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Apestas por Andrews

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Notas del capitulo:

Hello, hello, hello. Mucho tiempo que no me pasaba por estas veredas. ¿Adivinen qué?, me acabo de unir a una universidad militar. Está de pelos :’D (Sí, ya lo sé, a nadie le importa)

 

En fin. Tenía un buen tiempo con esta idea que fue sacada de dos cosas, un compañero algo rarito que, literalmente, se la pasa oliendo a las personas y según yo le encanta más que todo oler a mi distinguido que siempre como que es el que más apesta jejé. Y un duojin de durara, no es por afán de hacer algo como plagio pero me extraño mcho que me encontrase con ese dj justo luego de conocer a esa gente ewé. Yo digo que harían linda pareja si no fuera porque el distinguido tiene novia y el curso mío es bien fome x’D. En fin…

 

 

 

¡¡DISFRUTENLO!! ¡Es mi primer lemon! :OOO

Siempre lo había notado. Sólo que fue allí cuando le di importancia.

 

 

 

 

-Apestas.- Dije al estar frente a frente.

 

No es que siempre estuviera notando cada pequeño detalle de él, tampoco es como si no admitiera que algunas veces mi mente se iba a esos detalles sin mi consentimiento –no pienso negar que esas veces eran muchas- era solo que, como enemigos, tengo que obligarme a mí mismo a prever todas sus actitudes antes de que coja al fin el valor de desgarrarme la garganta. Es solo eso. Nada más.

 

-¿Ah?

 

Parece que mi argumento lo tomó fuera de guardia, inconscientemente llevó su nariz al cuello de su chaqueta blanca y yo pude reírme a boca abierta de ese gesto tan poco... él. Frunció el ceño y me miró fijamente.

 

-Estar al borde de ser un nivel E parece estarte tostando el cerebro, Kiryuu, ya hasta deliras.

 

Su rostro no formó una sarcástica sonrisa, lo que significaba que estaba enojado por el comentario. Sin poderlo evitar me acerqué a él, lo suficiente para no ser golpeado y poder tener un panorama olfatorio más amplio de ese aroma. No importaba donde estaba o en qué lugar me encontraba, podía percibir ese olor en cualquier lugar y determinar donde se hallaba con él. El aroma de Kuran, una peste que por muchos años me ha causado sentimientos de todo tipo.

 

-No importa...- Comencé a decir mirando la laguna junto a nosotros. Ni siquiera sabía porque estaba allí en primer lugar. Recordaba vagamente haberme sumergido en mis pensamientos, deambulando varias horas, no había notado que había seguido aquel aroma hasta ese lugar en las cercanías del bosque de la academia Cross.- No importa realmente donde esté. Tu maldito olor parece extenderse.

 

Su rostro algo sorprendido, y un tanto molesto, todavía me miraba directamente a los ojos.

 

-Es detestable.- Dije.

 

El silencio reinó en aquel minuto de miradas altaneras entre ambos. Su ceño por fin relajado le permitió mostrarme una pequeña y sardónica sonrisa de perfil bajo. Inclinó su cuerpo rozando mi espacio personal deliberadamente, seguía observándome con fijeza, un matiz de curiosidad se asomó en sus ojos marrones. Cómo si una flor nueva estuviese apareciendo justo frente a sus ojos y en medio de un campo de azúcar.

 

-Kiryuu.- Dijo contra un suspiro, negando suavemente con la cabeza.- Decir cosas de ese tipo y de la nada, tú eres ciertamente un sujeto imprudente. Si tanto te disgusta, cúbrete la nariz.

  

No es que no me gustara ese apestoso olor tuyo. Simplemente… Llamaba mi atención de formas que no podría definir.

 

Su mano izquierda, que había estado reposando floja junto a su cuerpo, se levantó en mi dirección; parecía decidido a llegar a mi nariz formando entre sus dedos el espacio necesario para cubrirla y así pellizcarla como en una boba caricatura. Pero aquel estúpido olor llegó a mí como una punzada caliente de puro éxtasis; dominarme es un juego de marionetas en comparación con lo que eso provocó en mí.

 

Antes de que su contacto llegase, tomé su muñeca jalándola hacía mi e inmediatamente acorralándolo al árbol más cercano a la vista. La velocidad vampírica era una escalofriante ventaja en esa circunstancia. Su rostro, una muestra de exaltación y duda, no parecía mostrar ira o asco ante mi tacto. Pero yo estaba indiferentemente de su reacción, queriendo continuar con lo mío, concentrándome en la sensación del aroma.

