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La timidez viene en diferentes envases por samuesselmo

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Notas del fanfic:

 Buenas a todos! Les traigo un One Shot de ésta pareja que realmente me impulsó a escribir más de ellos. La primera vez fue en "El Rey y su perro"

 Espero les den una oportunidad. Los dos (desde mi punto de vista) hacen una pareja muy linda.

 

Notas del capitulo:

Buenas a todos! Les traigo un One Shot de ésta pareja que realmente me impulsó a escribir más de ellos. La primera vez fue en "El Rey y su perro"

 Espero les den una oportunidad. Los dos (desde mi punto de vista) hacen una pareja muy linda.

 Aquella curiosa pareja tenían al menos cinco meses saliendo. Ambos habían superado mucho juntos, todos los veían como si fuesen dos bichos raros cuando caminaban de la mano. Sin lugar a dudas se amaban, no temían besarse en público de la forma más tierna, y mucho menos afirmar ser novios. Sin embargo, a pesar de estar juntos tanto tiempo, jamás habían hecho el amor, no conocían el cuerpo del otro, y la curiosidad era grande.

 Era viernes y, acompañados de un hermoso atardecer, caminaban tomados de las manos, que aunque pasase el tiempo, aún había gente que los miraba extrañados. Ya no les importaba, además, tenían sus propios problemas ahora. Había una fuerte tensión sexual entre ellos. Querían avanzar, dejar la intriga de lado.

 —¿Quieres quedarte a dormir? –preguntó de manera natural, para no sonar nervioso, Kasamatsu Yukio. Al ver que el más alto se tensó de repente, pudo leer en sus ojos la excusa “no, no quiero molestar a tus padres”, como otras veces ya habían ocurrido, sólo que esta vez, el azabache tenía la solución –Mi padres salieron de viaje.

 —Supongo… -Respondió divagando entre sus pensamientos. Y es que Okamura Kenichi deseaba en el fondo ver a su pareja desnudo. No es que jamás había visto a otra persona sin ropa, ya que era el capitán del equipo de basket en su escuela, pero su novio era especial. Pensaba en el cada noche, imaginándose el pequeño cuerpo de Yukio sobre su cama, de piernas y brazos abiertos. Anhelaba hacerlo suyo, pero las inseguridades lo atacaban cada vez que tenía una pequeña oportunidad. No era problema llamar a su casa para decir que pasaría en la casa de Kasamatsu, sólo pensaba en que no debía perder esa grata conveniencia.

 La casa del azabache siempre tenían un aire cálido y agradable, digno de una familia, pero no. En ese momento, ambos sentados en la cama del menor, había tensión. Era un aire pesado y cargado de testosterona, realmente desagradable. Era incómodo, no tenían mucho de qué hablar, y sentían que cualquier objeto del cuarto les decía “tengan sexo de una buena vez”.

 —Iré a bañarme –Dijo decidido Kasamatsu poniéndose de pie, pues no estaba dispuesto a seguir soportando esa presión. Debía enfriar su cuerpo de alguna manera, y que mejor forma que tomar un buen baño. Caminó hasta el baño que estaba continuo al cuarto y cerró la puerta, dejando a Kenichi solo en la habitación.

 El mayor miraba cada rincón del cuarto, ya había estado allí antes, no había nada nuevo. Pero de repente le llamó la atención la cama de su pareja. Era pequeña para su propio tamaño, como si hubiese sido fabricada a la medida del azabache. Se estremeció al imaginarse verlo a él masturbándose pensando en él. Suspiró para alejar sucios pensamientos y decidió explorar la habitación, leyendo los títulos de los libros que había en una biblioteca o mirando las fotografías que se habían tomado juntos.

 Tan sumergido estaba en sus pensamientos, no escuchó a su pareja entrar de vuelta al cuarto que se asustó al escuchar su voz –Kenichi – El sonido que salió de sus labios fue suave pero sensual. Tan sólo lo cubría una toalla y su cuerpo estaba completamente mojado, las gotas caían con gracia sobre su blanca y fina piel. Tal vez Yukio era capitán de basket en Kaijou, pero su cuerpo era atléticamente sexy, decorado con músculos finos pero masculinos.

