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~ El Príncipe ~ por Mirnest2

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Notas del fanfic:

#1 shot JongKey... espero sea el inicio de otros más, o quien sabe, de un nuevo fic ;)

 

Notas del capitulo:

PRIMER JONGKEY DE LA VIDAAAAAAAA! Ah, y fue algo tan loco el cómo se dio :') 

Este shot ganó un concurso realizado por Jongkey Shippers Comunidad y qué puedo decir, en verdad no esperé ganar, ya saben todos mis fics son 2Min y esto es inesperadamente hermoso *--* Gracias a las administradoras que eligieron mi shot como el ganador, así como también agradecer a quienes participaron; no es fácil escribir y sé que los demás shot fueron igual de merecedores de este premio, por lo que también comparto este triunfo con ell@s.

Es tonto quizás pensarán, que le de tanto realce a esto de ganar, pero les pido se pongan en mi lugar, ganar algo por poco que sea, con mi #1 JongKey es... opiuytrcvbjvftgy - muere lentamente - <3 :D

 

En fin, no doy más la lata y espero les guste <3 :D

-EL PRÍNCIPE-

 

 

¿Qué es lo peor que ser un ex militar? Lo peor es ser un ex militar expulsado por problemas de control de ira. Pero incluso algo peor que eso, es tener que estar trabajando de chofer y guardia personal de un niño mimado; de un adinerado y mal educado niño mimado.

Había conocido a su padre estando en la milicia, con quien compartió durante unos meses cuando estuvo de misión en Medio Oriente; él era suboficial y su ahora, jefe, era teniente general de la brigada. Allá compartieron meses de misiones y de la vida militar misma estando lejos de casa. En el hombre había encontrado al padre que no había tenido nunca y se sintió como un hijo, cuando éste le acogía y le protegía todo el tiempo. Sobre todo cuando le ayudaba a controlar su propia personalidad impulsiva y explosiva que le trajo más de un problema con el resto de los uniformados.

Eso, hasta que fue dado de baja por haber sido herido en plena batalla. Una medalla al honor y una cicatriz en su torso su todo lo que obtuvo, además de haber regresado a casa casi al borde de la muerte y con su orgullo militar herido; sin duda había sido lo peor que le había sucedido, pues en el fondo él sabía que aquella herida había funcionado como la perfecta excusa de los altos mandos para sacarlo del escuadrón por su sinnúmero de enfrentamientos verbales e inclusive físicos con sus pares por su problemas de ira, cosa de la que ni siquiera el teniendo Kim le pudo defender. Le habían expulsado y eso había sido lo peor que le había sucedido.

Sí, no había nada peor que eso.

 

Desde un comienzo tenía tan solo 3 reglas que debía respetar a toda costa:

  1. Ser el chofer del único hijo de la familia.
  2. Ser el guarda espalda del único hijo de la familia.
  3. Estar siempre disponible, en todo horario, bajo cualquier circunstancia para atender las necesidades del único hijo de la familia.

 

Solo que nadie le advirtió lo jodido que iba a ser tener que trabajar para el “único hijo de la familia”, desde ahora autodenominado: la causa de sus males, sus pésimas noches de insomnio y su retornada dependencia a los medicamentos; era mejor estar medio dopado que descargar la ira con la persona que originaba que hubiese dinero en su cuenta bancaria todos los meses. Al fin y al cabo, trabajo era solo trabajo y nada más.

Con su padre siendo teniente general y conocido activista contra las empresas de armamentos militares que financiaban las guerras que él batallaba solo para defender a los civiles inocentes, no le quedaba otra opción. Sonaba contradictorio, de hecho lo era, pero el teniente Kim tenía las cosas claras; ser llamado a misión era una oportunidad más para dar conocer al mundo que las guerras no solucionaban los conflictos del tipo político y es por eso que ahora se dedicaba a promocionar su campaña senatorial; cosa que le había atribuido muchos adeptos, pero también enemigos, los cuales se ensañaban en mandarle amenazas contra su familia y en especial, contra su único hijo.

Por esa razón había sido contactado por él, para ser guardaespaldas de Kibum, hijo de su otrora superior militar, con la promesa de protegerlo en todo momento y mantenerlo a salvo, tal como en la guerra, debía dar su vida si fuese necesario y no porque el chico fuese algo agradable de defender, sino porque era hijo de su mayor referente y eso, valía soportar cualquiera arrebato infantil de su protegido.

 

Deslizó el paño anaranjado por el parabrisas del BMW negro, quitando las manchas inexistentes de éste, haciéndolo relucir más de lo que ya brillaba bajo la luz del sol. De pronto, un par de gritos dentro de la casa le hacen detener lo que hace y mirar hacia los ventanales de la sala, viendo un par de sombras ir y venir de un lado a otro mientras gritan cosas que no logra entender bien.

 

-          Creo que no se cansan de gritar todas las mañanas – le hablaron tras la espalda – Ese chico es solo problemas…

 

“Ese chico” pensó, sabiendo perfectamente a quien se refería el viejo jardinero de la casa, que llevaba trabajando ahí más años de los que él tenía.

 

-          Yo le hubiera llevado a un reformatorio militar o algo así – dijo respirando hondo y colocándose sus guantes llenos de lodo – A él solo le falta disciplina, su padre debería saberlo…

 

El hombre se gira tomando sus herramientas de jardinería, perdiéndose por el camino empedrado hasta los rosales en donde se inclina y trabaja ignorando el golpe en la puerta principal y las voces que salen de casa.

 

-          ¡Te dije que no te iba a permitir que llegaras con olor a alcohol! – le gritó siguiéndole con sus tacones repiqueteando tras él - ¡Ya has sobrepasado todos los límites Kim Kibum, TODOS!

 

-          Dices eso todo el tiempo madre…

 

-          ¡Cuando tu padre regrese a casa, se enterará de cada una de las cosas que has hecho y créeme que no se quedará tan tranquilo! ¡Esto ya es suficiente! – exclamó siendo completamente ignorada - ¡¿A DÓNDE CREES QUE VAS?!

 

-          Donde Taemin, tu voz me da dolor de cabeza…

-          ¡NI TE CREAS QUE IRÁS A VER A ESE CHICO, ES UNA PÉSIMA INFLUENCIA PARA TI!

 

-          Ese chico, es mi amigo… - su mano tomando la manija de la puerta ante la atenta mirada de su chofer – E iré a verlo, te guste o no…

 

-          ¡SI VAS A VER A ESE MAL EDUCADO, ENTONCES NI TE MOLESTES EN REGRESAR HOY A CASA!

 

-          ¿Joven Kim?

 

Rodeó el vehículo dejando de lado su labor, atento a recibir órdenes que quizás le serían demasiado difíciles de acatar. Sus ojos viajan entre los de su patrona y el hijo de ésta, que es la persona para la cual trabaja. Los ojos claros del chico están rojos y brillan en exceso, y entonces él se da cuenta de que quizás se está conteniendo demasiado.

 

-          Llévame donde Taemin

 

-          ¡Tú no irás a ninguna parte jovencito! – su mano tomándolo por el antebrazo – Te quedarás en casa, en tu cuarto y reflexionarás sobre lo que has hecho…

 

-          Creo, madre, que desistiré de tu oferta – dijo zafándose de su agarre – Jonghyun, llévame donde Taemin, ahora…

 

-          ¡KIBUM!

 

-          Señora Kim… - la voz del moreno es suave y conciliadora cuando se atreve a interponerse entre la mujer y el vehículo, permitiéndole de ese modo que el chico se encierre dentro y se refugie tras las ventanas polarizadas, las que le esconden y permiten escapar del mundo mientras se coloca los auriculares de su reproductor musical – Creo que no es necesario agrandar más este conflicto innecesariamente señora Kim

 

-          ¡Tú no tienes derecho a opinar, trabajas para mí, que no se te olvide eso! – reclamó.

-          En realidad, su esposo me contrató para trabajar para su hijo…

 

En ese momento la mujer le mira y comprende entonces que este joven, esta persona frente a ella, puede ser una perfecta excusa para bajarle las revoluciones a sus constantes conflictos con su hijo y poder de ese modo pensar con la mente fría la mejor solución.

 

-          Yo cuidaré del joven Kim, tiene mi palabra, no le ocurrirá nada mientras esté conmigo, no tiene que preocuparse por él…

 

-          ¡Ese, ese niño…!

 

-          Tiene ojeras, sé que no ha dormido angustiada por él y hoy han discutido, por favor señora Kim, permítame ayudarla y tenga al menos un día de paz sin su hijo causándole problemas – añadió atreviéndose a posar una mano en el hombro de la mujer – Entre en casa, duerma, descanse y mañana solucione esto, pero no hoy…

 

-          ¡Me tiene cansada, estoy…! – suspiró – No sé qué hacer, no lo sé…

 

-          Hágame caso y confíe en mí – sonrió – Lo traeré de regreso por la noche, sano y salvo…

 

-          ¡No dejes que vea a ese Taemin!

 

-          No lo hará… - añadió rodeando el vehículo hasta la puerta del piloto – Nos vemos más tarde señora Kim…

 

-          ¡Cuídalo por favor!

 

-          Lo haré…

 

De pie en medio de la entrada de la casa, la mujer se abraza a su cuerpo mientras ve cómo el auto sale de la propiedad y se pierde por el camino de acceso hacia la ciudad. El viento frío le eriza la piel mientras sus preocupaciones generan un torbellino de confusas sensaciones en su  interior, ¿Acaso ha hecho bien en confiar en aquel chofer? Ha llevado trabajando unos cuantos años solo porque el padre de éste había sido compañero de milicia de su esposo, pero exceptuando eso, el chico había resultado ser bastante eficiente en su labor asignada; Kibum estaría bien cuidado y eso era lo único que le importaba.

 

El asfalto parecía silbar mientras las ruedas lo rozaban al avanzar por la carretera. El paisaje arbolado de las afueras de la ciudad corría veloz contra ellos, casi como en una batalla. Pero aquello era demasiado insignificante. Sus ojos viajaban intermitentes entre el camino y el espejo retrovisor, en donde se reflejaba la silueta de su pasajero; estaba recostado en el asiento, justo tras suyo, con la mirada perdida en el camino mientras soltaba suspiros pesados y sus mejillas resplandecían por ese llanto lleno de orgullo que contuvo frente a su madre.

Pero ahora ella no estaba ahí.

Él llevaba trabajando ahí casi cinco años y le había visto de muchas maneras posibles; la primera vez había sido cuando tenía apenas 18 años y el 7 más que él. Jonghyun todavía podía recordar su cara tímida e inocente cuando lo presentaron como su chofer y guarda espaldas personal, incluso tenía memorizado el color azul marino del uniforme del colegio y la corbata roja que parecía mimetizarse con sus sonrojadas mejillas.

Ahora ya estaba cerca de cumplir los 30 años y darse cuenta de su pobre condición lo hacían sentir lástima de sí mismo, ¿qué pensarían el resto de su escuadrón si viesen al sub oficial Kim trabajando como chofer de un chico de 23 años, y no cualquier chico, sino el hijo de su superior? ¡Que patético sería! Jonghyun se olvidó de aquellas ideas y tan solo se concentraba en manejar por la autopista sin un rumbo definido todavía; su pasajero seguía sumido en la música de su aparato reproductor mientras miraba absorto por la ventana y lloraba en silencio, secándose torpe y lleno de orgullo las lágrimas que apenas si alcanzaban a rozar la piel de sus mejillas.

 

-          Joven Kim… - le habló mirándolo por el retrovisor - ¿A dónde lo llevo?

 

Su pregunta quedó en el aire y tan solo recibió un rezongón indiferente mientras le veía coger su teléfono celular y concentrarse en éste.

 

-          Soy yo, Kibum

 

-          ¡Ah, querido, ¿cómo estás?! ¿llegaste bien a casa anoche?

 

-          Sí, bien…

 

-          ¿Sucede algo? Te noto extraño

 

-          Lo mismo de siempre – respondió masajeándose el puente de la nariz – Ya no aguanto estar en casa, además de que me tiene prohibido ir donde Taemin tú, ¿estás en casa?

 

-          Sí, lo estoy, pero, uhm, verás, ahora mismo…

 

-          Estás con alguien

 

-          Sí, o sea, aún no se ha ido, si quieres puedo pedirle

 

-          No, no te preocupes, ya veré que hacer, disculpa por haberte molestado Miya, te llamo luego, adiós…

 

Dejó el aparato a un lado y respiró hondamente, su plan de escape se había frustrado tan rápido que ya no tenía opciones. Alzó la mirada entonces y se topó con un par de ojos que lo miraban y se apartaban rápido al ser descubierto por él.

 

-          Jonghyun…

 

-          ¿Sí joven Kim?

 

-          Uhm, yo… - suspiró - ¿Me podrías llevar lejos de aquí?

 

-          ¿Disculpe?

 

-          Miya no puede recibirme y si voy donde Taemin, ¿le dirás a mamá, cierto?

 

-          Lo haré, sí…

 

-          Entonces tan solo, llévame lejos de aquí, a donde tú quieras pero… yo solo quiero irme lejos y no volver…

 

-          S-sí, sí, claro…

 

Irse lejos y no volver, ¿qué significaba eso? Jonghyun le restó importancia a aquello, pues ya eran demasiado los años que llevaba trabajando para la familia Kim que la palabra “huida” se había repetido muchas veces con anterioridad, acostumbrándolo a eso. La primera vez que Kibum quiso arrancar de casa fue en una fría noche de invierno, tenía 19 años y su padre, no le había dado permiso para ir de campamento con unos amigos y en especial, con uno que parecía tener en él intereses que iban más de una amistad. Esa noche sintió golpes en su habitación en el área de servicio de la casa que lo obligaron a levantarse y verlo vestido y con un bolso mientras se aguantaba las lágrimas. Después se vieron en el vehículo yéndose lejos de ahí en la madrugada, con él manejando preocupado y su pasajero llorando como siempre lo hacía; solamente en el auto pero jamás en presencia de sus padres. Al cabo de unas horas el chico se durmió y él lo llevó de regreso a casa, en donde lo acostó en su habitación y se disculpó con sus padres, quienes nunca se cansaban de agradecerle sus atenciones para con su hijo.