 

Su muñeca fue lo primero que llevé a mi nariz, inhalando profundamente sin éxito de la concentración de aquel olor. Subiendo por su brazos por sobre la chaqueta. La desesperación rozaba toda mi cordura, estaba deseoso de oler más, frustrado por no encontrar el núcleo del aroma.

 

No es como si nunca hubiese notado ese aroma tuyo. No es como si nunca hubiese notado mi fascinación hacia ello.

 

 -¡Hey! ¿Dónde crees que estás oliendo?

  

Pero tampoco es como si hubiese estado muy consciente de ello.  Es solo...Que apestaba. Apesta a mi propia excitación por este aroma.

 

 -¡¿Dónde...?! ¡Agh!

 

Se separó de mí. Más bien solo se alejó lo suficiente para que el árbol rechinara ante la fuerza de su empuje, aun así lo tenía sujeto y no pareció hacer el empeño de que las cosas fuesen de otra manera. Sin dudas él estaba agitado, y sin poderlo explicar, más apestoso que antes. No era su ropa. Acerqué mi rostro a su cuello, era como si desde adentro emanara aquella fragancia. Aspiré tan hondo como su paciencia me lo permitió, jamás había visto a Kuran Kaname tan sonrojado.

 

-¡Espera, Kiryuu!

 

-No forcejees tanto, Kuran.- Dije sujetando sus muñecas con fuerza, quería aspirar mejor. Tal vez, tal vez... Olvidaría esta extraña obsesión por su aroma.-Sólo estoy oliéndote.

 

Ante la declaración, su cuerpo pareció relajarse y dejarse hacer. Inclinó la cabeza dejándome merodear por la nuca hasta la clavícula. Ninguno de los dos se enteró cuando habían llegado mis manos allí, a su pecho, abriendo el uniforme nocturno; pero tampoco pareció importarnos mucho.

 

-Sabía que eras un perro por cómo te pegabas a Yuki. Pero esto...- Dijo ante el minuto de silencio.

 

-Cállate.- Gruñí.- Es todo culpa de este estúpido aroma.- Me defendí ante su suspicaz mirada.

 

Seguí abriendo la chaqueta hasta lograr sacarla de su cuerpo, dejarla a un lado de este asunto que no tenía nada que ver con ella. A ese punto el aroma se hacía ligeramente más estable, provocando en mi cuerpo reacciones casi. Casi. Involuntarias.

 

-Maldita sea, es como si el olor se hiciera fuerte a voluntad.- Dije, hundiendo mi rostro en la piel de su pecho. Sentí su espasmo ante tal contacto, aproveché para decir de manera sarcástica…- Si te bañaras de vez en cuando, no estaría de esta forma.

 

-¡Wau! ¿Qué hay con ese reproche?- Ladeó su cabeza, dejándome a mí el espacio para seguir hundiendo mi nariz en su cuello.- Deberías entonces acompañarme en cada baño, asegúrate de frotar mi espalda correctamente.

 

Separé la cabeza ante semejante comentario. Su sonrisa me dejó desarmado, una altanera pero malditamente sensual sonrisa. Única y exclusivamente dirigida hacia mí. El tirón entre mis piernas no era para nada difícil de interpretar, aquello me estaba animando de excesivamente.

 

-Dijiste que apestaba, ¿Por qué entonces pareces excitado por ello?- Preguntó.

 

No quise mirarlo fijamente ante aquel cuestionamiento. Pasé mis manos por su amplio pecho, acercando mi rostro al masculino ser maldecido por la eternidad. El aroma ahora era más palpable, casi podía saborear la dulce fragancia que desprendía. Kaname 2.0. Reconocible a distancias infinitas. Con mis manos acariciando su abdomen, me dedique pasear mi nariz por donde el olor era más fuerte, así perderme en su fragancia comenzaba a ser cada vez más fácil.

 

-Ow! ¡¿A dónde piensas que llevas tu nariz, perro Kiryuu?!- Exclamó cuando bajé la cabeza, muy cerca de su ingle.

 

Parecía estar por todos lados.

 

Su exaltación provocó el que sus poros se abrieran más, y el viento se llevase más y más de aquel aroma enloquecedor. Podía ver como su calor corporal provocaba el cambio en el olor, el sudor se hizo presente en pequeñas gotas casi bordeando su hermoso cuerpo.

  

No es como si nunca hubiese notado lo hermoso que eres. Siempre fui sincero con mis pensamientos sobre lo bien que sería clavar mis dientes en otro lugar que no fuese tu cuello.

