Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Cuando los cerdos vuelen por sleeping god

[Reviews - 24]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Sé que no explico mucho en el resumen pero sería arruinar la historia.

Tendría una advertencia: el principio tendrá demasiada participación de una femina así que pido paciencia.

Finalmente: Los personajes pertenecen a la cabeza de Tite Kubo.

Notas del capitulo:

En colaboración con una amiga que hice en E.U.A traigo este... eztraño fic. No daría mi completa autoria así que espero lo disfruten.

-¡Disculpa! ¡Lo siento! ¡Perdón!—no dejaré de repetir esas palabras sino aprendo a caminar en estos sancos. Mejor me siento y descanso los pies.

Es una linda noche sin luna y muchas nubes. El aire huele a humedad y el frio me eriza la piel bajo el vestido blanco. Que bien se siente.

Debería descalzarme ahora que nadie me mira.

-Hola—escucho apenas me agaché a sacarme la zapatilla. Al levantar la cara le veo con una sonrisa que describe su capacidad de violencia pero también de encanto.

-Hola.

-¿Puedo ayudarte?

-No—respondo cortante, terminando de sacar el zapato y también el otro, dejándolos a un lado de la banca de madera—¿Quién te dijo que te puedes sentar?—digo cuando se acomoda a mi izquierda.

-Nadie ¿Qué no puedo?

-No.

-¡Ah!—espeta entre sorprendido y burlón, dejando su bebida en el piso— ¿Qué una chica va a decirme que hacer y qué no?

-Apuesto a que sí—le reto clavando mi mirada a sus ojos azules como el mar— ¿Quieres apostar a que te hago levantarte de la banca?

-Hecho—acepta petulante, con porte felino orgulloso. Es una lástima que su cerebro sea del mismo tamaño.

Vuelvo a agacharme para sujetar el final del vestido y levantarlo poco a poco, dejando la posibilidad de ver debajo con sólo postrarse frente a mí, cosa que no tarda para intentarlo pues lo bajo rápidamente.

-Me parece que acabas de perder—puntualizo triunfante a su cara de decepción.

-Bien—acepta, volviéndose a sentar—Eres una mujer muy lista.

-Una persona lista—corrijo probando un poco de su bebida—No me gusta la cerveza—digo con enfado— ¿Podrías traerme otra cosa?

-¿Soy tu esclavo o qué?

-Por favor—pido, juntando mis brazos para que se pierda en el escote.

-De inmediato.

Hombres.

Suspiro con  algo de odio.

-Estúpido Grimmjow. Estúpido y sensual Grimmjow—tengo ganas de llorar otra vez.

-Aquí tienes—me dice, entregándome una copa de vino—¿Cansada de la reunión?

-No, quería ver quien buscaba para coger bajo los árboles.

Lo turbo y me rio.

-En realidad quería coger contigo—pronuncio jugando con el botón de su playera, amenazando con sacarlo y ver aún más sus pectorales.

Pone una mano en mi cadera y lo abofeteo.

-¡¿Qué…?!

Vuelvo a burlarme y se levanta molesto.

-Eres una maldita perra—con ambas manos tomo mis senos y los junto.

-Parece que ya no estas molesto.

-Ah… bueno…

-Típico—rezongo y nuevamente se acomoda a mi costado.

-¿Qué quieres entonces, mujer?

-No lo sé ¿Quieres bailar conmigo?

Es obvio que no comprende qué pienso pero sinceramente la tristeza hace que ni yo lo sepa. Tomo su mano y empezamos a danzar lentamente y de un momento a otro comienzan a caer grandes gotas de agua.

-Deberíamos resguardarnos—me dice al oído, abrazándome a su fuerte cuerpo y ocultando como puedo mis lágrimas.

-¿Le tienes miedo al agua, gatito?

-No—responde y seguimos hasta que giro más rápido, con alegría hasta alejarme de él y bailar por mi parte, dejando que la lluvia moje mi rostro y cuerpo mientras me rio. Cuando me detengo recojo mis zapatillas ahora sucias del pasto y lodo.

-Me voy—emprendo el viaje pero me sostiene.

-No puedes irte así.

-Claro que si ¿O vas a secuestrarme?

-Lo haría.

-No, no lo harías, gato cobarde.

Ahora ni siquiera se molesta.

-Acepta una cita conmigo.

-Mañana a las 4 en la plaza T.

Se muestra complacido aun con todo su cuerpo empapado, con el cabello al rostro y la ropa arruinada.

-Nos veremos, mujer.

-Normalmente se pregunta el nombre—reclamo dándole la espalda.

-¿Cuál es tu nombre?

-Ichigo.

Escucho una risita. Eres un idiota, Grimmjow Jeagerjaquez.

-Soy…

-Sé que eres.

-Voltea—me pide y así lo hago. Él no hace ni dice nada.

-¿Qué quieres?

-Quería verte de frente. Lindo vestido casi transparente—vuelvo a abofetearlo para marcharme

 

Me quedo frente a la puerta, esperando que me abran.

-¡Por dios! ¡Mira como estás!—me regaña esa pequeña en estatura pero nada más—Espero valiera la pena—pregona haciéndome sentar y luego volviendo con ropa y una toalla—Y bien ¿Cómo te fue?