 —¿Y-Yukio? –No pudo evitar tartamudear, lo mismo pasaba cuando retrocedía al ver que otro se le acercaba. Sus mejillas sonrojadas, sus ojos llenos de pasión, estaban a pasos de romper aquella molesta tensión sexual. Okamura se sentó en la cama, y seguido lo hizo su pareja sobre sus piernas, dejando la toalla de lado en el suelo. Tenerlo completamente desnudo sobre él, le estaba provocando un enorme problema que provenía debajo de sus pantalones.

 No había palabras, sólo algunos suspiros de parte de ambos. El azabache se encargó de desabotonar la camisa de su novio, hasta dejar al descubierto el bien formado abdomen y brazos de éste –Eres la persona más musculosa que conozco –Admiró alejándose un poco para apreciar mejor el cuerpo ajeno, apoyando sus caderas y trasero en el punto exacto, rozando con la erección que se hallaba oculta. Esto le provocó a Kenichi un sonrojo, lo ponía nervioso estar frente a él de esa forma ¿La razón? Inseguridad.

 Se dirigió al pantalón para deshacerse del cinturón, pero unas enormes manos lo detuvieron –Escucha, Yukio –Se miraron a los ojos, y el menor estaba preocupado, era la primera vez que veía a su pareja de esa forma –No creo que sea buena idea…

 —¿Por qué no? –Preguntó frustrado alejando sus manos del pantalón para prestarle atención.

 —Yo… T-tengo miedo –Fue el momento más embarazoso para el castaño, tanto que ocultó su rostro detrás de sus manos. La mirada preocupada de Kasamatsu continuaba sobre él, y de alguna manera se sentía intimidado.

 —Kenichi –El azabache apoyó sus manos sobre los anchos hombros ajenos –El que debería tener miedo debería ser yo, después de todo, seré yo quien recibirá.

 —No es eso –Respondió frustrado, volviendo a mirar los azules ojos de su pareja –Lo que ocurre es… no soy como tu amigo el rubio… - El más alto no estaba realmente seguro de su cuerpo y rostro, no era como los amigos de su pareja, y aquella era la principal razón por la que siempre evitaba tener relaciones con Yukio.

 —No entiendo lo que dices.

 —Escucha, tu eres precioso –Declaró Okamura sin saber de qué forma hablar y explicar su situación con el menor –No entiendo como alguien tan lindo como tu puede salir con alguien como yo.

 Lo comprendió, se abrazó al cuerpo semi desnudo del castaño murmurando contra su oído –Kenichi, te amo tal y como eres –Le sonrió de manera dulce, para luego besar los carnosos labios.

 —Yo también te amo –Siguió el ritmo, besando y saboreando la pequeña boca húmeda de su pareja. La pasión entre ambos comenzó a aumentar, sus lenguas se unieron, mezclando sus salivas y alientos. Kenichi masajeaba las piernas lampiñas de su pareja, hasta que sus manos llegaron a su miembro, haciéndole liberar un gemido. Con seguridad continuó tocando el cuerpo, que por “derecho” era suyo. Sin romper el beso, masturbó de arriba abajo el falo del menor.

 —K-Kenichi –Jadeó arqueando un poco la espalda hacia adelante, llamando la atención del mayor. Éste admiró la flexibilidad de su pareja, y casi que babeaba al ver los rozados botones que decoraban su pecho. Al azabache no se le pasó por alto, y dijo –Son tuyos…

 Sin pensarlo dos veces atacó, chupando y besando los duros pezones, sin dejar de mover su mano. Era su primera vez con su pareja y quería hacerlo lo mejor posible, aunque por los gemidos y suspiros que salían de la boca de éste, parecía que estaba haciendo un buen trabajo. Al ver que tenía una mano libre, se aventuró a ir más allá y se atrevió a recorrer con delicadeza el trasero de Yukio.

