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Florecer por Destroy_Rei

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Notas del capitulo:

Bueno, este fic lo escribi hace un par de semanas creo :3 ahora lo subo porque encuentro que es un desperdicio que un fanfic no sea compartido.

-       Hola…

-       Voy a llegar tarde.

-       ¿A qué hora…? - la comunicación se corta abruptamente, Minho sujeta el auricular contra su oreja, y se siente vació cuando suelta la última silaba, apagada, y sin interlocutor más que el pitido intermitente del teléfono.

 

No debería preocuparle y jamás le ha preocupado, pero ahora que la voz de Taemin se repite en su cabeza, ahora que la duda ha sido implantada en sus pensamientos, no puede evitarlo. “¿Por qué crees que vuelve tarde?¿Por qué crees que a veces no llega?” El alto muchacho deja el teléfono a un lado y se sienta, lo más silencioso que puede, en la cama, en el cuarto que ha compartido ya desde hace cinco años con Kibum. No entiende. Piensa en las cosas, repasa las actitudes, Taemin, su nuevo vecino, dice que hay algo extraño con su novio, no hay nada extraño. Se desnuda con cuidado y se calza el pijama. La cama es amplia y como muchas noches solitarias, se siente inmensamente fría. La va a preguntar cuando vuelva, en unas horas, o quizá mañana…

 

Florecer

 

Las cosas cambiaron radicalmente desde la primera vez que Minho preguntó. Kibum se volvió tenso, los besos cariñosos, los abrazos perezosos bajo los cobertores y las palabras bonitas, se fueron marchitando lentamente. El alto de ojos oscuros no entendía qué había hecho mal ni cual era el insulto tras esa simple pregunta, un pequeño ‘¿Por qué has llegado tarde?’ que al otro pareció enfadarle hasta los golpes. Era como si el hermoso muchacho de los ojos de gato que le había ayudado años atrás se hubiera transformado. Eso había creído al principio, mientras miraba en la penumbra de las noches frías y solitarias –que se hacían más recurrentes- los cardenales violáceos que se iban propagando por su rostro y su cuerpo como una alergia dolorosa y oscura.

 

-       No eres nadie para decirme a qué hora debo volver – le había respondido esa mañana, y Minho quería decirle que no se enfadara, que no le importaba, aún cuando en el fondo la duda le estaba matando. El muchacho tenia el rostro sonrojado, estaba molesto, y cuando se removió agresivamente, dejando ver su cuello esbelto, salpicado en pequeños chupetones rosas, fue como si el tiempo se detuviera y todo tuviera sentido.

-       ¿p-por qué? – le preguntó entre el sonido de la tostadora y del agua hirviendo. Kibum frunció el ceño, por un momento sus ojos titubearon, y luego recobraron la furia que antes se veía un poco menos intensa

-       me enfermas – escupió las palabras, con las mejillas sonrojadas. Minho le miró sorprendido, con el corazón latiendo dolorosamente, y se levantó de golpe, caminando rápidamente a la puerta.

 

No quería estar ahí, no quería enfrentarse a la idea de que ya no era importante para Kibum, ni saber tampoco que estaba encontrándose con otras personas todas esas noches que decía que tenia trabajo o fiestas en la empresa. Eran excusas que daba desde hace años, y eso significaría que llevaba todo ese tiempo haciendo pequeñas reuniones a sus espaldas. No estaba bien. Y le dolía, le dolía más que cualquier cosa. Caminó apresurado, quizá no lo suficiente, quería salir de ahí, no quería verlo, y si él decía que le enfermaba, entonces eso era sinónimo que era un sentimiento mutuo. O quizá estaba equivocado. La idea no se la planteó en ese momento. Porque no pudo preguntarse nada. El otro le alcanzó, le cogió fuertemente del brazo, lo volteó y antes de que pudiera incluso reaccionar, le giró el rostro de un solo golpe, con una cuchara de palo.

 

Minho pensó que era absurdo, hasta ridículo y casi chistoso, pensar que el primer golpe que recibía era con una estúpida cuchara de palo, pero era un dolor ácido, que le quemaba el rostro. Y quizá no le dolía tanto el golpe, como en esa oportunidad le dolió recibirlo de él.

