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Use Your Love por Mellark

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Notas del fanfic:

No es que me encante hacer cosas tristes pero... no es lo que parece en el resumen. Los sorprenderé. (?)

No está clasificado como angst porque YOLO. Nah, es porque no es angst. Soy mala para eso y la gente me odia por escribirlo. ¡Saludos al anon que me insultó por escribir cosas "deprimentes! A ver si algún día se anima a ponerme un RW con su cuenta o algo. 

Dejando cosas feas de lado, esto se lo dedico a Ondubu, con quien he empezado a hablar hace poco pero es más agradable que personas a quienes conozco desde siempre. (¡Y le gustan las SHINee Girls, joder! ¡Me caso!) <3

 

Notas del capitulo:

I JUST WANNA USE YOUR LOVE, TONIGHT, TONIGHT, TONIGHTTTTTTTTTTTTTTTTTTTTTTTTTTTTTT. (ocho) <3

Ay, cómo me gusta esa canción.

Cabe destacar que este lemon lo escribí en un revoltijo de canciones, desde BoA hasta IU. Seh, nada de cosas sexosas, bebés. Hay que aprender, wey.

Bueno, disfrútenlo porque es cool. . . Nah, disfrútenlo porque lo siguiente será MinBoon y casi todos los odian por ser yuri. 8( <3

Enjoyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy.

La llovizna de las primeras horas del día empezó a amainar a éso de las cinco o seis de la tarde. Quedó en sólo el ligero repiqueteo de la brisa que caía a esas horas sobre las aceras de los fraccionamientos. Los autos pasaban con velocidad, viéndose como un manchón sólido de color al echar un vistazo. A pesar de todo, era una noche tranquila, bonita y para quedarse en casa, bebiendo café, chocolate o algún bebraje cálido. 

Y en lugar de éso, Minho estaba sentado en la barra del Queen Of Seoul; perfumado, perfectamente peinado, vestido con su mejor traje y con los ojos fijos en la puerta de madera del recinto, esperando a una sola persona. 

La única persona de la cual se podía enamorar imposiblemente. La persona de la cual se enamoró, a sabiendas de que tenía dueño. Dueña. Y, para hacerlo más irónico, la dueña de su amor imposible era la mujer que más quería en el mundo después de su propia madre: su hermana, Minjung.

Ahí estaba Minho, con los nervios de punta, después de haber recibido un mensaje de él.

"¿A las ocho en el QOS? Estoy muy aburrido y creo que me puedes ayudar a entretenerme un rato. ¿Te apuntas, Choi?"

En cuanto recibió el mensaje de texto, corrió a terminar sus trabajos diarios para poder tener la excusa de irse a casa y, en lugar de éso, ir a reunirse con Kibum. 

Con el prometido de su hermana.

Con su mejor amigo.

Con su cuñado.

El aroma a alcohol caro y cigarrillos baratos inundaba el lugar. La luz estaba baja, perfecta para aquellos que buscaban ir ahí simplemente a mantenerse aislados del mundo. La música era lenta, sensual, llenaba los oídos de los clientes sin ser invasiva. Justo a la mitad de un solo de batería en una canción, la pesada puerta principal se abrió y Kim Kibum apareció en todo su esplendor.

Un sombrero negro y ancho coronaba su cabeza recién teñida en tono castaño, sus ojos miraban casi con superioridad el local y su boca se curvó provocativamente en una sonrisa cuando notó a Choi Minho, su futuro cuñado legal, sentado en un banco junto a la barra.

Rápidamente se sentó junto a él y pidió un whiskey, el menor sonreía como un imbécil mientras lo recorría con la mirada de pies a cabeza. Pasó sus ojos por su cara preciosa, por sus hombros ligeramente anchos, por sus piernas entubadas en esos jeans del infierno y por sus manos grandes y delgadas que se cerraban en torno al vaso de cristal.

—Minho.—Dijo Kibum con la sonrisa más felina del mundo bailoteándole en los labios.— ¿No tenías trabajo? No quiero que andes faltando a tus deberes sólo por reunirte conmigo un rato.

El alto no dijo que faltaría a cualquier cosa con tal de reunirse con él. Total, ya le estaba faltando el respeto a la relación que mantenía con su hermana. ¿Qué más podía manchar con su desnaturalizado afecto por Kibum? 

—Para nada. Ya había terminado cuando me mandaste el mensaje.—Mintió. Con todos su blancos y perfectos dientes de comercial. Mintió mientras en su corazón ardía una llamita que se encendía cada vez que Kibum le sonreía de esa manera.— ¿Quieres que vayamos a algún lugar? ¿O prefieres quedarnos aquí?

Minho pensó en lo mal que se veía esa conversación a los ojos de cualquiera que no los conociera: un par de homosexuales hablando en clave para ir a tener retorcido sexo prohibido en un hotel de cuarta. Claro, en su mente todos pensaba éso de él. No había sido fácil salir del clóset a los dieciocho, convencido de que el amor de su vida le correspondería.

No fue así. Le correspondió a su hermana.

