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La oscura Tierra de las Maravillas por InfernalxAikyo

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Notas del capitulo:

Holaaa! >__< 

Perdón, perdón, perdón, perdón por no actualizar antes! u__u 

Tuve una horrible crisis creativa que no me dejo hacer nada! T.T

Pero ya estoy de vuelta y prometo no volver a ausentarme tanto :C

Me pondré al día (También leere los fics que no he leido en todo este tiempo u.u) 

El capítulo ha salido muy largo así que decidí dividirlo en dos, siendo este la primera parte :P Así que este es el penúltimo capítulo Q.Q 

Espero que les guste n_n 

Un abrazo! 

Capítulo 10: ''Cacería''





(POV Nathan)





Llegué a las puertas de la mansión Báthory con un terrible dolor cruzándome el pecho, apenas me dejaba respirar. Mi corazón latía bruscamente y el aliento apenas escapaba de mi agitada garganta. Toqué la puerta y un silencio incómodo envolvió todo el lugar antes que la criada se decidiera abrirla.

- ¡S-Señor Nathan! ¿Ha tenido algún problema con sus cosas? - Emily, la criada más antigua de la casa parecía estar hoy excesivamente nerviosa. Quité el parche que cubría mi ojo izquierdo y lo tiré al suelo, enseguida la mujer dio un respingo, sobresaltada y dio algunos pasos hacia atrás.

Posé ambos ojos en su figura bajita y pude verlo, esta mujer me estaba ocultando algo. El miedo parecía esparcir de su cuerpo.

- ¿Dónde está Elizabeth?- Pregunté sin rodeos.

- No, No lo sé….- Titubeó.

- ¿¡Dónde está!?-  Tomé a la mujer por los hombros y la sacudí levemente, intentando contenerme, la angustia que sentía era desbordante e incluso sentí que en ese momento, pude haber sido capaz de matarle con tal de que me dijese la verdad. Clavé mis ojos en los suyos fulminantemente y parecí transmitirle algo de lo que estaba sintiendo. Tragó saliva.

- E-Está en los calabozos…- Dijo rápidamente. En ese instante le solté y comencé a correr hacia el lugar dónde normalmente Elizabeth castigaba a sus criados.

- ¡P-Por favor no le diga que yo le he contado!- Alcancé a escuchar, antes de desaparecer por uno de los pasillos.

Podía sentirlo en cada paso que daba, en cada latido frenético, en cada inhalación intranquila. La piel se electrizó y mis piernas cansadas comenzaban a correr con más fuerza. Lo sabía, Cheshire estaba en peligro, podía sentirlo, casi podía ver al pelirrojo sufriendo bajo su látigo.

Porque solo Elizabeth podía estar detrás de todo esto…

Bajé las húmedas escaleras hacia el calabozo. Estaba oscuro y apestaba a sudor y a suciedad. Estaba oscuro y apenas algunos rayos del sol lograban entrar por las rejillas de algunas pequeñísimas ventanas en alguna de las celdas. Revisé todo, celda por celda, barrote por barrote, estaba absolutamente vacío. Ni una sola alma había asomado por ahí. Cuando terminé de inspeccionar el último calabozo, caí al piso sentado mientras intentaba controlar mi respiración agitada.

Cheshire no estaba aquí.

¿Entonces dónde estaba?

Sentí un leve sollozo.

Me puse de pie inmediatamente y nuevamente se escuchó un quejido, un poco más alto. Mi corazón aceleró de nuevo y otra vez la desesperación se apoderó de mí, podría jurarlo, esos gemidos pertenecían  a Cheshire ¿De dónde venían? Comencé a recorrer cuidadosamente los calabozos, uno por uno, nuevamente, intentando encontrar aquel sonido que me había invadido de pronto. Un sollozo más fuerte inundó mis oídos, mordí mi labio inferior mientras jalaba un poco mi cabello hacia atrás, nervioso.

