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Proof that Tony Stark has a Idiot por HamishHiddles

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Notas del fanfic:

Espero que lo disfruten :3 

La verdad es bastante simple. Espero poder subir algo más argumentado en un futuro.

Os juro que iba improvisando. XD

Anthony “Tony” Edward Stark. Es un magnate hombre de negocios. Multimillonario. Playboy. Filántropo. Genio. Con ese hábito extraño de ponerse una armadura en color rojo y oro y salir volando desde su amada torre en medio de la gran cuidad a combatir amenazas terroristas y por qué no, también para distraerse un rato intentando no llenar su hígado con litros y litros de alcohol.

Él es de esa clase de personas que hace lo que quiere y cuando quiere. Claro, siempre y cuando el rubiales y anticuado de Steven Rogers se lo permita.

Y es que la verdad a estas alturas Tony seguía un poco aturdido de cómo su vida había dado un giro de 360°. Para empezar, jamás tuvo una relación más que de amistad con el ex militar e ídolo de millones y ahora… bueno ahora, recibía un dulce beso en los labios seguido por un “buenos días” y una que otra vez una buena taza de café bien cargado y humeante para despertarlo por completo. ¡¡Que Dios bendiga a ese pedazo de imbécil que tenía como novio!!

La manera en como comenzaron su relación aun es un enigma para el resto de sus amigos. Es decir, obviamente todos notaban esas miradas tan significativas que ambos chicos se regalaban todos los días o esas estúpidas y lamentablemente diarias peleas por cosas sin sentido que realmente conseguían poner a todos con los nervios por los cielos. Y así sin más un día aparecieron ambos muy sonrientes y tomados de la mano. Cómo es que viviendo bajo el mismo techo no se han cortado las bolas, nadie lo descubrirá jamás.

Por que como toda buena pareja, ellos podrían discrepar en algunos asuntos –en muchos, realmente.- pero ellos realmente lograban sincronizarse también en muchos ángulos de su excéntrica vida. No existe Tony Stark sin Steve Rogers y no existe Steve Rogers sin Tony Stark. Es simple.

Un día común y corriente el despertador marcaba las 6:00 am. Tony preferiría una patada en las bolas antes que ese maldito pitido constante que le taladraba la cabeza todos los días de su vida. Estiro su mano desnuda para alcanzar el mentado despertador y arrojarlo lejos contra la pared, pero todos los días olvidaba que Steve, su amado Steve, lo había movido de sitio después de destrozar cerca de 24 relojes.

Se removió incomodo entre las blanquísimas sábanas de seda. Hundió  la cabeza en la almohada. Gruño. ¿¡Qué pasaba con Steve que no apagaba ese aparato del mal!?

-¡Steve! - No obtuvo respuesta alguna-. Capitán, ¿Dónde diablos te metiste?

Tony gritaba y hacía extraños movimientos en la cama. Desesperado se sentó y finalmente acabo con la vida del pequeño rectángulo lleno de engranes, cables y tornillos por doquier.

-Por Dios Tony, sé que el dinero no es un problema para ti – El rubio apareció con una toalla en la cintura, cabello algo húmedo y el ceño fruncido. Últimamente típico de él-. Pero te agradecería que dejarás de romper los despertadores porque en realidad…

 Tony no lo dejo terminar su frase, pues se abalanzó sobre él y le dio un tierno y casto beso en los labios.

-Cállate, por todos los cielos-Comenzó a acomodar los dorados cabellos del capitán con sus dedos-. Explícame algo, ¿Por qué demonios si vas a ganarle a mi amiguito robotizado, no desactivas la alarma y me dejas seguir durmiendo a mí?

Steve sonrió mientras envolvía  las caderas del castaño en un abrazo y lo halaba hacía el.

-Lo siento.

-Oh no Capitán. Esta vez no voy a perdonarte tan solo porque estés descaradamente coqueteándome.

-¿No lo harás?

-Noup.

-Bueno, Te amo. Te espero en 15 minutos para desayunar juntos- le guiñó un ojo-. No tardes Tony.

Y sin más, el fornido hombre rubio se dirigió hacia su gigantesco closet –el cual su querido novio renovaba incontables veces durante el mes- tomó una camisa a cuadros y unos jeans ajustados y  salió de la habitación con una sonrisa de oreja a oreja.

-Argh!! Te odio Rogers…-se volvió a enrollar en sus frescas sábanas dispuesto a plantar al Cap durante el almuerzo, aunque eso probablemente le provocaría dormir sin una buena ronda de…¿demostración física de amor?-.