— Salgamos de aquí.— Fue la respuesta que le dio Key antes de pagar su bebida y tomar del brazo al castaño, jalándolo hacia la puerta y acariciando disimuladamente la cara interna de su antebrazo.

Una vez fuera, Kibum miró a ambos lados de la calle antes de acercar su cuerpo al de Minho y recargar su cabeza en su cuello, rozándolo con los labios mientras el menor le rodeaba la cintura con los brazos. Vistos de lejos y a media luz, pasaban por una pareja que casualmente se abrazaba en la acera. Nada fuera de la común.

—Hueles bien.— Susurró Kibum en medio de una risita.— ¿Estás usando el perfume que te regalé? ¿El Dolce & Gabbana?— Se separó de él y le acarició los ligeros rizos del cabello.

Minho sonrió y miró en los ojos de Key directamente. Sus pestañas eran tan largas y espesas, la forma almendrada de sus orbes lo hechizaba más que cualquier cosa en el mundo, la cicatriz curiosa en su ceja oscura lo llamaba como un canto de sirena. Tenía el par de ojos más hermoso del mundo.

Se inclinó sobre él y besó profundamente sus labios. Sintió a Kibum tensarse, se separó ligeramente de su boca y lo tomó de los hombros. Los ojos del mayor lo avasallaban como dos lanzas mientras trataba de buscar en su mirada algún sentimiento que pudiera usar como excusa para el amor que él le profesaba con tanto fervor.

No había nada.

Aún así, sonrió y Key se veía desconcertado.

—Te extrañé. —Soltó a la par que sus dedos acariciaban los pómulos altos de su cuñado.— Tu aroma, tus regaños, tu voz, tus besos, tus ojos, tu boca, tu calor, tu piel, tus perforaciones sin arete, tu cabello, tu sonrisa, tu cara, tus manos, tus dedos, tu cuello, tus clavículas, tus brazos, tus piernas, tu cuerpo...—Se detuvo antes de avergonzarse más de lo que ya estaba haciendo. Estuvo a punto de decirle que lo amaba.— Tus caderas.— Bajó sus manos hasta la cintura de Kibum, evitó su mirada para que éste no viera que sus ojos no estaban llenos de lujuria; sino de amor.— Tu pasión.

Key se veía más enfocado en que las personas a su alrededor no los vieran. Apenas y notó la carga emocional que Minho había puesto en sus palabras. Apretó su brazo con la mano para indicarle que se callara y poco y se concentrara en parar un taxi que los recogiera.

—Minho. —Lo llamó cuando estuvieron dentro de la seguridad del auto.— Tu madre ya eligió la fecha de la boda. Antes de que dejara a Minjung en el avión, me dijo que estaría para el 17 de julio.

Por un par de latidos, el mundo se silenció para Choi Minho.

¿Qué tan lejos había llegado su amor imposible? Hasta el punto de ser total y completamente inconcebible, improbable e inaceptable, por supuesto. Estaba enamorado de su cuñado. De alguien que se iba a casar en menos de cuatro meses, con su hermana de sangre. 

Si debía de sentirse mal y como un enfermo, entonces ¿por qué se volteó, jaló del brazo a Kibum y le besó con la lengua dentro de su garganta? Ahí estaba su dignidad. Bien perdida dentro la boca húmeda y delirante del mayor. Quien, por cierto, no dijo nada después del tremendo beso que le dio Minho.

Pronto, llegaron a un discreto pero costoso y elegante hotel en Gangnam. No era un motel de media estrella, ni un auto-hotel de carretera. Era un hotel serio en todo el sentido de la palabra, probablemente costaba un par o dos de decenas de miles de wons por noche, pero ahí lo había llevado Kibum. Se sintió una prostituta cara cuando la chica de la recepción le dirigió una mirada grosera al verlo prendido del brazo del castaño menudo. Casi parecía reprobar sus labios rosas e hinchados, pero el sentimiento se le pasó cuando entraron al elevador y Key le robó el aliento en un beso.

—Hyung. —Minho metió sus manos de largos dedos bajo la camisa holgada que el mayor portaba. Kibum se arqueó entre su pecho y la pared del elevador, soltando un gemido ahogado por la boca del alto.— Hyung, eres hermoso.

Key sonrió y empujó un poco a Minho, segundos antes de que las puertas se abrieran y una muchacha altísima, ataviada en un hermoso vestido oscuro, los mirara ambos con los ojos muy abiertos. Sobre todo al cabello despeinado del menor.

—¿Kibum-ssi? —Preguntó la pelirroja.— ¿Es usted?

Minho empezó a sudar y Kibum se veía tan fresco como en un día de primavera. Salió del cubículo y saludó de mano a la chica, que no dejaba de dirigirle miradas furtivas a Choi, como preguntando quién era, qué hacía con Key y por qué su cabello estaba hecho un desastre.

—Hola, Jin Ri. —Sonrió ampliamente antes de que Minho se colocara a su lado, nervioso.— ¿Qué te trae por Seúl? Creí que estabas en Osaka. —Su voz no mostraba la más mínima tensión. El menor estaba que no podía ni ver a la chica a los ojos.