Aquello ya se había repetido varias veces; Kibum discutía con sus padres, en especial su madre, arrancaba lejos, se iba de fiestas, a casa de Taemin u otros desconocidos y luego volvía a casa a recibir más reprimendas que gatillaban más escapadas las que él tan solo tenía que soportar por ser su chofer.

Ahora recordaba las palabras del viejo jardinero y de la servidumbre que hablaba de Kibum y su mal comportamiento a escondidas, como el gran secreto a voces; de su mala conducta, su rebeldía, su falta de respeto y su homosexualidad; ¡Genial, el chico era un caos y él había jurado su vida a su padre para protegerlo! ¿En qué mierda estaba pensando cuando hizo aquello?

 

-          Estúpido… - se dijo a sí mismo apretando el manubrio.

 

-          ¿Qué has dicho?

 

-          ¡Oh, joven Kim, no, nada! – se disculpó mirándole por el retrovisor – Y-yo, yo ya tan solo hablaba conmigo mismo, lo siento…

 

-          De seguro piensas que lo soy, ¿cierto?

 

-          ¿Cómo dice?

 

-          No tienes que fingir conmigo Jonghyun, trabajas para mí hace muchos años y ya me sé de memoria la cara que pones cuando te cabreo…

 

-          Yo no pongo ninguna cara…

 

-          Es exactamente, esa que estás poniendo ahora… - añadió enarcando una ceja mientras se cruzaba de brazos y soltaba un hondo respiro – Sé lo molesto que soy, pero no tienes que tratar de negarlo, ya sé que hablas de mí con el resto de la servidumbre, aunque, nunca le refutas nada al maldito jardinero…

 

-          Yo no hablo de usted…

 

-          Es cierto, ellos lo hacen… - suspiró – Son unos mal agradecidos, ¿qué les importa mi vida a ellos? ¿qué se meten en lo que hago? Ya suficiente tengo con soportar a mamá y la sobre protección de papá como para interesarme en lo que piensen unos simples empleados – su mirada hacia el exterior por la ventana – Desearía que todo el mundo desapareciera y me dejaran tranquilo de una puta vez…

 

-          ¿Incluso sus padres? – añadió mirándole por el retrovisor.

 

No, por supuesto que no, yo, yo no podría vivir sin ellos…

 

-          Sí, incluso mis padres… - mintió – Ya están viejos, no sirve de nada vivir con ellos, solo me limitan y molestan todo el tiempo, quizás, quizás debería irme de casa de una vez…

 

-          Con todo respeto joven Kim, le he oído decir eso y además, me he visto obligado a ser partícipe de sus huidas por más de cinco años pero ¿sabe? Usted siempre, termina regresando a casa…

 

-          ¡Eso no es cierto!

 

-          Oh, claro que lo es, quizás no lo recuerde porque es tan solo un niño, pero yo… - dijo apuntándose la sien con el dedo índice – Yo lo recuerdo todo, incluso qué ropa usaba la primera vez que hizo el intento por irse de casa

 

-          ¿Ah sí?

 

-          Sí, lo hago

 

-          A ver, entonces dime, ¿qué ropa usaba? – le desafió, era imposible que lo supiese, ¿cierto?

 

-          Su pijama rosado con conejitos, zapatillas azules, sudadera gris y una maleta…

 

Maldito

 

-          B-bueno, bueno eso, eso ni siquiera cuenta como una huida de verdad, era demasiado joven…

 

-          Lo sigue siendo…

 

-          ¡Ya cállate de una vez y conduce! – exclamó resignado mientras se colocaba sus audífonos, sus lentes de sol y fingía que dormía prisionero de su propio fracaso.

 

 

Jonghyun le miró por el espejo, conteniendo las ganas que tenía de reírse de él y de su inmadurez, al fin y al cabo, siempre era igual, incluso con el paso de los años a sus ojos, aquel chico mal criado e irrespetuoso seguía siendo tan solo el mismo niño de 18 años que conoció hace tanto tiempo atrás.

 

La luz del sol se sintió cálida en su rostro a pesar de sus gafas oscuras. Sentía que las mejillas le ardían y poco a poco le hacían despertar. No se había dado cuenta, pero se había quedado dormido apoyado en la ventana de ese costado del vehículo y, cuando abrió los ojos, se halló solo.

Abrió la puerta y la claridad del mediodía, le golpeó el rostro, despertándolo por completo. Se quitó los lentes y mirando a su alrededor vio con su paradero; estaba de pie a las orillas de un claro, junto a un riachuelo con las manos en los bolsillos de su pantalón. Caminó entonces hacia él posándose a su lado.

 

-          ¿Dónde estamos? ¿qué lugar es este? – preguntó.

 

-          Seguimos en Seúl, así que no te preocupes…

 

-          Pensé que te había dicho que quería irme de acá…

 

-          No sé dónde queda el aeropuerto, lo siento, nos perdimos…

 

-          ¡¿NOS HEMOS PERDIDO?!

 

-          ¡Por supuesto que no, ¿qué creías?! – se burló sin poder evitar una solitaria carcajada.

 

-          ¿En serio no sabes dónde queda el aeropuerto?

 

-          Claro que sí

 

-          ¿Entonces por qué no me has llevado hasta allá?

 

-          Nunca dijiste que querías ir al aeropuerto…

 

-          Te dije que quería irme de aquí, lejos, ¿acaso no puedes seguir una simple orden? – sus brazos cruzándose sobre su torso.

 

-          ¡Oh, lo lamento, pero aún no sé interpretar tu lenguaje bizarro y lleno de… cosas confusas!

 

-          ¿Mi lenguaje bizarro?

 

-          Sí, su lenguaje bizarro… - afirmó otra vez – Además, no tenías ganas de irte en realidad, así que por eso te traje hasta acá, estamos a un par de horas de tu casa y por la noche volverás sano y salvo como es mi deber…

 

-          Tu deber es obedecerme…

 

-          En realidad, es obedecer a tu padre, es él quien me paga todos los meses…

 

-          ¡Pero trabajas para mí!

 

-          Sí, pero son cosas distintas, trabajo para ti, pero tu padre me paga así que mi lealtad está con él – sonrió irónico – A menos que puedas ofrecerme más dinero, cosa que dudo…

 

-          ¡Te pagaré el doble si me llevas al aeropuerto, o mejor, si me llevas donde Taemin!

 

-          Oh, lo siento, no tienes tanto dinero…

 

-          ¡Por favor Jonghyun, llévame donde Taemin, te prometo que no le diré nada a mamá!

 

-          Ella me prohibió que te llevase donde él y yo le di mi palabra – sus pasos volviéndose de regreso al auto – Y yo siempre, siempre, cumplo lo que digo…

 

-          Maldito militar – masculló.

 

-          ¿Disculpa, has dicho algo?

 

-          Nada, muévete – le dijo pasando a su lado y golpeándole a propósito con el hombro mientras se metía dentro del auto y cerraba la puerta con un golpe en seco. De pronto, la ventana descendió y por ésta se asomó su rostro - ¡Métete de una vez!

 

Obediente lo hizo, sentándose en su sitio y colocándose el cinturón de seguridad antes de echar a andar el motor.

 

-          ¿Y bien, a dónde se le antoja ir joven Kim?

 

-          Donde Taemin…

 

-          Respuesta errónea…

 

-          Quiero un café, ¿conoces algún lugar decente en este maldito despoblado en donde valga la pena desayunar sin morir en el intento?

 

-          Pues claro, a desayunar entonces…

 

Dejaron atrás el apartado en donde estaban, retomando un camino de ripio. El lugar parecía ser una de esas áreas para acampar, con muchos árboles y zonas de descanso en donde la hierba crecía generosa a orillas del riachuelo que cruzaba por entre las colinas. Ya en la ruta, los árboles daban una agradable sombra mientras silbaban con el paso del viento que mecía sus hojas y botaba una que otra.

Para seguir siendo Seúl, Kibum estaba seguro que nunca había visto un lugar más hermoso y tranquilo como ese. Atrás habían quedado los grandes edificios, centros comerciales y el ruido de la ciudad,  estar ahí, parecía como estar en un país completamente diferente. Después de todo, Jonghyun sí le había ayudado a escapar, a su modo claro está, pero lo había hecho y eso lo hacía sentir levemente agradecido con él.

De pronto el paisaje natural fue cambiando a medida que avanzaban y pequeñas casa aparecían. Tenía la certeza de que era tan solo un pueblo de campesinos o algo así, pues todo parecía demasiado antiguo y alejado de la tecnología. El camino no estaba asfaltado y él ya se sentía muy extraño y entonces el auto se detuvo y Jonghyun salió de éste para abrir su puerta y darle el espacio para que descendiese.

 

-          Hemos llegado – le dijo cerrándola tras de sí antes de caminar seguro hacia una pequeña tienda con cortinas rojas en reemplazo de la puerta que debía ir ahí; fuera de ésta había un pequeño cartel que decía “Comida casera” – Vamos no te quedes ahí..

 

-          Debes estar bromeando – añadió quedándose en su sitio – Yo no entraré a ese lugar, tan solo, míralo, ¡luce horrible! Quizás qué tipo de enfermedades haya dentro, no quiero morir a los 23 años por una infección – continuó – Yo no entraré ahí, tan solo ve tú, yo me quedaré en el auto…

 

-          ¡Oh no, claro que no, tú vendrás conmigo!

 

Jonghyun le tomó por un brazo y le hizo dar un par de pasos antes de que sintiese que el menor se liberaba de él.

 

-          Escucha, tu trabajo es tan solo llevarme a dónde yo te diga, no hacerme entrar a antros de mala muerte como este… - le dijo – Yo me quedaré en el auto, ve y come, cuando vuelvas estaré acá…

 

-          No me arriesgaré a que huyas…

 

-          ¿Quién dijo que quería huir?

 

-          Tú, hace quince minutos a la orilla del río…

 

-          ¡Está bien, escucha! – suspiró – Soy… digamos que soy muy quisquilloso con mi comida y me da desconfianza entrar a ese lugar, prefiero esperar un par de horas hasta estar de regreso en Seúl…

 

-          Te dije que seguíamos en Seúl

 

-          ¡Me refiero a Seúl moderno y con las normas sanitarias vigentes!

 

-          Bien, como tú digas – dijo dándose por vencido – Entra en el auto…

 

Jonghyun esperó a que el rubio lo hiciese, sosteniendo la puerta por él.

 

-          Ahora escúchame tú – habló apoyándose en el borde del vehículo – Iré a comer algo y volveré, si noto que has tratado de huir de alguna manera, te cazaré como un pequeño conejo, te buscaré, te encontraré y te llevaré de regreso a casa y además, le diré a tu madre que has ido donde Taemin

 

-          ¡Pero no he ido donde Taemin!

 

-          Pero tu madre no lo sabe – ironizó en una sonrisa – No me provoque joven Kim, porque entonces estarás en problemas, ¿entendiste?

 

-          (…)

 

-          ¡¿Has entendido?!

 

-          ¡S-sí, sí, entendí, lo hice! ¡Dios, pero que molesto eres!

 

-          Gracias – sonrió otra vez – Y solo para asegurarme, le pondré la alarma al vehículo…

 

-          ¡No puedes hacer eso! ¡¿Qué hago si me ocurre algo?! ¡No podré ponerme a salvo!

 

-          No te preocupes, tengo excelente audición, si te pasa algo, tan solo grita como niña y vendré a tu rescate…

 

-          ¡No soy una niña!

 

-          Y yo menos un héroe – sus pasos adentrándose en el local - ¡Pórtate bien!

 

-          ¡Espero te atores con la comida o te dé una infección al estómago! – la alarma del vehículo sonando mientras los seguros descendían, cerrando además las ventanas polarizadas - ¡NO, MEJOR ESPERO TE MUERAS POR SER TAN CABRÓN!

 

Kibum gritó resignado, viendo cómo sus palabras se quedaban atrapadas dentro del auto a medida que Jonghyun desaparecía dentro del local. Como viejo gruñón se dejó caer en el asiento, cruzándose de brazos mientras pataleaba como niño de cinco años, atrapado en aquel auto cuando debería de estar en Seúl, gritando sus males a su único amigo y olvidando sus molestias con alguna salida al centro comercial o un pub famoso y no ahí, en un pueblo lleno de campesinos, encerrado en el vehículo sin nada qué hacer.

Tomó su reproductor musical y le dio “play”, notando cómo se apagaba al instante en que el dibujo de una batería vacía aparecía.

 

-          ¡Genial! – bufó lanzándolo lejos. Tomó entonces su teléfono celular, dispuesto a hacer una llamada y vio cómo éste no tenía ni un ápice de señal - ¡Arg, maldición!

 

Soltó un pesado suspiro cuando se vio solo, sin su reproductor, sin señal en su teléfono celular y atrapado en el vehículo mientras su chofer desayunaba, aunque él también moría de hambre, solo que su orgullo era más poderoso que eso.

Su orgullo, era quizás lo único que le quedaba, eso y aunque ni él mismo se lo creyese su maldita virginidad, ¿Por qué siempre que se sentía frustrado pensaba en eso? ¡Ah, sí, claro, era porque para un joven de su edad, popular como él lo era, no había nada más molesto que ser el único no-sexualmente-activo que quedaba entre sus amigos. Incluso Taemin, quien era tres años menor que él, ya tenía una vida sexual activa, porque de plena y segura nada tenía, eso hasta él lo admitía.

