Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

After I get drunk of you por mishula

[Reviews - 173]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

esto lo iba a poner ayer por el cumpleaños de naru pero... se me olvidó...  no hay excusa, asi que espero que lo disfruten y les agrade.

este fanfic fue en realidad ideado para sasunaru pero ya vio la luz como un kyumin... es bastante oc naru pero creo que es mejor asi, tiene cosas geniales  y es como mi bebé. realmente lo amo y espero que le den una sensual oportunidad.

 

besitos

Notas del capitulo:

Naruto y todo su mundo (aun no creo que vaya a acabarse U.U) pertenecen a masashi kishimoto y todo el oregano que fuma asi que este fanfic es solo un producto de mi imaginacion retorcida.

Just one more drink


¿Qué más desesperado que ir a un bar gay? Bueno, si no fuera por Iruka yo no estaría aquí.

Me explico. Hace tres días me botó el amor de mi vida, dijo que no era muy apasionado, que cuando fuera un chico sensual, y muy apasionado, podría volver a llamarlo, y como Iruka  me vio así, me recomendó este lugar. Y aquí estoy, en la barra, tomándome el tercer bloody mary de la noche.

Me atendió una “barman” así que conversamos y me desahogué un poco sin entrar en llanto.

Iruka se fue al baño hace como media hora, creo que se ha encontrado con alguien… espero no ser así, o sea, encontrarme de repente con alguien y dejar que el baño se convierta en la "cama", por así decirlo.

Una cerveza se posó frente a mi cara.

–Te la mandan.

Volteé disimuladamente y ahí estaba, mirándome. Tenía unos ojos profundos y una sonrisa ladina que no podía encantarme más.

Era una cerveza cara.

No quería ser yo el que se acercara, no estaba tan desesperado, o al menos no quería que notara cuán desesperado estaba. Le sonreí y asentí en modo de saludo, creo que mi sonrisa le gustó porque esta vez me mostró una sonrisa abierta, hermosa… sensual. ¡Boom! Esa era la persona que estaba esperando, ¿para qué? eso aún no lo sabía. No quería compartir el destino de Iruka, no quería revolcarme con alguien desconocido en un baño.

Volteé y ya estaba mirando al frente. Había un televisor con un partido de futbol, él lo miraba como si fuera lo más interesante, pero su respiración estaba agitada, solo había una explicación para eso... me estaba mirando, presintió que voltearía y desvió la mirada; volteé y con el rabo del ojo lo vi, estaba mirándome otra vez. Le dije a la señorita que le pasara un trago que él escogiera, que iba de mi parte, ahí ella sonrió.

–La magia del alcohol.

Ella me sonrió, fue y habló con él; yo observé todo con mucho disimulo. Vi cómo esos deliciosos y sensuales labios se curvaron y… ¡poof! la magia se dio. Pidió una cerveza, y vino hacia mí, mi corazón latía jodidamente rápido. Se acercaba –aquí viene–, se sentó a mi lado.

–¿A qué juegas? –preguntó mirando el aparador como quien no quiere la cosa.

–¿Y-yo?

¡Mierda! otra vez estoy titubeando, Kiba me dejó por esto… no voy a dudar más, no es como si fuera a llamarlo otra vez, es solo que aprendí que no debería dejarme llevar por mis nervios. Respiró y sonrió una vez más.

–Sí, tú... porque definitivamente esto es un jueguecito muy extraño. Primero tu acompañante se lleva a mi amigo quien sabe a dónde, y luego te haces el solitario en la barra. ¿A qué juegas?

–¡Ah, con que Iruka se fue con tu amigo! Él no es mi pareja, él también es amigo mío. La verdad no era un plan macabro o algo así, solo se fue...

Bueno, mi tono no era el de "por favor cógeme que estoy desesperado" ¡No! Era mi tono habitual, de inocencia, totalmente tierno, creo que fue una buena idea. Sonreí y me sonrió, me dio un codazo.

–¿Qué haces? –le pregunté.

–Vamos, demos una vuelta.

–Espera... ¡no!

–¿No hablas con desconocidos? ¿Tu mami no te deja?

¡Imbécil! Pero no le daría el gusto. Me acabé mi cerveza y me levanté, pagué y fui retirándome sin decir una palabra. Sabía que tenía la mirada fija en mí, caminé como mejor pude y en la puerta del bar le hice una seña, y con los labios le dije "¿Vienes o no?", se rió por lo bajo, pagó y fue detrás de mí. Lo tenía en mis redes.

Caminamos por ahí. Había moteles, bares, tabernas, hoteles y centros comerciales, sí, íbamos alejándonos de la zona fea de la ciudad. No hablábamos de mucho… la verdad no temía por mi vida. Llegamos a un edificio.

–¿Por quién me tomas? –le dije, aunque yo también quisiera tener una aventura con ese extraño... es cierto, ni sabía su nombre. Me sonrió y se sentó en un banquillo.

–Te tomo por alguien preocupado por su acompañante, Kakashi comparte casa conmigo, es probable que traiga a tu amigo aquí. Podemos esperarlos aquí, o arriba, esa es tu elección.