Jin Ri miró de reojo a Minho y le sonrió de nuevo a Kibum, apretando más fuerte en su mano el pequeño bolso de noche que portaba consigo. Se acomodó un poco los cabellos rojizos y miró directamente a los ojos al alto antes de responder.

—Negocios de mi padre, ya ves. —Volvió a mirar a Kibum, quien simplemente sonreía como si estuviera manteniendo una amena plática. Como si no estuviera a punto de ser descubierto con su amante en una habitación de hotel. Con su amante que era su cuñado y mejor amigo al mismo tiempo.— ¿Quién es?

Key miró a Minho y sonrió tranquilizador, diciéndole con la mirada que él se encargaría de todo. Choi tragó saliva y asintió casi imperceptiblemente. Las manos le temblaba pero luchaba por mantener una postura correcta y relajada.

—¿Él? —Señaló levemente con el pulgar al alto.— Es Minho, mi cuñado. ¿No lo reconoces? ¡Es idéntico a mi Minjung! —Rió como si hubiera dicho el mejor chiste del mundo y Jin Ri rió con él, claramente convencida.— Estamos aquí por un asunto personal e íntimo, ¿sabes?

La manera en la que se refirió a Minjung como de su propiedad, entristeció y asqueó a partes iguales al hijo mediano de los Choi. Con el vestigio de orgullo que aún le quedaba, extendió la mano para saludar a la señorita, con una sonrisa perfecta. La que siempre ensayaba frente al espejo antes de salir a la calle en las mañanas.

Jin Ri sonrió, visiblemente calmada al confirmar que sus sospechas eran estúpidas, tomó la mano de Minho y lo saludó. Sus ojos volvieron a recorrer el cuerpo alto del chico, notando su belleza y preguntándose cómo era que jamás lo había conocido en persona, siendo tan cercana a Kibum.

—Me alegro de ver que te llevas tan bien con él, Key.— Dijo ella, sonriendo ampliamente y revisando su reloj de muñeca.— Oh, debo irme.— Miró a los ojos de Minho, casi con coquetería, antes de volverse hacia el más bajo.— Te veo luego, Key. Tienes muchas cosas que contarme de este tiempo en que no nos hemos visto.— Rió discretamente tras su mano y se encaminó hacia el elevador. Presionó el botón y, cuando las puertas se abrieron, volteó de nuevo hacia los hombres.— Un gusto conocerlo, Minho-ssi.— Entró y las puertas se cerraron.

Antes de que Minho pudiera hacer algún comentario, se vio nuevamente arrastrado por el mayor; esta vez hacia una de las habitaciones principales del hotel. Cuando Kibum abrió la puerta, Choi quiso decir que el lugar era precioso: espacioso, con una enorme cama con dosel y sábanas de seda, con vista a la ciudad y pétalos de rosa en el piso. Incluso la luz estaba baja y era perfecta para los menesteres que necesitaban resolverse ahí.

Key se apresuró a tomar el rostro de Minho entre sus manos y besarlo como si estuviera sediento de él. Sus pestañas larguísimas le hacían cosquillas en los párpados al menor, quien se encontraba apresando a Kibum entre su cuerpo y la puerta. Las lenguas se movían gustosas mientras el mayor luchaba por crear algo de fricción entre sus entrepiernas, moviendo sus caderas como si la vida se le fuera en ello.

—Minho. . .— Suspiró Key entre los besos, sus brazos estaban en el cuello de Minho y tenía los ojos entrecerrados, como si le fallara la respiración y se esforzara por no desfallecer entre los brazos fuertes del menor.— Minho, maldita sea.— Recargó la cabeza en la puerta y cerró los ojos antes de subir sus piernas a la cintrua del alto.— Te necesito.

Era lo más cercano a un "te amo" que Minho había recibido de esa boca.

Se envalentonó y procedió a besar el cuello larguísimo y níveo de Kibum, quien seguía presionando su pelvis contra la del menor, hambriento de fricción entre sus cuerpos. La piel del cuello de Key era suave y cuando Minho encontró su nuez, la mordió como prueba, haciendo que su cuñado gimiera de una forma aguda y casi desesperada. 

El sonido fue como música para los oídos de Minho. Sus manos, que antes estaban recargadas a ambos lados de la cabeza del mayor, se movieron a su espalda baja. Lo sujetaron antes de empezar a encaminarse hacia la cama gigantesca que tenían a su disposición. Los grititos altos y delirantes de Kibum resonaban en la cabeza de Choi, quien ya había desabrochado la camisa blanca del otro, dejándola abierta por la mitad, revelando su pecho cremoso.

El menor se quedó observando la palidez del cuerpo menudo frente a él. Kibum estaba medio sentado en la cama, con la camisa abierta y las piernas alrededor de la cintura de Minho quien, a su vez, se encontraba sobre él, succionando y devorando el cuello del más bajo. Los ajustadísimos pantalones de Kibum fue lo siguiente que se abrió, Choi palmeó la erección ardiente de éste mientras subía los besos a su cara.

