Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Efímero por KazumiYagami

[Reviews - 12]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Death Note no me pertenece, son exclusiva propiedad de Tsugumi Obha y Takeshi Obata, como también así, sus perfectos personajes. Sin embargo, el presente conjunto de one-shots son de mi propia autoria.

Se aceptan sugerencias de parejas para trabajarlas a futuro y se advierte que el contenido de algunas historias puede ser algo fuerte quizás. Así que si estás acostumbrado a ello, bienvenid@ seas.

Notas del capitulo:

Advertencias: Incesto, OoC, mención de Mpreg, AU.

Un escrito algo viejito. Espero les guste.

I 

Era asquerosa, toda tu maldita obsesión hacia mí era repulsiva.

Si tan sólo hubiésemos sido cautelosos nada de esto habría pasado, pero no, aquella noche la pasión nos había capturado, haciéndonos prisioneros de un amor escandalosamente prohibido.

Las delgadas manos de Elle, a esas alturas, ya habían acariciado cada centímetro de mi piel, y yo a la siga la suya, es más, os besos se convirtieron de suaves a completamente salvajes, donde probamos nuevamente la miel del otro, y tanto deseo nos embriagó, que nuestros ropajes habían ido a parar a alguna parte indefinida de mi habitación por la desesperación de conectarnos, de relativamente, hacernos uno. Y así fue, susurrando mi nombre entró en mi cuerpo, llenándome de locura, esa que sólo él provocaba en mí, aclamando mi ser como suyo al hacernos jadear por el insólito placer de hacer el amor, aquel que nos había vuelto unos tontos e imprudentes, dándole paso a que nuestra secreta verdad viera la luz.

Y con ello, toda la tragedia que le siguió.

Claro, aún lo tengo tan presente, como si hubiese sido hace escasos quince minutos. Cuando mi corazón casi escapó de mi pecho, arriba de él, gritando su nombre una y otra vez mientras me penetraba sin descanso los vi, dos orbes rojas que fieras brillaban en la oscuridad, tras el umbral de la puerta a espaldas a Elle.

Exacto, esa noche en que tú Beyond Birthday nos descubriste, albergando en tu cabeza todo un plan maquiavélico para chantajearme luego, pero si he de ser sincero, no me impresionaste para nada, y es que no podía esperar menos de ti, toda tu psiquis eran mentiras, locuras, traiciones y por qué no decirlo, estúpidas obsesiones que no te conducían absolutamente a nada, no sólo con tu preciada mermelada, pues al tiempo descubrí, yo era un blanco más, quizás el de mayor valor para ti.

Fuese lo que fuese querías conseguirme.

Y maldigo el día en que me obtuviste al fin.

Ahora, ahí te tenía otra vez, frente a mí, con tu retorcida media sonrisa que francamente a ratos lograba atemorizarme, con esos ojos rojos mirándome con lujuria, desnudándome, haciéndome protagonista de tus fantasías más perversas y asquerosas. Nuevamente me confirmabas que todo de ti me repugnaba hasta la médula.

Entonces, ¿Qué hacía en su cama ahora, abriéndome de piernas como si una puta fuera?

La respuesta era predecible. Sí, tú maldito, habías conseguido doblegarme, amenazando con contar lo que esa noche presenciaste entre Elle y yo si me rehusaba a acatar cada uno de tus deseos más sucios e incorregibles, obligándome así, a complacer con mi cuerpo tu nauseabunda sed de placer y sangre.

Y yo accedí por no saber qué hacer, por no saber qué pieza mover en tu maldito juego. En eso me había convertido, en tu inmundo y obediente juguete que podías usar a tu libre merced.

—¿Qué sucede Near?— Recién allí caí en cuenta de mi realidad, al escuchar tu tenebrosa voz muy cerca de mi oído. El método de recordar por qué te aborrecía y así no sentir las caricias que dabas por mi piel se quebró al instante en que me hablaste— Tu rostro no debe parecer como si odiases esto.

