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Corazón Delator por Nayen Lemunantu

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Notas del fanfic:

Esta historia se sitúa despues de terminada la primera temporada del anime, sin tomar en cuenta lo que ocurre en la segunda temporada. 

 

Declaracion: Inspirado en los personajes de Kuroko no Basuke pertenecientes a Tadatoshi Fujimaki, cuyas maravillosas personalidades dieron vida a esta historia.

 

 

 

Empiezo a comprender dijo el principito.

Hay una flor… Creo que me ha domesticado.

— El Principito —

 

 

CAPÍTULO 1 

¿Quién eres?

 

—Kise-kun, sonríe por favor.

El rubio ladeó la cabeza hacia la cámara y alzó con lentitud la mirada, de manera sensual, para mirar directamente el lente del fotógrafo y sonreír con sutileza.

—¡Perfecto!

La tediosa rutina de fotografías acostumbrada, lo aburría sobremanera. Comenzó siendo modelo porque le divertía, pero mucho tiempo atrás había perdido completamente el interés en ello. Ahora sólo hacía algunos trabajos, para ganar dinero y mantener su nivel de vida.

A pesar de ser un joven estudiante de preparatoria de tan sólo 16 años, Kise Ryouta vive solo y no depende de nadie para ello. Incluso puede darse el lujo de decir que le ha resultado bastante bien. Vive en un lujoso pent-house, dentro de un bario bastante exclusivo, su vida escolar pasa sin complicaciones y tiene chicas por montones.

Con todo eso, no es de sorprender que el chico sea un total despreocupado y que una gran alegría y optimismo inunde su vida.

Sin embargo… últimamente no se ha sentido nada feliz.

Desde el pasado partido jugado entre Kaijo y Touou, no ha podido sentirse en paz. La frustración y el dolor que sintió al perder, no sólo él en su duelo, sino también la derrota de su equipo, aún no había podido superarla. La verdad era que sentía una gran presión al saber que él era la esperanza de todo el equipo y les había fallado.

Él había perdido… Había perdido contra Aomine.

—¡Muy bien! Vamos a hacer un cambio de vestuario y aprovechen de retocar el maquillaje.

Kise suspiró cansado, pero su rostro aun reflejaba la hermosa sonrisa que le daba una jovialidad especial y que lograba animar a todos los presentes ahí. Después de todo, no podía ser tan egoísta y pensar sólo en sus problemas de adolescente, sin darse cuenta de todo lo que pasaba a su alrededor. Ya era medianoche y todo el equipo de trabajo que lo rodeaba, trabajaba incesantemente para lograr una buena sesión. Él no podía hacer menos.

—Kise-kun, por favor cierra los ojos mientras te retoco el maquillaje.

—¡Sí! —Kise trató de sonar lo más optimista posible.

La experimentada maquillista sujetó su lacio y sedoso cabello con varias pinzas y retocó con maestría el delicado rostro del joven. A la vez, los encargados del vestuario se preocuparon de elegirle el mejor atuendo, acorde con su figura y tras terminar el maquillaje se cambió de ropa, reanudando nuevamente la sesión fotográfica.

El flash se encendía encandilándolo, mientras el disparador de la cámara sonaba incesantemente, pero él posó como siempre, mostrando la enorme sonrisa que lo caracterizaba. Sus largas y oscuras pestañas, que enmarcaban sus ojos dorados, se movían con sensualidad, dándole un sinnúmero de expresiones diferentes a su mirada.

—Muy bien, esa fue la última foto ¡Excelente trabajo a todos! —por fin, pasadas las 1.una de la madrugada, la sesión había terminado.

Kise se dejó caer sobre una silla agotado y cerrando los ojos, dejó que las experimentadas manos de la maquillista, quitaran todos los residuos de su rostro. Se vistió con la ropa que usaba normalmente, unos jeans azules desteñidos y un polerón Adidas blanco y colgándose el bolso al hombro, salió del lugar despidiéndose con una gran sonrisa de todos.

Pasados más de treinta minutos, por fin llegó a su edificio. El taxi que tomó se había demorado más de lo normal, debido a un accidente en medio de una de las avenidas, por lo que tuvieron que tomar un rodeo. Kise apoyó todo el peso de su cuerpo en la pared lateral del ascensor y cerró los ojos, le escocían levemente y un sutil dolor de cabeza le invadía.

Tras unos cortos segundos, la puerta de elevador se abrió y el rubio deslizó la llave por la cerradura, entrando por fin a su departamento. La luz se encendió automáticamente cuando él abrió, depositó sus llaves en una fina mesita dispuesta contigua a la entrada, cerró la puerta y entró.

El espacio era amplio, demasiado amplio considerando que ahí sólo vivía él. El frío estilo minimalista del ambiente era equilibrado por los detalles agregados a la construcción, como un pedido especial del rubio, incorporándose materiales nobles al diseño: el piso de fina madera, detalles de madera y piedras en las paredes e incluso una pared viva, le daban un toque personal y de mayor vitalidad al ambiente.