—Choi.— Lo llamó Kibum, respirando entrecortadamente.— Tócame, por favor.— Sus párpados cerrados se movieron, como si en su interior hubiera una lucha fuerte.— Por favor, Minho.— Abrió los ojos y miró los grandes del menor. Se echó hacia atrás en la cama y bajó sus pantalones hasta donde termina el trasero, esperando a que Minho le retirara la ropa interior.

Minho le quitó los zapatos a Kibum y los dejó en el piso, perfectamente parados. Se quitó los propios y se subió a la cama, donde Key lo recibió con acalorados movimientos pélvicos y un montón de mordidas en las clavículas, que no se molestaría en ocultar de los ojos del mundo. 

Tal vez porque lo había aprendido de Key o porque quería llevarlo al punto del éxtasis, Minho movió sus caderas más lento de lo que el mayor lo hacia, friccionándose con la delicada tela que cubría el miembro del otro. Pequeños y largos siseos abandonaban la boca pecaminosa de Kibum, que tenía los ojos cerrados mientras manejaba sus manos en el cuello del alto, acariciando su cuerpo con adoración.

—Sisisisí.— La voz de Key era más aguda que nunca y su cuerpo se curveaba contra el del menor, rogando porque le pusiera más atención a su desatendido amigo.— Tócame aquí, Min.— Llevó su mano a la que Minho tenía en su cintura y la presionó contra su bóxer que empezaba a empaparse. Choi apretó duro la entrepierna de Kibum y éste grito alto.— Así, así, así, Min.

El hecho de que le llamara Min lo molestaba y lo halagaba a ambas partes. No podía estar seguro de si lo llamaba así por su nombre o porque era el mismo diminutivo que usaba con su hermana. Desechó el pensamiento y se enfocó en darle placer al cuerpo deseoso de Kibum. 

Desabrochó rápido su propio cinturón, se bajó la bragueta y sacó su pene que había comenzado a gotear preseminal. Kibum se relamió cual gato hambriento y tomó en su mano el miembro, acariciando la corona con el pulgar mientras trataba de frotarse a sí mismo contra él. El calor del dedo de Key en su punta hizo que Minho echara la cabeza hacia atrás antes de meter mano en la ropa interior del contrario, liberando su extensión que también goteaba.

— Joder, Minho.— Kibum hablando bajo y grave era sexy. Kibum maldiciendo era sexy. Kibum desesperado también era sexy. Kibum haciéndolo todo al mismo todo era la epítome de la sensualidad.— Creí que no ibas a tocarme, honey.— Mientras aún circundaba el glande de Minho, levantaba sus caderas para frotarse con la mano del mismo, que estaba simplemente puesta sobre su palpitante sexo. Quería fervientemente que Choi cerrara sus largos y elegantes dedos en ella y lo mastubara con fuerza.— Minhoney, cariño.— Tenía la lengua de fuera, jadeando y apretando el pene del menor en su mano.— Tócame, por favor. No me tortures así.

Choi sonrió y se preguntó quién estaba torturando a quién en esa bizarra relación. Si él, impidiéndole a Kibum que se corriera en su mano o si el mayor, jugando con su corazón aún sabiendo de sus sentimientos, sabiendo que se iba a casar con su hermana, que iban a ser familia y que era una aberración. No era que Minho le echara la culpa; él había sido quien se había acercado a Key para robarle un inocente beso, terminando en la cama de sus padres, haciéndole el amor mientras Kim le gritaba en el oído. 

Nimiedades del pasado.

Eso es lo que hacía siempre que tenía su sexo metido en el trasero de Kibum. Le hacía el amor, mientras Key se corría después del mejor acostón de su vida, según sus propias palabras. Sexo, sexo y nada más que sexo. Y unas cuantas lágrimas cuando Minho era muy rudo, pero nada que Kibum no disfrutara. No tenía pudor, su boca era sucia para hablarle al alto y sus caderas estaban poseídas por el pecado cuando saltaba sobre él.

En la actualidad, Kibum precisaba del uso de un preservativo, pero un par de años antes, lo hacían así nada más. Piel contra piel. Minho extrañaba esos días en los que acorralaba a Key en los pasillos de la escuela, rogándole que lo dejara besarlo al menos; Kibum respondía con un no pero sus ojos le decían que tendría mucho más que un beso si lo acompañaba a donde fuera que el mayor quisiera ir. Desde el baño de la escuela, hasta las bancas de los vestidores masculinos. Bautizaron incluso un vacío salón de clases con el semen de ambos salpicado en la mesa del profesor. Nunca supieron si los habían atrapado porque se metían demasiado en el momento. 

Cuando Minho sintió que estaba bien de provocar al mayor, deslizó su pene contra el de él, sacándole un ruido que no distinguió pero que era demasiado tentador como para no querer oírlo de nuevo. Frotó de nuevo ambas erecciones y el sonido se repitió. Era como la cruza perfecta entre un siseo, un gemido y un jadeo. Si alguien encontraba el nombre para describir el sonido, estaría encantado de pagarle una buena remuneración económica. Empujó sus caderas con fuerza y el miembro de Kibum goteó más, mezclando ambos líquidos preseminales en la mano que los mantenía unidos. La de Minho.