Si la mayoría de las personas que le conocían supiesen de la triste verdad de su condición, entonces su fama de chico fiestero, playboy y popular se iría a la mierda, literalmente, por lo que, su orgullo era lo único que realmente prevalecía.

Kibum se inclinó hacia la parte delantera del auto, sentándose en el sitio del copiloto, buscando con qué distraerse, hasta que vio la guantera. La abrió y notó el sinnúmero de cosas que ahí había, pero fue una robusta carpeta plástica lo que le llamó la atención entre toda la chuchería.

La colocó en sus piernas y ver una foto de él fue lo primero que le llamó la atención, ¿Por qué Jonghyun tendría una foto de él entre un montón de papeles? Pero no alcanzó siquiera a resolver esa duda, cuando comenzó a ojear el resto del contenido en dicha carpeta, quedando perplejo con lo que veía; no había tan solo una foto de él, sino cientos de éstas: de él en clases en la universidad, con sus amigos, en el centro comercial, en fiestas, en casa e incluso durmiendo en su propia habitación. Horrorizado las dejó de lado, enfocando su atención en las hojas que ahí había; una de éstas tenía un perfil completo de él, su nombre, datos personales, medidas corporales, registro de llamadas telefónicas, cuentas de sus tarjetas de crédito, todo, pero absolutamente todo de él. Y no solo de él, sino también de su madre, al igual que muchas fotos de ella.

¿Qué significaba todo eso? ¿Por qué…? Asqueado con su descubrimiento, dejó caer la carpeta por sus piernas, queriendo salir de auto y recién recordando que estaba atrapado ahí. Desesperado forcejeó la manija, pero no pudo salir.

 

-          ¡Demonios! – se quejó en el momento preciso en que los cerrojos cedían y su mirada se enfocaba en su chofer quien caminaba hacia el costado del auto, abriendo así la puerta.

 

No perdió tiempo y salió furioso de ahí sin siquiera cerrar la puerta tras de sí, notando que Jonghyun le llamaba mientras él solo caminaba sin un rumbo definido; ni siquiera sabía en dónde estaba metido, ¿Habrían buses en ese maldito pueblo que lo pudiesen llevar de regreso a la ciudad? Kibum necesitaba ayuda, alguien que le explicase qué estaba sucediendo y en donde poder refugiarse, ¿Podría su día ser incluso peor?

 

-          ¡Hey, Kibum, regresa acá! – le gritó viéndolo cómo se alejaba - ¡Kim Kibum! – pero nada, era completamente ignorado por él. Corrió entonces, logrando alcanzarlo para así tomarlo de un brazo y voltearlo hacia él - ¡MALDICIÓN, SI NO REGRESAS TE METERÁS EN PROBLEMAS!

 

-          ¡¿Yo me meteré en problemas?! ¡¿Qué hay de ti, eh?! – se quejó - ¡SUÉLTAME!

 

-          ¡Vendrás conmigo a casa! No sé qué te pasa, pero te dije que si tratabas de huir te cazaría y eso pretendo hacer…

 

-          ¡Ah, ya veo, eres muy bueno en eso ¿no?! ¡Su-él-ta-me! ¡Que me sueltes! – insistió sin importarle las personas que pasaban por ahí y les miraban haciendo semejante espectáculo - ¡No regresaré con un maldito psicópata! ¡Eres asqueroso, mi padre se enterará de esto y serás tú el que termine con problemas! ¡Te meteré en la cárcel y te pudrirás como la basura que eres!

 

-          ¡¿De qué demonios hablas?!

 

-          ¡¿Por qué tienes fotos mías?! – le encaró notando la cara llena de perplejidad del mayor - ¡¿Por qué mierda tienes información mía y de mi madre?! ¡¿Acaso eres un acosador?! ¡INCLUSO TIENES FOTOS DE MI DURMIENTO, MALDITA SEA!

 

-          N-no sé de qué estás hablando…

 

-          ¡Oh, claro que lo sabes! ¡¿Tienes registro de mis tarjetas de crédito?! ¡¿Qué mierda significa eso?! ¡¿Desde cuándo eso es trabajo de un maldito chofer?! ¡¿Eh?, dime!

 

-          Te explicaré todo, pero ahora sube al auto y regresemos a Seúl…

 

-          ¡Oh, claro que no! – añadió zafándose al fin del agarre impuesto – Me lo dirás todo, AHORA y con toda esta gente de testigo, para que se enteren del tipo de mierda de persona que eres y si crees que regresaré contigo, estás muy equivocado porque no me subiré de nuevo al auto de un pedófilo de mierda…

 

-          Kibum, por favor…

 

-          Joven Kim – le corrigió - que no se te olvide que el que manda aquí soy yo, principito… - dijo sarcástico mientras se cruzaba de brazos - ¿Y bien? Estoy escuchándote y más te vale que tu explicación me deje satisfecho…

 

Y ahora, ¿Qué más podía hacer? Jonghyun estaba acorralado, por completo, escuchando en su mente la vieja advertencia que repitió más de una vez en anteriores ocasiones: “Si su hijo de entera de esto…” tan solo alcanzaba a decirle esto y el hombre le daba vueltas en argumentos que no podía rebatirle, más que mal, era su superior militar y ahora su jefe. Maldita la suerte que tuvo de terminar trabajando para hacer y más que eso, haciendo cosas que bordeaban lo ético; meterse en la vida privada de una persona, controlar todo lo que hace era incluso más de lo que hizo alguna vez estando en el ejército.

Estaba cagado y lo sabía.

Soltó un hondo suspiro, desajustándose la corbata de su traje oscuro antes de pasar la mano por su cabello y peinárselo para re ordenar sus ideas.

 

-          No solo fui contratado como tú chofer… - admitió cabeza gacha – Sino también como tú guarda espaldas

 

-          ¿Me dirás algo que no sepa?

 

-          Tu padre… - le miró – Él estaba preocupado por ti, por tú seguridad y me pidió… él, él me pidió que te cuidara siempre, en todo momento y eso para él significaba saber todo lo que hacías, con quién lo hacías, cómo lo hacías y dónde lo hacías…

 

-          ¿Entonces me seguías? Cuando salía de casa y te ibas, ¿te quedabas cierto? – preguntó.

 

-          Sí, siempre lo hice…

 

-          Y esas fotos, no son las únicas, ¿verdad? – su voz temblorosa.

 

-          No, no lo son…

 

-          ¿Qué más te ha hecho hacer? Mi padre, ¿qué más te ha ordenado que hagas?

 

-          Tengo que seguirte todo el tiempo, saber con quién te juntas, qué haces y darle un reporte de eso todos los días…

 

-          A mis amigos, ¿también les has seguido?

 

-          A todos – admitió nuevamente, viendo cómo el semblante de Kibum se descomponía con cada descubrimiento.

 

-          ¡Dios…!

 

Le vio cubrirse el rostro con ambas manos, notando cómo se disminuía frente a sus ojos; enterarse de aquella verdad oculta que era seguro le traería problemas, no era algo que esperaba sucediese de esa manera, ni tampoco esperaba que tuviese que ser él, quien le confesase dichas cosas que desde un principio se opuso a hacer.

 

-          ¿Qué más? – le miró con los ojos brillantes en lágrimas contenidas - ¿Qué más te ha hecho hacer mi padre?

 

Pero no le respondió, Jonghyun le miró serio, sin ninguna expresión en su frío rostro.

 

-          ¡¿QUÉ OTRA MIERDA TE HA HECHO HACER?!

 

-          Alejar – suspiró – Alejar las malas influencias y a potenciales compromisos sentimentales, lo demás ya te lo he dicho…

 

-          ¿Has… has apartado mis relaciones amorosas?

 

-          Sí, lo he hecho… - le dijo – Incluso, incluso con Hyunseop…

 

¡Oh Hyunseop! El mejor pretendiente que tuvo, modelo famoso y cotizado, quien se le hubo confesado pero que de pronto desapareció y le dejó de hablar de la noche a la mañana, sin saber nada más de él; ahora entendía lo que había pasado. Y eso, eso fue un balde de agua fría sobre Kibum.

Su rostro perdió todo color, sus ojos se abrieron del asombro y de su boca solo salían balbuceos sin sentido. Jonghyun sabía que si se enteraba de eso, realmente lo odiaría pero ya que estaba atrapado entre la espada y la pared, debía confesar toda la verdad, así al menos pagaría el precio de hacer cosas que nunca quiso hacer solo por mantener su palabra y lealtad. Solo que, jugar con la vida de las personas, estaba lejos de sus propios valores morales.

 

-          Kibum, y-yo, yo lo lamento… - sus pasos acercándosele.

 

El moreno quedó petrificado cuando Kibum alzó una de sus manos deteniéndole y manteniendo una distancia segura con él, estaba molesto y lo sabía. Entonces alzó la mirada y le vio llorar; era la primera que lo hacía sin estar oculto dentro del auto y solo ahí, se dio cuenta de que el chico lo había perdido todo: su libertad, su orgullo y esa personalidad arrebatadora que de cierta forma lo hacía único.

Lo peor de todo, era que podía sentirse libre de culpas ahora que Kibum sabía la verdad, ahora que sabía que era su padre quien estaba detrás de todo esto y que él tan solo seguía ordenes pero, ¿Por qué no era así? ¿Por qué se sentía tan mala persona? Porque de seguro lo era, Jonghyun ahora era un cómplice de su jefe y Kibum la víctima de ambos.

Le había destruido y eso no era distinto de matar a un civil inocente en una guerra.

 

-          Llévame, llévame donde Taemin, por favor…

 

-          Sabes que no puedo…

 

-          ¡QUE ME LLEVES DONDE TAEMIN, AHORA!

 

-          S-sí, sí joven Kim…

 

El camino ahora se hizo lento y pesado, la tensión dentro del auto era tan fuerte que hacía escasear el oxígeno dentro de éste. Jonghyun manejaba mirándole de vez en cuando por el espejo retrovisor, sintiéndose disminuido con la mirada de odio que le devolvía Kibum.

Toda su vida, todas las cosas que le permitían hacer eran falsas porque siempre le estuvieron controlando, Kibum ni siquiera quería saber desde hace cuánto tiempo su padre le había estado siguiendo y hurgando en su vida privada, después de todo, Jonghyun no era el primer chofer y guarda espaldas que había tenido.

¿Le había visto con sus amigos, con sus novios también? ¡Pero quién se creía que era! Ya ni siquiera sabía a quién odiaba más; si a su padre por ser un maldito controlador, a Jonghyun por ser su perro faldero o a su madre por cada reprimenda que le dio sabiendo de antemano que era lo que él hacía, porque era de seguro que el moreno le informaba de todo a ella.

 

-          Mi madre, ¿lo sabe? – preguntó con la voz tosca – que me seguías y de las cosas que hacía, ¿ella lo sabe?

 

-          No, no lo sabe…

 

-          ¿La sigues a ella también?

 

-          Lo hago, sí, también la sigo…

 

-          Maldito bastardo – masculló girando el rostro hacia la ventana, conteniendo las ganas que tenía por estrangularlo en ese mismo momento.

 

Los minutos para su fortuna, pasaron mucho más rápido de lo que creyó. Durante el camino no intercambió palabra alguna con Jonghyun y ahora al fin, podía reconocer el aparcamiento del edificio en donde vivía Taemin. No esperó a que el auto se acomodara por completo y abrió la puerta, bajándose rápidamente de ahí, sintiendo a lo lejos la voz de su chofer, la cual ignoró mientras se metía dentro del lobby y emprendía rumbo al departamento de su amigo, ahí al menos podía sentirse menos invadido y que lo poco de vida privada que le quedaba, no iba a ser registrado por la lente de una cámara.

 

Las horas de pronto se hicieron lentas desde su perspectiva. El atardecer ya se asomaba por el horizonte de la ciudad, con los rayos de sol ocultándose por entre los edificios, mientras que las estrellas nacían tímidas al igual que la luna por entre las nubes. Jonghyun seguía en el mismo sitio, sentado en el capó del BMW, con un envase de café en la mano mientras observaba hacia lo alto de la torre, en el piso 15 en donde la luz de la sala permanecía encendida.

¿Qué estarían haciendo? Esa pregunta ya había pasado incontables veces por su cabeza sin saber en cuántas opciones pensó como respuesta ni menos cuál le desagradaba más. Taemin era una mala influencia, incluso él lo admitía, pero ahora, incluso contra la petición de la madre de Kibum, sabía que iba a ser la única persona que lo podría contener.

De pronto, un par de siluetas aparecieron dentro del lobby y una la reconocía muy bien. Se incorporó entonces, viendo cómo Kibum y su amigo iban hacia él y solo ahí, sintió que un golpe de realidad le abofeteaba en la cara.

Kibum, no, este no era Kibum sino alguien más, alguien más haciéndose pasar por él porque el Kibum que él trasladaba, el hijo de su jefe no se vestía así, no de este modo: vestido con unos pantalones negro de cuero muy ajustado, una camisa blanca casi trasparente desabotonada de tal modo, que dejaba ver la piel del inicio de su torso y sus huesudas clavículas y una chaqueta a juego, al igual que sus zapatos. Su cabello rubio estaba peinado con bucles con una cinta para el cabello a modo de cintillo que se escondía escuetamente tras éste, dándole una apariencia inocente. Sus ojos estaban ocultos tras una capa de delineador negro y sus labios brillaban en un tono rosa pálido.

Nunca, de los años que llevaba trabajando para él lo había visto de ese modo, jamás. Había sido testigo de sus salidas y noches de fiesta, pero verlo vestido de esta manera, de eso, nunca antes; Jonghyun estaba perplejo, sin palabras en su boca y petrificado completamente.

