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Nadie se va a marchar por SebbyPhantomhive

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Notas del fanfic:

Two shot... Bienvenidos a leer Spoiler del manga y de la serie que actualmente se transmite. Advertidos.

Notas del capitulo:

Espero les guste :D

En una fría noche en algún  lugar de Londres, resguardaba dos siluetas que en medio de la oscuridad parecían disfrutar de una furtiva entrega, los gemidos de una mujer se intensificaban con el pasar de los segundos, en esa pequeña carpa de circo el calor lo inundaba, muy contrario al ambiente del exterior, pasaron varios minutos de ese extraño ajetreo nocturno.

-Nhn… Se mordía el labio la mujer en medio de su jadeo, mientras sus manos estrujaban con fuerza las sabanas de su cama, sintiendo como esa intensa ola de calor y placer le recorría el ser por completo, mientras el atractivo hombre que estaba entre sus piernas, con seriedad sacaba de su interior su húmedo miembro viril.

-Gracias por la información. Murmuró un poco malhumorado el mayordomo de la mansión Phantomhive, arreglando su ropa se levantaba, la mujer de cabello rizado sonrojada y acalorada no entendió muy bien sus palabras, lo veía salir, apenas salió ese galante hombre con quien había estado las lágrimas se desbordaron gimoteando se refugiaba en su almohada.

-Claro ahora vienen los arrepentimientos… Los seres humanos siempre son así, ya no me sorprende. Hablaba para sí mismo el demonio con evidente molestia, mientras buscaba donde lavarse, a pesar de que ya había estado en intimidad con muchos humanos en su demoniaca existencia, se sentía sucio y deplorable ahora, era una nueva y estúpida emoción, tocar a esa mujer, por muy atractiva y apetecible que fuera, en otra ocasión hubiera sido de logro satisfactorio para  su historial de conquistas humanas, pero era la primera vez que tenía este tipo de acercamiento, desde que había formado contrato con el orgulloso conde Ciel Phantomhive. ¿Qué lo hacía diferente ahora? ¿Por qué sentía esa sensación de auto desprecio? Entonces recordó unas palabras.

-Nunca me traicionaras… Eran las palabras y órdenes de su joven amo, abrió los ojos un poco al notar como esa voz hacía eco en su mente,

-no lo he traicionado… Murmuraba el demonio un poco confundido, como tratando de justificarse ante un hecho que no había disfrutado.

-¿qué es esto? Se cuestionaba así mismo sintiendo una extraña sensación en el pecho, que le dolía un poco, era como si algo se abría en su interior, con frustración lanzaba el balde de agua en la que lavaba sus manos.

-Maldición… Susurró con frustración, al no quitar esa sensación, caminó un poco y llegó a su carpa que compartía con el shinigami que aparentemente dormía,

-Eres un perro obediente… Susurraba el shinigami recostado en su cama, al ver llegar al demonio, después de todo sabía que su presencia no había salido del área del circo. Sebastian subió a su cama y decidió acostarse después de todo debía esperar hasta que amaneciera. Le hubiera gustado ir a visitar a su amo, pero algo dentro de si se lo impedía, pensando que estaría bien se quedó recostado. El demonio pensaba en cómo estaba unos minutos atrás, recordaba como su frio corazón se paralizó al verlo toser de esa manera, como se desvanecía entre sus brazos, la desesperación de sentir su piel tersa y delicada afiebrada de esa manera tan elevada, su respirar agitado como ahogándose, aunque lo disimulaba en ese momento, su ser reaccionaba de esa extraña manera desesperada, pero no entendía  el por qué, claro que era su contratista enfermo, pero porque su vida le era tan valiosa, es más si moría en ese momento era algo que él no podía evitarlo, no entraba en su rango demoniaco, así hubiera podido devorar su alma sin cumplir su parte del contrato, uno de esos excepcionales que salían de su control,

-Miedo… Susurró el demonio con sorpresa, al darle nombre a la sensación que había tenido en ese momento, pero ¿Por qué miedo?, no lo entendía para un demonio como él, era una emoción sin sentido ni lógica alguna.

-Miedo a perderlo… de no verlo más. Susurró el demonio con sorpresa dando respuesta a su propia interrogante, cerrando los ojos veía el dulce rostro de su joven amo, el que siempre parecía serio, pero tras esa aparente seriedad lo que ocultaba era su soledad y tristeza, entonces entendió que no era una emoción normal lo que sentía, atentaba a su maldita naturaleza, y más que una emoción era un sentimiento, un sentimiento que los humanos vagamente llamaban amor.