 

Olfateaba en su clavícula, cuello y axila. Divisé de reojo una gota de sudor junto a su pezón izquierdo y me lancé a él con gula. El ronroneó que soltó me animó a continuar con aquello sin la menor de las dudas. Su mano en mi cabeza fue lo único que me impidió seguir del todo.

 

-¡Te estoy diciendo que pares! ¿Es que acaso no has tenido suficiente yaaaaw!?

 

La respuesta inmediata sería un verdadero no. Pero me pareció más divertido presionar el bulto húmedo entre sus piernas con mi mano. El sonido que emitió no debería ser oído por un ser común y corriente.

 

-Bien... ¿Te has puesto así de duro por ser olfateado por este perro, Kaname?- No quería burlarme, o por lo menos que no se notara. Pero fue algo inevitable.

 

El gratificante sonrojo que recibí de su parte fue todo un trofeo de coleccionista. Esperaba poder vivir para contar esta hazaña.

 

-¡Cá-Cállate! Tocándome de esa manera tan impropia de un digno sangre pura, ¿Qué esperabas?- Preguntó, mordiéndose el labio inferior. Cómo si no supiera que esa acción me volvía loco. Cómo si no supiera que cada vez que lo hace… Me siento al borde de mi destrucción.

 

 Siempre noté que te mordías el labio. Tú también. Y lo hacías más seguido sabiendo que eso me volvía literalmente una gran bola de mierda.

 

De nuevo, intentó forcejear, pero esta vez sin tanta motivación cómo antes, –dado a que estoy obligado a decir, siendo yo un caballero, que lo de antes lo hizo con más ganas-, por lo que tuve menos problemas de controlarlo. Dejé fluir en mi rostro una sonrisa bastante satisfecha, que le informara a ese ególatra vampiro que aunque me incomodaba aquel momento de sobremanera, me gustaba a partes iguales.

 

Aun apoyados en aquel árbol, mi boca decidió dar un segundo ataque a su ya descubierto abdomen. Inclinándome todo lo que me permití roce con la lengua los bordes del ombligo, el cuerpo frente al mío se retorcía cada tanto, ahogando su orgullo con cada lametón. Escribí una nota mental, “El olor era más fuerte cuando se contenía”. Di un mordisco en el abdomen solo para relajarme y volver a enderezarme, y así mirar lo que había provocado.

 

 

No pude resistirme a su jadeante mueca, los labios hinchados por las mordidas auto-infringidas para no gemir tan alto. Su pecho subía y bajaba con fuerza, su rostro estaba cubierto por un color carmín en las mejillas y de sus ojos destellaba aquella luz del deseo rojo brillante. A esas alturas, sujetarlo volvió a ser una tarea innecesaria, lo tomé desde la espalda baja pegándolo a mí con cierta brusquedad.

 

-¡Ah! Demonios, ¡¿Por qué estás tan duro?!

 

Sus palabras salieron junto a un gruñido cuando restregué mi duro pene contra su cadera, bajando mis manos por su columna provocando en su cuerpo un glorioso arqueamiento. Con la diestra desabroché su pantalón, mirándolo fijamente lo que provocaba en su cara con cada roce de mis dedos contra su palpitante miembro sobre la tela íntima; la otra mano descendió por debajo de la tela de sus ajustados bóxer, palpando entre sus nalgas. Gimió deliberadamente contra mi oreja provocando que jadeara ante la sensación de su aliento caliente. Si, estaba muy duro, podía sentir mi entrepierna palpitando emocionada contra la suya. Olfateé con más fuerza en su cabello e hice una mueca.

 

-Maldición.- Si seguía apestando de esa manera, comenzaría a enloquecerme. Con mis manos en sus nalgas me froté contra él, buscando con los dedos a ciega de nuevo la línea entre ellas.

 

-Deja de ser tan rudo, tú… ¡Gah! ¡Kiryuu Ah!

 

¿Por qué simplemente no disfrutaba de todo eso y ya? Pero aunque a mí me gustara todo eso, eso, la facilidad con la que se estaba dando también me irritaba.

 

-¿Acaso permites que otros te huelan a parte de mí?- Apreté los dientes y le propiné una nalgada

 

-¡¿Huh?!

 

No es que me diera celos el saber si alguien más te había tocado. Pero si no era yo el primero, las cosas hubiesen terminado de una manera diferente. Probablemente las cuerdas que tenía en casa habrían sido utilizadas ese mismo día.

 

-¡Responde!- En ningún momento dejé de frotarme, e, incluso él correspondía al movimiento suavemente.