Hacía frío y tenía cara de que iba a llover, así que asentí y caminé, esta vez detrás de él. Subimos hasta el piso 23, un solo apartamento por piso, era más grande que la casa que compartíamos Iruka y yo.

Se tumbó en el sofá.

–Bienvenido, lo mío es tuyo.

Se sirvió una copa de vino y me ofreció una. Bueno, solo una –me dije–, pero no tenía ni idea que tenía una botella de la cosecha del 71, uno de mis vinos favoritos. Lo sirvió y brindamos. Hablamos de todo, pero nunca le pregunté su nombre ni él el mío, sabíamos cosas que nadie sabía además de nosotros, era como si fuéramos amigos de toda la vida, de un momento a otro ya estábamos sentados en el piso, riéndonos; después… simplemente nos quedamos mirando hacia el vacío. Me miró y yo lo miré, era lo que estábamos esperando. Sentí cómo su aliento se chocó conmigo cuando me besó, fue algo suave, pero… ¡al diablo! Terminé montado encima de él, profundizando el beso.

¡Oh! Su lengua se movía como si mi boca fuera suya, la mía trataba de agarrar el ritmo pero estaba ido. Sus labios eran tan gruesos, tan sensuales, tenía un olor extraño, a madera, a almizcle, azabache, no lo sé, era algo rústico y salvaje, y no podía evitarlo, me gustaba, claro que sí. Puse sus manos en mi cadera y las mías en su cabeza, estábamos que nos ahogábamos, pero no quería separarme de él, no, ese beso era mío y duraría para siempre si yo quería que pasara así, pero no lo logré.

–¿Estás seguro que quieres hacer esto? –me preguntó con el aliento entrecortado y sus deliciosos y delgados labios hinchados.

Entonces mi mente se nubló, su imagen era demasiado erótica para mí, volví a tomar sus labios y me dejé llevar hasta su habitación. No estaba acostumbrado a aumentar el ritmo, pero él era tan apasionado. Llegué a la cama y pude “gatear” de espaldas, con él pegado a mis labios. Adiós a su ropa, empezaba a estorbarme; tenía un hermoso pecho, tan bien formado, tan sensual. Clavé mis uñas en esos pectorales, gimió un poco –de dolor–, y me soltó.

–¡Salvaje!

Tomó mis labios de nuevo y se acercó a mis pequeños pezones para masajearlos con fuerza y halar de ellos, dolió, pero se sintió jodidamente bien. Al fin mi lengua encontró el ritmo. Mientras yo arañaba su espalda él halaba de mí, nos seguíamos besando, era una danza frenética e incontrolable.

Estaba casi acostado encima, podía sentir su miembro duro y grande rozando con el mío, empezó a mover la cadera, era un roce muy fuerte, pero estaba desesperado por más, así que dejé su espalda para ir hacia su pantalón. En momentos como ese, el ser humano no puede hacer algunas operaciones de concentración básica, como dividir entre 5 cifras, formar endecasílabos y… desabrochar un hijo de puta botón de porquería, así que no tuve otra opción y rompí su pantalón.

–¡Oye! ¡Es carísimo!

–Lo sé, pero dime ¿qué otra opción había?

–Pedirme ayuda.

–¡Ya! qué gracioso.

Me miró, sonrió y me arrancó la camisa, una camisa tan cara que ni en sueños podría volver a comprarla, un regalo de Kiba, bueno, supongo que debía empezar de nuevo. Me sonrió y besó mi cuello, yo empecé a quitar mi pantalón, ahora si pude con mi botón. Me sentía muy mal, pero cuando empezó a rozarse conmigo –y nuestros bóxers empapados– fue tan erótico, sensual, atrayente, que se me olvidó la vergüenza y con mi boca, que estaba libre, empecé a soltar sendos gemidos, fue tan vergonzoso, pero tenía que sacarlo de mi sistema de alguna manera; él gemía también en mi cuello.

Vi que estaba dejando un collar de mordiscos, lamía mi clavícula como si de un dulce se tratara y agarró mis labios con sus dientes, era agresivo, pero se sentía como el paraíso, el jodido paraíso. Estaba tan duro y tan húmedo, como pude me quité los pantalones, sin soltarme de su agarre, de ese beso, de esa danza que probaría quien tenía el control; como pude le quité su pantalón y enredé mi pierna con la de él, teniendo más espacio para rozarnos, se sentía jodidamente bien, mis pezones ardían por sus mordidas pero no me detendría… mi primer orgasmo, el primero de muchos que vendrían.

–E-eres jodidamente bueno –sonrió y me besó otra vez.

–Y eso que hasta ahora comienzo. ¿Sabes? tienes una carita realmente adorable ahora. Haré que te sonrojes aún más.