 

Se suponía que la gente que te ama no te golpea, pero también se suponía que tu novio no se acuesta con otros. Fue como bajar a la realidad, de un golpe, literalmente.

 

-       tu te vas a quedar acá – la voz de Kibum se oía jadeante, demandante. Minho pensó que lo mejor era quedarse en casa y resolver las cosas, porque tenía miedo, no de que le volvieran a pegar (o quizá si) pero esa primera vez, pensó que realmente tenía miedo de dejar al mayor solo y libre para dedicarle su tiempo y su amor a otros.

 

 

 

 

 

 

Kibum era un precioso diseñador cuando Minho le conoció, les habían presentado en un pequeño salón. Él llevaba un par de años entre pequeños trabajos esporádicos, viviendo con un amigo en su departamento, y se reía de su estilo de vida autoproclamándose un superviviente. Superviviente de todo, de la sociedad, de su familia, de los problemas, de la pobreza, de la falta de oportunidades… de todo un poco.

 

-       ¿Qué haces? – Kibum le invitó un café luego de la entrevista, Minho era alto, delgado y de piernas largas. Un amigo de Jonghyun –su compañero de piso- le dijo que debería apuntarse como modelo, y esa era la primera entrevista a la cual postulaba. En ese momento pensó que las cosas podrían haber salido bien, porque el diseñador le había invitado un café, y estaba ahí, nervioso, pensando en lo bien que olía Kim, y en lo hermoso que era. Irrealmente hermoso y encantadoramente divertido.

-       Soy un superviviente – dijo en una risa nerviosa, el otro también le sonrió. Choi no sabía cómo describir lo que estaba sintiendo, pero fue como si la tierra bajo sus pies temblara y fue como… fue como si todo brillara más, cuando le vio sonreírle.

-       ¿Esta es la primera vez que postulas como modelo?

-       Si – asintió, bebiéndose la soda, haciendo reír al otro

-       Tienes que beberla después de café – le explicó, entrecerrando sus ojos con diversión. Minho pensó que era el ser más bonito del universo, y que sus ojos felinos, sonrientes, eran la cosa más perfecta que jamás había visto.

 

Minho había sido virgen hasta esa noche, no lo pensó mucho ni se cuestiono si estaba bien o no entregarle todo a un hombre que había conocido en una tarde. La gente hablaba del amor, hablaban de magia, de conexiones y cosas que sonaban hermosas, cosas que vio en Kibum, que florecieron dentro de él con solo haberle dado el primer vistazo. Kibum se transformó en su todo. No le aceptaron, porque el diseñador le dijo que el modelaje no era lo suyo, pero amablemente le dijo que le ayudaría. El alto estaba estúpido por esos ojos felinos y fue diciendo que si a todo, dejó su departamento con Jonghyun, dejó sus sueños, dejo su vida entera, y se volvió un devoto del diseñador. Se fue a vivir con él, un mes luego de conocerlo, abandonó todas las entrevistas de modelo, incluso aquellas en las cuales había sido aceptado. Una vida con Kibum era mejor, lo aprendió entre besos, entre abrazos. Estuvo cinco años perdido en esa burbuja, no se dio cuenta cuando las cosas dejaron de marchar bien.

 

-       Quizá jamás marcharon bien – dijo Taemin

-       ¿eh? – Minho le miró extrañado

-       Debes dejarlo – aconsejó el muchacho, mirándole con preocupación

 

Minho nunca volvió a pensarlo después de aquella vez de la cuchara de palo. Ni siquiera cuando Kibum empezó a llevar chicos a la casa, chicos que eran más guapos, más fuertes, que reían más. Una vez uno de los chicos de Kibum le vio y le preguntó su nombre. Esa vez el muchacho de ojos felinos echó a aquel hombre de su casa, con los ojos llenos de lágrimas frustradas. Minho le observó preocupado, tenía miedo de que alguien le hubiera herido, de que ese chico le haya enamorado y le haya abandonado. Tenia miedo de que Kibum se sintiera como él mismo se sentía.