 

La idea de que otra persona pudiera verlo así, tan vulnerable y cogible de tantas maneras, me frustraba; pensar que de manera tan fácil alguien más podría abusar de él, es decir, yo soy su rival de amor… ¡Maldita sea!, solo yo tengo el derecho a humillarlo y humillarme frente a él. Solo yo tengo derecho a tenerlo de esta manera.

 

Su rostro no parecía molesto por la pregunta, más bien sorprendido y algo divertido, para mi mal gusto. Se apoyó contra mí y me abrazó por el cuello, intensificando ligeramente el movimiento de caderas que llevaba. Esos fuertes brazos marcaban un mensaje subliminal en mi espalda.

 

-¿A qué viene semejante pregunta?- Soltó un ronroneo que casi me deja en el suelo. Su lengua viperina salió de su boca, surcando por el lóbulo de mi oreja; no sabía lo débiles que eran mis piernas ante semejante caricia.- Aparte de este perro plateado que me huele sin permiso, no hay nadie más en la línea de interesados.

 

-Bien.- Gruñí. Lo tomé por los costados rompiendo nuestra cercanía y le di la vuelta, vi como sumisamente apoyaba las manos en el tronco.- Odiaría que este aroma sea a causa de una mezcla de varios.- Señalé, tratando de restar importancia de ese ataque de posesividad.

 

-Mmmm… Yo no he dicho eso.

 

Abrí los ojos ante tal declaración. Una ira extraña invadió mi cuerpo, provocando que subiera mi mano, apoderándome de ese perfecto rostro. Mis ojos tomaron el característico brillo de la furia y el deseo combinado.

 

-No juegues conmigo, chupasangre.- Acentué mis uñas en sus mejillas, la sangre brotó ligeramente y sentí un poco de pánico de que alguien lo detectara; suerte para mí que el viento corría de lado opuesto a la academia.- Dime si otro hombre te ha tocado de esta manera.- Masculle, lamiendo su mejilla, cerca de las gotas de sangre, tentándome a mí mismo.

 

El pareció meditarlo demasiado tiempo, comenzando a impacientarme, ese bastardo. La mano que había usado para lastimar su rostro la separé de su cuerpo, al ver la sangre derramándose por la palma no me negué a probarla. La sangre de Kuran era como comer tu comida favorita, no sabía cuál era pero había algo que te decía que contenía una de las drogas más potentes del mundo. Él me miró atentamente por el rabillo del ojo, imposibilitado por mi cuerpo a girar la cabeza, siguió mi lengua con cada movimiento, casi podría jurar que se había relamido los labios. Lo que no fue parte de mi imaginación fue aquel movimiento, ese con el que restregaba su trasero contra mi pene; era una jugada táctica para distraerme.

 

-Responde.- Demandé, no deteniéndole en su muy buen trabajo.

 

La piel de su rostro ya estaba roja, algo rosa en sus orejas. Miró al suelo antes de hablar.

 

-Eres…- Movió sus labios, pero no pude escuchar. Toqué su cuello antes de levantarle el rostro desde el mentón hacia atrás, una pregunta silenciosa cayó desde mis ojos con mi barbilla apoyada en su hombro.- Eres…- rodó los ojos.- El único con las agallas para siquiera intentarlo.

 

-¿Y si otro lo intenta, acaso no seré el único?- Él soltó una carcajada cuando yo fruncí el ceño. Me importaban tres hectáreas de mierda si se dio cuenta de mis inquietudes.

 

-¿Mmmh?, no lo sé.- Dijo tomando la mano que había estado llena de su sangre y llevándola a su pene atrapado bajo la ropa. No me negué a darle un buen apretón.- ¡Ah! Puede que… Me hagas cambiar de opinión y me quede solo contigo.

 

-Eso es fácil.- Sonreí, me deshice de mi propia chaqueta para sentir su piel contra la mía.- Cuando termine contigo no querrás probar otra cosa en tu culo.

 

-Fanfarrón… Dahw! Joder, eso se siente grande y bueno.

 

¿Quién dice que no se siente cuando te restriegan un pene contra el trasero, aun con ropa?

 

-Perdona, ¿dijiste algo?

 

-¡Oh!, ¿Vas a hablar o me vas a coger de una vez?, tú… Maldito calienta pollas.

 

No necesite más, aquello había sido el colmo. ¿Cuántos de ustedes tienen la oportunidad de escuchar al gran y poderoso Kuran en plan de zorra?, ¿Nadie?, ¿Nunca?, pues bien que lo disfrutaría.

