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Sleeping Beauty por Angeline Victoria Schmid

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Sleeping Beauty pertenece a la compañía Disney y One Piece y sus personajes a Eiichiro Oda.

 

No spoilers

Notas del capitulo:

Tenía muchas ganas de escribir éste fic. La Bella Durmiente es mi cuento favorito de Disney, de pequeña tenía la cinta de VHS y no dejaba de verla una y otra vez. En este fic, veréis que por una vez, el menor es Law, ésto es porque no puedo imaginármelo haciendo el otro papel en este fic.

Hace mucho tiempo, en un país muy lejano, vivía un rey con su hermosa reina. Durante muchos años, anhelaron tener un hijo, pero su deseo no les era concedido. Al fin, pero, su afán se vio cumplido con el nacimiento de un precioso niño de cabellos negros como una noche sin luna y ojos grises y brillantes como el acero de las mejores espadas, al que pusieron de nombre, Law. Su nacimiento fue motivo de celebración en todo el reino y fue proclamado un gran día de fiesta para que todos, nobles y plebeyos pudieran rendir pleitesía al pequeño príncipe.

 

En ese día tan feliz para el Rey y la Reina, toda la corte se reunió para conocer al Príncipe y mostrarle su gran lealtad con sus regalos. Todos lo adoraban y le deseaban dicha, salud, riqueza y un matrimonio con una princesa bellísima de un país vecino, que no sólo le otorgara felicidad a él, sino también paz y una buena alianza para el reino. Fuera, los plebeyos que no habían conseguido entrar coreaban felices el nombre del pequeño, tristes por no poderlo ver de cerca, pero alegrándose por los reyes, pues eran unos reyes buenos que les habían traído paz y los habían sacado de la miseria.

 

Ese día, el Rey Doflamingo y su reina dieron también la bienvenida a un amigo de toda la vida, el rey de un país vecino que venía acompañado de su único hijo, unos años mayor que el recién nacido, pues las noticias por carta viajaban despacio, y la misiva había sido enviada antes de conocer el sexo del bebé. Habían planeado que, si el bebé era una niña, se casaría con el joven príncipe y, así, unirían los reinos que habían estado aliados durante 800 años en uno sólo para toda la eternidad.

 

- Su Real Majestad, el Rey Caesar y su Alteza, el Príncipe Kid. – Anunció el pregonero.

 

Enseguida, ambos monarcas se dieron un abrazo. Estaban contentos de verse, pero algo apenados porque los reinos que habían soñado en unir mediante santo matrimonio no podrían hacerlo todavía. Quizás la reina lograra tener otro bebé. Una niña. Quizás en la próxima generación… Quizás.

 

Entonces, el Príncipe Kid se acercó a la cuna donde descansaba el pequeño Law con su regalo, y le dirigió una mirada de extrañeza, pues esperaba ver a su futura esposa, una frágil niña con la que creía que iba a comprometerse. Miró un momento a la reina, pidiéndole sin palabras que por favor no le hicieran casarse con un niño.

 

Pronto, las trompetas volvieron a sonar, y es que una nueva llegada irrumpía en el palacio. La música empezó a sonar, pero nadie sabía de dónde venía: las hadas habían llegado. Y así lo anunció, de nuevo, el mismo pregonero:

 

- Sus honorables excelencias, las tres ilustres hadas: la buena hada Monet, la buena hada Sugar, y la buena hada Baby 5 -.

 

Revoloteando, las tres hadas se acercaron a la cuna sin que la música que les acompañaba y que sin duda salía de sus varitas dejara de sonar. Tan pronto como vieron al bebé, se derritieron ante lo adorable que era con sus cabellos rodeándole la cara y succionando el chupete.

 

- Vuestras majestades. – Saludaron las tres al unísono.

 

- Cada una de nosotras dotará al bebé con un raro don, que en suma, serán tres. – Empezó a explicar Monet, la que parecía más mayor y sabia, y dicho eso se acercó a la cuna y apuntó la varita hacia el moreno:- Pequeño príncipe, mi don especial para ti será la inteligencia.

