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Buscando la Luz en la Oscuridad por angiell

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Notas del fanfic:

Bueno aqui me tienen con un nuevo trabajo. Quiero decirles que en esta historia veremos altos contenidos de violencia.

Tambien habrà M-PREG

Y los personajes tendràn OoC

Todo lo que escribo viene de mi cabeza y nada  tiene que ver con la realidad. 

 

Si no te gusta la tematica de la historia eres libre de NO leerla.

 

Espero y sea de su agrado.

Notas del capitulo:

Bien pues una vez hechas las advertencias y el hecho de que esten aqui pues solo me queda decirles...

 

Disfruten el primer capìtulo, que este fanfic va para largo...

Capítulo 1.- El Jefe

 

La noche se alzaba orgullosa con la luna llena brillando en esplendor, se mostraba majestuosa y al mismo tiempo era testigo de la enorme pelea que se llevaba a cabo en un callejón de la cuidad de Tokio.

El hombre de cabellos castaños golpeaba a un señor más alto que el, de cabellera negra y mirada llena de dolor. La ceja del pelinegro estaba abierta y brotaba sangre de esta, cayendo hasta su ojo derecho e impidiéndole la vista. Se dobló al sentir como el puño del castaño se encajaba en su abdomen, se contrajo al sentir como esta vez era la rodilla del mas bajo la que se hundía en sus costillas. El castaño lo tomó del cabello y lo hincó, alzó la cabeza de este halando de su cabello, llena de moretones y sangre, el pelinegro le veía con dolor y miedo.

 

-          Te lo repetiré de nuevo… Mi dinero –el castaño le vio con una mirada cargada de amenazas, haciéndole saber que no estaba de broma

-          Le digo… que en es…te momento… no tengo –respondió jadeante y atemorizado el pelinegro

-          Y yo te digo que me importa muy poco, si sabes que no tienes  para mantener un vicio mejor déjalo–el castaño volvió a pegar un fuerte puñetazo en el estomago del pelinegro, haciéndolo escupir sangre –tienes 48 horas para pagarme o regresaré y esta vez no será para hablar

-          Si… señor

 

El castaño soltó la cabellera pelinegra y vio como el hombre caía al suelo quejándose de dolor. Bufó molesto, en verdad odiaba tener que recordarles a sus clientes las pagas, odiaba tener que usar ese tipo de métodos para imponer su voluntad; pero el sabia que esa era la única forma de ganarse el respeto de todos esos adictos-buenos-para-nada.

Salió del callejón y se dirigió camino a casa, con su familia. Ya no recordaba en qué momento se había inmiscuido en ese mundo, solo era consciente de que a sus 17 años de edad ya era conocido en los bajos mundos de la cuidad como El Jefe, un hombre que traficaba droga

**

 

-          Estoy en casa! –anuncio sonriente el chico de cabellos castaños. Entró en la estancia y ahí estaba su hermana viéndolo con reproche. Una mujer alta de cabellos negros y ojos color miel; su edad mostraba no más de 22 años.

-          Otra vez… -dijo molesta al ver como unos rasguños se veían en su rostro y de su labio brotaba un poco de sangre

-          No es para tanto, solo son unos rasguños. El muy imbécil quiso pelear al inicio pero terminó peor –el chico de cabellos castaños se sentó en el sofá y vio como su hermana se dirigía al cuarto de baño y de la misma forma regresaba con el botiquín de emergencias en manos

-          Terminó peor, terminó peor –repitió la mujer con voz cargada de ironía y molestia –Zen deberías de dejar ese tipo de trabajos y concentrarte solamente en la escuela –dijo con algo de suplica –sabes que no me gusta lo que haces, esta es la tercera vez en el mes que compro alcohol para sanar tus heridas pero tú sigues metiéndote en peleas y vendiendo esas cosas –la mirada de la chica se mostró dolida y la preocupación se obvió en cada palabra pronunciada

-          Hotaru-neesan no pienso dejarlo, por la escuela no te preocupes en un par de meses me voy a graduar y sabes que soy el mejor de la clase –dijo Zen, de sus labios escapó un gemido de dolor al sentir como su hermana oprimía la herida de su labio con un algodón lleno de alcohol

-          Por eso mismo Zen, déjalo, estudia una carrera y conviértete en un hombre de bien –pidió con súplica la pelinegra