 

-          Si quitas la cara de idiota, quizás podemos salir – le habló el castaño; Kibum estaba completamente mudo y con la mirada perdida en el piso – Iremos a cenar y luego a un lugar que conozco, así que llévanos antes de que echemos raíces aquí…

 

Maldito niño…

 

-          ¿Joven Kim? – le miró.

 

-          Key no quiere que le hables ni le mires, así que obtente de hacerlo, maldito psicópata…

 

-          Joven Kim, por favor…

 

-          ¡No te atrevas a acercarte si no quieres que arme un escándalo aquí mismo! – le desafió – Escúchame bien, chofer de mierda, si tuviera un auto me hubiera llevado a Key lejos de ti y tu acoso, pero tú eres nuestra única opción, si no quieres problemas será mejor que hagas lo que te digo, ¿entendiste?

 

-          Joven Kim, ¿qué desea?

 

-          ¡Te dije, que no le hablaras! – añadió interponiéndose entre él y su amigo, ocultándolo tras su espalda - ¿Acaso eres imbécil? No me hagas repetirte lo que ya te dije. Así que mejor mueve tus putos pies y llévanos a cenar antes de perder nuestras reservaciones…

 

Tras el cuerpo del menudo castaño, Jonghyun vio el semblante triste y frío de su protegido; se notaba que estaba incómodo en aquel momento y que inclusive todo parecía molestarle: estar ahí siendo defendido por otra persona, escuchar que le hablaba a pesar de que no merecía dirigirle la palabra, su ropa y ese maquillaje que le vio por primera vez, ¿Qué pretendía? Quizás estaba buscando su propia manera de huir de la horrible verdad a la que se vio sometido y esa era la única manera que había encontrado.

Si Kibum le pedía que lo llevara lejos, entonces lo haría, no tenía ninguna otra opción ahora que había estropeado su vida y su privacidad hace años. Jonghyun le conocía, como la palma de su mano: sus medidas corporales, la forma en que dormía, los pijamas que usaba cada día, la talla de su ropa y zapatos, la pasta dentífrica y el perfume. Conocía la comida que le gustaba y cual no, sabía de cuántos cubos de hielo le gustaban en su trago y la cantidad de azúcar que le ponía a su café. Sabía quiénes eran sus amigos, cómo se llamaban, que estudiaban y dónde vivían, además de conocer a sus familias y a qué se dedicaban sus padres.

Por cinco años se había dedicado a protegerlo y seguirlo donde fuese que éste estuviese; en casa, en la universidad, en su tiempo libre con sus amigos, en las fiestas y sus vacaciones, pero solo ahora, que éste le ignoraba, se sintió totalmente perdido. Jonghyun le conocía por completo pero justo en ese momento, no supo quién era ese Kibum que sus ojos contemplaban.

 

-          Si el joven Kim me dice qué es lo que quiere, entonces lo haré – habló mirando a Taemin – Yo trabajo solo para él y mis órdenes son hacer lo que él quiera que haga, ¿Joven Kim?

 

Le vio alzar la mirada, encontrándola con la suya, ojos rojos e hinchados.

 

-          Quiero que te mueras – le dijo – quiero que desaparezcas y me dejes en paz…

 

-          Kibum, por favor…

 

-          ¡No te acerques!

 

-          Por favor, no hagas esto, sabes que si me pides que me vaya, te seguiré de todos modos, no puedo permitir que algo te ocurra…

 

-          Te pedí que te murieras, hazlo, muérete… - insistió – Fuiste militar, debes tener un arma al igual que papá, póntela en la boca y jala el gatillo…

 

-          ¿Hyung…? – y ahora era Taemin quien se volteaba y le miraba extrañado, ¿qué cosas estaba diciendo? - ¿te encuentras bien?

 

-          Sácame de aquí Tae, llévame lejos y haz que me olvide de todo, por favor – le pidió rogándole con la mirada.

 

Sus pasos pasaron junto a su amigo, eludiendo a Jonghyun, mientras caminaba hacia el auto y se metía dentro de éste, en la parte trasera sintiendo las miradas de ambos tras él. Taemin suspiró entonces, pasando junto al mayor y metiéndose dentro del auto de igual modo, esperando a que luego éste lo hiciese y les llevase donde le pedían.

Habiendo llegado al restaurante, no alcanzó a descender del vehículo y sus pasajeros bajaban de éste para caminar rápido hacia el interior, dejándolo de pie en medio de la acera sin saber qué hacer; sentirse más culpable ya no era una alternativa. Decidió entonces buscar un estacionamiento lo más próximo a los ventanales del lugar, desde donde podría verlo a lo lejos sin tener la necesidad de colarse dentro ni ocultarse por entre los comensales y de ese modo lo hizo.

Desde donde estaba, tenía una visual perfecta de la mesa al fondo del salón, en donde solo eran ellos dos comiendo y charlando. Jonghyun notaba el semblante falto de brillo del rubio y cómo su amigo se le acercaba de vez en cuando y le tomaba la mano, acariciándole el torso y diciéndole palabras de apoyo que parecía necesitar.

Las horas pasaron y con éstas un par de botellas de vino de ambos amigos bebieron entre la cena, para luego del postre pedir un par de bajativos mientras la conversación parecía más amena que en un principio, y todo gracias al alcohol. Cuando les vio incorporarse, notó cómo Taemin se acercaba entre risas al rubio, sosteniéndolo de un brazo mientras que con la otra mano buscaba dinero de su billetera y cancelaba la cuenta antes de salir.

Con prisa salió el vehículo yendo hacia la entrada del local en donde se los topó, arrebatando a Kibum del brazo de su amigo.

 

-          Joven Kim, ¿se encuentra bien?

 

-          ¡Oh, es mi acosador! – ironizó - ¡No me pongas las manos encima!

 

-          Estás ebrio, te llevaré a casa…

 

-          ¡No, no me qui-quiero ir contigo! – exclamó soltándose - ¡Con Taeminie iremos de fiesta, ¿cierto Taeminie?!

 

-          Cierto – sonrió éste, algo más lúcido que el rubio – Será mejor que te quites del camino y nos lleves al Babylon…

 

-          ¿Al… Babylon?

 

-          Sí, eso te he dicho, ¿o qué, acaso eres sordo?

 

-          Ese local, ese, ese lugar es…

 

-          Un antro de gays, travestis y prostitutas, ya lo sabemos ¿y qué?

 

-          No puedo permitirles ir a ese lugar – añadió – Kibum, por favor…

 

-          ¡JOVEN KIM! ¡JO-VEN KIIIIIIIIIIIIIIIIM! – masculló soltándole el hálito alcohólico en el rostro - ¡Soy tu jefe que no se te olvide! ¡Aho-ahora llévanos al Babylon!

 

-          Su padre…

 

-          ¡MI PADRE HA CONTROLADO MI PUTA VIDA POR AÑOS SIN YO SABERLO, ASÍ QUE NO ME DIGAS AHORA QUÉ ES LO QUE TENGO QUE HACER! – gritó sacándose de adentro ese tapón de ira y frustración que tenía incrustado en su pecho desde aquella mañana, golpeándole por el torso para empujarlo torpemente - ¡POR UNA MALDITA VEZ QUIERO HACER LO QUE YO QUIERA!

 

-          Si su padre se entera…

 

-          ¡SI SE ENTERA ENTONCES, ¿QUÉ?! ¡TÚ ERES SU MALDITO PERRO, LE DIRÁS DE TODOS MODOS, ¿NO ES CIERTO?! – sus ojos lagrimeando - ¡NO ME IMPORTA SI SE ENTERA DE LO QUE HAGA HOY, PUES QUIERO QUE SEPA EN QUIEN ME HE CONVERTIDO, EN LA CLASE DE HIJO QUE TIENE Y DE LO QUE SOY CAPAZ DE HACER!

 

-          No hagas esto, Kibum, por favor…

 

-          ¡LLÉVAME AL BABYLON, AHORA!

 

Los pasos apresurados de una cuarta persona que iba hacia ellos, lo distrajo lo suficiente como para entonces darse cuenta del espectáculo que estaban montando fuera del restaurante y de cómo la gente dentro de éste los miraba sin entender qué era lo que estaba ocurriendo.

 

-          ¡Caballeros por favor! – les habló el maître con la voz baja pero en una obvia reprimenda - ¡No está permitido hacer este tipo de shows fuera de nuestro local, les pido por favor, que se vayan de aquí si no quieren que llame a la policía!

 

Las palabras del hombre se hicieron sordas en sus oídos, pues él tan solo podía prestarle atención a la mirada de odio que Kibum le dirigía, desarmándolo completamente.

 

-          No se preocupe, ya nos íbamos, esto fue tan solo un incidente – intervino Taemin mientras estrechaba la mano del empleado y le pasaba entre ésta un par de billetes doblados – Espero que esto solucione cualquier altercado

 

-          S-sí, por supuesto… - dijo mientras se inclinaba – Buenas noches a todos…

 

 

Frente a él el vaso con el contenido acaramelado bailaba a medida que lo movía, haciendo chocar los cubos de hielo en su interior. El reflejo de las luces de colores chocaba en todas partes, incluso en su ropa y la música resonaba tan fuerte que ni siquiera podía oír sus propios pensamientos. A su alrededor todo era demasiado caótico y exagerado; la decoración del lugar en tonos púrpura y rojo, los bailarines casi desnudos sobre el escenario, la misma gente que bailaba casi fornicándose unos a otros, este lugar sin duda era especial en todos los sentidos.

A un par de metros desde donde él estaba sentado, veía perfectamente la mesa en donde estaba Kibum, Taemin y un par de tipos conversando. Parecía más animado que cuando salieron del restaurante mientras que los tragos se sucedían unos a otros, más entusiasmado parecía. Él estaba sentando al medio de la mesa arrinconada, con un musculoso abrazándolo por los hombros mientras le susurraba cosas al oído y reían mutuamente, mientras que Taemin parecía ajeno a todo cuando su boca era devorada, literalmente por su acompañante.

 

-          No lo puedo creer – le hablaron capturando su atención – ¿Sub oficial Kim Jonghyun en el Babylon?

 

Alzó la mirada y frente a él vio esa sonrisa que no pasaría desapercibida en ninguna parte, además de esa aura inocente que le acompañaba incluso ahora, habiendo pasado ya tantos años desde la última vez que le había visto.

 

-          Vaya, déjame decir que los años no pasan por ti – dijo apartando la silla que estaba frente al moreno para sentarse en ésta – Supongo que te acuerdas de mí, estuvimos juntos en el mismo escuadrón en Irak

 

-          Oficial Choi Minho, claro que me acuerdo de ti, ¿cómo has estado?

 

-          Bien, no me quejo, de vacaciones por lo que ves, ¿qué haces aquí?

 

-          Trabajo…

 

-          ¿Cómo?

 

 

Le apuntó entonces con la mirada hacia la mesa tras su acompañante, quien se giró y encontró su mirada con Kibum, quien de soslayo lo observaba mientras le vigilaba.

 

-          ¿Es el hijo del Teniente Kim?

 

-          Sí…

-          No entiendo, ¿cómo es que estás acá trabajando?

 

-          Él es mi trabajo, soy su guarda espalda

 

-          Oh, ya veo…

 

-          ¿Sigues en el escuadrón?

 

-          Sí, solo que las cosas has cambiado mucho desde que te fuiste – añadió dando un sorbo a su botella de cerveza – Nuestro superior es un tal Lee, un bueno para nada, demasiado idiota para mi gusto, falta algo de tu rudeza entre los demás, no le tienen ningún respeto al nuevo…

 

-          Te olvidas que mi rudeza hizo que me expulsaran – sus ojos viajando hacia la mesa de su protegido – Me alegro que al menos tengan a quien obedecer…

 

-          Sí, pero hace falta alguien como tú

 

-          Créeme que no, he cambiado demasiado y ya no soy el mismo de antes

 

-          Yo te veo exactamente igual Jonghyun

 

-          Créeme que no lo soy, te lo digo, tan solo mírame – añadió juntando la mirada con su acompañante - ¿Imaginaste alguna vez que el sub oficial Kim terminaría trabajando como guarda espalda de un niño rico y mimado?

 

-          ¿Lo dices por el castaño?

 

-          No, por el… - y solo entonces, al ver hacia la mesa distante, se dio cuenta que era tan solo Taemin y su acompañante quienes estaban ahí. El nerviosismo comenzó a fluir al 1000% y sin pensarlo, se incorporó de su mesa rápidamente y fue hasta donde estaba el amigo de Kibum - ¡¿Dónde está Kibum?! – preguntó alzando la voz - ¡Taemin, ¿dónde está Kibum?!

 

El chico le miró entonces, con una sonrisa de soslayo que le molestó. Jonghyun no perdió tiempo y de un empujón apartó al otro tipo, botándolo al piso mientras tomaba al castaño por el brazo.

 

-          ¡¿Dónde se metió Kibum?!

 

-          ¿Quién sabe…?

 

-          ¡No juegues conmigo niño, no sabes con quien te has metido! – acotó ácidamente - ¡DIME DÓNDE SE HA METIDO KIBUM, AHORA!

 

-          ¡Jonghyun! – la voz de Minho llamándolo – Allá…

 

En un movimiento de cabeza le señaló las escaleras que iban hacia los salones VIP del segundo piso y, a lo lejos, vio la cabellera rubia de Kibum que era seguida por el mismo musculoso de antes. Sin pensarlo demasiado, dejó libre a Taemin, pasando junto a su amigo.

 

-          Hazte cargo del niño, llévalo a su casa – añadió – Es una orden…

 

-          Sí, señor – sonrió memorando tiempos que ya estaban muy en el pasado.