 

Sentí el temblor de su cuerpo cuando desgarré el pantalón de la clase nocturna. Giró el rostro lo suficiente para mirarme con un semblante reprochante, ante lo costoso que seguramente saldría un pantalón de esa tela, pero esa mueca cambió al del placer al sentir que mi cuerpo bajaba por el suyo hasta que mi aliento chocaba sobre su arrugado agujero.

 

-Mhh, si… Vamos perro, lame.

 

Para mi gran lista de problemas mentales, me excitaba que me tratara de perro.

 

Inhale. El aroma no había sido olvidado en mi mente, ahora podía sentirlo sobre mí. No era como esos extraños libros que Yuki leía, donde ambos jóvenes compartían su aroma y otras chorradas más; allí no había nada mío. Yo olía a Kaname, no viceversa; podía sentir como toda mi esencia se perdía ante ese poderoso aroma, ¡Carajos! No podía importarme menos eso con un buen culo frente a mi rostro. Abrí la boca y di el primer lengüetazo, escuchando el sonoro gemido que pronuncio. Raspe los dientes contra el arrugado hueco en su culo antes de meter la lengua dentro. Todo su cuerpo vibró ante la intromisión. Yo no sé una mierda de sexo Gay, fuera de lo aprendido a la fuerza por la psicótica vampiresa amiga mía, mucho menos sexo Gay con un vampiro –Juro que lamerle el culo fue algo de puro instinto canino- pero tenía en mente lo que quería que siguiera.

 

Separé entonces mi rostro de su par de buenas nalgas. Yo y un amigo mío estábamos listos para una buena jodida patrocinada por ese lindo culo de Kaname. Me sorprendía a mí mismo lo delicioso de la situación y de lo rápido que me saqué el pene dispuesto a dividir ese culo en dos.

 

-Voy a entrar.- Avisé. Sinceramente no esperaba una respuesta, él parecía entretenido mordiéndose la muñeca para no gemir como una virgen.- Esto va a doler un poco.

 

Estaba seguro como la mierda que le iba a doler mucho. Pero él es un vampiro, el rey de ellos en realidad, aguantaría bien el dolor. Supongo

 

Comencé a empujarme, sintiendo como el apretón en mi pene probablemente me lo quitaría de un solo empujoncito. Entendí con esto que le dolía más de lo que yo pudiese pensar, me detuve un segundo por dos razones, su dolor y el mío.

 

-Relájate.- Murmuré en la base de su cuello, besando aquí y allá, como cuando quieres que una chica se afloje. Pero Kaname no era una chica, su espalda ancha y fuertes músculos me lo hacían saber. Eso, por extraño que para mí fuese, no me bajaba el lívido.- Estás apestando más de lo necesario con tu nerviosismo.- Aprendí a captar los cambios en su aroma, peculiar y útil.

 

-Sigues con eso…- Murmuró, pude notar que apenas y pudo decir eso de manera forzada.- Sólo tú te quejas de mi aroma.- Dijo.

 

No es que me queje del aroma. En realidad me quejo de la facilidad de percibirlo, cualquiera puede oler a Kaname y eso no me agradaba.

 

Sentí como los músculos alrededor de mi miembro se relajaban y me empuje de unas hasta el fondo. Él lanzó un pequeño quejido antes de echar su cabeza hacia atrás. Pude sentir como el líquido rojo de olor familiar bajaba por entre sus piernas. Un lubricante conveniente, pensaba yo.

 

Pensé en esperar un poco, ya saben, dejarlo coger aire. Pero cuando mis bolas chocaron contra ese par de buenas nalgas me valió mierda si se quedaba afónico. Y creo que a él tampoco le importaba eso, puesto que él fue el primero en iniciar movimientos con su cadera.

 

Con ambas manos en su cintura me hice hacia atrás dejando solo la cabeza de mi pene dentro suyo. Su cuerpo comenzó a tener espasmos cuando me empuje rudamente contra él.

 

-Tan duro, ¡Hmm!… Se siente… Bueno.- Balbuceaba repentinamente.- ¡Ahsi!... Rico…

 

El árbol rechinó cuando empujé con más fuerza, más rápido. Mis manos raspaban bruscamente su piel, comenzaba a tornarse rojiza bajo mi tacto. No me tomó mucho tiempo percatarme de que el aroma tenía algo extra en ese instante, fijándome mejor veía su mano desaparecer hacia la parte sur de su cuerpo y la idea de esa mano acariciando su dura polla. Maldito chupasangre.

 

-¡Agh, maldición!