-          No lo haré, me gusta lo que hago y no pienso dejarlo. Si no te gusta simplemente no te inmiscuyas en mis asuntos  

-          Kirishima Zen, si te estoy diciendo esto es porque aun estas a tiempo de dejarlo; tanto tu como yo sabemos que fue lo que mató a nuestros padres y tú te estás metiendo en el mismo mundo. Sabes bien que es muy difícil salir de eso, te lo pido por favor… déjalo, aun estas a tiempo, no es necesario que sigas los pasos de nuestros padres –pidió la mayor

-          Ya te dije que no lo haré, tampoco me daré el lujo de terminar como papá –Zen se levantó del sofá molesto, caminó hasta su habitación y antes de cerrarla escuchó el grito de su hermana

-          MUY BIEN, HAZ LO QUE QUIERAS… PERO TE ASEGURO QUE ALGUN DÍA DESEARÀS DEJARLO Y TE SERÀ IMPOSIBLE, ESCUCHA BIEN MIS PALABRAS ZEN… PORQUE SABES QUE JAMAS ME EQUIVOCO

-          Pues esta vez te equivocarás –cerró la puerta de su habitación y tomó su teléfono para hacer algunas llamadas

 

Que errado estaba Zen al decir que su hermana no se equivocaba. 

 

 

 

Sus días en la escuela eran metódicos e incluso rutinarios. Desde llegar a clases hasta arreglar negocios cuando sus compañeros querían un poco de “diversión”. Los maestros estaba al tanto de su trabajo, pero poco podían hacer si el tenia dinero para mantenerlo callados, los alumnos por su lado no decían nada pues les beneficiaba el que él estudiara ahí. Lo único por lo que seguía asistiendo al colegio, a pesar de tener las asignaturas aprobadas, era la linda chica de un curso inferior.

 

Esa muchachita, tímida pero amable y dulce. Siempre le acompañaba y, aunque no estaba de acuerdo con su trabajo, lo quería y aceptaba como era. Sin duda alguna esa linda mujer de cabellos negros y ojos castaños era un sueño, un sueño que él había tomado como suyo un par de años después convirtiéndola en su esposa.

Cuando en un inicio sus trabajos se limitaban a la ciudad donde vivían, vendiendo solo droga, al pasar de los años se había ido expandiendo, llegando a ser así uno de los hombres más buscados de todo Japón.

Su hermana Hotaru había salido del país una vez hubo contraído nupcias con un famoso abogado. Ella jamás había estado de acuerdo con el trabajo del menor de los Kirishima, pero poco podía hacer si su hermano estaba poniendo el mundo bajo sus propios pies, alzándose entre los mejores clanes de renombre. Así, resignada, le deseó lo mejor; no sin antes recordarle aquellas palabras que le hubiese dedicado en aquella noche donde todo se había dado por zanjado.

Cuando ya tenía 20 años y uno de casado con aquella hermosa mujer, el ya no trabaja solo y mucho menos era solo “El Jefe”, ahora él seguía siendo el jefe pero de uno los más temidos clanes del país...

Ginkgo biloba, ese era el nombre del clan, pues así como el árbol sagrado, Zen planeaba llevar a su clan hasta lo más alto y no permitiría que este callera ante cualquier adversidad, del mismo modo que ese misterioso árbol el sobresaldría de entre todos y no se permitiría vencer por cualquier cosa.

Debido a su fama  decidió comprar un templo abandonado; el cual con amplios jardines y la comodidad del interior de las habitaciones pero lo que más le había convencido a Zen de comprar ese templo fue que en la parte principal se alzaba glorioso un árbol Ginkgo biloba, por esto… se volvió ideal. Ese templo se convirtió en la casa para la familia de Ginkgo biloba. Tenía hombres de confianza, hombres quienes le habían jurado lealtad al haber obtenido algún enorme beneficio por él, pues si había algo que reconocer era que Zen era un hombre amable y considerado, en parte se debía agradecer a la amable esposa que tenia…

La Gran Casa, como llamaban al templo, se convirtió en una fortaleza, los muros fronterizos con el exterior subieron dos metros más  y aun por sobre esto una cerca eléctrica de tres metros de alto. En el mismo bosque se habían colocado cámaras de seguridad en puntos clave. La misma entrada donde antes a penas había un pequeño cancel ahora se alzaba un imponente portón color negro y por detrás de este una cabina de seguridad donde un par de guardias vigilaban de sol a sol. Y, aunque la casa ahora era una fortaleza, estaba llena de calidez y luz; todo gracias a la esposa de Zen. Ella se había encargado de colocar los jardines más hermosos alrededor de la casa principal y dirigió a algunos trabajadores para encargarse de cada pequeño rincón de aquel enorme lugar, los subordinados del Jefe; a pesar de ser criminales; le tenían gran afecto a aquella hermosa mujer de cabellos color ébano y ojos castaños, por lo cual no escatimaban en lo referente a cuidar de ella.

