El día había llegado a su fin, su niño estaba en la cama acostado y recién dormido, no había espectáculo mayor que ver la cara del joven conde dormida, le devolvía la inocencia a ese rostro el cual había perdido todo pocos años atrás cuando le llamo desesperadamente de esa situación que tanto dolor causaba el menor y era entendible, había sufrido mucho a pesar de su corta edad, aunque eso no le restaba belleza a su joven amo, más bien se la sumaba, un muchacho bello y frio, distante con los demás… simplemente hermoso.
Sebastian suspiró y sin pensarlo dos veces se sentó al lado del cuerpo del menor, quería sentir su joven cuerpo cerca del de él, no podía negarlo, se sentía atraído hacía ese niño a pesar de que en ocasiones le sacara de quicio, pero él era el único capaz de hacerlo, y también de hacerle sentir otras cosas. Acerco su mano a la cara del menor y le acarició, podía sentir la suave piel de este, el pelo del menor estaba desorganizado y se esparcía por la almohada y su cara, así que le aparto unos cuantos mechones para poder apreciar más aún su belleza, sin saber que estaba haciendo Sebastian se acercó a esa cara y la besó en la mejilla. El menor debió de sentir algo ya que movió su cuerpo un poco y frunció el ceño.
Sebastian asustado de que el menor le descubriera se apartó rápidamente, ahora se encontraba de pie al lado de la cama de Ciel, le miró una última vez, el deseo se veía reflejado en su cara… y no podía permitirse cumplir sus fantasías con aquel niño, por lo menos no hasta que terminara el contrato, así que abandonó el cuarto de lo que puede ser su primer amor…
Horas más tardes Sebastian seguía pensando en su pequeño conde, no sabía cómo abordar el tema, estaba tentado de decirle algo, pero eso provocaría el rechazo del menor, o quizá obligarle….pero eso provocaría un rechazo aún mayor por parte del menor hacía él…
En la oscuridad de la noche y a solas en su habitación Sebastian se imaginaba de todo, sabía que en una de las habitaciones de arriba estaba su indefenso joven y que cualquiera podría mirarle y tocarle… y que ese podría ser él. Se imagino entrando en esa habitación y en su mente abusaba de su querido Ciel… pero había un sentimiento que le decía que no debería hacer esto ya que Ciel le odiaría y él no quería eso, quería que ese niño se muriera por él, que no quisiera estar con nadie más que él, que sólo le besara a él, todo con él…
Sebastian sabía que había maneras de acabar con esa sensación de deseo que le recorría el cuerpo, nadie le vería, ni sabría de esto, se tendría que conformar con eso hasta que encontrara una solución o se declarara cosa que veía improbable, Sebastian se encontraba recostado contra la pared, llevo una de sus manos al interior de su pantalón…. Sorprendiéndose así mismo ya que no esperaba que estuviera tan… tan ansioso ni tan caliente. Su miembro estaba pidiendo a gritos que le liberaran de aquel tormento…
-¡Ahhhhh! Un grito rompe el silencio de la noche.
Es el joven amo el que grita, Sebastian no duda ni un segundo, sale corriendo hacía su habitación sin reparar en su aspecto precisamente el de sus pantalones. Llega rápidamente a la habitación de su amo y al abrir las puertas se encuentra una situación de lo más inesperada.
Encima de su amo se encuentra Undertaker, colocado de tal manera que es imposible que el menor se mueva.
-¡Quita de encima! ¡Undertaker! Gritaba Ciel con cara de enojo.
-Jijijiji no quiero y no puede obligarme, no hasta que me de lo que quiero.
Sebastian tenía la cara desencajada por la sorpresa, justo se había imaginado así con Ciel minutos atrás y ahora tenía a ese maldito cumpliendo uno de sus pensamientos y deseos, esto no iba a quedar así pensó Sebastian.
-Déjale en paz le dijo Sebastian a Undertaker con cara de enojo, una cara que asustaría a cualquiera.
Undertaker ni se molestó en mirarle, simplemente se limito a reír y a seguir mirando fijamente a Ciel, el cual seguía haciendo intentos desesperados por salir de debajo del enterrador.