Dejó caer el bolso sobre el sillón del living y se dirigió con paso cansino a la cocina. Abrió el refrigerador y sacó la leche, se sirvió un gran vaso del blanco líquido y se lo bebió de un sorbo. Dejó el vaso sucio sobre la mesa y se dirigió a su habitación.

Se quitó la ropa con lentitud, sin importarle si ésta caía desordenadamente al suelo y se puso el blanco y holgado pantalón de lino que usaba como pijama. Se dejó caer de espaldas sobre la amplia cama y cerró lentamente los ojos.

Se sentía cansado, físicamente… pero también mentalmente. La reciente derrota lo había afectado más de lo que esperaba y la gran cantidad de trabajo que hacía en el club, en la escuela y como modelo, no lo estaban ayudando a encontrar la paz que necesitaba.

¡Necesitaba un descanso! ¡Necesitaba un escape!

Lentamente deslizó su mano por su vientre desnudo hasta meterla dentro del pantalón del pijama y comenzó a masajear su miembro, que comenzaba a endurecerse paulatinamente. Empezó a recrear en su mente la imagen de una hermosa jovencita, una compañera modelo con quien había trabajado innumerables veces. Su blanca piel como la porcelana, contrastaba con lo intenso de su azabache cabello, que caía a ambos lados de su cabeza mientras gateaba por la cama hasta posicionarse sobre él. Ella estaba completamente desnuda y sus pequeños pechos caían justo frente a la dorada mirada del rubio.

hmm —Kise gimió suave mientras cerraba con mayor firmeza la mano sobre su miembro.

Lentamente, sin abrir los ojos y sin tener real consciencia de lo que hacía, dobló las piernas, abriéndolas levemente, mientras su mano libre se dirigió a su entrada, introduciendo uno de sus dedos. La sensación le resultó extraña en un primer momento, pero no le desagradó, por lo que comenzó a mover con suavidad el dedo en su interior.

—…ha —un fuerte jadeo salió ahora de su boca.

Todo cambió súbitamente… Kise abrió los ojos y quitó ambas manos de su cuerpo. Desapareció la delgada figura de la chica y sólo vio su habitación en penumbras.

Pero… de pronto, fue consciente de la presencia de alguien más ahí. No podía ver de quien se trataba, debido a la oscuridad reinante en el ambiente, sólo sintió cómo la imponente figura de un hombre lo tomó por la cintura y lo volteó intempestivamente, dejándolo boca abajo.

Un terror súbito lo inundó e intentó ponerse de pie, pero le fue imposible. El hombre sobre él lo aprisionaba, dejando caer todo su peso sobre su cuerpo. Vio cómo unos morenos y fuertes brazos se afirmaban en la cama a ambos lados de su cabeza, sintió el sudor en el cuerpo del hombre sobre él y sintió lo ardiente de su boca cuando lo besó en el cuello.

Lentamente se fue dando cuenta que se trababa de un joven. Era muy alto y su cuerpo bronceado, trabajado con rigurosidad, demarcaba cada músculo, demostrando la fuerza inmensa que poseía. El musculoso brazo recorrió con fuerza desde la base de su nuca por toda la espalda, hasta llegar a sus glúteos e imprudentemente se introdujo en su entrada.

HA —un fuerte gemido salió de su boca al sentir la brusquedad de la mano ajena dentro de su cuerpo.

El joven comenzó a penetrarlo con fiereza, usando tan solo uno de sus dedos mientras hundía su nariz en el rubio cabello, aspirando el dulce olor a miel que emanaba de éste y realizaba sensuales movimientos pélvicos sobre su cuerpo.

Él dejó de luchar para liberarse y se dejó llevar. El rítmico movimiento marcado por esa mano lo estaba volviendo loco. Sentía cómo el dedo entraba y salía de él con rapidez y firmeza, provocándole un cosquilleo. Comenzó a mover sus caderas al compás de la mano, pidiendo con este movimiento, más de ese dulce dolor y como respuesta, el joven incrementó increíblemente la intensidad del movimiento. Una corriente eléctrica recorrió toda su espalda, erizando su piel, haciendo que acabara con un gemido grave.

aahh

Abrió los ojos sobresaltado y vio el techo de su habitación.

¿Qué rayos estaba pasando? Levantó su mano derecha y vio el blanquecino y espeso líquido en ella, dándole una clara idea de lo que había ocurrido. Pero… ¿Qué clase de fantasía había sido esa? Había tenido una fantasía involuntaria dentro de una fantasía deliberada. Pero… ¿Podía su mente jugarle esos sucios trucos? ¿Acaso eso era posible? Y lo más inquietante aún ¿Por qué había fantaseado con un hombre? Él estaba más que seguro que le gustaban las mujeres, por lo que no entendía qué significaba este –literal- sueño despierto. Ni mucho menos sabía quién diablos era ese joven. Se parecía a… No. Eso no podía ser ¡No podía ser él!