Pasaron 13, exactamente 13 minutos para que un completamente nuevo y renovado Tony Stark apareciera en la cocina. Saludo a la bola de fenómenos que habían invadido su hermosísima torre y se sentó en el lugar de siempre. Miraba a Clint, después sus ojos color chocolate viajaban hasta Bruce, volvía la mirada hasta su plato para después mirar de soslayo a Natasha.

Pero después de todo fue el arquero quien soltó una risita divertida y miraba a Tony como estando muy feliz.

-¿Qué? –Dijo exasperado el hombre de hierro al sentir todas las miradas de repente sobre el-.

-Nada –Dijo con simplicidad Clint aun bastante divertido-.

Tony puso los ojos en blanco y volvió su atención a su comida. Pero otra risita por parte de Bruce hizo que estrellará sus cubiertos contra el fino plato.

-Ok, díganme qué demonios está pasando aquí –exigió mientras los otros dos hombres reían a carcajadas ya-.

-Es solo que…-Clint trataba con todas sus fuerzas parar de reír, aunque sus esfuerzos fueran infructuosos-. Steve dijo que tú estabas furioso con él.

-Ahá. No entiendo que tiene de gracioso eso –miraba fijamente a los tres presentes en esa habitación con los ojos entrecerrados-.

-Es solo que predijo que tal vez pensarías en negarte a venir a desayunar con él –Está vez fue Natasha la que hablo-. Pero después te arrepentirías porque de seguro querrías tener sexo con el por la noche.

Tony enrojeció hasta las orejas. ¿De verdad Natasha Romanoff era una mujer? Quién sabe, tendría que encargarle la difícil tarea de averiguarlo a Jarvis. ¡¡Porque no es posible que una mujer diga ese tipo de cosas!!

Bruce y Clint estallaron en carcajadas mientras disfrutaban de la reacción tan linda de Tony.

Y Tony. Bueno, el simplemente quería echarlos a todos a patadas fuera de su torre.

-Incluso dijo que bajarías antes de que pasaran 15 minutos –Continuo Clint mordiendo un trozo de pan tostado-.

-¡Ese bastardo! Como se atreve a… -Tony guardo silencio un minuto-. ¿Dónde diablos está ese pedazo de caca grande?

-Dijo que daría una vuelta por Central Park –Agrego Bruce levantando los hombros-.

-¡¡Lo odio con todas y cada una de las partículas de mi ser!! –Dramatizó finalmente Stark, tomó una taza con café hirviendo y se dirigió a su laboratorio. Gracias a todos los cielos lejos de esos remedos de humanos-.

Eran las 11:34 de la mañana, después de su nada agradable desayuno Tony se había marchado a su laboratorio, pero su tranquilidad no dudaría mucho. O nada, para ser exactos.

-Señor Stark –Por toda la habitación se escucho  la siempre tranquila voz de Jarvis-.

-Ahora no pequeñín. Estoy muy ocupado.

-Lo siento Señor. Yo no quisiera molestarlo de esta manera, pero el señor Nick Fury hablo con la Señorita Romanoff.

-Wow Jarvis, ¿No me digas que ya te dedicas a espiar conversaciones ajenas? –Tony sonrió con picardía mientras dirigía la mirada hacia el techo de la habitación-.

-Por supuesto que no, Señor.

-¿Entonces? –Dijo ahora rodando olímpicamente los ojos-.

-Al parecer el comandante Nick necesita que los Vengadores se dirijan ahora mismo al desierto. Los príncipes de Asgard Thor Odinson y Loki Laufeyson nos visitan-.

-…Jarvis.

-¿Si, Señor?

-Hazme dos favores… no, mejor dicho tres favores ¿Quieres?

-Lo que usted ordene.

-Número uno: Averigua si la Señorita Romanoff en realidad es “Señorita” y no “Señorito”. Número dos: Mata al Capitán  Steve Rogers. Y por ultimo: Mátame a mí.

-Como guste, Señor –Y la voz de Jarvis se apagó de repente-.

-…¿Jarvis?

-Señor.

-Olvida todo lo que te dije antes. En realidad no quiero que mates al Capi-paleta. Tampoco que me asesines –Guardó silencio un momento-. Quiero matarlo con mis propias manos. De mi seguro se encargan los reos de la cárcel a la cual iré por matar al ídolo de América.

-¿Qué hay acerca del favor número uno?

-Comienza ahora mismo. Por cierto…

-¿Qué ocurre, Señor?

-Busca una cárcel linda y lujosa para mí.

Tony, quien sentía que su vida no podía ser más miserable en ese momento –Incluso el rey Carlos I de Inglaterra minutos antes de su ejecución la estaba pasando mejor que él-. Comenzó a decir sin fin de barbaridades y cosas sin sentido, a las cuales el mayordomo computarizado estaba acostumbrado y le dedico un último “Así será, Señor”.