 

Jonghyun se desentendió de Taemin y atravesó la pista de baile para alcanzar a Kibum. Pasó por entre cuerpos sudorosos y miradas cargadas de deseo que se lo devoraban y le tocaban el cuerpo sin pudores, pero no le importaba. Su objetivo se perdía escaleras arriba y él estaba todavía demasiado lejos. Batalló para ir tras él y a lo lejos lo vio ya en la planta superior del local, perdiéndose por un pasillo.

El moreno puso sus esfuerzos en ir hasta él, llegando al fin a las escaleras, las que subió corriendo hasta llegar al piso superior. Ahí, un pasillo con mamparas de vidrio se extendía frente a él, para luego oscurecerse entre luces negras hacia el fondo. Sin dudarlo se internó, pudiendo ver entonces puertas a cada costado. En ese lugar la música no sonaba y todo era tan solo un silencio perturbador. Avanzó dando largas zancadas, casi adivinando en dónde podría estar Kibum.

Entonces golpeó cada puerta, una a una gritando su nombre mientras trataba de abrirlas, estaban todas con cerrojo.

 

-          ¡Maldición! – se dijo frustrado, sintiendo cómo alguien pasaba a su lado; era una chica, vestida de mesera que avanzó por el pasillo con una bandeja con un par de tragos en ésta.

 

Sin dudarlo la siguió, parándose a metros de ella cuando la vio detenerse en una de las puertas, las que se abrió apenas y por la cual se asomó él, el tipo que acompañaba a Kibum. Jonghyun avanzó entonces, viendo tras de él la figura del rubio sobre una cama.

Se abrió de paso entonces, apartando a la chica del umbral y dándole un empujón al musculoso cuando entró al fin al cuarto. No le importó las quejas de la mesera ni los reclamos del desconocido, pues al entrar, se sorprendió de ver ropa tirada en el piso, al igual que unos papelillos en la mesa de luz junto a la cama, en donde Kibum yacía inconsciente a torso desnudo entre las sábanas.

 

-          ¡¿Qué haces aquí, imbécil?! ¡Sal de aquí! – le reclamó el otro tipo - ¡¿Acaso no ves que estamos ocupados?!

 

-          Kibum… - le susurró moviéndolo por el hombro sin obtener respuesta a cambio - ¿Kibum?

 

-          ¡No lo toques, el rubiecito es mío!

 

Y eso, lo colmó. Se le acercó entonces, a pasos violentos y llenos de ira mientras una de sus manos se perdía tras su espalda. Por dentro de su chaqueta sacó lo que ocultaba entre esta y el borde de sus pantalones al mismo tiempo que aprisionaba al acompañante de Kibum contra la muralla, poniéndole un brazo por el cuello y apuntándole en la sien con la pistola que siempre cargaba con él.

Sus miradas se encontraron tensas, la del tipo llena de temor al verse acorralado y la de Jonghyun con esa faceta que calmaba cada día con sus medicamentos que justo en ese momento, le valían mierda.

 

-          ¡Hey, ¿Qué, qué estás haciendo?! – lloriqueó.

 

-          Escúchame, escúchame bien hijo de puta porque no me gusta repetir las cosas – le dijo arrojándose su aliento cargado de ira – Ese rubiecito, es MÍO y no me gusta que toquen las cosas que me pertenecen… - el seguro del arma liberándose – No tengo buen carácter, de hecho soy pésimo en las negociaciones, salvo esta, mi amiga…

 

-          ¡Hey, por favor…!

 

-          Tomarás tus cosas, tu maldita droga y te irás de aquí y más te vale que lo hagas rápido si no quieres que te perfore los testículos con una bala…

 

-          ¡Amigo, oye, no tienes que ponerte así! – el agarre del moreno aprisionándolo aún más, quitándole el aliento - ¡Nosotros solo queríamos pasarlo bien!

 

-          ¿Amigo? Yo no soy tu amigo, soy tu peor pesadilla… - añadió – Tienes tres segundos para tomar tu mierda y marcharte – le dijo soltándolo – Uno…

 

En ese momento, el fornido hombre comenzó a tomar su ropa y a colocársela torpemente mientras Jonghyun le miraba amenazante.

 

-          Dos…

 

-          ¡Demonios! – se quejó cuando no pudo colocarse los zapatos, para luego tomar los papelillos a medio consumir y guardarlos en el bolsillo de su pantalón, corriendo rápido hacia la puerta.

 

-          ¡TRES!

Se volteó hacia la puerta por donde salía veloz aquel extraño, huyendo de él. Ya estando solo, puso el seguro en su arma de servicio y se la guardó tras la espalda para entonces ir hacia el cuerpo semi consciente de Kibum. Jonghyun se sentó al borde de la cama, secando con su mano el sudor de la frente del rubio, quien rezongaba entre sueños llenos de alcohol y sustancias ilícitas.

 

-          ¿Ta-Taemin…?

 

-          No, soy yo, Jonghyun… - le dijo en un susurro.

 

-          Sác-sácame de aquí, por, por favor…

 

Tal como le había sido encomendado el día que fue contratado, Jonghyun obedeció aquella orden. Se incorporó de la cama, envolviendo el cuerpo semidesnudo de Kibum en una de las sábanas, para luego tomarlo en brazos y dejar que su cabeza reposase en su hombro para así, sacarlo de ahí.

Avanzó por el pasillo, sintiendo el aliento adormecido del menor golpear la piel de su cuello, entibiándosela mientras las luces se acentuaban y la música comenzaba a expandirse a medida que salía del lugar y descendía las escaleras para cruzar el salón frente a la mirada llena de confusión de muchos de los asistentes del local.

Fue entonces cuando vio a Minho correr hacia él, en todo el momento había estado vigilando a Taemin, apartando a su acompañante y aislándolo de todo quien quisiese acercársele.

 

-          ¡Sub oficial Kim, ¿se encuentra bien?! – preguntó mirando a Kibum – El chico…

 

-          Lo drogó, pero está bien ¿Y Taemin?

 

No alcanzó a obtener respuesta y entonces vio al castaño ir hacia donde estaban, con la mirada preocupada.

 

-          ¡Por Dios, ¿qué le pasó a Key?! ¡Maldición, ¿está bien?!

 

-          Tu amiguito lo drogó, si no hubiera llegado a tiempo…

 

-          ¡Oh maldición, Jonghyun, por favor…!

 

-          Minho, lleva a Taemin a su casa, yo me haré cargo de Kibum…

 

-          Sí señor…

 

-          ¡NO, YO QUIERO IR CON ÉL, NECESITO SABER CÓMO ESTÁ!

 

-          Tú ya has hecho demasiado por él, tan solo míralo – ironizó caminando hacia la entrada del local con Minho y el menor tras él, avanzando por entre la gente que esperaba ingresar al local, dirigiéndose hacia los estacionamientos – Yo me haré cargo de él, Minho, confío en ti…

 

-          No se preocupe…

 

-          ¿Tienes el mismo número de antes? – preguntó junto al BMW, esperando a que su amigo lo abriese por él para entonces recostar sobre el asiento del copiloto a Kibum.

 

-          Sí señor…

 

-          Te llamaré cuando ponga a Kibum a salvo, nos hablamos…

 

-          ¡Jonghyun, por favor…!

 

-          Llévatelo… - insistió ingresando en el vehículo para hacerlo andar y perderse por entre las oscuras calles de la ciudad, viendo por el espejo retrovisor la silueta delgada del amigo de su protegido, que era sostenida por Minho en lo que parecía ser un acto desesperado y lleno de temor.

 

 

Sentía su cuerpo pesado y las extremidades adormecidas. Su cabeza era un caos de imágenes y el ruido del exterior se multiplicaba en su interior, aturdiéndolo. Abrió los ojos con dificultad y vio luces pasar veloces, como destellos que se hacían infinitos, mientras que las imágenes del exterior pasaban con una lentitud contradictoria.

 

-          ¿Dón-dónde, estoy? – pregunto sintiendo la voz seca - ¿Ta-taemin?

 

-          No te muevas… - oyó en una voz grave y distorsionada, ¿qué le estaba pasando?

 

Se giró y vio una silueta a contra luz que le miraba de vez en cuando, posando una de sus manos en su frente y luego, el sueño lo invadió otra vez, llevándolo a parámetros lejos de esa realidad perturbadora en la que se encontraba.

Pero entonces, el tiempo pasó demasiado rápido. Los acontecimientos vividos aquel día cruzaron por sus pensamientos, dándole un golpe de realidad que parecía necesitar en aquel momento, justo cuando sentía que una extraña humedad lo abrazaba. Y no era una humedad simple, sino que sentía que se ahogaba y no podía ser socorrido, ¿Dónde estaba?

 

-          ¡DESPIERTA YA! – le gritaron al mismo tiempo en que un golpe de agua fría caía sobre su cara.

 

-          ¡MALDICIÓN, ¿QUÉ, QUÉ MIERDA ESTÁS HACIENDO?!

  

Y solo entonces, comprendió qué estaba ocurriendo. Abrió los ojos de golpe cuando sintió el agua caer por su rostro mientras que recién notaba que estaba dentro de una bañera y Jonghyun tendía la regadera sobre él, empapándolo por completo.

 

-          ¡O-OYE, ¿QUÉ MIERDA ESTÁS HACIENDO?! – gritó notando que solo traía sus pantalones puestos - ¡QUITA ESTO, DÉ-JA-ME!

 

-          ¿No te gustó drogarte? Ahora, asume las consecuencias – y más agua cayendo sobre él, mientras movía sus brazos para tratar de apartarlo, infructuosamente - ¿Crees que esto se trata de irte de fiesta con quien quieras? ¿Acaso se te olvida que te tengo vigilado en todo momento y que mi trabajo en velar por ti?

 

-          ¡¿Y DESDE, DESDE CUANDO HACER ESTO, ES, ES VE-VELAR POR MÍ?!

 

-          Desde que te fuiste con un desconocido y aspiraste quizás qué cosa… - masculló empujándolo tina abajo cuando notó que quería incorporarse de ésta – Necesitas ponerte sobrio…

 

-          ¡NO ERES NADIE PARA DARME ÓRDENES! ¡DEJA DE MOJARME!

 

-          Soy el perro de tu padre, ya lo dijiste y si no quieres que él se entere de esto será mejor que hagas lo que te digo…

 

-          ¡APÁRTATE HIJO DE PUTA!

 

En ese momento se incorporó inesperadamente, quedando de pie en la tina con el agua cayendo por su torso desnudo y su cabello rubio pegado al rostro, mientras el frío le hacía temblar y erizar los vellos de su cuerpo. Parecía un pequeño niño refunfuñando por ser regañado, lo que le hizo contenerse para no reírse en su cara.

 

-          ¡N-no, no ti-tie-tienes de-derecho a, a tra-tratar-tratarme así! – tartamudeó preso del frío – Mi pa-padre, se, se, s-se enterará de es-to y te, y te va echar, echar a la calle...

 

-          Lo dudo, después de todo fue él quien me contrató en un principio. Ten… - dijo arrojándole una toalla a la cara – Quítate la ropa húmeda y sécate, esperaré afuera…

 

-          ¡Va-vaya, algo, algo de pri-pri-privacidad!

 

-          ¿Prefieres que me quede?

 

-          ¡SAL YA!

 

Cerró la puerta de un golpe en seco, mientras reía por lo bajo y se adentraba en la habitación para prepararle algo de ropa limpia.

Dentro del baño, Kibum aseguró la puerta con cerrojo ante cualquier imprevisto, no podía confiarse de Jonghyun, menos cuando éste sabía todo de él. Con la verdad revelada, sentía que cada cosa que hacía o decía, era anticipada por el moreno; no tenía su propia vida, ni menos libertad y tan solo pensar en aquello lo hacía sentirse resignado y cautivo de su padre y su sobre protección.

¿En qué momento había comenzado todo? ¿Cuándo fue que perdió todo y se convirtió en sujeto de vigilancia como si fuera un delincuente o algo peor? Tal vez fue cuando su padre comenzó a realizar actividades contra las compañías de armamentos que abastecían las guerras que él peleaba para defender a los inocentes o quizás fue cuando decidió que ser senador le haría subir más escalones en sus propias ambiciones, ¿Pero y él? ¿Qué pasaba con él? ¿Acaso no era él también importante? ¿Acaso no tenía él una vida aparte de la que su padre vivía?

Deslizó la mano por el espejo empañado, reencontrándose con su cara entristecida. Tenía con ojos rojos y con rastros de aquella aspirada que dio y que le adormeció la mente, además de densas ojeras. De su maquillaje no quedaban rastros, solo una capa oscura de delineador bajo sus ojos que le daban un aspecto mortificante, las ondas de su cabello rubio habían desaparecido y tan solo era él, él y sus propias aflicciones.

Él y nada más.

Necesitaba sentir algo de alivio, algo que el baño de agua fría impuesto por Jonghyun le había quitado, quería revivir esa sensación de no sentir nada y saber que no estaba ni muerto, ni tampoco vivo. Abrió la despensa tras el espejo y se sorprendió al ver la cantidad de medicamentos que ahí había junto con otros suplementos de limpieza facial y dental; ansiolíticos, hipnóticos, antidepresivos, antipsicóticos y otros tantos que no supo reconocer.

¿Cómo…? ¿Por qué una persona que gozaba de tener el control como Jonghyun podría consumir ese tipo de pastillas? Mil ideas cruzaron por su mente, pero ninguna que le diera una respuesta demasiado convincente. Decidido tomó un ansiolítico y se dispuso a tomarlo, cuando golpes en la puerta lo pusieron en alerta.

 

-          ¡Devuelve esa pastilla a su lugar Kibum!