— Min, Min, Min.— Key continuaba hablando mientras su cuerpo sudaba y su mente se desmoronaba.— Por favor, por favor. Házlo. Házlo, ahora. Ahora, por favor, Min.— Las súplicas de Kibum eran casi tan eróticas como sus órdenes.— Choi, por favor. Sabes que lo quieres.— Su mano se movió a los miembros juntos, acompañando a la de Minho. Entrelazó sus dedos con éste y entre ambos siguieron acariciando sus erecciones.— Lo deseas, Minho.— Su voz sonaba más cerca del cuello del alto, donde sabía que era más erógeno.— Quieres tu enorme pene dentro de mí, ¿no?— Apretó más ambas extensiones y besó ligeramente la mandíbula de su cuñado.— Quieres que me abra para ti y te succione completo, ¿verdad? Éso quieres, ¿verdad, Min?— Lamió su mandíbula y fue algo excepcional porque odiaba el sudor de Choi, pero ahora parecía venerarlo.— Quieres hacerme tuyo.— Se alejó de su cuerpo y lo miró a los ojos, con el fuego creciendo en ellos.— Pues házlo, Minhoney.

El apodo, las palabras, la petición, todo era perfecto para el menor. Todo excepto una cosa. Una cosa que jamás podría hacer, por más que lo soñara, lo anhelara y lo deseara todos los días de su existencia. 

No podía hacer suyo a Kibum.

No podía.

Porque Key ya era de alguien más.

Kibum se apoyó en sus codos para ver más de cerca al menor y lo besó con la boca abierta y los ojos cerrados; con ganas, con pasión, como si el fuego del Infierno lo estuviera quemando vivo y Minho fuera lo último que podría probar antes de ser consumido lenta y dolorosamente. Choi se sorprendió cuando Key le jaló el cabello con sus largos y elegantes dedos enredándose en las hebras oscuras. Podía palpar en ese hambriento beso la desesperación del otro.

—Minho.— Lo llamó de nuevo, sólo separándose un poco de sus labios y mirándolo a los ojos. Hacía varios años que no lo hacía cuando estaba en la cama.— Por favor.— Pegó su frente a la ajena y Minho pudo jurar que estaba abriéndole el alma con la mirada.— Nos necesitamos.

Choi Minho jamás se sintió más al borde del abismo y, al mismo tiempo, rozando el cielo.

Key separó más sus piernas y terminó pidiéndole a Minho —entre besos— que le sacara por completo el pantalón, no había necesidad de ser descuidados; no cuando tenían tanto tiempo para ellos ahí. El alto terminó dejando la prenda en el piso y Kibum lo jaló de las cinturillas de su jean de mezclilla, rogándole porque empezara de una vez, que se olvidara de terminar de quitarse la ropa y lo hiciera suyo de nuevo. 

¡Cuánto empezaba a detestar Minho la estúpida frase!

—Déjame tomar un condón, ¿si?— Hizo el amago de levantarse de la cama y Kibum lo apresó contra su cuerpo con las piernas. Minho lo miró con las pupilas dilatadas.— ¿Key? Necesitamos el preservativo.— Key negó con la cabeza y comenzó a besarle el cuello y los omóplatos, a la par que restregaba sus muslos delgados contra la mezcilla de la ropa del menor.— Kibum.

El mayor bufó y besó ligeramente en la boca a Minho. Sus manos trabajaron rápida y velozmente en bajar los jeans del alto, sólo hasta abajo de las rodillas, dejando su vello púbico al descubierto, junto con su miembro erecto y listo para darle batalla toda la noche. Sonrió con su característica mueca de lado y revoleó las pestañas, coqueto. 

—Min. —Dijo como un maullido, con ése par de felinos ojos mirándole la imponente entrepierna deseosamente.— Sólo déjate llevar, cariño.— Juntó un momento su miembro con el ajeno y sonrió al oír el gemido que abandonó el moreno.— C'mon, bebé. Sabes que me quieres tanto como yo a tí.— A la par que hablaba, dejaba un par o dos de pequeños besos en el cuello y los hombros vestido.— Anda, bebé.— Su boca hecha para el pecado lamió el punto escondido bajo la oreja de Minho.— Entra en mí, Minhoney. Estoy dispuesto para tí, hoy.

Las palabras estaban mal, Minho sabía que era una ilusión; que Kibum probablemente estaba dándole la noche de su vida sólo para dejarlo sólo a la mañana siguiente, con la cuenta del hotel pagada y hasta una notita colocada en la mesa junto a la cama. Sabía que su cuerpo estaba reaccionado a los toques de Key sólo porque el sexo era la forma en la que se sentía cerca del mayor y porque era la única forma en la que podría tenerlo con él, diciéndole cosas lindas —y sucias— al oído y abrazándose a él. 

Aún así, separó los blanquísimos y proporcionados glúteos de Kibum, tanteando la entrada contraída con sus dedos morenos, sin introducir ninguno y acabando con la paciencia del otro. Key ahogó un jadeo cuando sintió la punta de uno de ésos dedos presionándose en su ano, aferró las manos al cuello de Minho mientras rezaba frases incoherentes contra su piel. El cabello se le pegaba a la frente y el sudor le bajaba por la barbilla, dejándolo húmedo y un poco pegajoso. No es que a Minho le importara.