Esto no estaba funcionando.

De pronto y de la nada, un grito desgarrador envolvió cada rincón de la mansión, entonces supe a dónde ir. Otro grito le siguió, y otro, y otro, cada uno más fuerte y doloroso que el anterior. Comencé a correr en dirección a ellos y mientras lo hacía tropecé con unas escaleras de las cuales no me había percatado antes, en un rincón escondido entre los sucios callejones de los calabozos. Ahí los gritos podían oírse más fuertes, definitivamente era Cheshire.

Y estaba sufriendo.

Descendí las eternas escaleras con rapidez, cada paso dolía como una estocada atravesándome el pecho. Tenía miedo de seguir avanzando, de seguir escuchando aquellos horribles y espeluznantes gritos que ahora llenaban completamente mis oídos, no quería verle herido, no por mí culpa.

No cuando prometí que iba a protegerlo…

- ¡Ahora, tendré aquello que él ama de ti!- La voz de Elizabeth resaltando entre los sollozos, quejidos y gemidos me puso los pelos de punta. Terminé de descender.

El olor a sangre y a muerte, de alguna forma se me hacía familiar. Apenas una vela alumbraba a lo lejos pero no me era necesario más luz para darme cuenta de dónde estaba. Frené en seco ante la imagen que tenía frente a mí, reconocí los cuerpos colgando como ganado del techo, los rostros irreconocibles, los brazos cortados, las viseras, el rojo carmín del líquido que mojaba el suelo como si fuese agua. Aquella gotera de sangre que quedaba apagada entre los gritos y las risas de la mujer.

Mis piernas, mis brazos y todo mi cuerpo comenzaban a temblar.

Mis miedos más grandes estaban despertando.

Estaba justo en la guarida del asesino.

Y justo allí, en un rincón del enorme subterráneo se encontraba Cheshire, atado por ambas manos que mantenía estirados, como una cruz, sus pies también se hallaban sujetos, justo como yo lo estuve una vez. Los hermosos ojos verdes que parecían brillar en la oscuridad del lugar parecían asustados y pasmados miraban al frente, seguí el lugar hacia donde se dirigía su mirada. Frente a él, Elizabeth, completamente desnuda esparcía sobre su cuerpo lo que parecía… ¿Sangre?

Sus pechos, sus piernas, sus brazos, cada dedo de aquellas finas manos se encontraba empapados con el líquido carmesí, incluso los labios manchados con un rojo intenso indicaba que había ingerido algo de sangre. Sentí ganas de vomitar.

Mantenía una sonrisa que jamás había visto en ella… ¿Cómo poder describirla? Malvada, si, la mueca que esbozaba en el fino rostro ensangrentado era de maldad pura.

Miré el cuerpo cansado de Cheshire y me fijé en sus brazos, efectivamente y como lo pensé, de sus muñecas corría la sangre con la que Elizabeth se estaba deleitando.

No lo pensé un solo segundo, corrí hacia ellos tan rápido que incluso los guardias que estaban ahí no pudieron darse cuenta de mi presencia. Elizabeth estaba a punto de cortar nuevamente sobre la muñeca izquierda del pelirrojo, al darse cuenta que la sangre había dejado de correr por la rápida cicatrización que poseía el chico. Justo cuando estaba a punto de clavar el puñal sobre su piel, salté sobre ella y en un movimiento inconsciente le di un puñetazo en la cara, haciéndola caer un par de metros más allá. En ese instante aproveché la confusión y el caos que se formó en el lugar para desatar los pies y manos de Cheshire y tomarle en mis brazos, para salir de ahí lo más rápido posible.

- ¡Atrápenlos!- Logré escuchar mientras terminaba de subir los últimos peldaños de la escalera y esa fue la señal para correr aún más rápido. No tardé en sentir los frenéticos pasos tras de mí, mientras escuchaba como los gritos de Elizabeth alertaban a toda la mansión y en un par de minutos más de veinte hombres se encontraban a mi caza.