-Esto no me puede estar pasando… Decía incrédulo para sí mismo Sebastian, con el ceño fruncido y una pequeña aura negra se formaba a su alrededor.

-Tranquilízate demonio… ¿Qué crees que haces? Advertía seriamente el shinigami golpeando la cama del demonio que entraba en razón, con ese descubrimiento absurdo, se sentaba en la cama.

-Déjame en paz…. Dijo el demonio levantándose se disponía a salir, estaba muy molesto eso lo notó el shinigami aunque no era que le tuviera miedo, pero en la mirada del demonio parecía ver incertidumbre algo muy raro en ellos, asi que seguiría durmiendo.

-Parece que por fin se da cuenta… Murmuró William con sarcasmo, al verlo salir. Los shinigamis podían intuir las emociones de los seres humanos por su alma sensible, pero a los demonios que no tienen emoción y sentimiento alguno no le podían percibir algo así, el shinigami resignado suspiraba era la primera vez que conocía un demonio que se enfermara de humanidad, como le diría de forma burlona en la oficina de los dioses de la muerte y lo peor o mejor del caso es que el sentimiento del demonio era correspondido.

-Joven amo… Susurraba el demonio que de forma sigilosa y silenciosa se había colado en la carpa de su amo, quien dormia abrazado a una chica, mirarla lo llenó de otro pero ya conocido sentimiento, lo que llamaban celos.

-Está tibio todavía… Murmuraba Sebastian tocando su frente y sentir que tenía un poco de fiebre, pero por lo menos ya respiraba un poco mejor. Se quedó contemplándolo por largo rato mientras estudiaba cada detalle de su bello rostro sonrojado, pensaba en cada situación vivida, sobre todo en las últimas horas que habían estado en el circo. Recordaba la dulce sonrisa de su amo, aunque sabía que era fingida le parecía hermosa y radiante, era uno de los recuerdos que atesoraría por siempre, y si él lograra sacarle más sonrisas después, tal vez ya no serían falsas, serian de genuina felicidad, al reaccionar de esos tan ridículos anhelos, sacudía fuertemente la cabeza tratando de apartarlas, pero  parecía que ya no podía.

-Ciel Phantomhive… Lo llamaba en un susurro el demonio pero con la mirada que brillaba en ese extraño carmesí, pero su semblante parecía triste, y un dedo de su mano desnuda tocaba con delicadeza su rostro, el conde se movía lentamente como sintiendo esa caricia que le regalaban.

-Sebastian… Susurraba el conde débilmente con su voz casi apagada, parecía seguir durmiendo aliviando al demonio que pensó ya verse descubierto en su romántico acto, permaneció a su lado hasta que amanecía, espero que la chica que atrevidamente dormía junto a su amo saliera a desayunar, para entrar de nuevo, despertar a su amo e irse.

-Joven amo… buenos días… decía Sebastian tratando de ocultar su alegría sincera por esa falsa sonrisa, Ciel lo miró y en su corazón sentía que el demonio mayordomo que estaba frente a él, saludándolo era a quien más anhelaba ver de nuevo, sin importar nada, hablaron de forma insulsa por unos segundos cuando el demonio no podía contener más las ganas de tenerlo cerca, tomándolo entre sus brazos saldrían de allí, lo más extraño que sintió el demonio fue que el conde también parecía gustoso entre sus brazos, no opuso resistencia alguna, no sabía si era por la enfermedad, pero parecía tan delicado y sumiso que felizmente se aferraban más entre sí, sentía su calor con el suyo y veía como Ciel se sonrojaba con cada paso que daban, tal vez sería la ocasión de aclarar cierto asunto sentimental con su amo o esperaría a terminar este caso, pero de lo que si estaba seguro era de que de ahora en adelante su joven amo no se vería ante sus ojos, con una gran sonrisa en su rostro, caminaba el demonio para llegar a la mansión de Londres.

-Deja de sonreír como idiota… me molesta… Le regañaba el conde quien disimulaba la emoción que le causaba el demonio cuando sonreía así, golpeándolo con sus pequeñas manos, parecían jugar alegremente, hasta llegar a la mansión que sería testigo de una hermosa declaración unas horas después.

 

 

 

 

 

Notas finales:

gracias por leer... 

esperare ansiosa sus comentarios


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