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YERROS E INDULGENCIA por karenka sutcliff

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Notas del fanfic:

YERROS E INDULGENCIA

 

Significado de "yerro":

 

m. Equivocación por descuido o inadvertencia

m. Falta cometida por ignorancia o malicia. / Error por descuido o inadvertencia.

ejem: culpó a otro de su yerro.

 

Notas del capitulo:

Hola amores~ les traigo mi nuevo fic con un poco de Slingphries , nada muy marcado, algo sutil, y el ya acostumbrado Grelliam, aún no sé qué pasará, me dejaré llevar por mi inspiración. Quizá escriba cosas no muy coherentes respecto a los tiempos en que pasaron las cosas entre el arco de Jack el destripador y el musical de la muerte más bella del mundo, pero es que Yana sensei no es muy específica en eso así que tuve que arreglarme las sola con eso, espero les guste y espero sus opiniones.

Incluyo un fragmento de la canción “LET THE RECORD SHOW”  de Emily Autum… amo esa canción y pues está muy acorde con el triste pero merecido final de Madam Red, incluso tengo un songfic con esa canción.

 

 

 

 

 

Tarde o temprano, todo se paga en esta vida, lo bueno se recompensa y lo malo se castiga, pero en ese intento por redimirnos, estamos expuestos a condenarnos; ella sólo quería justicia y quizá algo de amor, él…  bueno, ni siquiera él sabe lo que quiere, lo único seguro es que quería matar, después de todo para eso fue concebido, su trabajo era matar, pero no se saldría con la suya, lo pagaría, cual demonio se burló de los vulnerables humanos.

 

 

Estoy pagando con mi vida

Mi vida

 

Así que que se sepa

Que me asesinaste

a sangre fría

con tus propias manos

No pienses que nadie entiende

sucede todos los días

Estás celoso, oh

Estás celoso, ¿Por qué?

Es una excusa simple

para un crimen complejo

Así que escríbete esto en el alma

Pero no desperdicies mi tiempo

 

Pero mientras respiro

No tengo evidencias que prueben mi final

¿Asi que te vas?

No, estás equivocado otra vez

Quizá todo hubiese permanecido en secreto, tal vez William jamás hubiese encontrado a Grell y este jamás hubiera vuelto a casa, pero el gran error de Grell fue el tomar su forma verdadera, su forma humana pasaría inadvertida para cualquier shinigami, su radar natural estaba apagado, nadie lo encontraría, pero al develarse, finalmente William dio con su paradero, el supervisor miró atento toda la escena, cada detalle se grabó en su mente, su rencoroso subconsciente le indicaba dejar morir al pelirrojo pero la baja de un oficial en manos de un demonio siempre implicaba burocracia en exceso.

 

El deber de Spears era el capturar a Grell sano y salvo y entregarlo a sus superiores para que ellos le juzgaran debidamente.

 

Así como terminó de llover, finalmente todo se acabó, o eso es lo que pensaban; en efecto no habría más muertes no programadas, ni más diversión, por lo menos en un largo periodo, pero lo que se avecinaba era un poco más complicado, tedioso y no tan fácil de solucionar, algunas pocas horas extra no muy bien remuneradas, muchísimo papeleo pero nada que no se pueda arreglar con tan sólo pedir ¿perdón?.  Nada es imposible para una gran “ACTRIZ”.

 

“Lo único que no tiene remedio en esta vida es la muerte”… ¿o quizá si?

 

En medio de la noche una luz brillante se abrió camino entre los callejones obscuros, era hora de volver a casa.

 

Todo en el despacho estaba tranquilo, era de noche y no había muchos segadores en el edificio, pero los pocos que permanecían fueron testigos de una escena común aunque algo inusual, las puertas del edificio se abrieron de par en par y una masa roja fue lanzada al interior, nuevamente el rostro del pobre carmín fue víctima del piso, segundos después la motosierra también cayó muy cerca de la cabeza roja, a unos centímetros de distancia, la mano enguantada del demacrado segador se estiró para recuperarla, pero la death scythe de Spears inmediatamente se clavó en esta para impedir que avanzara, Grell gritó de dolor, una nueva herida que tardaría días en sanar, porque las heridas de las guadañas, sí no eran letales, si serían de lenta sanación.

 

–Levántate– William ordenó, pero no recibió respuesta, tal parece que Grell había caído inconsciente finalmente, William tomó a Grell por el cabello de la nuca y lo arrastró nuevamente, en realidad ya estaba cansado, no había dormido bien últimamente y tal parece que el pelirrojo había aumentado bastantes kilos en estos días de ausencia en su reino. 

 

–Honestamente– murmuró Spears y finalmente desapareció del vestíbulo, de inmediato todos comenzaron a murmurar y a especular, al fin Sutcliff había regresado, el consejo quería respuestas y las quería pronto.

 

–Eres un idiota, inepto…– la lista de insultos continuó unos minutos, pero llegaron a oídos sordos, lo único que pasaba por la cabeza de Grell es que William lo había salvado de morir en manos del guapo pero maldito demonio mayordomo.

 

–Gracias Will– William guardó silencio y miró al pelirrojo, en su estúpida cara sólo se dibujaba una maldita sonrisa, una muy sincera sonrisa, esa fue la gota que derramó el vaso.