—Minho, bebé.— Gimió Key mientras arqueaba su espalda al sentir que el menor había logrado introducir su glande dentro de él. No tuvo tiempo de decir nada antes de que Choi entrara completamente hasta tener la pelvis pegada a la curva de su bien formado trasero.— ¡Joder, Choi!— Un grito atravesó los oídos de Minho y Kibum dejó caer su cabeza en la almohada, ligeras lágrimas transparentes le corrían por los ojos y respiraba entrecortado. Minho espero, como siempre.

El alto observó los labios entreabiertos de Kim y cómo parecía subir su temperatura a la par que se acostumbraba a tenerlo dentro. No mucho tiempo después, Kibum abrió los ojos y sonrió de una forma peligrosa, antes de mover sus caderas adelante y atrás, impulsándose con las piernas, para hacer que el miembro de Minho entrara y saliera de su hoyo. Un gemido grave fue la respuesta del menor. Key volvió a sonreír y llevó sus manos a la camisa de su cuñado, desabrochándola completa mientras Minho sacudía sus caderas, golpeando su entrada una y otra vez.

—Joder, bebé. Hoy sí estás con ganas.— Rió mientras sus muslos se ponían rosas por la fricción contra la piel áspera de las piernas de Minho.— Tienes un cuerpo impresionante, bebé.— Recorrió con la punta de los dedos el abdomen marcado de Choi y bajó su mirada hasta su pelvis, donde se marcaban los huesos de su cadera y donde podía ver cómo el menor tenía agarrado fuertemente su pene mientras lo embestía ruda y certeramente.— Hace años que quería volver a sentirte así, bebé.— Movió sus manos hasta la cara del alto y acarició sus mejillas casi inexistentes. Se sorprendió al notar que tenía mucho tiempo desde la última vez que se había tomado la molestia de observar el rostro de Minho mientras tenía sexo con él. Lo recordaba sonrojado, con el ceño fruncido por la concentración y con las mejillas redondas, con cara de bebé y no con las marcadas facciones de ahora.— ¿Cuándo te volviste tan flaco, Minho?— Preguntó y los embistes del otro cesaron.

Ahora lo miraba directamente a la cara y Kibum se sentía incriminado. Minho tenía las manos a ambos lados de su cuerpo, lo miraba como si estuviera procesando algo increíblemente difícil. Luego se rió. 

Sí, el estúpido se rió.

Antes de que Key pudiera preguntar de qué demonios se estaba riendo, Minho le acunó el rostro con una mano y lo besó ligeramente. Un segundo después, estaba jodiéndolo de nuevo. Su miembro ya estaba acostumbrado a que el cuerpo de Kibum no fuera receptivo, aún cuando el mayor sí lo fuera. Por cosas así, trataban de usar diversos lubricantes pero parecía ser que la entrada de Key no estaba hecha para abarcar la enormidad que el otro tenía entre las piernas. 

Choi levantó una de las piernas de Kibum y la puso en su cadera, la otra la tomó con la mano que había tocado el rostro del castaño y la separó, aún extendida en la cama. Key jadeó al sentir que Minho se hundía más entre sus carnes. El constante ruido del choque de sus pieles lo tenía aturdido. Kim Kibum solía ser muy ruidoso durante el coito, hoy se mantenía soltando ligeros improperios, siseos y el nombre de su cuñado. Nada de sus palabras sucias o los cumplidos que siempre le decía. Estaba tan raro como Minho.

— ¿Desde cuándo te importa?— Preguntó el menor, sin dejar de tomar su cuerpo. Tenía los músculos de la espalda flexionados y estaba suspendido sobre el cuerpo más menudo y más pálido de Kibum.— ¿No vienes a mí sólo para sentir esto?— Lo cogió de nuevo, lento y áspero pero Key sólo pudo gemir, a pesar de que se sentía ofendido.— Creí que te importaba que te ayudara a desaburrirte, no que venías a velar por mi salud. Si te importara, no estarías haciendo esto.— Dicho esto, miró hacia la ventana de la habitación. 

Se veía Gangnam en su esplendor, con luces encendidas, autos por doquier, ruido de la gente. Minho luchó duramente por no derramar lágrimas. Estúpido y más estúpido. ¿Por qué a Key se le ocurría preocuparse por él justo ahora que se iba a casar en serio? Para hacerlo sufrir, ¿no? ¿Por qué no se preocupó esa vez que se lastimó la espalda y lo dejó descansar en lugar de ir y saltarle encima del pene toda una hora hasta que lo cogió contra encimera de la cocina de su departamento? Claro, preocupado y una mierda, pensó.

Kibum lo jaló del cuello y Minho gruñó contra su boca, intentando besarle como al mayor le gustaba: profundo, con mordidas, con los dientes raspándole y con muchos movimientos húmedos de su lengua. Pero Key se lo impidió, lo mantuvo con la frente pegada a la suya y observó sus ojos directamente. Choi trató de no perderse en las orbes del castaños. Falló.