 

En un parpadeo pasé de ver su espalda a admirar esas linternas rojas que llamaba ojos, brillosos ante el placer, seduciéndome en silencio. Sus brazos pasaron sobre mi espalda y subió sus piernas para engancharse a mi cuerpo, mis manos viajaron a sus nalgas masajeándolas como pudiese volviendo a meterle mi verga por su culo. Mucho más fácil que la primera vez. A pesar de que era muy arriesgado esa posición, pues podría caer y restregar su cuerpo contra un árbol alertando a todos por el olor de su sangre, prefería arrepentirme después de hacerlo que por no hacerlo.

 

-¿Sabes que si vienen no me detendré?- Le pregunté como un intento de redimir la culpa de arruinar su reputación.- Seguiré hundiéndome en tu culo hasta que puedas sentir mi semen en tu garganta.- Cómo mejor pude colé un dedo en el espacio de su agujero. Él solo siseo ante la invasión.- Ellos miraran como te la meto y como tu disfrutas tener mi verga en tu culo, cómo dices mi nombre y me pides que te lo haga más rápido, que vaya más adentro, que te bañe de leche, ¿Estás consiente de eso?

 

El parecía atorado, la boca entreabierta buscando las palabras adecuadas. Yo aprovechaba ese desliz para mover el dedo que mantenía dentro.

 

-¡Ahm, Kiryuu!- Sus uñas se clavaron en mi espalda.- ¡Qué vean, maldita sea que todos vean!- Gruñó empujándose con sus piernas. Tuve que retirar el dedo y tomarlo bien desde sus nalgas para no caer de bruces con el montando. El gesto en su cara decía que estaba al borde de una línea que pocos lo habían visto cruzar.- Que vean como me gusta lo que me hace este perro.

 

Antes de eso. Antes de esas palabras pensaba –al menos 5% seriamente- en dejarte ir de mis brazos cuando me lo pidieras. Pero ante esa declaración tú mismo colocaste los grilletes alrededor de tus muñecas.

 

Todo era rojo.

 

Su rostro enrojecido ante la subida de temperatura. Las marcas que mis mordidas dejaban, los chupetones que formaban una decoración rojiza y erótica en su cuerpo. El árbol, aquel hermoso fresno que sirvió de mueble todo el tiempo, comenzó a teñirse de rojo cuando sus brazos no pudieron sujetarlo, cuando no pudo aguantar más y su espalda sufrió todo el peso de mis arremetidas. Pero él no dijo nada, solo pedía más, más fuerte, más rápido; cuando ya era inhumanamente imposible hacer algo, nuestros instintos vampiros salieron a flote. Sus ojos rojos pedían a gritos el derramamiento de sangre y algo más.

 

Y el olor…

 

La insoportable esencia que me había llevado a todo esto estaba flotando con propulsores jet en todo nuestro entorno. Ni una jodida brisa opuesta al coño del mundo evitaría que ese aroma tan propio del pura sangre fuese obviado.

 

Sus manos seguían masturbando al ritmo que pudiese, ahora que se había resignado a desgarrarse la carne de los omóplatos. Él sanaría, yo lo sabía; pero aun así –y aunque era lascivo ver su rostro turnarse entre el dolor y el placer- yo quería que sintiera más una que de la otra. Me detuve en seco y sin salir de él lo recosté en el césped. No dije que sería un lugar mucho más cómodo, pero el pasto hacía de un buen y natural colchón.

 

-No…- Exhaló y recuperó el aliento. Estaba sudoroso, apestando, abría la boca y soltaba incoherencias en minúscula.- No soy… una tacita de vidrio, Zero.

 

Mi nombre en su boca fue la gota que derramó el vaso.

 

-Estoy muy seguro de eso.- Le dije, llevando mi mano a la punta de su pene. Por la abundancia de pre-semen, yo sabía que el clímax era el próximo paso de su organismo.- Pero planeo joderte más de una vez esta noche, así que necesitaras tu sangre si quieres llegar consiente hasta el final.

 

Me quedé quieto. Lo que es un logro en mi estado. Viendo como recuperaba el aliento y sus heridas sanaban. Ya tendría tiempo de abrirle muchas cosas a parte de simples cortadas.

 

-¿Dices que si quedo inconsciente tu seguirás?- Preguntó soltando una risilla.

 

-Si no hay de otra.- Respondo pasando mi pulgar por el pequeño agujero de su pene. Él gimió en respuesta.

 

-Bueno saberlo. Ya sé que ni inconsciente mi culo se salvará de ti.

