mí.
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