Otra vez tu hilera de blancos dientes se dejó ver ante esa desencajada sonrisa que me ofreciste, pero ni el trabajo de responderte me di, lo que más pedía era que acabaras de usarme de una vez por todas y me dejaras largar de ahí.

Reíste, ante mi seguramente patética actitud de niño malcriado por optar callar, volviendo a lo que hacías antes de intercambiar nuestras miradas. Entonces, tus manos acariciaron mis muslos desnudos con tal brutalidad que me impediste hacer cuenta que no las sentía por el daño que me hacían.

Así es, mi piel enrojecida y ya marcada por otras tantas heridas de rasguños y cortes provocadas por ti, volvía a soportar tu infecto descontrol al tomarme, pues parecías no conocer la delicadeza, y sólo pasabas tu mano arañando mis piernas, vientre, brazos y pecho admirando todo mi cuerpo con demencia, con tus ruines ojos abiertos de par en par, totalmente desorbitados.

No me cabía la menor duda, eras un completo loco, y no sólo a la hora del sexo debo decir.

—Te ves tan apetecible— Jadeaste, cuando tu bípeda lengua degustó por vez primera esa noche uno de mis pezones— Me pregunto si hoy tu cuerpo responderá igual que aquella vez ¿Lo recuerdas?, como gritabas y me pedías por más.

¡Maldito, mil veces maldito seas!

Te odiaba como no lograbas ni siquiera imaginar, por tu mísera manera de ganarte mi cuerpo, por cada una de tus viles jugarretas. Era un hecho que por ti conocí ese amargo sentimiento de rencor que caló profundo en mi interior, pudriéndome el corazón, porque detestaba que mi boca expelerá gemidos de involuntario placer, que mi piel se erizara a tu ruin tacto, que toda mi anatomía –inconscientemente- se acostumbrará a tu maldita cercanía, incluso a mí mismo por permitirte tal aberración.

Cuánto me arrepiento de no haber hecho nada para terminar este desequilibrado juego de poder, sin embargo, nuevamente sucumbía por la fuerza que provocabas en mí.

—Este lugarcito de tu cuerpo es el que más adoro— En algún momento que no percibí habías logrado ponerme boca abajo, para admirar con mayor libertad esa parte que tanta vergüenza me producía mostrarte, aun así, a ti demonio encarnado, ni siquiera te interesaba cuan humillado me sintiera, simplemente te entretenías, manoseando mi parte baja y enterrando de nueva cuenta tus uñas ahí— Es capaz de retener toda la leche que le doy, es más, cada día parece más hambriento— Nuevamente reíste, esta vez con sorna cuando un dedo, anteriormente lubricado sabe quién cómo, adentraste en mis entrañas, haciéndome palidecer ante ese ya más que conocido dolor. Te moviste entonces, importándote un carajo mi condición, de adentro hacia fuera, de arriba abajo, con leves círculos de provocación— Pero no te puedes quejar Nate, me preocupo de alimentarlo muy bien.

Y repetidamente, tu repulsiva risa nubló por completo mi razón, ella y tus gemidos a mi espalda era todo en lo que podía pensar cuando hacías y deshacías con la debilidad de mi ser, porque no sé cómo, pero lo habías conseguido. Hasta mi alma perdí.

Otro dedo siguió al primero, desesperados por acabar de romper mi entrada, y nada más para ensancharla apenas, pues nunca te preocuparías, sabía perfectamente que amabas el dolor, ver a cualquiera sucumbir a tus maniáticos vicios era tu placer más grande tal vez.

Y empeorabas considerablemente si tu víctima era yo.

—Sabes que esto está mal Beyond— Sentencié, seguro al alzar mi voz. Al decirlo te miré por sobre mi hombro, dando de lleno en tus fríos ojos carmesíes— Somos primos… Familia.

Sí, esa era otra realidad que nos unía, la irremediable conexión de la sangre, más sin embargo, tu leve carcajada  me dio a entender que ese tema era más que insignificante para ti. No había más que decir a mi favor, porque lo quisiera o no, para ti, andrajoso ser, los límites no tenían cabida en tu falto de moral y desarticulado vocabulario.