 

¡Pero qué mierda…!

 

-          Hay cámaras de vigilancia en el baño – añadió.

 

Bueno, eso lo explicaba todo, al menos, casi todo. Ofuscado ajustó la toalla a su cintura y de golpe salió del cuarto de baño, en donde lo vio frente a la puerta y con el cuerpo apoyado en el muro del pasillo.

 

-          ¡¿ACASO ME HAS VISTO DESNUDO?! – le gritó - ¡MALDITO PERVERTIDO, ¿NI SIQUIERA PUEDO IR AL BAÑO TRANQUILO SIN QUE ME VIGILES?!

 

-          No te vi desnudo si eso es lo que crees…

 

-          ¡DIJISTE QUE HABÍAN CÁMARAS EN EL BAÑO!

 

-          Mentí – sonrió dándole la espalda para adentrarse en el cuarto – No seas tan iluso…

 

-          ¡¿Entonces cómo mierda sabías que tomé una de tus pastillas?! – preguntó - ¡¿Y por qué tienes tanta mierda como esa, eres un drogo, un adicto?!

 

-          Eres demasiado predecible Kibum, te conozco hace años, sé que te drogas y esas pastillas son como dulces para ti. Ten…

 

Recibió entre sus brazos una muda de ropa deportiva limpia, la que inspeccionó con desdén.

 

-          No me pondré esto, quiero mi ropa

 

-          Tu ropa está mojada y yo no soy del estilo súper diva como tú, eso es todo lo que tengo – sus pasos saliendo de la habitación – Vístete, prepararé algo de comer…

 

-          ¡¿Qué, ahora te crees mi mamá?!

 

-          No, solo soy el tipo que te salvó de una sobredosis en ese puto lugar sin contar una presunta violación, así que ahora haz lo que te digo; vístete y ven a comer…

 

Dicho esto cerró la puerta de golpe saliendo del lugar, dejándolo completamente solo. A regañadientes extendió la ropa deportiva, que para su desgracia era de la escuela militar, y se la colocó para después secar su cabello con la toalla caminando por la habitación. El lugar era tal como Jonghyun; recto, limpio, demasiado blanco y espacioso: solo la cama, mesas de luz a los costados de ésta y las puertas del clóset. No había nada de color, ni siquiera cortinas, ni televisión, ni cuadros decorativos.

Curioso abrió el clóset, notando la ropa perfectamente planchada y organizada por colores dentro de éste; trajes, ropa militar, ropa casual y tenidas deportivas, camisas almidonadas, poleras y sudaderas. En las cajoneras, los bóxer estaban perfectamente doblados y acomodados por tonalidades al igual que los calcetines.

 

-          Es un obsesivo… - se dijo sintiendo un escalofrío recorrerle la espalda.

 

En otra cajonera había más medicamentos, los mismos que había en el baño pero por cantidades industriales y en la última, una decena de carpetas, papeles, fotos y dos armas automáticas con sus respectivas municiones. Hurgó pues, notando que era cierto lo que le había dicho esa mañana; tenía cientos sino miles de fotos de él en distintas situaciones de su vida a lo largo de esos cinco años que llevaba trabajando para él y eso, eso solo le hizo sentirse más asqueado con toda la situación.

Quitó las manos velozmente justo antes de ver una instantánea que le llamó la atención porque sabía en qué contexto se encontraba en aquel entonces; estaba él sonriéndole a otra persona que le abrazaba por los hombros mientras caminaban por un parque, solo que, esa otra persona en aquella foto, tenía la cara pintada con un plumón negro. Dudoso tomó la carpeta de la cual sobresalía dicha imagen y pudo ver entonces otras cuantas más de él con sus acompañantes, quienes tenían la cara garabateada con lápiz de igual manera pero, al verlas bien, supo que habían sido todos sus amigos cercanos, pretendientes y potenciales novios que quedaron tan solo en eso, deseos de poder tener una relación con ellos y que se frustraron de la noche a la mañana y él sin saber por qué.

 

-          Pero, ¿qué…?

 

-          ¿Estás listo?

 

La voz de Jonghyun en el cuarto le puso en alerta, volteándose asustado a verlo frente a él, con el ceño fruncido cuando notó que hurgaba sus cosas. Le vio avanzar hasta donde se encontraba, notando las cajoneras abiertas y las fotos en sus manos, las que le quitó sutilmente, colocándolas nuevamente en su lugar.

 

-          Ven a comer – le ordenó como si no le hubiese pillado con “las manos en la masa”, dándole la espalda para ir hacia la puerta.

 

-          ¿No me dirás nada? ¿No me preguntarás por qué estaba viendo tus cosas?

 

-          No…

 

-          ¡¿Por qué tienes fotos mías de este modo?! – añadió mostrándole una es donde sabía, salía con Hyunseop - ¡¿Qué significa esto?!

 

-          ¿No es obvio? Ese eres tú y el otro tu novio o ex novio, o quien sea que fuese…

 

-          Todas están del mismo modo…

 

-          Ya sabes toda la verdad, saca tus propias conclusiones

 

-          ¡QUIERO QUE TÚ ME LAS DIGAS, MALDICIÓN! – gritó fuera de sí - ¡¿POR QUÉ MIERDA HACÍAS ESO?! ¡¿POR QUÉ ME TENÍAS QUE SEGUIR DE ESE MODO?! ¡¿POR QUÉ TENÍAS QUE ALEJAR A HYUNSEOP DE MÍ?! ¡¿POR QUÉ?!

 

-          Porque fue una orden de tu padre…

 

-          ¡A LA MIERDA MI PADRE, ¿NO PODÍAS HABERTE NEGADO?!

 

-          No

 

-          ¡¿ERES ACASO UNA MARIONETA?! ¡¿NO TIENES VIDA U OPINIÓN PROPIA?!

 

-          Las tengo, pero ya te dije, solo sigo órdenes…

 

-          ¡ORDENES, ÓRDENES, PUTAS ÓRDENES! – sus pasos acercándosele, sus puños golpeándole el torso musculoso - ¡ERES UN MALDITO TÍTERE, UN ROBOT!

 

-          Soy tu chofer y tu guarda espaldas

 

-          ¡UN ACOSADOR, ESO ERES! ¡TE HAS METIDO EN MI VIDA PRIVADA SIN MI PERMISO Y ME LO HAS QUITADO TODO; MIS AMIGOS, MIS NOVIOS, MI LIBERTAD…! – y más golpes que Jonghyun no eludía - ¡ERES UN MALDITO, TE ODIO, TE ODIO JONGHYUN, TE ODIO!

 

-          Lo sé…

 

-          ¡NO DIGAS QUE LO SABES PORQUE NO TIENES NI IDEA DE LO MUCHO QUE TE DETESTO!

 

-          Lo sé…

 

-          ¡ERES UN PUTO DROGADICTO, HE VISTO TUS PASTILLAS Y TUS COSAS, ERES UN OBSESIVO, UN MANÍACO, LO PEOR QUE PUEDE EXISTIR!

 

-          Lo sé, soy todo lo que dices

 

-          ¡YA CÁLLATE, NO DIGAS ESAS COSAS! – y sus golpes cediendo mientras exclama cosas contradictoriamente sin pensar lo que decía - ¡¿CÓMO PUEDES ACTUAR DE ESE MODO?! ¡¿POR QUÉ TIENES QUE HACER COSAS TAN HORRIBLES COMO LAS QUE MI PADRE TE HA HECHO HACER, TAN MOLESTO ES TRABAJAR PARA MÍ QUE PREFERISTE CAGARME LA VIDA?!

 

-          Sabes que no lo es…

 

-          ¡POR UNA MALDITA VEZ HAS LO QUE TÚ QUIERAS HACER, NO SIGAS ACOSÁNDOME!

 

-          No te he acosado

 

-          ¡ME HAS SEGUIDO TODOS ESTOS AÑOS, ESO ES ACOSO!

 

-          Lo he hecho porque he querido… - su voz suave y calmada en todo momento.

 

-          ¡MI PADRE TE LO ORDENÓ, LO ADMITISTE!

 

-          Pero hace dos años que me pidió que lo dejase de hacer…

 

Y ahí, su mundo se detuvo. Los golpes cesaron, al igual que sus lágrimas que no supo en qué momento comenzaron a salir de sus ojos. Su mirada se encontró con los ojos serenos y profundos de Jonghyun, quien no tenía ninguna expresión descifrable en su rostro.

 

-          ¿Qu-qué, qué has dicho…?

 

 

Dos años, ese era el tiempo que había pasado desde su frustrada relación con Hyunseop. Dos años en los que no tuvo nada serio con nadie, solo citas al azar o salidas a fiestas que terminaban con él alejándose de sus acompañantes, pero nada más.

Y ahora estaba frente al causante de su quiebre con el que pudo ser el mejor chico con el que pudo haber estado alguna vez, mirándole tan serio, tan, inexpresiva e inanimadamente que le daba miedo, ¿Qué estaba pensando? ¿Qué había sido eso que le dijo?

 

-          ¿Qu-qué, qué has dicho…?

 

-          Nada – se volteó otra vez – Ven, tengo la cena lista…

 

-          ¡No, yo no me muevo de acá hasta que me digas qué significa aquello que has dicho!, ¿Que mi padre te dijo que dejaras de seguirme hace dos años? ¡¿Por qué entonces seguiste haciéndolo?!

 

-          Eres inteligente Kibum, de seguro sabes el por qué… - dijo ignorándolo nuevamente mientras salía hacia el pasillo y se internaba en la sala del departamento - ¿Tienes hambre?

 

-          ¡No tengo hambre ni mierda! ¡Dime, ¿por qué seguiste siguiéndome?! ¡¿Por qué apartaste a Hyunseop de mí?! ¡¿Por qué lo hiciste?!

 

-          Hice espaguetis, espero te gusten…

 

-          ¡NO ME IGNORES!

 

-          ¡Entonces deja de preguntarme cosas a las cuales ya tienes respuestas! – le encaró finalmente - ¡¿Tan difícil es darte cuenta?! ¡¿Que acaso no es obvio?! ¡¿No puedes deducir por ti mismo el por qué te he seguido cada día durante estos cinco años, el por qué he apartado cada novio que has tenido, el por qué se cada maldita cosa de ti?!

 

¿Qué, qué es lo que tratas de decirme, qué…?

 

Kibum le vio respirar hondo y pesado, casi ahogándose con su propio aliento, notándose perturbado por lo que fuese estaba pensando y sintiendo en aquel momento. Jonghyun soltó un suspiro y apoyó sus manos sobre sus caderas. Sus brazos desnudos bajo la camisa arremangada hasta el codo, lucían tensos al igual que su cuello.

 

-          Y-yo, yo… - le miró expectante – Yo cambié de opinión

 

-          ¿Qué quieres decir con eso?

 

-          Toma tus cosas, te llevaré a tu casa, no tiene sentido que sigas aquí…

 

Jonghyun pasó junto a él, dando un leve golpe con su hombro antes de perderse por el pasillo que daba a las habitaciones. Perplejo, permaneció en su sitio sin lograr entender bien qué era lo que estaba sucediendo, ¿Era eso normal; dejar una conversación a medias, con cosas importantes que decir sin finalizar así como así era normal? Su pregunta quedó en el aire en cuanto vio al moreno con una bolsa plástica con la que suponía eran sus cosas mientras que abría la puerta del departamento.

 

-          Vamos, te llevaré a casa…

 

-          N-no, no

 

-          Joven Kim, por favor, tiene que regresar con su madre, ella se preocupará…

 

-          Ella sabe que estoy contigo, no me pasará nada, no me quiero ir…

 

-          No viene al caso que te quedes – añadió caminando hacia él – Te saqué de ese asqueroso lugar, te hice quedar sobrio y ahora ya puedes irte a tu casa a descansar…

 

-          No hemos terminado de conversar

 

-          Sí lo hemos hecho

 

-          No, no lo hicimos, ibas a decirme algo y lo sabes

 

-          Eso no es cierto

 

-          Sabes que sí lo es, no puedes negarlo – insistió - ¿Ibas a decirme algo, verdad? ¿Ibas a confesarme el por qué seguías siguiéndome todo este tiempo a pesar de que mi padre te pidió que no lo hicieras más?

 

-          No lo haré…

 

-          ¡No puedes ser tan maldito!

 

-          Claro que puedo, tengo derecho a no confesar mis motivos – su mano tomándolo por el ante brazo para llevarlo hacia la puerta.

 

-          ¡Pero no cuando tus motivos tienen que ver conmigo! ¡Esas razones me involucran a mí y a mi vida y tengo derecho a saberlas Jonghyun!

 

-          Son secreto profesional militar…

 

-          ¡A LA MIERDA, SABES QUE ESO NO EXISTE, LO HAS INVENTADO! – exclamó soltándose del agarre impuesto para volverse hacia él y encararlo - ¡Estoy cansado de tu juego de palabras y tus burlas! ¡No soy un niño, sé perfectamente el significado de las cosas y tú, tú solo me haces parecer como un estúpido!

 

-          No eres un estúpido

 

-          ¡Pero me haces sentir de ese modo! ¡Me minimizas, me humillas, me hacer ser el maldito niño rico y mimado! ¡Me sacas en cara que soy un mal educado y ahora pretendes dejarme conforme con excusas baratas! ¡Ya deja de mentirme y dime de una vez la maldita verdad! – dijo mirándolo con el ceño fruncido - ¡DIME LA VERDAD JONGHYUN!

 

-          ¿La verdad…?

 

-          Sí, la verdad, tan solo… - suspiró – Quiero, quiero entender el motivo de que mi padre te pidiese que me siguieras, las fotos, las cosas que has hecho, todo… por favor

 

Ese día había amanecido como el más soleado de la semana. La primavera surgía cálida y con rasgos de un verano que sería ideal para pasar tiempo al aire libre con los amigos.