Kise se incorporó sobre la cama abriendo los ojos con impresión, asustado –Dios… en serio necesito un descanso-

Se puso de pie y se metió a la ducha, sintiéndose terriblemente culpable por lo que acaba de hacer. Sentía asco y vergüenza de sí mismo.

La tibia agua caía por su cuerpo, lavándole todas las impurezas. Pero esto no importaba… él se sentía sucio por dentro. Con un movimiento imprudente, abrió la llave del agua fría y el helado líquido cayó sobre su cuerpo estremeciéndolo, no era que quería desarrollar su lado masoquista, pero necesitaba que su cuerpo y su cabeza se enfriaran.

Salió tiritando de la ducha y se arropó con una blanca toalla, comenzó a secarse el cuerpo con la mirada levemente perdida, se dirigió al enorme armario y volvió a sacar un pijama. Y aunque sentía cierta reticencia, se volvió a meter a la cama, tapándose hasta el cuello con las cobijas, acurrucándose en posición fetal.

Comenzaba a cerrar los ojos, conciliando el sueño por fin, cuando oyó el sonido del timbre. Trató de ignorar el sonido, pensando que sólo se trataba de un sueño, después de todo, quien vendría a tocarle la puerta a las tres de la mañana, pero el insistente sonido del timbre hizo que abriera los ojos nuevamente, despertando por completo.

Se dirigió arrastrando los pies hasta la puerta de entrada, para abrirla sin tomar ningún tipo de resguardo y ver de pie frente a su puerta a Aomine Daiki.

—¿Aominecchi? —Kise abrió enorme los ojos.

—Hola Kise. ¿Me puedo quedar en tu casa? —la pregunta estaba totalmente de más, pues Aomine entró como si nada al departamento del rubio, sin esperar una respuesta.

—¿Eh? —Frente a la mirada atónita de Kise, el moreno entró y se dejó caer pesadamente en el sillón de su living—. ¡Oye, espera! ¿Qué significa todo esto?

—¿Ah? Nada —Aomine comentó con una despreocupación total mientras se recostaba en el sillón—. Pelee con mi papá así que me fui de mi casa.

Kise, que no acababa de entender lo que pasaba, cerró la puerta maquinalmente y se dirigió luego al living, para mirar de frente al muchacho moreno recostado cómodamente en su sillón y encararlo.

—¡¿Y por qué has venido aquí?! —En la voz de Kise había una mezcla de enfado, indignación e incredulidad—. No te das cuenta que tú eres la última persona que desearía tener en mi casa.

—Porque eres el único amigo que tengo con casa propia —Aomine habló como si esto fuera lo más obvio en el mundo.

El rubio se dejó caer en el sillón de enfrente totalmente agotado y se llevó ambas manos a la cabeza, mientras comenzaba a hablar para sí mismo haciendo infantiles pucheros.

—No… no… ¿Por qué?

—Oye, ¿tanto te desagrado? —Aomine se incorporó en el sillón y lo miró directamente a los ojos.

—¡Sí! —Kise gritó convencido, sosteniéndole la mirada.

—¡Pues qué pena! —Aomine se cruzó de brazos, se volvió a recostar en el sillón y cerró los ojos—. Porque de aquí no me voy.

—¿Qué crees qué haces?

—Dormir. ¿Tienes idea de qué hora es? —respondió monótonamente.

—¡Eso te lo debería preguntar yo a ti! —Kise se puso de pie enfadado, pero al ver que el otro muchacho no le hacía ni el más mínimo caso, suspiró resignado y habló con desgano— Ven, es mejor que te quedes en la habitación de huéspedes.

—¿Tienes habitación de huéspedes? —el moreno volvió a abrir los ojos y habló sorprendido, mientras se ponía de pie para seguir al rubio tomando su bolso.

—¡Claro que sí!

—¡Este lugar es enorme! No puedo creer que vivas aquí solo —Aomine se metió a la habitación de huéspedes y la miró con detención.

—Muy bien, que pases buena noche Aominecchi —Kise se despidió antes de cerrar la puerta y salir.

Se dirigió a su habitación y se dejó caer con pesadez sobre la cama boca abajo, mientras volvía a hacer pucheros inconscientemente ¡No entendía qué estaba haciendo ese sujeto ahí! Es verdad que ellos habían sido amigos, de hecho fue el propio Aomine quien lo impulsó a jugar basketball e incluso fue su modelo a seguir durante tres años, pero de eso ya había pasado mucho y la amistad que una vez fue, se había ido apagando con el tiempo. Ahora no eran más que rivales… ¿o no?

—¡Arg! —se dio vuelta molesto y se tapó con las cobijas.

Lo peor era la fantasía inconsciente que acaba de tener y que no se podía sacar de la mente. Kise nunca lo admitiría, pero el joven de aquella fantasía sexual no era otro más que el moreno que ahora dormía en la habitación contigua. Suspiró resignado y se volvió a acomodar en posición fetal para cerrar los ojos con lentitud y finalmente quedarse dormido. 

 

 

Notas finales:

Gracias a quienes leen y comentan. 


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