-Haz caso a Sebastian y márchate antes de que lo lamentes.
-Joven conde, cuando te pones así me excitas aún más, pero como ya he dicho antes, no me iré hasta que me des lo que quiero.
-Lo que quieres es largarte y rápido dijo Sebastian con un tono fuera de lo normal, casi hasta nervioso, lo que provoco que la mirada del menor fuera a parar sobre su mayordomo.
-Sebastian… te noto nervioso dijo sonriendo malévolamente.
Maldito crio pensó Sebastian, esa sonrisa no le indicaba nada bueno.
Undertaker apartó la mirada por un momento del menor para mirar también a Sebastian pero su mirada fue directa a los pantalones del mayordomo.
-Jejejejej parece que te lo estabas pasando bien… ¿Por qué no vuelves abajo y continúas con lo que estabas haciendo y así me dejas a mi hacerlo tranquilamente con el conde?
Ciel no entendía a que se refería exactamente Undertaker ya que el joven todavía no había reparado en cómo estaba el traje de Sebastian.
-¡Parad los dos! Marcharos y dejarme sólo.
-¡No! Contestaron los dos a la vez mientras sus miradas se volvían hacía el menor.
Ciel seguía mirando a Sebastian pensando cómo podría molestarle ya que la reacción que había tenido antes le había sorprendido, pero primero tendría que conseguir que Undertaker se marchara.
-Undertaker que es lo que quieres… preguntó Ciel resignado.
-¿No está claro conde? Lo que quiero es a usted…
-Jajajajaja la risa del pequeño inundo la sala, por favor ¿Podrías repetirlo?
-Te amo y te quiero a ti.
-JAJAJAJA ¿Sebastian escuchaste eso? Undertaker desde luego tienes un humor extraño, pero ahora por favor te pediría que te levantaras, me dejaras poder moverme y que luego te marcharas.
-El joven señor tiene razón comentó Sebastian con cierto alivio en la voz.
Undertaker seguía mirando al joven conde el cual se empezaba a sentir incomodo por esas miradas, Ciel se había tomado a broma el comentario de Undertaker, a pesar de que este iba muy en serio…
-Ciel te noto un poco tenso, ¿Quieres que te ayude a relajarte? Murmuró Undertaker el cual se acercó al rostro del joven conde, lamiéndole ese pequeño cuello.
El pequeño Conde puso cara de aterrado.
-Vamos Undertaker, déjate de juegos…. Susurro Ciel.
-Para mí no es ningún juego… las manos de Undertaker se situaron con delicadeza en la cara de Ciel, Undertaker se agachó un poco más y besó a Ciel.
El joven conde tenía los ojos abiertos, intentaba zafarse de Undertaker pero este pesaba demasiado… Ciel miró a Sebastian el cual se encontraba con la boca entreabierta y pálido, ¿Por qué demonios no reaccionaba? ¡No veía lo que le estaban haciendo!
Se estaba quedando sin aire, hasta ahora había tenido los labios fuertemente apretados pero no podía aguantarlo más, necesitaba aire así que abrió los labios y por un instante pudo tomar aire antes de que la lengua de Undertaker entrara en su boca…retorciéndose dentro de esta y compartiendo saliva. Ciel seguía intentando resistirse, quería correr, salir de ahí, no quería que nadie volviera a abusar de él… Buscó a su mayordomo con la mirada, el cual no estaba donde supuestamente había estado los últimos minutos.
Ciel sintió que el peso de Undertaker desaparecía y como el beso fue cortado abruptamente, el joven conde al poder moverse, se recostó en la cama, y en su campo de visión apareció Sebastian el cual estaba mirando fijamente a Undertaker a través de la ventana del cuarto de Ciel, ya que Sebastian había conseguido que se marchara, Ciel ni siquiera se había enterado como había ocurrido, ni tampoco quería, sabía que su mayordomo era un demonio y que podía actuar a una velocidad fuera de lo normal…
En ese momento Sebastian dejó de mirar por la ventana y miró a Ciel….
-Lo siento fue lo único que dijo.