 Levantó ligeramente sus caderas, incitándole a seguir. Nuevamente se arqueó al sentir incomodidad, los dedos de Okamura eran grandes, y eso que tan sólo tenía uno en su interior. Con dificultad se levantó, sonriendo levemente para que no se preocupara. Se acostó boca abajo, apoyado sobre sus rodillas para tener su trasero en alto y hacerle las cosas “más fáciles” a su pareja.

 Nervioso, el castaño se posicionó detrás de él para continuar la preparación. No quería ver a su novio sufrir, y mucho menos por su culpa. Al meter el primer dedo pudo sentir cómo se contraía la húmeda entrada, pero eso hacía difícil meter el segundo dedo. Tomando valor, se acercó más, lamiendo y usando su lengua para abrirse paso por aquel pequeño orificio. Veía como los músculos de las piernas ajenas se tensaban, pero se preocupaba al ver que no había llegado al orgasmo -¿Estás bien, Yukio?

 —S-sí, qui-quiero correrme contigo… -Jadeó en respuesta, el azabache presionaba la punta de su miembro, obligándose a sí mismo a aguantar lo que fuera necesario.   

 Ingresó el segundo dedos con menos dificultades, y con dos dígitos allí, le fue sencillo dilatar sin problemas el ano de su pareja. Mientras que Kasamatsu buscaba casi a ciegas algo en su cajón de la mesa de noche –Kenichi, a-aquí tienes –Avergonzado le entregó un condón, haciendo sonrojar al mayor –E-Es el tamaño más grande que tengo…

 Se bajó los pantalones con timidez, ante la vista curiosa y fascinada de Yukio, quien lo observaba desde su lugar con la cabeza ladeada –E-Es muy grande… -Murmuró al ver a aquel miembro, tomó aire, al imaginar que “eso” iba a entrar en él.

 Una vez listo, volvió a posicionarse sobre él, ingresando con lentitud en Kasamatsu. La sensación era realmente exquisita, apretada y húmeda. Los nervios parecían haberse esfumado, y disfrutaba a pleno el momento, los gemidos de su pareja eran música para sus oídos. Cuando vio que las piernas le fallaban lo sostuvo por debajo, volviendo a tocar sus pezones. Aquella combinación de placeres, comenzaba a sentir que climax mucho más cerca que antes. Las estocadas golpeaban el punto justo, y su interior era estrecho para ese pedazo de carne.

 —K-Kenichi… voy a…  -Apenas pudo hablar, el orgasmo vino como de sorpresa, causándole cosquillas en su interior, contrayendo su entrada y apresando aún más al castaño. Éste le siguió el ritmo y hubiese manchado y rellenado por completo la entrada del azabache de no ser por el preservativo. Quedando aún uno sobre el otro, recuperaban el aliento, sus corazones iban a mil.

 —¿Yukio? ¿Estás bien? –Preguntó preocupado sin atreverse a salir de aquella apetitosa entrada, con miedo a lastimar a su novio.

 —Sólo estoy cansado… -Susurró contra el colchón de su cama, algo mojado al haber salivado durante las embestidas. Se quejó con el ceño fruncido al sentir que Okamura salía de él, y sonrió de lado al verlo a su lado, acostado, preparado para besarlo. Fue un pequeño beso, dulce y suave –Te amo, Kenichi.

 —Yo te amo más, Yukio –Intentó acostarse en esa cama, le quedaba chica pero no le importó y se abrazó en posición fetal a Kasamatsu. La primera vez de una pareja de enamorados, sin importar el lugar y el momento, era la más encantadora de todas. No importa el físico o la personalidad, cada persona obtiene aquella “primera vez” en su vida.

Notas finales:

 Si llegaron hasta acá es porque leyeron todo (quiero creer).

 Realmente, espero y quiero que les haya gustado, de ser así me gustaría que me lo hicieron saber. Solamente son 5 segunditos! En un RW! Me ayudan a seguir escribiendo...

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Saludos a todos!

 By Selmo


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