— ¿Haciendo qué?— Preguntó, con la voz baja y muy masculina. Kibum era masculino con Minjung, pero más afeminado con Minho. No al revés.— ¿Follando contigo a pesar de que sé que me amas?— El corazón de Choi Minho se detuvo y su cuerpo dejó de reaccionar.— ¿Crees que no lo he sabido desde que empezamos esto?— Bufó y rodó los ojos, para después volver a mirarlo directamente.— ¿Y nunca te preguntaste por qué fui a pedirte que lo hiciéramos la primera vez, grandísimo imbécil?— Ni siquiera el insulto hizo que Minho respondiera o se moviera un sólo centímetro.— Te lo diré. —Empujó ligeramente el cuerpo del alto y lo dejó sentado, se subió a su regazo.— Me gustabas. 

Por fin, Choi reaccionó y estuvo a punto de gritar algo. No sabía qué, pero iba a gritar. Si Key no le hubiera puesto uno de sus larguísimos y delgados dedos pálidos sobre los labios que había hinchado con sus besos. Minho lo miró con ojos enormes, instándole a que continuara.

— Quiero decir. No sólo me gustabas.— Otro latido que se le detuvo al menor.— Todavía lo haces.— Apartó la mirada de Minho y una sonrisa tímida se instaló en sus labios. ¿Este era Kim Kibum?— Pero son cosas que no esforzaste en enterarte, ¿no?— Volvió a verlo.— Simplemente asumiste que iba a casarme con tu hermana siendo que sólo era un gay de closet. Que iba a ir a visitarte el día de mi despedida de soltero y te iba a pedir que me hicieras tuyo por última vez para después rogarte discreción.— Esnifó de nuevo y sus manos se movieron al cabello del alto.— ¿No te cabía en la cabeza que me pudiera enamorar de tí?

Whoa. Whoa. Whoa. Whoa. Whoa, bebé.

— Sí, imbécil. No tienes que verme así.— Se sonrojó un poco antes de acariciarle el cuero cabelludo.— Estoy enamorado de tí. No es un amor imposible.— Lo besó rápidamente pero Minho tenía otros planes. El menor le tocó cariñosamente la espalda mientras buscaba a tientas su cintura y su lengua se movía rápida en la boca de Key. 

Kibum se pegó al pecho de Minho y viceversa. Repentinamente, Choi dio una estocada veloz y Key gimió en el beso, antes de separarse y mirarlo con ojos hambrientos. Sus dedos bajaron hasta la camisa abierta del alto y la jalaron hasta los codos de éste, descubriendo los pectorales que jamás se cansaría de tener en la palma de su mano. O pegados a su espalda. O en su boca. Sonrió antes de atacar el cuello de Minho y moverse contra el miembro ajeno.

— Joder, si hablabas más, iba a tener que morderte un pezón.— Juró Minho mientras sentía la lengua habilidosa y la boca más deliciosa del mundo en su cuello.— Aunque, no creo que te hubiera molestado.— Key le dio la razón al reírse tontamente y recargó sus piernas en el colchón, impulsándose hacia arriba y volviendo a caer en el pene de Choi.— Mierda, Kibum.

El sube-y-baja que a Key le encantaba, era cansado para Minho. Pero todo fuera por el mayor. Choi lo tenía bien sujeto de las caderas y lo ayudaba a saltar una y otra vez sobre su miembro. Kibum estaba bien concentrado en no dejarse caer muy rápidamente; le encantaba tentar a Minho y al menor también le encantaba aunque le dijera de mil maneras posibles cuando se queda suspendido sobre su entrepierna y no volvía a sentarse. Era un estira y empuje que les fascinaba a los dos.

Minho jaló un buen mechón del pelo castaño de Key y éste gritó algo parecido a "hijodeputa". Lo recompensó con un particularmente buen sentón en su pene y Choi gimió antes de hacerle una succión en el cuello, siendo Kibum el que gimiera entonces. 

— ¿Quién necesita un estúpido condón cuando tengo un culo tan bueno encima de mí?— No es que Minho fuera un sucio con las palabras, pero Kibum era feliz al escucharlo así.— Te encanta, ¿verdad, Kibum?— Lamió todo un lado de su cuello y volvió a cogerlo.— Anda. Lo amas. Amas que esté tan hundido adentro de ti.— Key asintió, excitado. Encontró a Minho a la mitad de una embestida y empezó a juntar su hendidura con el pene del otro al mismo ritmo.— Te ves precioso, ¿sabes? Me vuelvo loco al verte tan delicioso sobre mí.

Minho embistió por última vez y Kibum arqueó su espalda, dejando su pecho a la altura del rostro del menor, quien no desaprovechó la oportunidad para succionar un poco en torno a sus pezones. El maldito tentador Choi. Key bajó sus manos hasta la espalda del alto y planeaba golpearle un poco, pero el orgasmo le llegó como un puñetazo en la próstata. Sus ojos se cerraron plácidamente y un grito fue soltado contra la piel de la mejilla de Minho, que también parecía estar pasando por lo mismo.

Qué increíble, hacía meses que no tenían un orgasmo simultáneo.