Tres  años después esa dulce mujer le dio la mayor noticia al gran Kirishima sobre ser padre, si antes era feliz, ahora eso no era comparación. La sonrisa en su rosto se amplió y su corazón se ablandó un poco, y el no era el único que disfrutaba de la nueva vida que se veía próxima, el sabia que la seguridad con su esposa debía aumentar para evitar ataques enemigos, por lo que, tomando a sus hombres de mayor confianza se encargaban de cuidar a la mujer  ante su ausencia; estos hombres y trabajadores de la Gran Mansión esperaban anhelante la llegada del nuevo miembro de la familia. 

A los 24 años de edad Kirishima Zen lloró de alegría al tener a una pequeña niña entre sus brazos. Hiyori, nombre elegido por su madre y  aceptado gustoso por su padre. La seguridad aumentó y la pequeña creció entre aquel mundo, siendo protegida por su padre y amada por su madre; Zen solo vivía por sus dos mujeres. Entre disputas por el poder y grandes peleas contra distintos clanes, la fama de Zen creció pero el gobierno poco podía hacer si recibía cuantiosas sumas de dinero para mantener silencio.

Con la fama y crecimiento del clan, también llegaron los enemigos, múltiples clanes que deseaban destruir al jefe y su imperio, ellos sabían que si no detenían a ese clan pronto se volvería su perdición, trataban de distintas formas de destruirlo. Así fue como a los 29 años de edad Kirishima Zen enviudó, un clan resentido mandó un ataque a la señora Kirishima, de la guardia que le acompañaba solo sobrevivió uno, siendo hospitalizado en gravedad. Pidió disculpas a Kirishima y este las aceptó con la condición de que le diese venganza; pues eso era lo único para lo que había cabida en el corazón de Zen. Con ello en mente la venganza se completó, mansiones, casas de apuesta y burdeles cayeron ante las llamas de la venganza. Esa noche el cielo se tiñó de naranja por las llamas que quemaron hasta el último atisbo de aquel clan, de ello solo quedaron cenizas y el fuerte temor de otros clanes hacia Kirishima.

Siendo padre soltero de una niña de cinco años Kirishima se dedicó a su hija, volviéndola la persona más importante en su vida, por lo que se ocupó de alzar el clan por sobre todos y de que para él solo hubiese temor; si era temido nadie se acercaría, eso impediría que lastimaran  aquellos que aun tenía…

Para cuando se pequeña niña tenía ocho años de edad, una noche dentro de su fortaleza conoció a quien pronto se convertiría en alguien indispensable en su vida.

Esa noche el dormía plácidamente en su cama, y como se había vuelto costumbre con un arma en su buró, el cual se encontraba justo al lado de su cama. Como cada noche el salió a dar un vistazo a su pequeña hija, tomó el arma en manos y salió de su habitación. Caminó a través del pasillo y al llegar al otro lado de este, donde yacía la recámara de su pequeña castaña. Grande sorpresa se llevó al ver la puerta abierta y dentro de la habitación a un hombre alto, aunque no tanto como él, apuntando a su hija con arma, por el diseño pudo deducir que esta no tendría más de seis tiros.

-          ¿Piensas  matarme? –preguntó el hombre quien aún seguía de espaldas a él, de modo que solo podía vislumbrar su espalda por medio del reflejo de la luna

-          No lo haré –respondió el castaño con serenidad, manteniéndose recargado en el marco de la puerta

-          ¿Por qué?