Llevaba cerca de una hora sentado en su sitio dentro del vehículo estacionado a la entrada del parque, viendo la gente entrar y salir, ir y venir y todavía no tenía noción de él. Sabía que iría a ese lugar pues era donde solía frecuentar cuando se encontraba con aquel tipo con el que ahora salía. No le bastó mucho y a lo lejos reconoció su rubio cabello oculto en su mayoría tras una boina roja mientras caminaba de la mano con él, con su futuro ex pretendiente.

Lo sabía todo, todo de él y de la gente que lo rodeaba. Sabía a qué hora despertaba por las mañanas, el shampoo y el jabón que usaba en su ducha, el tiempo que demoraba en ésta, la loción luego del baño y la marca de sus implementos de belleza. Sabía la talla de su ropa y el número de su calzado, qué tipo de ropa usaba para ir a la universidad y qué prendas utilizaba solo en casa o cuando se iba de fiesta. Conocía de sus gustos al comer; la cantidad de café y azúcar al desayuno, los pasteles y dulces que prefería, la cantidad de mantequilla de maní que le colocaba a sus galletas y de las frambuesas que no podía comer de ninguna manera. Sabía de su plato favorito, que era un excelente chef y que siempre que viajaba probaba cada plato típico del país que visitaba.

Jonghyun era experto en él, tres años de conocerlo le dieron crédito; no había nadie que lo conociese mejor que él lo hacía, tenía un diplomado en Kim Kibum y eso, atrajo también otras consecuencias.

Tan solo el día anterior, el padre de Kibum le había pedido que cesase de seguirlo, ¿los motivos? Su hijo ya estaba grande, era una persona adulta y, a pesar de los errores que cometía y que atribuía a su inmadurez y rebeldía propias de la juventud, estaba decidido a darle una oportunidad para que creciese e hiciese de él una persona íntegra.

“Debo darle espacio, mis preocupaciones por él lo ahogan y si sigo con esto se volverá peor con el paso del tiempo” recordó que le había dicho. En cierta medida el hombre tenía razón, Kibum tenía que crecer y madurar de una vez, pero eso no quitaba el hecho de preocuparse irremediablemente por él y por su bienestar, más que mal, todo ese sentimiento había sido consecuencias de sus propias órdenes. A Jonghyun le era imposible no estar pendiente de él y de todo lo que hacía por lo que estar ahí, vigilándole a lo lejos, iba a ser algo que le costaría demasiado dejar de hacer.

Si es que en realidad, dejaba de hacerlo.

Los vio entrar al parque entre risas y con besos que iban fortuitos y disimulados para evitar los malos comentarios de la gente y, dispuesto con su cámara fotográfica y unas gafas oscuras, salió del auto y fue tras ellos.

 

¿Qué, qué podía hacer si le miraba así? ¿Cómo entonces podía detener los latidos de su alocado corazón si Kibum tenía ese brillo encandilador en sus ojos? Le había pedido, casi rogado que fuese honesto con él y le explicase los motivos tras su seguimiento por esos últimos dos años que no lo debió hacer pero, ¿Qué se suponía debía decirle? ¿Qué…?

 

-          No quiero odiarte Jonghyun… - le dijo en un hilo de voz – No justifico lo que mi padre ha hecho porque ha sido horrible, seguirme a mí, a su propio hijo, eso es…

 

-          Asqueroso – terminó de hablar por él.

 

-          Sí, asqueroso. Pero, sé que no todo ha sido tu culpa, sé que le tienes un respeto militar o algo así y lo entiendo, ¡créeme que lo hago! Pero por favor dime, dime por qué has estado siguiéndome y vigilándome a pesar de que él te ordenó que no lo hicieras más…

 

Una tras otra las fotos que tomaba dejaban registro de aquella cita; risas, una sutil conversación, jugarretas de Kibum y sonrisas por parte del otro chico, ¿Qué era eso que le había atraído a ir hasta ese lugar? ¿Por qué cuando el rubio le dijo que se juntaría con Hyunseop sintió la necesidad de saber qué era lo que harían ellos juntos?

 

-          Tengo un síndrome obsesivo compulsivo – confesó mirándolo directamente a los ojos – Has visto la cantidad de medicamentos en mi baño y entre mis cosas yo, yo…

 

-          ¿Sí…?

 

-          Creo que yo, creo que me obsesioné contigo Kibum, lo siento mucho…

 

-          ¿Obsesionarte?

 

Por noches enteras dio vueltas en su cama, sintiendo el sudor humedecerle el cuerpo cuando trataba de mantenerse lúcido y sin medicamentos en su sistema, pero no era fácil. Desde que había sido dado de baja de la guerra, las pesadillas se sucedían cada noche, mortificándolo con escenas llenas de sanguinario terror, eran horribles.

Por meses estuvo así, tratando de superar por sí mismo sus propios demonios; su irracional ira y su dependencia a hacerse esclavo de cosas que lo hiciesen mantener seguro y con los pies en la realidad; primero había sido limpiando hasta cinco veces al día su departamento, luego era lavarse las manos a cada momento, arrancar su cabello, morderse las uñas, rasguñarse los muslos o tener maratónicas jornadas de ejercitación que le hicieron caer desmayado por la sobre exigencia física.

Cuando accedió al fin a tener ayuda médica por recomendación del padre de Kibum, todos sus problemas se sumieron en un sueño profundo, era como tener sus batallas encadenadas pudiéndose sentir al fin libre. Pero no previó entonces, que su libertad significaría arrebatársela a alguien más, a alguien que era completamente inocente.

 

-          Tú… - sus pasos acercándosele – Estás aquí – añadió apuntándose la sien – todo el tiempo y no puedo, y-yo, yo no puedo sacarte de mí…

 

-          N-no, no, no enti-entiendo…

 

Y entonces, la última fotografía desató en él la ira de su bestia interna. Esa bestia que mantenía controlada por las cadenas de su propia voluntad hace años. La miró nuevamente y en ésta Kibum sonreía, mirando en su mano izquierda el destello brillante de una argolla en uno de sus dedos y solo ahí, se dio cuenta del motivo de estar ahí, vigilándole, acosándole.

 

-          ¿No entiendes? – sus manos tomándole ambos costados de su rostro, ante la mirada atónita del rubio - ¿O no quieres entender…?

 

-          Jonghyun…

 

-          Eres peor que las pesadillas que tuve luego de la guerra… - confesó – Eres peor que ser un maldito adicto a las pastillas, me haces débil…

 

-          No, no eres débil – susurró sintiendo cómo ambos alientos se encontraban con la cercanía de sus respiraciones.

 

-          Te odié, muchas veces pero… pero luego

 

-          ¿Sí…?

 

-          Soy peligroso para ti Kibum – añadió apartándose de él, retrocediendo un par de pasos – Mi obsesión, esta mi locura es peligrosa, debes alejarte de mí…

 

-          He huido de ti hace años pero eres tú quien me persigue, dime, dime ¿por qué lo haces?

 

-          Yo…

 

-          Por favor…

 

-          Perdí mi yo interno estando allá, en batalla – habló cambiando drásticamente el tópico de esa extraña conversación que tenían – Y ahora, ahora soy tan solo un veterano de guerra, loco, perturbado y lleno de oscuridad…

 

Le dio la espalda entonces, para cerrar la puerta e ir casi corriendo hacia su habitación. Extrañado de todo lo que estaba sucediendo, Kibum fue tras él, llegando en el momento en que el mayor permanecía de espaldas a él, con la camisa en el suelo y su espalda desnuda. Desde el umbral de la puerta le observó respirar con pesadumbres, viéndose perturbado y confundido. Sus pasos fueron sigilosos hasta que quedó tan cerca, que pudo ver las marcas en su piel; viejas cicatrices que afirmaban lo que le había dicho anteriormente: la guerra había sido una pesadilla que dejó huellas permanentes en él, eso y un tatuaje cerca de su hombro.

 

-          King KJH – murmuró notando como el mayor se tensaba ante su cercanía - ¿Qué significa?

 

Como respuesta le vio voltearse para quedar a un escueto metro de distancia. La luz de la luna que entraba por la ventana, dibujaba una sombra en torno a su silueta y musculoso cuerpo, y solo ahí vio que cerca de su hombro derecho tenía tatuada una corona.

De improviso, Jonghyun tomó una de sus manos para posar sus dedos sobre su cálida piel.

 

-          Una cicatriz – dijo mirándolo cuando sintió la irregularidad de esa porción de su cuerpo - ¿Cómo…?

 

-          Estaba de misión, se me había encomendado ser el flanco de tu padre; tenía que protegerlo en cada momento, siempre… - añadió – Algo salió mal, me descontrolé, no pensé lo que estaba haciendo y me hirieron. Después de eso me expulsaron de la brigada…

 

-          Que injusto…

 

-          No lo es, fue lo que tenía que hacerse yo, yo estaba obsesionado con la guerra, con matar gente desinteresadamente sin medir los daños colaterales y yo, yo fui uno de ellos – continuó sentándose al borde de la cama – Tenía problemas de control de ira, solo que no lo supe hasta que casi maté a un compañero a golpes por una estupidez, mi herida fue solo una excusa para mi expulsión y ahora heme aquí…

 

-          No sabías el daño que podría causarte la guerra…

 

-          Sí, lo sabía, cometí muchos errores y lastimé a gente en el proceso, igual que a ti – sus ojos mirándolo – Me obsesiono con las cosas que me apasionan y las destruyo… esta cicatriz, tan solo es un recordatorio de que puedo superar mis propias mierdas y no morir en el proceso…

 

-          Rey Kim Jong Hyun, eso significa ¿cierto?

 

-          Sí, ¿Qué irónico no crees? – masculló – Pensé que sería capaz de gobernarme, pero otra vez me consumí y te arrastré a mi infierno, perdóname…

 

-          No eres un rey… - añadió mirándolo igual de intenso, rozando con la yema de sus dedos esa herida cicatrizada – Tú, eres tan solo un príncipe…

 

Sus ojos se reencontraron entonces, en una sinfonía de tantas cosas que debía confesarse pero que sus propias cobardías no les permitían decir. Kibum con su miedo a ser algo más y mejor de lo que el mundo y las personas esperaban de él, más de lo que sus padres querían que fuese, más de lo que él sabía podía llegar a ser. Y Jonghyun con ese temor a dejarse adormecer por su propia obsesión, por dejarse poseer por la mejor medicina que pudo encontrar y de la cual no se pudo apartar tan solo porque no había nada más que lo hiciese sentir más vivo del modo en que Kibum lograba hacerlo sentir.

Un inusual calor penetró cada capa de piel, quemándole las entradas e invadiendo su sistema. Cerró los ojos de golpe dejándose vencer pero un dejo de realidad le hizo abrirlos nuevamente. Frente a él vio la cabellera rubia de Kibum, inclinada hacia su torso, en donde dejó la marca punzante de un beso sobre esa corona tatuada que le recordaba su propia locura.

 

-          ¿Q-qué, qué haces…?

 

-          Te libero… - respondió cuando sintió las manos del moreno en sus hombros, las que lo alejaban de él – Ahora no tienes que estar obsesionado conmigo ni seguirme todo el tiempo, ahora eres dueño de tus propias decisiones Jonghyun…

 

Ingenuo, no sabes lo que has hecho…

 

-          Yo jamás he sido dueño de mí, ¿por qué me haces repetirte las cosas Kibum?

 

El rubio cerró los ojos al sentir la mano dócil de Jonghyun acariciar las hebras de su cabello, en una caricia suave y dulce que contrastaba con su personalidad explosiva y demandante, ¿Acaso también era bipolar?

 

-          Eres peor que la guerra, peor que las balas que recibí – dijo deslizando su mano por la línea de la mandíbula del menor, hasta posarla sobre la piel de su cuello – Eres el peor de mis trastornos, la más horrible pesadilla y el medicamento más adictivo, ¿Acaso sigues sin darte cuenta? ¿Acaso me harás decirte el por qué no he podido dejar de seguirte…?

 

-          Porque te obsesionaste conmigo…

 

-          Sí, lo hice, solo que – la distancia acortándose – Esta no es una obsesión mental, sino que proviene de aquí, desde mi corazón…

 

¿Cómo se sentiría estar tan cerca de él? ¿Cómo sería tomar su mano y entrelazar sus dedos con los suyos? ¿Qué sensación alcanzaría al hacerlo reír? ¿Cómo latiría su corazón una vez que probase lo único que desconocía de él: sus caricias, sus besos, su cuerpo?

 

Se hizo esas preguntas incontables veces en el pasado, sin obtener una respuesta hasta ese momento, en donde sus labios yacían inmóviles sobre los de Kibum en un roce tímido. Y bastó tan solo eso, para luego sentir que el menor colaboraba en aquello, tomándolo por sorpresa y más cuando el tacto se hizo más profundo y húmedo con el movimiento de sus labios.

Su boca abrazó la de Kibum y con la de él creó una sinfonía única y que le hizo recrear en su mente mil explosiones que le erizaban los vellos del cuerpo. La falta de oxígeno entre ellos les hizo tomar y respiro para volver a su cometido ya sin tantos temores; invitando a sus lenguas a juntarse entre sí y añadirle sazón a ese perturbador primer beso.

 

-          N-no, no… - susurró contra su boca, notando que Kibum le abrazaba por el cuello y profundizaba todo incluso más – Ki-Kibum, por favor, no…

 

-          ¿Por qué no?

