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La oscura Tierra de las Maravillas por InfernalxAikyo

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Notas del capitulo:

Holaaaaa! u.u Lo sé, lo sé ¡He tardado mucho en actualizar! Soy mala, mala, mala, muy Mala u_u no me odien :C

Pero aquí estoy, a pesar de su falta me hice un tiempito para poder escribir el capítulo :D como dije antes, ya nos acercamos al final y seguramente el próximo sea el último.

Espero que este les guste n.n (Bueno…no sé si tanto)

Como siempre, querubines. Pongan atención con aquellos ojos adiestrados que ya tienen y avísenme si encuentran algún error ortográfico n.n

Un abrazo! 

Capítulo 9: ‘’Elizabeth’’ 







(POV Cheshire)



Desperté dentro del oscuro y sucio calabozo. Era pequeño y agobiante, había llegado hace unas cinco horas ya. Cuando me encerraron, Elizabeth no se molestó en no darme mi merecido, envió a dos de sus hombres, que nunca pensé que llegarían a ser tan fuertes a castigarme…me dieron una paliza y se fueron.

Luego de eso caí dormido.

- ¡Nunca más te metas en mi camino!- Sus palabras mientras recibía los golpes aún las tenía frescas en mi alborotada cabeza – ¡Te mataré si lo haces! ¡Nathan es mío!- ¿En qué momento ella había cambiado tanto? Sabía que tenía algo extraño, pensé que aquello que no lograba ver dentro de ella era una simpleza que se le había pasado a mis adiestrados ojos, pero ahora entendía que no era así.

En ese momento…

En todos estos años, jamás había conocido tan cerca a una persona así. Dolía, después de todo ella fue la que me salvó y me sacó del circo, para darme un hogar. Ella era una mujer hermosa, y tenía a Nathan ¿Por qué entonces seguía odiándome?

Me senté sobre el piso mojado y abracé mis piernas con mis brazos y las atraje hacia mi pecho, hacía mucho frío allí, tanto que llegaba y calaba en lo más profundo de mis huesos. Por un momento sentí lo más parecido a lo que conozco como tristeza ¿Por qué?

El recuerdo de Nathan llegó a mi cabeza.

Aunque suene raro, le extraño….

Unos pasos resonaron con eco en todo el lugar, alguien se estaba aproximando a mi celda. Los sentí detenerse frente a mí, levanté la cabeza.

Era Elizabeth…

Me miraba desde lo alto. Vestía un vestido color negro que resaltaba los pálidos pechos extravagantemente. Un lindo collar con una rosa de plata adornaba su cuello, lucía pálida, más pálida de lo que pensé que podría llegar a estar, blanca, como la nieve invernal. Unas pequeñísimas y casi imperceptibles ojeras cubrían la parte inferior de sus ojos violeta que ya no me miraban con el mismo brillo juvenil de antes, incluso la mirada que ahora dibujaba en los que antes me parecían angelicales ojos, ahora me inspiraba un miedo que me es difícil de explicar. Parecía cansada.

Esbozó una sonrisa de medio lado y sentí como se erizaban todos los cabellos de mi cuerpo, bajé las orejas inconscientemente.

Entró en la celda y se paró frente a mí. Me puse de pie.

- E-Elizabeth…- Murmuré, sentí una bofetada sobre mi mejilla.

- Señorita Elizabeth para ti, maldito fenómeno- Una punzada llegó al centro de mi pecho y un nudo en la garganta me impidió responder. Respiré profundo e intenté juntar la mayor cantidad de aire para hablar.

- ¿Por qué, señorita Elizabeth?- Pregunté inocentemente, sin esperar la reacción que tuvo. Dio la orden a dos de los cuatro hombres que estaban junto a ella, eran altos, corpulentos y algo aterradores, no tardaron en adentrarse en la celda y comenzar a golpearme. Guardé silencio e intenté no quejarme, desde que tengo uso de razón que he sido encerrado y torturado, por distintos motivos. Pensé que Elizabeth me había obsequiado la preciada libertad que siempre había deseado, pero ahora me estaba dando cuenta que aquella libertad era algo imaginario.

Los hombres me tomaron y me despojaron de la parte superior de mi ropa, dejándome a torso desnudo. Sentí como me sujetaban por los brazos y me levantaban. Hubo un silencio, luego sentí un frío en la espalda mezclado con el ardor del látigo entrando en mi piel, di una mirada hacia atrás, Elizabeth había comenzado a azotarme.

Dio un segundo golpe sobre mi espalda y un sollozo escapó de mí. Más que el dolor era la tristeza, otra vez estaba siendo traicionado, otra vez había caído. Cuando entré al circo fue lo mismo, el amo me recogió de unos callejones donde solía vivir y me prometió una vida feliz a cambio de que yo trabajara en su circo, acepté, obviamente. Pero no esperaba ser encerrado de nuevo, cuando llegué me confinaron a una celda que llenaron de trampas. Solo días después por Ellen me enteré que el dueño me había estado observando hace tiempo ya, y que había planeado capturarme.