-          Mis guardias hacen sus rondas durante la  noche, y hay un determinado tiempo donde este pasillo queda vacio durante diez minutos. Momento en el que yo despierto y vengo a ver mi hija –Kirishima comenzó a caminar hacia la cama de Hiyo y siguió hablando –yo tardó alrededor de tres minutos en llegar desde mi habitación hasta aquí y cuando llegué tu ya estabas parado justo aquí –Kirishima se paró al lado de la cama justo a unos centímetros del cuerpo ajeno –la cama esta despegada a la ventana, eso quiere decir que ya llevas aquí mínimo tres minutos, no te llevaría más de un minuto disparar y salir de aquí –Kirishima estiró su mano y le quitó el arma al hombre, este no se opuso, muy por el contrario cedió el arma fácilmente  -no eres capaz de dañarla, es por eso que no te mataré, si hubieses querido hacerlo ya no estarías aquí viéndola    

-          ¿Qué es lo que harás? –quiso saber el hombre

-          Quiero que me digas quien te envió y donde lo puedo encontrar –la voz de Kirishima salió grave y decidida

-          No puedo –respondió en casi un susurro el hombre

-          ¿Tan grande es tu lealtad por tu jefe? Sabes bien que si no me dices lo que quiero te mataré –Kirishima apartó la mirada de su pequeña  y fijó sus ojos en los ajenos, viendo así unos hermosos ojos azul cielo

-          No es eso, muy por el contrario, sería un gran beneficio si el muere pero no tengo más opción que serle fiel –respondió el ojiazul

-          Vamos a mi despacho –ordenó Kirishima   y el ojiazul le siguió 

 

**

 

Una vez en el estudio, Kirishima tomó asiento en la silla detrás del escritorio y del mismo modo indico al ojiazul hacerlo. Ambos estaban sentados pero ninguno decía nada. Zen por su lado veía con algo de gracia como es que aquel hombre de ojos azules se removía nervioso en la silla.

 

-          ¿El tiene algo que es tuyo? –preguntó Zen iniciando la conversación

-          No exactamente

-          ¿Alguien? – el ojiazul alzó su mirada rápidamente, mostrando la sorpresa en su rostro

-          ¿Cómo…?

-          ¿Cómo lo sé? –el hombre asintió y el solo le sonrió - ¿Te olvidas quién soy?  Puedo deducirlo fácilmente, dime donde está tu jefe y yo me encargaré del resto, lo quiero solo a él y no tengo inconveniente en traerte a la persona que te hayan quitado

-          ¿Por qué habría de creerte?

-          Porque bien pude haberte matado en el momento que te vi en la habitación de mi hija, sin embargo te tengo aquí, en mi estudio hablando y dándote la oportunidad de recuperar a aquella persona –respondió tranquilamente Zen

-          ¿Qué es lo que me pedirás a cambio? –preguntó con firmeza el hombre

-          Antes que hablemos sobre ello dime a quien debo recuperar y donde encuentro lo que busco –Kirishima sonreía con algo de burla y tranquilidad, haciendo que su acompañante se molestase

-          Es mi hermano, Yoshino Chiaki, quien me envió es el clan “Hanabusa”. Se encuentran en la casa de apuestas del norte de la ciudad, supongo que no es necesario que te diga el nombre del líder del clan, ¿cierto?

-          Así es, por cierto si voy a hacer un trato contigo, debo saber tu nombre

-          Yokozawa Takafumi –respondió pero al ver la incredulidad en el rostro del castaño preguntó-¿Qué sucede?

-          No sabía que “el asesino de la noche”  tenía un hermano, pero tienen apellidos diferentes – “El Asesino de la Noche” era un hombre famoso, solía trabajar para  cualquiera que le pagase y el hacia trabajos perfectos, jamás había fallado en un solo trabajo, hasta esa noche donde vio a la pequeña castaña dormir

-          Lo cambié hace años, precisamente porque no quería que  mi familia se viera involucrada, pero ese tipo lo descubrió y tomó a mi hermano para chantajearme

-          Bien en ese caso ya sé cómo me pagarás –Yokozawa alzó una ceja con algo de sorpresa y mirando al castaño, demostrando su duda –te volverás mi sombra, a donde sea que yo vaya tu irás, donde yo me mueva tú te moverás y donde yo caiga tu caerás. El Asesino de la Noche… me pertenecerá ¿Estás de acuerdo con ello?

-          ¿Juras la seguridad de mi hermano? –el castaño asintió mientras le sonreía –en ese caso a partir de este momento el asesino de la noche es todo tuyo

 

En ese momento Kirishima Zen obtuvo al Asesino de la Noche pero lo que él quería era a Yokozawa Takafumi, no entendía el porqué pero ese hombre le atraía, solo por eso había perdonado su vida, solo por ello le había propuesto recuperar algo que no era de su incumbencia porque a  él no le importaba el clan “Hanabusa” le era indiferente, solo por esa enorme atracción había condenado la vida de muchas personas…

 

 

-          Takano, te tengo un nuevo trabajo –dijo Kirishima al ver entrar a su más fiel y eficaz hombre

-          ¿Quién y donde?