Kibum vio estrellas en sus párpados cerrados y Minho vio los ojos de Key. Cursi como él sólo, decidió interrumpir la intimidad del clímax humano para besarlo mientras estaba desprevenido. El mayor no se negó y gustoso aceptó la riquísima boca experta de Minho en la suya. Después de todo, todo esta vez había sido diferente.

El líquido caliente se deslizó por entre los glúteos grandes de Key y chorreó en la cama. Ahí se acabó el romance y se separó de Minho para notar cómo de su propio pene salía expulsado el semen. Acabando en una las camisas que él mismo compró para el menor. Qué irónico. Key se dejó caer a un lado de Minho y éste hizo lo mismo, atrapándolo entre sus brazos morenos.

— Entonces, ¿debería usar un esmoquin negro o uno blanco?— Preguntó, con la voz un poco tímida y sin mirar al mayor a los ojos.— Ya sabes, ehm. Para la boda.— Key lo jaló de la muñeca y le dio un beso pequeño en la comisura del la boca.— Eh, dime de qué color. El que esté de moda o como sea, debo verme bien, ¿no? Soy el padrino, hermano de la novia y amante del novio. . .—Kibum lo tomó del mentón y lo besó directamente en la boca. Le robó el aliento y Minho sonrió contra sus labios. Estúpido enamorado.

Key se alejó con un jadeo y lo miró a los ojos, sonriendo también.

— No seas estúpido. No tienes que usar ni negro ni blanco.— Acarició su mejilla y recargó su cabeza en su hombro.— No hay boda. Al menos no una a la que tú y yo tengamos que asistir.— Minho lo alejó de su hombro y se sentó, mirándolo con ojos gigantes.— ¿Qué? Tranquilo, nadie ha muerto. Sólo ha pasado que se acabó mi compromiso con tu hermana.

—¿Cómo fue que mi madre no te asesinó?— Chilló Minho antes de abrazarlo contra su pecho y casi ahogarlo con besos en la nariz y la boca.— ¿Cómo es que Minjung no te asesinó? Quiero decir, no es que ella estuviera enamorada de ti pero, tu estatus, tu fortuna, la nuestra. Joder, explícate, hombre. 

Kibum rió y le besó los labios rápidamente. No se iba a cansar de hacerlo nunca.

— Digamos que la prensa nunca supo que yo era con quien Minjung se iba a casar.— Minho arqueó una ceja y Key sonrió.— Te ves lindísimo haciendo éso.— Continuó y se echó en el regazo del menor.— Los periódicos, noticieros e Internet sólo sabían que Choi Minjung está comprometida con un hijo del Imperio de los Kim. No con Kim Kibum.— Se mordió el labio juguetonamente y le besó uno de los abdominales al alto.— A partir de mañana, se hará público que Choi Minjung va a casarse el 17 de julio con. . .— La expectación de Minho crecía y Kibum sólo lo estaba acrecentando.— Kim Jonghyun.

Antes de que pudiera preguntar cómo rayos Jonghyun aceptó la boda, Kibum se le tiró encima y lo dejó acostado en la cama, sonriendo como un idiota antes de besarlo felizmente y con mucha ternura.

— Entonces, ¿qué dices? —Preguntó Key, echado sobre el abdomen de Minho y con sus manos en el cuello de éste.— ¿Fue una buena idea o debo volver al acto de hacerme pasar por tu cuñado, el hetero? 

Minho reptó su mano desde la cintura de Kibum hasta su hombro y le quitó la camisa de vestir, mandándola a volar entre el revoltijo que tenían en las sábanas de la cama. Su otra mano bajó de la cintura del mayor hasta su trasero y lo acarició mientras su cara fingía la inocencia más créible del mundo.

— Tal vez otra sesión de desaburrimiento me aclare la mente. Aún no me decido.— Ambos rieron y se besaron lento.— Te amo. No puedo creer que haya tardado tanto tiempo en decírtelo, pero así es.— Escondió su cara en el cuello del mayor y lo besó ligero.

Kibum se sentó en su regazo y entrelazó sus dedos de las manos con los de Minho. Luego volvió a tenderse sobre él y le besó los pectorales. Con lentitud, pero mucha sensualidad. Pronto, sintió algo rozándole el desnudísimo trasero pálido. Ups.

— Tienes razón.— Dijo, irguiéndose sobre el menor y poniéndose las manos en las caderas.— Necesitamos otra sesión para no aburrirnos.— Se bajó hasta tener el rostro a la altura del ajeno y lo besó en la frente.— También te amo, tonto.

Y así, se besaron en un desastre de extremidades enredadas, con una Gangnam a punto de despertar y ellos a punto de dormir. Jurándose amor entre suspiros y uno que otro roce descarado. Lo normal para una pareja como ellos.

Notas finales:

Asco para el amor unilateral. xD

Sorry, por todo esto. <3

Dejen su RW, crítica, tomatazo, beso, comida, una Yagi Arisa envuelta para regalo... Ehm, digo. Una caja de Pockys. LOL.

Besos chulos a todos, toditos porque soy una mala persona que se burla de los demás. 

Mellark, la Bipolar.


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