 

- En fin, príncipe Law – Siguió Sugar -. Mi don para ti será el de la palabra. Todos con los que hables te amarán.

 

- Dulce príncipe – Fue a finalizar Baby 5 -. Mi don para ti será…

 

Pero no pudo decirlo, pues una gran ventisca se coló por las puertas del palacio interrumpiéndola. Y entre rayos y truenos, entró la última hada. La más malévola, la que nadie deseaba que estuviera allí, la que no había sido invitada, la que tenía aspecto masculino: Moria, acompañado de su fiel sirviente, Perona, conocida como la Chica Fantasma.

 

- Vaya – Empezó a decir con un falso tono de afectación -. Sí que es esta una reunión brillante, Rey Doflamingo: la realeza, la nobleza, la plebe, y… ¡Que singular! Hasta la gentuza. Realmente me sentí apenada al no recibir invitación…

 

- Es que no te queríamos aquí. – Se le escapó a Sugar, luchando por liberarse del agarre de las otras dos.

 

- ¡¿Qué no me…?! – Exclamó enfadada, abriendo mucho los ojos por la sorpresa, pero enseguida recuperó su amable pero falsa sonrisa -. Oh, Dios… Que situación más vergonzosa… Esperaba que todo se debiera a un descuido, pero en tal caso será mejor que me vaya.

 

- ¿N-No os sentís ofendida excelencia? – Preguntó la reina en tono dubitativo cuando la malvada hada se hubo girado para marcharse.

 

- ¿Yo? ¿Porqué Vuestra Majestad? – Volvió a girarse para mirarla a la cara –. Y para demostraros mi buena voluntad, yo también concederé un don a vuestro hijo.

 

Las tres hadas restantes se arremolinaron alrededor de la cuna, sin duda no queriendo permitir que ni Moria ni la pelirrosa se acercaran al bebé.

 

- Oíd bien todos vosotros – Empezó -. El príncipe sí crecerá dotado de gran inteligencia y don de palabra, podrá ser amado por cuantos lo conozcan… Pero, al cumplir los 16 años, antes de que el Sol se ponga, se pinchará el dedo con el huso de una rueca… ¡Y morirá!

 

- ¡Oh no! – Gritó la reina mientras abrazaba a su preciado bebé.

 

- ¡Detened a ese hechicero! – Ordenó el Rey Doflamingo mientras Moria se reía.

 

- ¡Atrás tontos! – Respondió éste, y desapareció por dónde había venido, como si nunca hubiera estado allí.

 

- No desesperéis majestades. – Les pidió Monet -. Baby 5 aún no ha concedido su don para el príncipe.

 

- ¿Entonces podrá deshacer ese horrible maleficio? – Preguntó el rey esperanzado.

 

- Ay no, señor… - Se lamentó Baby 5, triste por no poder ayudar tanto como quería.

 

- Los poderes de Moria son fuertes. – Explicó Monet.

 

- Pero puede ayudar un poco. – Añadió Sugar.

 

- Dulce príncipe – Empezó con un tono totalmente diferente, esforzándose para ayudar al máximo a aquel pobre bebé que tanto la necesitaba en ese momento -. Si por ese desdichado hechizo te ha de herir el huso de una rueca, que haya un rayo de esperanza en el don que te concedo. No la muerte, sólo en un profundo sueño la fatal profecía se cumplirá, y de ese sueño hechicero despertarás al calor del primer beso de amor.

 

Pero el Rey Doflamingo, temeroso no obstante por la vida de su hijo, decretó que todas las ruecas de hilar que hubiera en el reino fuesen quemadas ese mismo día. Y la real orden se cumplió. Nada más que cenizas quedaron en el patio del palacio cuando la pira fue apagada, el fuego habiendo consumido todo cuanto tocó, sin dejar rastro de madera, hilo o cualquier cosa relacionada con lo que las ruecas habían sido minutos antes.

Notas finales:

Bueno, ¿os ha gustado? ¿Si? ¿No? ¿Reviews? :D


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