—¿Y qué?— Fue tu seca respuesta, casi instantánea debo recalcar— ¿Cuál es la diferencia de entregarte a mí si lo hacías con Elle, tu propio hermano?

Golpe bajo, eso fue.

Todo mi yo tembló al escuchar ese nombre, al volver el recuerdo de su sonrisa a mi imaginación, de su fuerte y angelical negro mirándome con eso que sabía era amor. Me negué a llorar, y con ímpetu me aferré a esas blancas sabanas rogando todo tipo de autocontrol.

¿Por qué me atormentabas así Beyond? ¿Tanto ansiabas verme sufrir? Peor aún, ¿Sigues pudiendo sonreír como si nada sin sentir culpa al saber que nos desprendiste la felicidad como si de piel unida a la carne se tratara? ¿Qué acaso ya no lo recordabas?

Esa tarde en qué con lascivia te lanzaste sobre mí, demandando apresuradamente un poco de atención. Sí, ese día en que Elle –paradójicamente- nos descubrió. Tú, con la mirada perdida en el techo y tus manos entre mis cabellos, mientras yo, con mi rostro hundido en tu entrepierna te daba lo que tanto anhelabas tener.

¡¿Ya lo olvidaste?!

Que tú fuiste la causa del por qué él me dejó, de cómo días después lo viera partir excusándose tontamente de que terminaría sus estudios en el extranjero, tratando de dejar el recuerdo de nuestra historia atrás.

¿Aún recuerdas que sólo tú y yo conocemos la verdadera causa de esa determinante decisión?

Claro que sí, eso querías, y de paso derrumbarme si todavía se podía más.

Su ida había taladrado como nunca nada lo había hecho mi corazón enamorado, ahogándolo en una indescriptible desesperación. Sin él, sencillamente era nada, y la vida misma se me hacía vacía a tal punto de no desearla más, menos si debía soportarla junto a ti. Días completos me refugiaba en el rompecabezas de mil piezas que alguna vez mi querido hermano me regaló, viendo en él sus ojos negros igual a los míos, sus labios, su cabello, cada fibra de su piel. 

Por él, por el amor que alguna vez fue correspondido, sabía, debía ser fuerte y quizás por eso no hui.

—Él es diferente, lo amo, y ahora mucho más que antes.

Reí por dentro al ver, mi “adorado” primo, tu ceño fruncido y tus labios encorvados en un claro gesto de enojo. Lo sabías perfectamente Beyond, tu estúpida obsesión no te conducía a nada, nunca, ni en tus sueños más húmedos o retorcidos lograrías que de mis labios saliera un simple ‘Te amo’ hacia tu mísera persona. La verdad era indiscutible, simplemente pertenecía a Elle y a nadie más, era de él.

Sólo de él.

—Já— Gruñiste, burlándote tras mi oreja e intensificando el movimiento de tus, ya, tres dedos dentro de mí— Compréndelo, él ya no está, te olvidó. Quizás se buscó a otro y ahora se revuelcan juntos, ¿No lo has pensado?

—Elle no haría nunca algo así.

—Claro, como no, ¿Entonces por qué a pesar de que han pasado casi dos meses él no ha vuelto? ¿Sigues creyendo que te sigue amando? Pobre incrédulo resultaste ser.

—Puedes escupir todo el veneno que quieras, pero sabes cuál es la realidad, sabes muy bien por qué dices eso— Volteé levemente mi cabeza, ahora yo riendo de tu infantil actitud por la inminente frustración que corría peligrosamente por tus venas— …Podrás tener mi cuerpo las veces que quieras Beyond, pero jamás mi corazón.

Sí, había logrado hacerte enojar, y lo comprendí, vaya cómo lo comprendí cuando esa furia en tus ojos rojos vi. Era incuestionable, pero qué me importaba, debías conocer tu bajo lugar. Y después sólo sonreí, quizás como hace tiempo no lo hacía, recibiendo de tu parte completa cólera al recoger tus labios en una desquiciada mueca de rencor. Entonces entendí que me debía preparar, me cobrarías mi arrogancia -estaba seguro- con la violencia que en el peor de los casos sacabas.