-Bien—reclamo llorando.

-No estés triste, Ichigo. Todo mejorará.

-No veo cómo, Rukia. La única diferencia es esto—digo señalando los pechos—Lo odio, es un idiota—me seca el cabello ya que no haya las palabras adecuadas para consolarme.

 

¿Qué costaba que fuera un poco más alto? ¿O que le cuesta al estúpido de Grimmjow ser más bajito?

-Hola, mujer—saluda cuando llega 20 mins tarde.

-Tarde y todavía me dices de esa forma.

-Pensé que llegarías más tarde y me gusta decirte mujer.

-Entonces te diré idiota.

-Eso es más cruel—alega sin enojo.

-No, es lo que eres—regaño empezando a caminar hasta que me toma de la mano—¿Qué haces?

-¿Qué parece?

-Ni que fuéramos novios.

-Me gustaría—por un segundo se me para el corazón pero al siguiente me jala a su cuerpo e intenta besarme pero sólo lo logra en mi mejilla.

Vuelvo a abofetearlo con fuerza.

-¡Dolió!

-No seas aprovechado, entonces.

-No me gusta que me estén golpeando—sé que es verdad, puede escucharse en los tonos de su voz cuando es enserio una amenaza. Sin embargo con acercarme a besar su mejilla se relaja.

-Eres un simple. Aceptarías que te patee las bolas si así te las beso.

Sigo el camino y me alcanza al quedarse atrás.

-Eres una chica muy diferente.

-Lo soy—no tanto, puedo leer en sus ojos la destreza y maña de querer revolcarse conmigo hoy mismo y, sinceramente, no me molestaría. Pero no será así por un tiempo, quiero que esa luz sea amor y no únicamente lujuria.

Caminamos por el parque sin rumbo alguno, ignorando su mirada en mi falda corta y sus intenciones de sujetarme por la cintura. No le hablo aunque pregunte muchas cosas, demasiadas. Llegamos al jardín y ya está enojado de que vaya como si viniera sin nadie. Me volteo y le abrazo por el cuello. Reacciona lentamente, sujetándome por la cintura e intenta besarme pero me niego.

-¿Qué quieres entonces?

-Sólo abrazarte.

Acepta gustoso mientras observo los cabellos azules de su nuca, el olor a hombre y un cuello muy blanco me que atrevo a besar, luego lo lamo y chupeteo, sacándole algunos gemidos y ronroneos.

-¿Traes un cuchillo, Grimmjow?—cuestiono, a la vez reviso que seamos los únicos en esa zona del parque.

-No…

-¿Entonces que se me está clavando?—me burlo de su fácil erección.

-Debería joderte ahora mismo por lo que provocas—vuelvo a no hacerle caso y sigo en lo mío, dejando que sus manos aprieten mi trasero pero cuando pone una mano en mi seno me retiro bruscamente.

-No hagas eso.

No se disculpa por dejarle prendido.

-¿Quieres que te la chupe?

Otra vez tarda en contestar pero afirma con firmeza.

-Si me alcanzas—reto y él se enoja.

-¿Cómo quieres que corra por un parque público así?

-¿Te importa?

Se queda viendo el gran bulto en sus pantalones y luego me sonríe.

-La recompensa lo vale.

Admito que no pensé que aceptara así que escapo del lugar con sus pasos demasiado cerca y pronto me sostiene contra la cerca e besa mi mejilla porque otra vez no le permito uno en los labios.

-¿Dónde me lo quieres chupar? ¿Aquí o en mi casa?

-En tu casa.

Aun todo el taxi no parece bajar la erección y en cierta forma tengo la culpa por irlo provocando. Cuando llegamos a ese departamento me empuja dentro, a la cama y me niego a su tacto hasta que se desespera de mi frialdad.

-¡No te entiendo! ¡¿Qué te pasa?!

-No quiero.

-pero… ¿Cómo qué no?—voy a él y bajo su cierre hasta sacar su pene y moverlo en mis manos. Suspira de alivio.

-¿Dónde te quieres venir, Grimmjow?—le cuestionó mientras lo masturbo.

-Donde sea—gime a que le apreté la cabeza.

-Esa no es una respuesta—recrimino apretando sus testículos y haciéndole gritar.

-Está bien—se resigna—En tus pechos.

-No.

-¿Qué no es mi decisión?

-No.

-Por mí me vengo dentro tuyo— Dice con osadía.

-Te dije que no quería.

-Entonces en tu boca—dice ya sin erotismo sino como única opción. Me lo meto a la boca y por casi quince minutos no se viene y cuando lo hace me cuesta tragármelo. Queda cansado y se sienta en el borde de su cama, donde yo me subo en su miembro flácido y empiezo a moverme sugestivamente.

-¿No que no querías?

-Ahora sí.

Se preocupa de su pene gacho que no se levantará en unos minutos más, aprovechándome de eso me quito y abro la puerta.

-¡Espera! ¡Dame un minuto!—ruega patéticamente pero yo le sonrió con todo el amor que le tengo.

-Nos vemos mañana también.

-Sí…—dice confundido así que vuelvo a besarlo en la frente, la barbilla y el pene.

-Mujer—me dice antes de que cierre la puerta—Eres imposible.

Notas finales:

Gracias por leer.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).