Una hora después Tony ya se encontraba en el desierto con el resto de los Vengadores –A excepción de Steve, que sabrá Dios en donde se había metido-. Recibiendo a un muy  feliz rubio dios del trueno y a otro de cabellos oscuros apodado el dios de las travesuras.

Se dirigieron a la Torre Stark –Con Tony de mala gana obviamente. Preferiría comprar toda una franquicia de hoteles para esa bola de anormales antes de que estuvieran de un lado para otro en su único amor después del rubio imbécil aquel-. Por supuesto que Loki ya no era el mismo, su actitud había cambiado montones. Y cambiado para bien.

Los Asgardianos hacían visitas seguidas a la tierra –O Midgard, como ellos la llamaban-. Para asegurarse de que existiera la paz en ese planeta y por supuesto para ver a sus compañeros y compartir anécdotas graciosas sobre batallas ganadas y de cómo era increíblemente genial pelear limpiamente por el trono de Asgard.

Aunque a Tony le costará difícil aceptarlo, realmente se había dejado llevar por las historias de los chicos de Asgard y ya eran cerca de las 9 de la noche y él no sabía nada de Steve. Comenzaba a preocuparse.

-Ese idiota… -Murmuro mientras tomaba su novena taza de café del día. Tendría problemas para dormir, nada que el buen cuerpo de su novio no pudiera arreglar-.

Todos los Vengadores tenían habitación en la Torre Stark, ¿La razón? Los malditos parecían de esos pollitos desamparados que donde les cae la noche, caen ellos rendidos en el sueño.

Así que bueno, ni esperanzas de que hoy se fueran de su Torre. Tony debatía mentalmente sobre beber la decima taza de café, mientras los demás hablaban de cosas sin importancia para él.

La gran puerta se abrió dejando ver a un Steve con una sonrisa hermosa en su rostro que solo se incremento al ver reunidos a todos sus amigos en su sala. Tony literalmente lo fulmino con la mirada.

-Así que trece minutos, ¿he? –Repetía divertido mientras Bruce, Clint y Natasha asentían-. Se los dije.

Thor y Loki no entendían mucho pero igual les parecía divertida la rabieta de niño pequeño de Tony.

-¡Te odio maldito! ¡Jarvis! –Gritaba escandalizado el castaño del reactor en el pecho-.

-Estoy aquí, Señor.

-Olvida lo que te dije.

-¿Sobre averiguar si la Señorita Romanoff es “señorita” o “señorito”?

-Sí… No, espera ¿Qué? Por supuesto que no. Continúa con eso. Acerca de Steve, mejor si mátalo.

-¿¡De qué jodidos hablas Stark!? –Gritó histérica Natasha-. Averiguar si yo ¿Qué?

-Nada, bonita. ¡Jarvis! ¿Qué esperas? ¡¡Voy a infectarte de virus si no te das prisa y matas al imbécil del Capi!!

-Tony, amor ¿Por qué demonios le pides a Jarvis que me mate? –Steve y su estúpido ceño fruncido de nuevo-.

-Oh, ¿Te parece poco andar haciendo apuestas sobre mí y después desaparecerte todo el jodido día dejándome con esta bola de anormales con sexo sin definir? –Ahora Tony era el histérico-.

Se le pasó cuando Natasha se quito una de sus botas de piel y se la clavo justo en la cara.

Esos chicos no se coordinaban, para nada. Por todos lados se escuchaban gritos llenos de furia, risitas contenidas y una que otra no tanto. Ceños fruncidos y dolores de panza por tanto reír.

Hasta que de la nada apareció Steve en medio de la sala con un peluche de oso con cerca de dos metros de alto, miles de globos con leyendas como “te amo” “eres especial” y un enorme ramo de rosas.

Y valla, como por arte de magia todos se callaron y centraron su atención en el rubio de ojos azules y sonrisa perfecta.

-Anthony Edward Stark, ¿Te casarías conmigo?

El pobre de Tony no pudo abrir más los ojos. Obviamente el resto de los chicos tampoco.

-¿Qué? –Se atrevió a decir con un hilo de voz y la cara completamente sonrosada-.

-¿Te casarías conmigo?-Dijo un divertido Steve, ahora hincado frente a Tony con una pequeña cajita con una linda sortija en la mano-.

-¡Eres un idiota! ¡Te odio!

Y todos estallaron en carcajadas.

Esa noche Tony Stark no durmió. Obviamente no por la nueve tazas de café importado que había degustado.

Simplemente estaba ensayando su luna de miel. Porque no quería errores en esa noche tan importante.

Ensayaría con su ya prometido a todas horas hasta el gran día.

Notas finales:

Pues eso :)


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