 

Sonreí ante eso. Oh, ese culo suyo no se salvará ni porque luego de esto Kuran decida cortarme el pene. Existen dildos y otras tantas cosas.

 

Un sonido llamó mi atención. Mi sonrisa se ensanchó al ver su rostro petrificado.

 

-¿Acobardado ahora?- Pregunté, empujándome lentamente. Hundí la cabeza en su torso y apreté con los dientes su pezón derecho.

 

-Hmm…- Suspiró suavemente y hundió sus manos en mi cabello empujándome hacia arriba.

 

Entendí la indirecta, y realmente me sorprende que no lo haya hecho antes. Kuran Kaname era un ser tan malditamente hermoso que me sorprende no haber hecho nada de esto antes.

 

Sus rojizos labios fueron capturados de forma casi torpe de mi parte. El deseo sexual no me permitía ser suave y dulce por lo que lo tosco se me salió sin medirlo. El sacó su lengua de forma juguetona pero yo metí la mía hasta el fondo, restregándola contra su paladar y sintiendo como trataba de tomar ritmo en aquello. Apreté su pene desde la base y cuando sentí una vibración cubrí la corona con mi pulgar. Trató de morderme ante la acción pero yo era más hábil y me retiré antes de perder. Su rostro reflejaba dolor y placer acumulado, literalmente.

 

 -Grita mi nombre.- Pedí moviéndome de nuevo. Su cuerpo se hacía hacia adelante y hacia atrás. Volvió a enganchar sus piernas en mi cintura y se retorcía de una deliciosa manera.- Gime, grita mi nombre y te dejaré venir.

 

Él se resistió, más por masoquismo que por otra cosa. Cómo castigo a su negativa, y como pude, apreté con mi mano libre sus bolas. Él gimoteó.

 

-Di que hueles a una perra en celo, que quieres que te coja más duro… ¡Dilo!

 

Hizo su cabeza hacia atrás cuando mi pene duro tocó una zona sensible. Todo su cuerpo vibró y trató en vano de empujar mi mano. Gruesas lágrimas surcaron desde los ojos rojos y se perdieron en el castaño de su cabello.

 

-¡Zero!- Chilló apretándose el mismo las bolas.- ¡Si, así de fuerte joder!

 

Desearía tener una puta cámara justo ahora.

 

-¡Ahw Durohm!- Alzó sus manos por su torso y comenzó a pellizcarse las tetillas, barriendo con su lengua los residuos de saliva que escurrían de su boca.- ¡Oh Dios, si! Deja que me corra. So… ¡Awh! Perro… Yo… ¡Uwh!

 

Escucharlo gemir así me volvía loco, lo suficiente para desear correrme dentro suyo. Quité entonces la mano de su pene al enterrarme profundo en su cuerpo. Todo él tembló ante la liberación, balbuceando maldiciones y obscenidades que cualquiera a más de 6 metros de distancia –obviamente con un oído vampírico- escucharía. Volví a hundirme antes de cumplir lo prometido, los borbotones de semen fluían por su entrada mezclada con sangre fresca. Alcé la cabeza y olfateé. ¿Recuerdan “El perfume”?, Dios sabe lo mucho que necesito de ese chico para capturar esta esencia en un frasco.

 

-Es… Mucha.- Masculló tensando sus músculos, obligándome a vaciar todo dentro suyo.

 

Entonces llegó el silencio. E silencio seguido de respiraciones agitadas y balbuceos mal contenidos. Yo miraba fijamente como todo su semen se había desparramado por su cuerpo, el brillo que adquiría en contraste a la noche era único.

 

-Hey…- Susurró aun respirando fuerte. Sus heridas ya estaban completamente cerradas para entonces.

 

Salí con cuidado, ya era tarde para una actuación suave –aunque nunca pedida- de mi parte, aun así ese aroma y algo en mi pecho me obligaron darle más atención a ese momento. Allí estaba yo, en medio del bosque desnudo de la cintura para arriba con Kuran Kaname bajo mi cuerpo, totalmente desnudo y con las piernas abiertas. Lindo, muy lindo.

 

-Iew!

 

-¿Viscoso?- Pregunté sonriendo ante esa cara que hizo cuando semen escurrió desde su entrada.- Eso es bueno, ordeñas bien.- Dije casi sin pensarlo.

 

-Serás.- Murmuró teniendo otro de esos ataques de piel roja que pareció adquirir de repente.- Diciendo cosas tan raras como esas.- Alargó su mano y me acaricio la cabeza, yo solo le miraba con fijeza.- Buen perro, has complacido debidamente a tu amo.