He sido un tonto toda mi vida.

A pesar de haber vivido todos estos años, aún seguía cayendo en las trampas de los hombres, aún seguía confiando. Odio esa parte de mí, la detesto.

No debí haber aceptado la oferta de Elizabeth…

No debí haber hablado con Nathan aquella vez que vino al circo para verme…
 
Siempre cometía los mismos errores…una y otra vez.

- ¡¿Qué por qué?!- Grito la peliblanca y su voz descontrolada y desgarrada, llena de ira, me despertó de mi letargo, estaba tan ensimismado que no le había puesto atención a los azotes que seguía descargando sobre mi espalda. Dio uno con mayor fuerza y sentí un dolor punzante entrar dentro de mi carne.

- ¿¡Preguntas que por qué hago esto!?- Gritó más fuerte mientras apartaba a sus hombres de mí y tomaba mi cuerpo para embestir mi espalda contra la muralla húmeda, su frío solo aumentaba el dolor de las heridas. Tomó mi mentón con una brusquedad que pensé sus finas manos no poseían y lo acercó levemente al suyo. Sus ojos violetas destellaban un resplandor rojo terrible.

- ¿Sabes por qué voy a casarme con Nathan?-  Susurró apenas, acercándose a mi oído sin soltar mi mentón y mis mejillas que tenía fuertemente apresada entre sus dedos. Guardé silencio.

- ¡¿Quieres saberlo!?- Gritó en mi oído y me sobresalté en un escalofrío algo doloroso. Tenía la audición mucho más desarrollada que un humano común y esto hacía que su voz se escuchase como una bomba explotando a mi lado. Negué con la cabeza.

- ¡Por ti!- Gritó más fuerte al notar que su voz me molestaba -¡El me pidió que comprara tu libertad! ¡A cambio él estaría conmigo para siempre!- Exclamó con la voz quebrada. Sentí como mi corazón latió aceleradamente y la respiración de pronto se cortó. Una pequeña e imperceptible sonrisa escapó de mí rostro.

Nathan había hecho eso por mí…

¿Acaso estaba feliz?



(POV Nathan)



Aparté la mano del rubio enfurecido que tenía frente a mí aún sin disolver la irónica sonrisa esbozada en mi rostro.

- ¿No debería estar investigando un caso de asesinatos en serie, conde François? – Pregunté con el mismo sarcasmo mientras alejaba un poco su cuerpo del mío.

- Eso hacía cuando le vi, pero no pude resistirme a las ganas de matarle, querido sombrerero - Respondió con la misma ironía pronunciando la última palabra despectivamente, solía llamarme así, sombrerero cuando estaba demasiado molesto conmigo. Sonreí.

- Además…- Dijo él apartándose completamente de mí –Si he de sospechar de alguien lo haría de usted…ambos sabemos que suele dedicarse a trabajos oscuros como el tráfico de opio ¿por qué no incursionar dentro del rubro de los asesinatos?- Bufé molesto y él sonrió al notarlo.

Clavé mi mirada fija en aquellos ojos castaños con destellos anaranjados.

- Escúcheme bien, Conde- Aclaré mientras me quitaba el sombrero que había estado trayendo y jugaba un poco con él mientras hablaba. –No tengo nada que ver con los asesinatos- Sonreí y acerqué mis manos hacia él –No tengo tiempo para eso…Ya sabe, con todo esto del noviazgo- Puse el sombrero sobre su cabeza –Ahora si me permite, voy a la casa de mi prometida, Elizabeth Báthory- Comencé a caminar y noté como se quedó congelados algunos segundos en su lugar, al parecer no tenía idea  sobre el casamiento, debió haber sido muy fuerte. Odiaba ser cruel pero amaba molestar a este tipo.

Había avanzado un poco más cuando sentí las pisadas aceleradas acercarse hacia mí, me moví hacia un lado y esquivé el golpe que iba directamente hacia mí espalda. François cayó al suelo y desde allí tomó mis pies y me tiró junto a él, no esperaba eso.

- ¡¿Qué acabas de decir?!- Exclamó mientras me propinaba un fuerte golpe en el estómago, comencé a reír.

-¡Idiota! ¿¡Qué te causa tanta gracia!?- Gritó con más fuerza y siguió golpeándome, ahora en las costillas. Algunas personas que allí pasaban se nos quedaron mirando extrañadas, lo que era muy extraño si del País de las maravillas hablamos. Seguí riendo.

No, no era que sus golpes no doliesen.

Pero siempre la risa es más contagiosa que el dolor.

- ¡Hijo de p…!-

- ¡Está bien! ¡Está bien!-
Grité entre carcajadas mientras hacía un son de paz con las manos para que se detuviese. Sus golpes cesaron  y se enderezó un poco, aún estaba sobre mí y me sujetaba con fuerza con sus piernas.

Clavó fulminantemente sus ojos en mí, esperando que hablara.

- Voy a dejar a Elizabeth- Dije de pronto.

- ¿¡Q-Q-Qué!?- Gritó él, tomándome por el cuello de la camisa y levantándome levemente.

