Crawl
Prólogo
Ryuchi sintió que una fuerza invisible le oprimió el pecho y le impidió respirar, cuando al entrar a su departamento, lo primero que escuchó fueron los fogosos besos y los gemidos desinhibidos de su pareja y aquella con la que retozaba.
Estaba en su departamento mucho antes de lo planeado pues el último concierto de su gira se acababa de cancelar, así que aprovechó que estaba libre y tomó el primer vuelo de vuelta a casa.
No se molestó en avisarle a Tatsuha que llegaría pronto, pues quería que él y el peluche rosa que apretaba contra sí le dieran una sorpresa. Claro ahora el sorprendido era otro. En su rostro ya no había rastro de toda la alegría que sentía mientras abría la puerta del amplio y bien decorado departamento donde vivía.
“¿De verdad tienes que irte?”, mientras camina a su habitación sintiendo los pies tan pesados como plomo, recordó la voz de Tatsuha cargada de pena cuando lo despidió. No se parecía en nada a aquella que ahora emitía los suspiros de placer que durante mucho tiempo creyó ser exclusivo receptor.
No tardó en llegar a la puerta abierta de la habitación que compartía con su novio y ver con claridad a Tatsuha y a esa mujer desconocida fusionarse entre las sabanas, almohadas y sudor. Se quedó mirándolos un tiempo que le pareció eterno y no supo si el molesto nudo en su garganta era de dolor o enfado, pero fuese lo que fuese no le permitió moverse.
En algún momento un prolongado gemido lo hizo despertar y lo obligó a salir corriendo del apartamento. Casi cayó en su huida al exterior, pero logró llegar a la banqueta y tomando el primer taxi que pasó fue rumbo hacia la disquera.
No los interrumpió. No tenía ganas de hacer preguntas, no quería saber. No si aquella no era la primera vez que lo hacia, no si cada vez que le decía tener compromisos con su padre era mentira, no si había evitado acompañarlo a la gira por ella… si ahora le importaba más ella… nada.
Prefirió encerrarse en el estudio de grabación y cantar. En solitario y de manera desgarradora dejó que su voz gritara en escalas lo que él le negaba con palabras. Le hubiera gustado poder ahogarse entre la música, embriagarse tanto hasta perder el conocimiento.
Cuando su cuerpo ya no pudo más, una solitaria lágrima resbaló por su mejilla e inconscientemente la limpió al tiempo que cerraba la puerta del estudio tras él. La noche ya había caído y sabía que tarde o temprano tendría que ir a afrontar a su pareja.
–¿Por qué no me llamaste en cuanto llegaste al aeropuerto? – una pregunta alegre lo recibió detrás de la puerta haciéndolo saltar debido a la sorpresa.
–Tatsuha…– su voz cansada apenas se escuchó cuando lo sintió rodearlo en un abrazo.
–Hubiera pasado por ti.
Sin saber por qué Ryuichi le permitió abrazarlo, incluso, segundos después, sus brazos lo rodearan de vuelta – tenía que hacer unas cosas en el estudio.
–Eso no es excusa – dijo su pareja mirándole con reproche infantil –si me lo hubiese dicho, te habría visto mucho antes. No sabes las ganas que tenía de abrazarte – lo beso primero en la frente antes de recorrer su rostro y parar sobre sus labios –quería besarte y…
–No olvides a Kumagoro – dijo el cantante haciéndose para atrás, bastante confundido por lo que sentía.
–¡Claro! también lo extrañe – Tatsuha abrazó con fuerza el peluche, antes de mirar a Ryuichi de forma extraña –¿ocurre algo?
La pregunta hizo que el cantante sintiera que su pecho volvía a oprimirse, perdió la capacidad de respirar unos instantes hasta que, para calmarse, bajó la cabeza y enterró la mirada en el suelo –no es nada, só-sólo estoy cansado.
Tatsuha quiso objetar, pero se contentó con sonreír condescendiente y tomar la barbilla de su pareja para hacer que lo mirara. –Entonces – depositó un suave beso sobre sus labios y lo tomó de la mano con delicadeza para guiarlo –vamos a casa.
Ryuichi lo siguió y a cada paso que daba sintió que el aire volvía a entrar a sus pulmones. No quería saber. Así que sólo alcanzó a preguntarse una cosa antes de dejar en el olvido su dolor y aquel momento ¿Qué tenía ella que él no?