 

Me mordí la lengua para no reírme, en su lugar fruncí el ceño con fingida indignación.

 

-¿Qué, solo una palmada en la cabeza?- Pregunté y acerqué mi rostro a su cuello. Gotas de su semen cayeron en los alrededores y pude oler con fuerza aquel aroma en todo su glorioso esplendor.

 

Allí comenzó, oficialmente, lo que antes ya había comenzado. Mi obsesión por ti.

 

Él bajo su mano y tocó su estirada entrada, embarrándose los dedos con pegajoso semen. Hizo una pequeña mueca.

 

-Lo lamento perro, pero creo que has masticado demasiado a tu juguete. Deberás esperar a que se recomponga un poco.- Sonrió a pesar del dolor que parecía sentir.

 

Un atisbo de culpa saltó sobre mí. Restregué mi cara por su cuello y pegué mi mejilla contra la suya, sentí como sus grandes brazos me rodeaban de nuevo y no pude evitar lamer el borde de sus labios.

 

-¿Qué tal un nuevo juego?, el juguete cobra vida y mastica al perro.

 

Nos miramos largamente hasta que rompió a reír. Era una suave risilla, agradable al oído. Jamás había escuchado, visto o sentido a Kaname de tal forma. Era todo un espectáculo de primera categoría.

 

-Bien, ¿Qué tal si el perro aprende a cabalgar?, sería útil en esta situación.

 

-Aunque el perro sea viejo aprenderá todos los trucos que quieras y que incluyan algo enterrado en su culo.- Respondí entusiasmado, con el corazón galopante de pura excitación.

 

-Joder, Zero. Pequeña bola de mierda, ¿Me destrozas la espalda y ahora me quieres destrozar el pene?

 

Sonreí. Coloqué mis rodillas a los lados de su cuerpo, dejando que mi culo rozara su semi-erección. Gemí mientras llevaba sus manos a mis nalgas, él las apretó sin pedir permiso –que nunca lo necesitaría-.

 

-Jodeme hasta que no quede rastro de otro olor que no sea el tuyo.- Pedí, tragando fuerte.

 

-Creí que te disgustaba.- Comentó. Yo negué con la cabeza.

 

-Es un olor apestoso ciertamente. Pero no del malo, es más del bueno; apestas a sabroso; yo quisiera apestar así.- Declaré, siendo sincero con lo que pensaba.

 

Sonrió suavemente.

 

-Bien, eso podemos arreglarlo ahora mismo.- Tomó de mis cabellos y me empujó contra su boca. Esta vez fui yo quien no alcancé a seguirle el ritmo.- De ahora en más eres mío, Zero.

 

-Pues.- Hice un ademán de oler mi cuerpo por donde alcanzase.- Dudo que alguien piense lo contrario, ahora ambos apestamos.- Sonreí, acariciando ese pecho amplio y dotado.- Tu también eres mío, Kaname. Que no se te olvide.- Los dientes salieron y los clavé en su cuello, chupando el manjar que era Kaname.

 

-¡Uwh! Siempre… Será de esta manera.- Susurró con voz complacida.

 

Realmente, siempre había sido de esa manera.

Notas finales:

¿Qué tal mi desgaste de imaginación :’D? No tengo oficio, lo sé. Lo arrecho es que escribo este desde la Pc del sargento que es buena ondaa y me la presta de vez en cuando, jujú, que malote soy.

Si es la primera vez que lees mi trabajo te invito a pasar a mi perfil y revisar los otros, que están viejitos pero hasta donde sé siguen siendo lindos jeje.

Yo sé que estas cosas no las lee casi nadie pero si de casualidad lo pillas y eres un beta-Reader necesito your help! Este ha sido el primer lemon que escribo en toda mi existencia y sinceramente no sé si ha quedado bien (O coherente). Tengo un par de planes para fic’s larguitos que incluye en algunas partes lemon (En general más suaves que este jeje), además que también planeo hacerle como una secuela a esto, no quiero revelar mucho pero como me gusta el spoiler diré que se trata del ruido que estos dos escucharon jeje. Y necesito ayuda, ayuda, ayuda, para manejar mejor las escenas. (Tengo entendido que los Beta-Reader hacen eso si no es así explíquenme que hacen ewé). Así como también ayuda y opiniones con algunas ideas y también que me critiquen fuertemente que según mi teniente así trabajo mejor.

Como sea, espero que les guste y me dejen comentario, y si no les gustó; dejen un comentario criticón que esos se aprecian :’3 Chaito~


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