Rivendel la hermosa ultima casa acogedora cerca de la costa este, estaba tranquila bueno no tanto.
¿?: Eres un imbécil Glorfindel – grito una voz desde uno de los estudios del lugar.
Glorfindel: solamente trataba de ayudarte Erestor – trato de defenderse el elfo.
Erestor: ¿ayudarme? – Pregunto incrédulo – me ayudaras cuando desapareas de mi vista – dijo con voz dura el moreno.
Glorfindel: yo… está bien – dijo sin más, mientas se retiraba del lugar. El rubio salió bastante abatido, pero solamente fue visto por Lindar, amigo de ambos elfos.
Lindir: no se tu Erestor, pero inclusive para ti eso fue bastante fuerte lo que dijiste – dijo el menor con voz tranquila.
Erestor: ¿Qué quieres decir? – pregunto mientras recogía el desastre en que se encontraba su estudio.
Lindir: pues eso lo que le dijiste a Glorfindel, fue muy fuerte – dijo con voz seria, haciendo que el mayor levantara una ceja incrédulo – y no me mires así porque es cierto. Glorfindel solo trataba de que salieras de este lugar has estado metido por más de una semana aquí y de a milagro sales a bañarte, ni siquiera has dormido bien en esta semana. Acéptalo el solamente quería ayudarte – termino de decir el menor.
Erestor: quizás sea cierto, pero ese es mi problema, no de él. Además no podemos estar descansando hay problemas en el mundo exterior y no puedo estar de holgazán como Glorfindel – dijo de forma despectiva.
Lindir: - suspira- ten cuidado con lo que deseas amigo mío, pues cuando menos lo esperes se podría hacer realidad – dijo en voz baja, pero lo suficientemente alto para la audición elfica, mientras salía del estudio.
Cuando Lindir cerró la puerta del estudio del mayor este se dejó caer al suelo. Estaba bastante frustrado y lo acepto, lo que le dijo al rubio fue bastante fuerte, pero su orgullo no dejaba que fuera a buscarle para disculparse, ni decirle lo que en verdad sentía.
En otro lugar de la gran casa. Específicamente en el cuarto de cierto elfo rubio. Su dueño estaba en el suelo cerca de su cama sollozando. Después de haber sido largado de esa manera tan agresiva por parte del moreno, el rubio utilizo toda su fuerza de voluntad para no derrumbarse en medio de los corredores y solo cuando llego a su cuarto lo hizo.
Glorfindel: porque me tratas así Erestor – pregunto a la nada con lágrimas en los ojos – no puedes ver que tus palabras de odio me hieren el corazón y el alma. No ves cómo me desgarra tu desprecio mi amor – dijo con una angustia tan palpable que inclusive la naturaleza cerca de su cuarto se puso nostálgica y triste.
Las peleas entre los elfos de confianza del gran señor de Rivendel no eran ninguna novedad, pero de hace un par de siglos para acá, la participación de Glorfindel en esta es menos activa. Todo lo contrario pareciera que el rubio tratara de llevarse bien con el principal asesor del señor del lugar, pero este le grita o lo ignora completamente.
Pero esta situación era vista por otros seres, invisibles inclusive para la vista de un elfo. Dos de las Valar más poderosas veían un poco tristes al elfo rubio que lloraba en su cuarto.
Niniel: oye hermana Eruiel soy yo o el elfo llamado Erestor, no se da ni por enterado que Glorfindel le ha tratado de demostrar su amor y el ni por enterado – pregunto entre triste y enojada.
Eruiel: pues al parecer es así querida hermana – dijo con un suspiro – y me temo que si esto sigue así, Glorfindel se desvanecerá por la tristeza del rechazo – informo la morena.
Niniel: ¿Qué? Es una broma cierto – pero su hermana parecía muy seria – esto es imposible, pues entonces ese tal Erestor no puede ser la pareja destinada de Glorfindel. Lo debe amar no hacerle sufrir – dijo indignada.
Eruiel: pues me temo que si es su pareja – dijo, pero en eso aparece una pequeña sonrisa en su rostro – pero no hay que perder las esperanzas hermana, quizás con un poco de tiempo Erestor se dé cuenta del amor de Glorfindel y él le diga lo que su corazón dice.
Niniel: pero hay un pequeño problemita hermana. Tiempo no nos sobra – dijo con voz muy seria – recuerda que por algo Glorfindel es uno de nuestros protegidos. Si queremos que Rivendel y los otros reinos elfos sobrevivan a esta guerra él debe matar a ya sabes que – termino de decir de forma misteriosa.
Eruiel: lo sé y por eso solamente nos queda esperar – dijo con resignación, mientras volvía a mirar hacia el mundo de los mortales.
Los días pasaron y Glorfindel como le había pedido Erestor, no se volvió a aparecer por su estudio. Los señores de Rivendel veían como sus amigos estaban distanciados. Pero por el que más temían era Glorfindel. El brillo característico de los elfos lo abandonaba cada día mas, es como si se estuviera desvaneciendo. Elrond queriendo saber que le sucedía a su amigo le pidió que fuera a su estudio.