-          ¿Directo al grano, eh? –Kirishima sonrió y le tendió una carpeta de color beige. La revisó con rapidez y luego sonrió

-          Hanabusa… es algo simple –dijo con burla Takano. Ese era un trabajo que podría hacer con facilidad

-          Lo que necesites, pídeselo a Kisa

 

Después de tres días de preparativos el clan Hanabusa cayó. Takano Masamune había destruido un clan en tan solo una noche. Bajo órdenes estrictas el mismo escoltó al hermano menor del Takafumi y con esto cumplido Yoshino Chiaki comenzó a vivir bajo el mismo techo que su hermano. Este le contó lo que hacía y como es que a partir de ese momento pertenecía al clan Ginkgo biloba, Chiaki se negó a abandonar a su hermano por lo que se aceptó la propuesta de Kirishima acerca de vivir con ellos en La Gran Mansión.

 

 

Tres años después Kirishima ya no era solo dueño de El Asesino de la Noche;  también tomó como esposo a Yokozawa Takafumi. Jamás olvidaría la primera vez que lo hizo suyo, los suaves besos que esparció por todo su cuerpo, los gemidos que escuchó cuando le brindaba placer y más aun el Nirvana que sintió al penetrarlo y marcarlo como suyo al llenarlo con su esencia. Sus esfuerzos habían valido la pena y consiguió enamorar a uno de los hombres más peligrosos del bajo mundo, ese hombre se había vuelto no solo importante para el sino también para su hija quien ahora gozaba de once años de vida…

 

-          Estamos en casa! –gritó una vocecilla y el castaño sonrió al reconocerla como la de su hija

-          Bienvenidos ¿Cómo te fue en la escuela? –preguntó Zen. Había inscrito a su hija  a una de las escuelas privadas más seguras de todo el país

-          Bien. Onii-chan tiene mis resultados de los exámenes –dijo contenta Hiyo. Kirishima dirigió su mirada donde su esposo y este le sonrió

-          Le fue bien –dicho esto entregó al castaño la boleta con los resultados

-          Mas qué bien! –exclamó al ver que si hija había obtenido el primer lugar como la mejor de la clase

 

Kirishima tomó en brazos a sus pequeños cuando un enorme estruendo los puso alerta y seguido de esto el teléfono de Zen comenzó a sonar -¿Qué demonios está pasando!?... ¿Un ataque?... mierda! Si encárgate de ello en lo que yo llego –Kirishima terminó la llamada y después fijó su mirada en su hija y después en su esposo

-          Nos están atacando desde la entrada principal –dijo el castaño ante la mirada confusa de Takafumi. Este solo asintió y tomó la mano de Hiyo

-          Yo me encargo de ella –Zen asintió, en los últimos años cada que sucedía un ataque Yokozawa Takafumi se convertía en el asesino de la noche solo para proteger a la pequeña Hiyo

-          No los dejaremos entrar –Zen le sonrió a Hiyo y le dijo: -nena tengo algo que hacer, pórtate bien y haz caso a lo que te diga Takafumi

-          Sip! –la niña asintió sin entender muy bien

-          Cuídate –pidió Yokozawa al ver que el castaño se dirigía a la salida

-          Por supuesto. No te desharás de mi tan fácilmente –Zen besó rápidamente los labios del peliazul y después salió de la casa

 

Al llegar a la entrada principal vio una escena muy común para él. Hombres disparando, luchando cuerpo a cuerpo, autos blindados con hombres cubiertos detrás de estos y cargando sus armas. Zen suspiró con cansancio y cargó su arma; su hermana tenía razón, a sus 35 años de edad y con la fama que poseía ya no podía salir, al menos no vivo, de ese mundo. Y justamente eso era lo que más deseaba… 

Notas finales:

¿Y, que tal?

 

Bien aqui les dejo un poco de Kirishima, en el pròximo veremos a Takano.

 

Espero les haya gustado y me dejen su opinion en sus reviews.

 

Hasta la pròxima semana!!

 

ok

 

 

bye,bye


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