 

-          Porque no es correcto…

 

-          ¿No quieres…? – le miró lleno de dudas – Pensé, pensé que… te gustaba

 

-          No, ¿no lo has entendido? Tan solo no me gustas sino… - suspiró incorporándose de la cama, como queriendo huir de él - ¡Eres el causante de mi locura Kibum! ¡Eres la culpa de mi obsesión, ¿Qué no comprendes que eres tú quien me hace perder mi cordura?!

 

-          ¿Y desde cuándo perder la razón es algo a lo que debas temerle? – le siguió – Has vivido cosas peores, ¿acaso soy tan terrible? ¿acaso te hago tanto daño…?

 

-          Mucho, me consumes por completo, ¿Qué no ves que soy un pobre enfermo? ¿Qué no te das cuenta que estar pendiente de ti todos estos años me ha vuelto loco? ¡Eres como una maldita droga y no puedo, yo… no puedo saciarme de ti!

 

-          Entonces no lo hagas…

 

-          Me has hecho un adicto – sus cuerpos acercándose.

 

-          Lo lamento…

 

-          Querré más y más de ti si no te pones a salvo de mí…

 

-          No hay nadie más que tú que pueda hacerme sentir seguro – sus manos deslizándose por el torso desnudo del mayor – Jamás podría pasarme algo estando contigo…

 

-          Tengo problemas de control de ira

 

-          Dejaré que me encierres en el auto las veces que quieras…

 

-          Y no puedo conciliar el sueño si no tomo mis medicamentos por las noches…

 

-          Dudo que hoy los necesites…

-          Si comienzo algo no puedo dejarlo hasta terminarlo por completo, odio las cosas a medias…

 

-          Entonces hazlo, termínalo todo, no hay nadie quien te lo impida…

 

-          Te consumiré… - sus alientos tentándose.

 

-          Ya lo has hecho…

 

-          Te tomaré y no te dejaré ir

 

-          Lo hiciste hace cinco años atrás, ¿qué más da ahora? – sus labios rozándose –Eres dueño incluso de mi libertad, lo tienes todo de mí…

 

-          No todo… - añadió deslizando su lengua por los labios abultados del rubio – Aún no…

 

Al cerrar los ojos, juró que podía ver destellos de colores dibujar siluetas en lo profundo de su mente. Su cuerpo vibraba con cada caricia, ardiendo bajo la caricia de esas manos cálidas y callosas por la empuñadura de las armas que sostuvo en los momentos más peligrosos de su vida. Se sentía como sutiles arañazos que causaban la locura de sus células epiteliales pero que eran al mismo tiempo demasiado exquisitas.

Kibum arqueó la espalda cuando sintió la lengua de Jonghyun dibujar un camino desde su torso hasta la parte más baja de su estómago, entreteniéndose con su obligo y los huesos de sus caderas. La piel interna de sus muslos se volvía fuego con cada beso y mordida sutil que quedaba grababa en ésta; era subliminalmente excitante.

Y más lo fue cuando Jonghyun le besó nuevamente, mientras se quitaba torpe el pantalón para quedar en bóxer igual que él y esa imagen, fue demasiado perturbadora como para olvidarla tan fácilmente. Los músculos de su abdomen se perdían en la oscuridad de su ropa interior, sus muslos firmes y sus caderas estrechas no eran nada comparado con la orgullosa erección de su pene queriendo cruzar la tela de la única prenda que le quedaba puesta; era muy imponente.

Jonghyun sintió las yemas de los dedos del rubio crear trazos en su espalda baja y le incitaba a que se inclinara mucho más hacia su cuerpo, con un deseo oculto y a la vez obvio de querer fusionarse como imanes. Sabía mucho de él, lo conocía todo, pero solo en ese momento, cuando lo tuvo recostado en su cama, con su cabello descansando en su almohada, con su piel brillando a causa de sus besos, con sus labios hinchados y sus ojos siendo reflejos del placer, supo entonces que no le conocía, que Kibum había sido siempre como una caja sellada y que tan solo en ese momento, fue abierta para mostrar al mundo la belleza de su interior.

Y le aturdía. Todo él, todo lo prohibido que Kibum representaba, le aturdía. Todo lo confuso, lo contradictorio que fue su trabajo con él en cierto momento, lo poco ético que fue seguirlo y apartar de él toda persona que representase una amenaza de que lo alejasen de sus cadenas.

 

-          ¡Oh, Dios…! – gimió el menor cuando su lengua se deslizó por la piel de su sexo – Jjong…

Jjong…

 

Aquel susurro, ese murmullo cargado de éxtasis y placer, fue lo que le bastó para comprender entonces, que no hubo ni un solo día en que este chico, esta persona bajo sus caricias, era la mejor de sus obsesiones, la batalla mejor planeada, la guerra más intensa y él, él quería vivirlo, vivirlo todo a través de su cuerpo.

Su cadera se movió como queriendo apartarse, obligándole a ascender cuando lo vio inclinado hacia él y mientras lo tomaba por el cuello y le incitaba a besarlo.

 

-          Te deseo… - susurró contra sus labios.

 

-          Ki-Kibum, tú, no tienes qué… sé, sé que

 

-          Soy virgen, claro que lo sabes, pero ahora me importa una mierda… - añadió tomando una mano del moreno para llevar un par de dedos a su boca e inundarlos generosamente en su propia saliva – Mételos, tócame, hazlo…

 

-          N-no, no…

 

-          Es una orden, hazlo…

 

Y decir aquello no falló, después de todo Jonghyun seguía teniendo a su militar interno y la palabra “orden” era algo que Kibum sabía, no se negaría a hacer y vaya sí que no lo hizo. Kibum sintió cómo su piel comenzaba a ceder ante aquella intromisión dubitativa y que tuvo que reafirmar sujetando la mano del moreno contra la entrada de su propio placer. Besándolo suspiró compungidamente cuando sintió que sus dedos entraban en él, preparándolo.

 

-          ¡Ngh!

 

-          Lo siento, lo siento, lo siento mucho…

 

-          ¡Oh, y ni te imaginas como lo siento yo! – bromeó mordiéndole la boca antes de besarlo al mismo tiempo que deslizaba sus manos por las caderas ajenas, llevándose con ellas su ropa interior.

 

-          Kibum…

 

-          Condón, ¿tienes un condón?

 

-          No lo hagas…

 

-          No lo haré, tú me lo harás – dijo inclinándose hacia la mesa de luz, la cual abrió y encontró ahí lo que era obvio que el moreno guardaba en ese lugar. Con los dientes rompió el paquete y sacó del interior el látex – deja ponértelo…

 

-          Por favor, no…

 

-          Es otra orden…

 

-          No, no lo es, es mi elección, y tuya también

 

-          Yo ya elegí, ¿no ves acaso qué es lo que quiero? – añadió inclinándose hacia el mayor, masajeando con una mano su sexo en una caricia llena de lujuria antes de deslizar por esta el preservativo – ven… - habló recostándose nuevamente con las piernas flectadas y abiertas en una obvia invitación – Jjong, ven…

 

Con sus codos a cada costado de su cabeza se inclinó, colándose entre medio de sus piernas para descansar sobre él. Estar así, de ese modo, tan cerca como nunca lo imaginó, tan compenetrados como nunca pensó posible y tan íntimamente, le hizo realmente sentirse agradecido consigo mismo por haber alejado a cada molestia que se le cruzó en su camino de cuidar, proteger y mantener para sí mismo a Kibum.

Él ahora lo era todo, este chico recostado bajo él, quien le tocaba tan seguro a pesar de ser tan inexperto, que le besaba la corona tatuada y daba leves mordiscos en su cuello y que se movía lentamente haciendo rozar sus sexos, era sin dudarlo, la mayor de todas sus locuras.

Jonghyun le vio cerrar los ojos y morderse el labio cuando en un suave movimiento comenzó a adentrarse en él, marcándolo como suyo. El rubio gimió entre dientes y sus uñas se clavaron en la piel de su espalda mientras respiraba pesadamente a causa de la intromisión.

 

-          ¡Dios…! – gimió arqueándose, sintiendo cómo su piel y su cuerpo cedían ante el sexo del moreno, quien le besaba para hacer todo más llevadero.

 

Kibum le mordió el hombro a causa de ese ardor punzante que le volvía loco; dolía, ¡mierda sí que le estaba doliendo! Pero incluso así podía sentir cómo Jonghyun se contenía y le penetraba lentamente, como previendo que aquella primera vez quizás estaría lejos de ser placentera.

Y le sintió dentro, dentro y muy profundo, tanto, que su vientre latía y se sentía lleno, completo en todo su interior. Abrió los ojos con una exhalación que se escapó de sus labios y vio que no era el único al borde del éxtasis; la piel de la frente de Jonghyun ardía en un hermoso sudor que la hacía brillar como pequeños diamantes a la luz de la noche. Sus músculos estaban tensos y podía adivinar que la piel de su trasero estaría, hermosamente, de la misma manera mientras entraba hasta el fondo y luego se retiraba sutilmente, para volver a ir hacia él y arrebatarle un gemido del fondo de su garganta, como un gruñido animal.

 

-          Mírame… - susurró acariciándole una de sus mejillas – Jjong, mírame

 

-          N-no, no puedo…

 

-          Por favor

 

Sus ojos se reencontraron en una bella contradicción de pensamientos y acciones que estaba cometiendo. Ambos sabían que eran la prohibición del otro; para Kibum porque sabía que Jonghyun tendría siempre su fidelidad para con su padre y para Jonghyun porque Kibum era, lo más inalcanzable que se le podía ocurrir tener alguna vez en su vida.

Otro movimiento de su cadera contra él y sintió al rubio tensarse en una mezcla de dolor y placer que sabía estaría sintiendo.

 

-          Relájate…

 

-          E-es, ¡maldición, es…! ¡Ngh!

 

Y después, después se relajó como le había dicho. El cuerpo de Kibum comenzó a ceder y solo entonces sus movimientos fueron más largos, rítmicos y prolongados. Sus cuerpos se compenetraban con cada arremetida de su sexo en el interior ajeno. Jonghyun le vio retorcerse bajo su agarre, arqueando la espalda y arañándole la piel. Le penetró continuadamente, le besó, le tocó, le mordió, le masturbó y lo hizo suyo cada vez más rápido, más excitante y caliente.

 

-          T-te, te he deseado… - y un movimiento hacia adentro - …p-por tanto, tanto tiempo – y luego otro movimiento hacia afuera – Tú, tú eres todo, todo lo que quería…

 

-          ¡Jjong…!

 

Agarró su muslo y lo posó sobre el pliegue de su brazo, extendiendo más su cuerpo para su propio deleite y haciendo espacio, invadiéndolo duro, ardiente y de una manera que volvió loco a Kibum, tan loco como él mismo se movía hacia su interior con su sexo penetrándolo ya sin pudores ni delicadezas.

Sus torsos se rozaban en sudor, capturando el sexo de Kibum entre éstos, dándole una caricia que le hizo tensar el cuerpo al mismo tiempo en que Jonghyun sentía que sus placeres llegaban a la cúspide de su propia resistencia y le hacían moverse más y más rápido, hasta que una explosión le hizo dar un respingo.

Su orgasmo fluyó por todo su interior y se clavó profundo en Kibum, a quien dio otro par de estocadas para terminar ese movimiento que le quitó el aliento y le hizo caer rendido sobre él. Su rostro quedó capturado en el espacio de su cuello y su hombro, rozando con su nariz la piel de esa zona para aspirar entonces una mezcla de su perfume, a sexo… y a él. Era suyo, Kibum era suyo y ningún trauma del pasado, ninguna pesadilla ni menos su propia condición mental podía negarlo.

Jonghyun se apartó sutilmente de él, todavía en su interior y sus ojos se maravillaron con la hermosa panorámica que tenía del rubio; tenía los ojos aún cerrados, su frente perlada en sudor, su torso subía y bajaba a causa de su agitada respiración y una hermosa sonrisa en su rostro; era sin duda lo más hermoso que pudo ver jamás.

 

-          ¿Kibum…?

 

-          Esa fue… - suspiró mirándolo al fin – Una gran manera de expresar tu obsesión por mí…

 

Sonriendo salió con cuidado de su interior, para luego recostarse a su lado y abrazarlo contra su torso desnudo. Jonghyun sintió la calidez del cuerpo del menor contra el suyo, suspirando mientras le correspondía el abrazo y descansaba junto a él.

 

-          Debes asumir que desde ahora serás mi cosa favorita… - habló respirando del perfume de su rubio cabello.

 

-          Pensé que ya lo era…

 

-          Mmm, solo un poco… - bromeó. Serio le miró entonces, acariciándole la línea de su rostro calmadamente – No pude nunca dejar de pensar en ti… - añadió – Desde el primer día, calaste hondo en mí, ¿qué me hiciste?

 

-          Era una molestia en el trasero, no sé cómo puedes decir eso de mí

 

-          Sí, lo eras pero, tenerte cerca cada día, saber qué hacías, qué te gustaba, saberlo todo de ti – y otra caricia – Era la única manera de permanecer junto a ti, la única forma de saber que al menos compartía algo contigo…

 

-          Ahora hemos compartido algo – le besó sutilmente - ¿Qué no es esto más de lo que esperabas…?

 

-          Es… - suspiró – Es realmente la corona que me faltaba para ser realmente mi propio rey…

 

Kibum mordió su labio travieso, moviéndose de tal manera que quedó sentado sobre las caderas del mayor, capturando sus brazos para posarlos sobre la cabeza encima de la almohada.

 

-          Ya te dije, tú… - y un beso en la punta de su nariz – No eres más que un príncipe…  

 

 

 

- FIN -                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                     

Notas finales:

Lo siento como mi pequeño bebé :3 jajajaja en fin, este shot surgió solo porque le debía mucho a mi couple favorita así que eso es... espero le shaya gustado ;) :D

 

DENLE AMOR! <3

 

~ Mirnest ~


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