- ¡¿Qué?!- Comencé a perder la paciencia -¿Acaso no es eso lo que deseas?- Hice un esfuerzo por empujarlo y apartarlo de mí para ponerme de pie–Escúcheme, Conde- Aclaré levantando el dedo y apuntando hacia él –Este es el plan…-

-Yo iré ahora a hablar con Elizabeth y le diré que no la amo, tú simplemente debes esperar y acompañarla…Así se dará cuenta que tú sí la amas y se casará contigo, vivirán felices y tendrán muchos odiosos hijos Báthory que malcriar-
Abrió la boca para protestar pero no le dejé –No, no digas nada. Mi plan es absolutamente genial- Dije, intentando a la vez convencerme a mí mismo con mis propias palabras. Me aparté de él y comencé a caminar. Levanté las manos - ¡Es genial! ¡Es genial!- Dentro de mí, sabía que era más fácil decirlo que hacerlo, pero debía intentarlo. Sentí su mano tomarme por el brazo.

Me encontré con sus anaranjados ojos mirándome en una mueca seria.

- ¿Por qué, Nathan?- Preguntó.

- Por qué no amo a Elizabeth, quiero a otra persona- Me solté de su agarre y continué mi camino.

- ¿Quién es esa persona para que te atrevas a encarar a Elizabeth tan irresponsablemente?- Preguntó algunos pasos de mí.

-Incluso el Caballero negro de Hungría le teme a la señorita Báthory- Pensé.

- Su nombre es Cheshi…- Mis labios se cerraron de pronto y llevé una mano a mi pecho, había comenzado a doler y una terrible y angustiosa sensación comenzó a darse dentro de mí. No tenía que adivinarlo, una mala corazonada, un mal presentimiento, como fuera que se llamase.

Era Cheshire…

- ¡Nathan!- El conde me llamaba, estaba muy lejos de mí ya.

Sin decir nada, había comenzado a correr hacia la mansión Báthory.




(POV Cheshire)





- ¡Traedlo hacia las fosas!-
Gritó alejándose de la jaula y dándole espacio a sus hombres para que me tomaran y me llevaran a la fuerza fuera de la celda. No debía adivinar nada, ‘’las fosas’’ sonaba terrible. Intenté forcejear, pero los otros dos hombres se unieron a la pelea y terminaron encadenándome de manos, pies y cuello. Comenzaron a arrastrarme.

- Vamos a ver por qué Nathan te desea tanto…- Dijo ella mientras caminaba detrás nuestro, en un tono dulce que me causó millones de escalofríos que subían y bajaban por todo mi cuerpo.

A rastras, logré descender por unas escaleras que hasta ahora no había notado, era un segundo sótano. Todo estaba completamente oscuro y húmedo, una arrítmica gotera se escuchaba como única y triste melodía. El olor a sangre lo inundaba todo.

Sin lograr ver nada fui arrastrado y empujado hacia un rincón. Caí al suelo y enseguida me levantaron. Tomaron las cadenas de mis manos y las amarraron a la pared que estaba tras de mí, mi espalda chocó contra la cerámica fría y me obligó a retorcerme, aunque no logré moverme mucho, estaba completamente atado a esa muralla, mi cuerpo parecía una cruz.

Una vela se encendió, era diminuta pero alumbraba casi todo el lúgubre lugar. Me espanté de solo ver lo que tenía a mí alrededor y unas inmensas ganas de vomitar invadieron todo mi ser. Jamás había visto algo como esto.    

A mi lado, una bellísima mujer yacía colgada desde el techo con un garfio que estaba clavado en su espalda, tal como si fuese un trozo de carne. Su estómago estaba abierto y las tripas ensangrentadas escapaban hacia afuera. Aparté la vista cuando noté que entre todas vísceras resaltaba una que no era precisamente eso, no, entre toda esa masa carmesí destaca un cordón umbilical que llegaba hasta el piso.

La chica había estado embarazada.

Contuve una arcada mientras sentía como las lágrimas comenzaban a inundar mis ojos.

- Lo que tengas tú dentro de ti para que él te ame…- El eco de su voz resonó en todo el lugar –Voy a quitártelo ahora mismo…-  Elizabeth se acercó hacia mí mientras esbozaba una sonrisa malévola, sus ojos estaban completamente fuera de sus orbes y las ojeras se habían intensificado. Ahora podía ver completamente dentro de ella, aquello que yo veía como vacío, aquello que no lograba precisar con mis ojos, lo estaba observando de frente  ahora mismo.

La bella y aterradora dama que me sonreía…lo que dentro de ella había.

Era maldad pura…

Notas finales:

Les ha gustado??

SI! La perra de Elizabeth, era! Muchos tenían razón (Bueno e.e les deje la pista de leer la historia de Elizabeth Báthory xDD)

Les gusto? No les gusto? Cualquier comentario, crítica, insultos, declaraciones de amor o lo que sea déjenlo en un lindo (o no tan lindo  e.e) review xD

Saludos!
 


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