 

-       Eres enfermo y estúpido, no quiero que ellos te vean, me avergüenzas – le insultó, y desde esa vez, jamás volvió a permitirle salir del departamento o ver a alguno de sus hombres.

 

Encerraba a Minho en el cuarto de huéspedes esas noches, y a veces pasaba días enteros sin salir de ahí, escuchando en un limbo extraño, la diversión, el éxtasis del hombre que amaba. El alto se dijo que debía estar feliz por él, que debía estar agradecido, más aún, por poder verlo.

 

-       El no te merece – susurró Taemin, acariciando el cuello pálido y amoratado de su vecino.

 

Minho no merecía a Kibum, eso se respondió mentalmente, mientras bajaba el rostro.

 

El diseñador se lo había enseñado, y él no era tonto, para no entender algo tan obvio.

 

-       ¿Viste al chico que vino anoche? – preguntaba sonriente Kibum, mientras habría la puerta del cuarto. Minho negaba como un niño – tiene 23 años, se llama Woohyun, y es un modelo multimillonario, ¿recuerdas que querías ser modelo? Eras muy estúpido, tú no puedes compararte a alguien como él Minho

 

El asentía, y pensaba que era bueno que Kibum le explicara cual era su lugar, no estaba bien intentar aspirar a cosas que no le correspondían…

 

-       … si intentas algo que no puedes conseguir, ¿qué ganas? – decía el diseñador, mientras le desnudaba contra la cama - … solo ganas frustración, porque eres estúpido, e inservible. Debes estar agradecido conmigo, nadie podría siquiera soportar a un inútil como tú Minho, debes agradecer – hablaba contra su cuello.

 

El alto pensaba en los años cuando Kibum le besaba de verdad y sus palabras eran más suaves y cariñosas, aún cuando fueran falsas. A veces quería volver a esos días, pero luego se regañaba, no debía querer cosas que solo lo frustraban y además, él debía estar agradecido, agradecer cada beso, cada caricia, cada golpe, y cada reprimenda, porque eran lecciones valiosas que le entregaba Kibum. Porque le tenía compasión, y eso era bueno, era lo más cercano al amor que podía aspirar.

 

Una vez Minho contestó el teléfono, y Kibum enfureció tanto, que le fracturó los nudillos. Ese era su castigo, y el alto se tragó todo el dolor, toda la humillación, bloqueó todo, acepto silenciosamente, cabeza gacha, que había cometido un error, y se fue a dormir a la habitación de los huéspedes, con el dolor punzante, con su corazón desbocado y todas las emociones revueltas.

 

Cuando Taemin le vio, decidió que era suficiente, no importaba si Minho se molestaba, eso estaba saliendo de sus limites. Lo llevó al médico, y luego decidió que debían escapar. Debían alejarse de Kibum, del daño que le estaba haciendo al alto, pero Minho era como un perro rendido a todo lo que el mayor quisiera. No le importaba nada. El vecino intentó persuadirlo, pero Minho no quería pensar si quiera en una vida alejado del diseñador, eso no era una vida. Se encerró en el departamento, con la mano enyesada, con los gritos desesperados de Taemin exigiéndole que recobrara la cordura, amenazando con traer a la policía. Minho estaba enfermo de amor, no podía hacer nada.

 

Cuando Kibum llegó al estacionamiento esa tarde, el cemento rayado y cercado era como un marco de papel. Se tambaleó cuando descendió de su convertible, y contempló en silencio a Minho esparcido en el suelo como una flor muerta que a la vez se veía llena de vida en ese mar rojo oscuro.

 

Minho prefería cualquier cosa a una vida sin Kibum.

 

Kibum se arrodillo silencioso, y vio también su absurdo corazón ahí, violentamente desparramado, en el inerte y quebrado cuerpo del alto.

Notas finales:

Es como muy trágico, pero he pensado mucho en las relaciones de maltrato y aunque esto parezca exagerado, muchas son así de terribles. Creo que hay un perfil que buscan muchos victimarios, que responde a ciertas cosas, y muchas veces el abuso se va construyendo de a poco, lentamente, y puede tardar años en desencadenarse.

Me da pena usar a mi OTP para este fic, snif. Sorry.

Besos :)!


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