Elrond: querido amigo, nunca he dudado de tus habilidades o sabiduría, pero he notado que poco a poco tu luz se desvanece. ¿Qué es lo que te aqueja amigo mío? – pregunto preocupado el semi elfo.
Glorfindel: agradezco tus palabras querido amigo y no me sorprende que te haya dado cuenta de lo que me está sucediendo. Y esto se debe a mi corazón roto – le dijo sin más.
Elrond: pero cómo es posible, que alguien te haya podido rechazar – pregunto incrédulo.
Glorfindel: si ya sé que lo dices por la razón que tanto elfas y elfos están siempre detrás del gran senescal de Rivendel, comandante de las fuerza de este hermoso reino, pero da la casualidad que la persona a la cual le pertenece mi corazón es la personas que menos le intereso – dijo con tristeza. Al escuchar esa confesión el señor elfo, pensó un poco. Y cuando por fin lo analizo, le pregunto al rubio para ver si su sentido común había fallado.
Elrond: por casualidad es cierto asesor que conocemos muy bien – pregunto tentativamente.
Glorfindel: si así es – afirmo la sospecha, hacinado que el rostro impecable del señor elfo tuviera una mueca de asombro – es por eso mi tristeza y mi desvanecimiento, porque nunca podre obtener de Erestor más que odio y desprecio. Y sin más amigo mío deseo retirarme a mi cuarto – dijo mientras se levantaba, sin esperar la respuesta de su amigo.
Otros días pasaron y la peor noticia llego a sus tierra un gran ejecito se acercaba hacia Rivendel y eso no era lo peor un Balrog venía con el ejecito y si eso era cierto todo el reino desaparecería. Todo Rivendel estaba tenso los soldados estaban listos para la batalla. Los niños y mujeres fueron evacuados hacia los bosques más alejados del reino.
Si los cálculos eran correctos el ejército llegaría al medio día de mañana. Glorfindel estaba descansando un poco antes de la batalla. De repente sintió algo de sueño, al poco tiempo se durmió.
En su sueño vio una hermosa pradera llena de flores que ni en Lorien o Rivendel había visto un lugar que pudiera igualar la belleza del lugar que tenía frente a sus ojos. En eso dos damas, una con vestido verdes oscuros, cabellos rojizo, largo hasta el final de su espalda y ojos verde esmeralda, mientras que la otra con un vestido con un blanco tan puro sin igual, cabellos negros como la noche y largos hasta la rodilla y ojos color marrón claro como la madera joven de los bosques, se presentaron ante él.
Niniel: bienvenido Glorfindel, senescal de Rivendel – dijo con voz suave
Glorfindel: como saben mi nombre y donde estoy – pregunto desconfiado.
Eruiel: no debes temer mi querido Glorfindel, sabemos tu nombre pues somos dos de los Valar más poderosas de toda Tierra Media y estas en las Tierras Imperecederas – dijo con voz melodiosa.
Glorfindel: estoy muerto –pregunto el rubio.
Niniel: no claro que no, estamos en tus sueños. Tuvimos que dormirte para darte un mensaje, Glorfindel – dijo con voz seria.
Glorfindel: cual mensaje – pregunto curioso.
Eruiel: un Balrog se acerca a tu hogar mi querido y si llega a destruir Rivendel, tenlo por seguro que los demás reinos elficos caerán con él. Por eso te hemos llamado a ti, para que logres poder derrotarlo – informo la Valar.
Glorfindel: ¿cómo? Los Balrog son seres que no pueden morir así como así y yo solamente soy un simple elfo mis señoras – dijo con voz triste.
Niniel: hay una forma los Balrog tiene un punto débil y si aceptas pelear contra él te lo diremos – dijo la pelirroja.
Eruiel: y ten en cuenta que si hubieras querido elegir a alguien mejor para esto lo hubiéramos hecho. Pero da la casualidad que no hay nadie mejor que tu mi querido Glorfindel. Así que dime aceptas o no esta misión – pregunto la morena.
Glorfindel: acepto – dijo después de pensarlo un poco – si no lo hago todos desapareceremos y no lo voy a permitir. Además no quiero que nada le pase a el – dijo con voz dulce.
Niniel: se nota que tu amor hacia Erestor es puro y verdadero – dijo con una sonrisa triste – pero hay una condición que se debe cumplir o mejor dicho pagar al matar al Balrog, Glorfindel – dijo con voz seria, nuevamente
Glorfindel: y que sería eso que debo cumplí o pagar – pregunto el rubio.
Eruiel: si aceptas deberás dar lo equivalente a la destrucción del Balrog, tu vida – dijo sinceramente. Al decir esto dejo muy asombrado al elfo.
Glorfindel: quiere decir que si mato al Balrog moriré con el – pregunto afectado por lo dicho.
Niniel: si así es. Así que dinos Glorfindel, debes decidirte el tiempo apremia y ya no queda mucho – dijo la pelirroja. El elfo cerro los ojos e imagino su hogar Rivendel ardiendo en las llamas provocadas por el demonio, también imagino los rostros de sus amigos, conocidos, familia y sobre todo el rostro de su amado. No podía permitir que eso pasara, pero tenía mucho miedo el morir.
Eruiel: y dime Glorfindel que dices – pregunto la morena.
Glorfindel: yo…