Así fue entonces, como ya no sentí más tus repugnantes dedos en mi entrada, rápidamente fueron reemplazados por algo mucho más grande y duro, eras asquerosamente tú. Tu miembro, palpitante y de venas gruesas se incrustó en mí, entrando hasta donde logró alcanzar, sin importar cuanta fuerza usaras en ello, provocando un grito que casi desgarró la faz de mi garganta.

—¡Me haces daño idiota!— Grité, moviéndome por inercia para poder salir de allí, ni siquiera imaginando a la bestia que con esos comentarios había logrado despertar. Sin embargo, nada, absolutamente nada salió de tu boca por un buen rato, sólo fuertes embestidas me respondieron acompañadas por golpes que me hicieron quejar y sacudirme por el ardor.

—No te muevas querido, ¡Si tanto te gusta jugar, lo haremos, pero a mi modo!

Rugiste altanero, clavándote con brutalidad nuevamente en mí, una y otra vez, a un ritmo casi paranoico, desgarrando mis entrañas, mientras mi exterior era atacado por las fuerza de tus dientes. Las mordidas en mi cuello no tardaron en sangrar, menos aquellos arañazos que con rabia recorrieron mi espalda tensada por los dolorosos jalones que dabas a mi cabello para mantener mi mirada al viento.

—Pero mira nada más, tanto que te resistes y esta belleza suspira por más— Ladraste con ira, jalando desquiciadamente mi virilidad, como si quisieras arrancarla de allí. Ni mis leves sollozos perdidos entre tantos jadeos te compadecieron, no, seguiste como maniático azotándote en mí, dando de lleno en el centro, donde el placer y dolor se hicieron uno, desde donde involuntariamente mis gritos hicieron eco con el insistente sonar del choque entre nuestras caderas— ¿Acaso no te gusta? Vamos, no ocultes lo perra que eres. Ya casi acabo.

En efecto, cuatro o más estocadas y al fin lo lograste, derramar tu inmunda semilla en mi interior antes de salir, satisfaciendo una vez más tus degenerados deseos carnales, haciendo que paralelamente yo, terminará en tu mano, la misma que sin descaro alguno segundos más tarde lamiste sin despegar tu perturbador mirar del mío.

—Eres un ser repugnante, ¿Lo sabías?— Dije con un  agrio y asqueroso sabor recorriendo mi paladar, aquel que cada vez se acercaba más— Ya no…

Maldición. Ni siquiera pude acabar de reprocharte a gusto, pues corriendo llegué al cuarto de baño, devolviendo desagradablemente lo que mi estómago había alcanzado a cargar aquel día.

—Últimamente estás muy raro— Me miraste, ahora desde el umbral de la puerta. Con tus ojos raramente vacíos de cualquier sentimiento que no fuera negativo, posándolos distraídamente sobre mi cuerpo herido— ¿Será que Elle dejó algo en ti antes de marcharse?

Santa verdad. Sonreí de lado, ocultando muy bien mi mirada entre los húmedos flequillos de mi cabello ante la certeza de tus irónicas palabras, bajando mi mano, disimuladamente, hasta mi vientre lastimado.

Por favor Beyond, ¿En serio creías que me tenías, que habías conseguido lo que querías alejándome de Elle con tus palabras ácidas y llenas de rencor? Cuan equivocado estabas, era yo el que jugaba contigo, con tu cuerpo y tu razón, yo era el titiritero y tú la tonta marioneta que se movía a mis deseos. Porque jamás, tenlo claro, jamás conseguirías que mi corazón gritara tu nombre, menos con esta verdad, que día a día que pasaba, crecía aquí, en mi interior.

La inconfundible semilla de Elle estaba en mí. Nuevamente él te había superado, y estoy seguro, una nueva partida por tu pérfida meta estaba por comenzar, pero esto era algo de nunca acabar y ambos lo sabíamos, ¿Verdad Beyond?

Este juego no tendría jamás un final.

Notas finales:

Grrrrr. Dejó lo que sigue de esto a su imaginación~

¡Gracias por darle una oportunidad al Fic!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).