Empezó a bajar y con un girón de mi camisa ató mis brazos por encima de mi cabeza, a la cabecera de la cama; cuando llegó a mi abdomen empezó a dar unas ligeras pero poderosas mordidas, sacándome gemidos de auténtico placer; bajó a mi bóxer totalmente mojado y dio un mordisco sobre mis testículos, ahí perdí la cabeza… sé que los bajó con sus dientes y engulló mi miembro en su boca embistiendo con una perfección y una precisión que solo se le puede atribuir a un profesional, yo gemía como si no hubiese un mañana mejor, mis piernas se revolcaban; de repente, paró todo movimiento, tomó mis muslos con fuerza y los separó.

–Quédate quieto.

Siguió con sus estocadas, estaba loco por el placer que me daba, decía puras incoherencias y al parecer eso le aumentaba el ego y otras cosas, me vine en su boca, orgasmo número dos. Se limpió con otro pedazo de mi camisa y se quitó su bóxer. ¡Dios mío! tenía un miembro enorme, erecto y húmedo.

–Tendrás que hacer algo con respecto a esto, es toda tu culpa.

Me desató de la cabecera pero aún seguía con las manos amarradas, era sensual, me anclé a su cuello y lo besé mientras me montaba en sus piernas y chocaba nuestros miembros, puedo sentir como se estremecía.

–Desátame.

–No.

–No te arrepentirás.

Me miró y sonrió lascivamente, desató mis manos y me engullo sin aviso el miembro a mi boca. Estaba caliente, húmedo, sabía como a café, era amargo, pero estaba tan bueno; escuchaba a lo lejos cómo maldecía y cómo vienta la madre, cómo gime, llama a Dios y maldice al mismo tiempo. Grita incoherencias, esta enloqueciéndome; de repente, y sin previo aviso, suelta todo lo que ha tenido guardado, por la impresión yo también... número 3.

–Espera –sacó una botella de vino–, tengo sed.

Tomó un trago directamente de la botella, aun no estábamos tan ebrios, yo lo acompañé y me di un buen trago. No tenía un buen sabor combinar la semilla del propietario del vino y este, era un vino semi-seco, ahora tenía más sed, debería tomar otra cosa, por suerte el vino se acabó y él se levantó, y sacó un vino dulce, esto nos terminaría de embriagar, excitar y le pondría principio y fin a nuestra aventura en la cama. Me aventuré y tomé el primer sorbo, fui interrumpido por sus labios.

–Se acabo la hora feliz.

Tomó con sus manos mi miembro y empezó a masajearlo, vació en mi boca un poco más de vino y bebió otro poco, volvió a besarme, pero ya el beso sabía a alcohol, lo que lo hizo más erótico que de costumbre. Con él yo no sabía a qué atenerme, estaba al borde de mi orgasmo número cuatro cuando… se detuvo.

–Eres una máquina de hacer leche.

–¡Cállate, es tu culpa!

–Entonces tócame a mí también, hazme hacer leche también.

Toqué su miembro que estaba semi-erecto –estaba empezando a endurecerse–, toqué la punta y me acerqué para servirlo de nuevo con mi boca, así, de nuevo volvíamos al punto en donde bendice y maldice en la misma oración. Me tenía del cabello, marcando el ritmo, uno que es un poco rápido para mi gusto, desesperado por algo mas fuerte tomé mi miembro y empecé a masturbarlo tan fuerte como pude, él se vino en mi boca y yo en mi mano. Me sonrió, otro trago de vino, un beso salvaje y me volteó de la nada.

–Espero que no seas virgen aquí.

–¡Ja! Seguro.

–Pues… no te importa si no tengo condón ¿o sí?

–Ya qué, si me enfermo te echaré la culpa, sé dónde vives.

Se rió y empezó a lamer mis testículos, era tan rico. Pasó su lengua y un airecito que me éxito por completo… quería más de eso y no dudé en empezar a gritar.

–¡Ay Dios! Pero qué timbre de voz tienes, hombre. - dijo

Me reí, esta vez tenía razón. Sentí cómo introducía su miembro, no tuvo que esperar, me volteó y rápidamente estuve perdido en un vórtice de placer sin duda. Me senté en sus caderas, besé su cuello y lo marqué como mío, al menos por unos días ambos tendríamos marcas profundas de este encuentro tan extraño… un trago más, ya no queda nada, solo un trago más de vino y tengo mi último orgasmo de la noche.

Ya he acabado, siento que la próxima vez que me venga sacaré aire y nada más, estoy agotado y caigo profundo a la cama.





Me despierto, es una hermosa mañana, tengo sed y un horrible dolor en... ¡Todo mi puto cuerpo! Pero estoy satisfecho, él no está, hay ropa limpia encima de la mesa que parece tener un computador, y hay una nota.

Fui a buscar a tu amigo y al mío, si quieres irte es tu decisión, si no, puedes usar lo que quieras, ya te dije, lo mío es tuyo, cuídate Naruto.
Atte: Sasuke.
PD: No pude evitar revisar tu documento de identidad, Naru- chan.



Sasuke... definitivamente no vuelvo a beber tanto en mi vida... ¿o sí?

Notas finales:

ok... eso fue todo, espero que les guste


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).