Bajé las escaleras del salón principal y me encontré Emily bloqueando la puerta, le dirigí una mirada suplicante y al ver al pelirrojo que traía en mis brazos al borde de la inconciencia, pareció arrepentirse y volvió a abrirla para que yo pasase. Cuando crucé el umbral escuché el delicioso sonido de la llave dentro del cerrojo, cerrando completamente la puerta. Solo entonces pude respirar tranquilo.

Avancé un poco más esquivando las miradas curiosas que se posaban sobre nosotros y me adentré en un callejón solitario y algo oscuro. Dejé cuidadosamente a Cheshire en el suelo.

- ¡Cheshire! - Le abracé con fuerza intentando buscar el calor que su cuerpo parecía estar perdiendo. Él abrió los ojos dificultosamente y me dirigió una amable sonrisa.

- H-Hola…- Musitó forzando una adolorida sonrisa. En ese instante me percaté que una de sus muñecas aún seguía sangrando y rajé parte de mi camisa para improvisar una venda, intentando frenar el sangramiento. Estaba terminando de atar los extremos de la tela cuando él posó una de sus manos sobre las mías.

- Pensé que no podría verte de nuevo – Dijo y yo sentí como mi corazón latió rápidamente, a punto de saltar por mi garganta. Tomé aire para hablar.

- Cheshire…yo…- Intenté decir.

- Sé que te comprometiste con Elizabeth solo para sacarme de ese circo…- Interrumpió y callé en seco, él ya sabía la verdad.

- Gracias…-
Susurró mientras dirigía la mirada al piso y sus mejillas se sonrojaban levemente. Un plácido sentimiento comenzó a apoderarse de mí, le vi ahí, frente a mí y sentí la necesidad de tenerle aún más cerca. Tomé cuidadosamente su mentón para levantarlo y poder encontrarme con aquellos ojos brillantes que ahora resplandecían más intensamente que nunca y me acerqué a él sin dejar de mirarle. Se sonrojó aún más y cerró los ojos antes de que nuestros labios rozaran por primera vez. Sin darme cuenta me había acercado demasiado y ahora estaba atrapado en la suavidad de sus labios, se sintió tan agradable que un escalofrío me recorrió de pies a cabeza. Tomé sus manos entre las mías y me acerqué aún más, quería acortar espacio, quería sentirle más cerca.

Quería tenerle para siempre así.

Yo, que jamás me había adentrado en los molestos sentimientos relacionados al amor, había caído entre los brazos de este inocente chico.

No me importaba perderlo todo, si lo perdía por él.

El aire comenzó a faltar y me separé de él levemente para tomar algo de oxígeno. A pesar de estar lastimado y ensangrentado la tez de su rostro parecía inmaculadamente limpia y brillante mientras sonreía.

- Te amo, Nathan Hatter- Musitó apenas y estas palabras desataron en mí un torbellino de sentimientos, un fuerte temblor  azotó todo mi cuerpo al mismo tiempo que cosquillas en el estómago llegaban a invadirme. Sentí mis mejillas sonrojarse hasta arder.

- Y-Yo también te…- Comencé a balbucear torpemente y  un fuerte ruido me obligó a detenerme y a ponerme de pie para sujetar su mano y disponernos a correr nuevamente.

Los hombres de Elizabeth se hallaban ya fuera de la mansión y se alistaban para salir a nuestra búsqueda, con caballos, sables y armas, como si fuesen a cazar.

Y nosotros éramos la presa.  

Debíamos salir de allí. 

Notas finales:

Admitan que TODOS deseaban que Elizabeth recibiera ese puñetazo! :3 

Yo estoy en contra de la violencia (en general) contra la mujer, pero esta perra se lo merecía D_D 

Les gusto? No les gusto? Encontráste un error ortográfico? D: Dímelo en un lindo review :3 

Os amo! :3 

Saludos >w< 


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