 

–¿Gracias?... te largaste a no sé donde para matar mujeres ¡indiscriminadamente!

–Eran prostitutas– respondió la parca menor.

 

William agarró a la parca roja por el cuello y lo azotó contra la pared, apretó la garganta de Grell con fuerza pero no serviría de nada, no causaría más daño del que ya había sufrido el pelirrojo y tal parecía que Grell ya se estaba recuperando.

 

–Oh... mi amado Otelo, mátame, mátame con tus celos cual Desdémona que soy... soy tuya, te pertenezco, cada hueso en mi cuerpo, rómpelo, destrózalo con piedras y palos, pero no rompas mi corazón, no te atrevas a romper mi corazón... ten piedad. Mátame... y después... muere, que tus celos te impidan dejarme sola incluso después de la muerte.

–Oh... que bello sería, al igual que Romeo y Julieta, la más trágica historia de amor y es por eso que es tan bella, la tragedia de un romance prohibido que culminó enterrado en el cielo.

 

–Mátame pues nuestro hilo rojo del destino es fuerte y si mil vidas tengo que esperar para que me ames, mil vidas estaré a tu lado... "esperando”.

 

–Cállate– La sangre de William ardía cual lava de un volcán a punto de hacer erupción, pero esta noche parece que la suerte está del lado del carmín, pues antes de que William cediera a sus más bajos impulsos y le arrancara la cabeza a la parca roja la puerta de su oficina se abrió repentinamente dándole la entrada a dos shinigamis, uno de ellos rubio y el otro con cabello marrón y trenzado de un lado.

 

–Sutcliff senpai, al fin regresó– Ronald se escuchaba algo preocupado pero feliz de ver a su rojo jefe. William de inmediato soltó a Grell dejándolo caer al suelo y dando un paso atrás, en ese momento ambos los otros dos shinigamis entraron a la oficina.

 

–Estás hecho un asco– se burló el escoses mientras tomaba al rojo por la barbilla y le echaba un vistazo prejuicioso.

 

Grell comenzó a toser, la parca se cubrió la boca con la mano, al calmar las contracciones del ataque de tos un sabor ferroso inundó su paladar, Grell observo su mano y había sangre en ella, tenía un pulmón perforado. William miró con indiferencia aparente, pero Eric tomó al pelirrojo en sus brazos, aunque fue de una forma muy descuidada dañando aún más al rojo.

 

–¡Idiota! – Grell aulló de profundo dolor

 

– ¿A caso no quieres que te lleve a la enfermería? – cuestionó el shinigami mayor.

 

–Me estás lastimando– Grell dijo con lágrimas en los ojos

 

 

–Puedo caminar por mi mismo– respondió el pelirrojo.

 

–Yo soy incapaz de ignorar a una dama en apuros... bueno, no eres una dama pero igual no puedes seguir así– Eric solía burlarse del carmín, pero después de todo eran amigos, buenos compañeros de trabajo.

 

–Te veré en la mañana amor– fueron las últimas palabras de Grell hacia su molesto jefe.

 

–¿Amor?... ¿Qué sabes tú de amor?– murmuró William inconsciente de su público.

 

–¿William Senpai? – cuestionó el joven Ronald.

 

–¿Eh?... – respondió Spears entrando en razón.

 

–Nada, vuelve al trabajo.

 

–Pero senpai, que fue lo que pasó, Sutcliff senpai no se ve nada bien, ¿qué pasó?

 

–Un demonio… ahora vuelve al trabajo– William advirtió en tono molesto, Ronald no dudó más y salió de la oficina de inmediato, lo mejor sería ir tras Eric para saber que pasó. En cuanto Ronald se marchó, William abrió las ventanas, necesitaba aire fresco, en especial necesitaba que su oficina se ventilara, la peste a demonio le era vomitiva, lo que más le molestaba es que Grell estaba impregnado del desagradable aroma a demonio.

 

–¿Qué sabes tú de morir por amor? – William susurró mirando al cielo estrellado, obscuros recuerdos se apoderaban de su mente, el amor era una cosa fatal que para él nunca había traído nada bueno,

 

 

La noche era larga, pero no eterna, lo mejor sería comenzar con el papeleo. William se dirigió hacia la enfermería, obligaría a Grell a escribir una extensa carta de disculpa pues tenía contemplado entregarla a primera hora de ser posible. Pero grande fue su sorpresa al llegar a la habitación donde se suponía estaría Grell reponiéndose, al abrir la puerta, el lugar estaba completamente vacío, podríamos decir que inmaculado.

 

Grell no permaneció mucho en la enfermería, minutos después de que este llegó, guardias shinigami entraron por él y se lo llevaron de forma poco caballerosa y muy indecorosa.

 

–Honestamente– William suspiró con fastidio.

 

 

 

 

–¡Will! – Grell gritó con alegría al ver de nuevo a su jefe, la muerte roja yacía en una celda miserable. William simplemente se reservó a mirarlo sin ninguna expresión, quizá y lo más probable es que fuese una mirada de decepción, no había más ira ni rabia, simplemente William ya estaba cansado de tener que lidiar con el jengibre.

 

–Estaré aquí en la mañana, mientras tanto, tienes toda la noche para redactar un informe detallado de lo acontecido respecto al demonio y una carta de disculpa explicando el porqué de tus actos durante esta farsa absurda de mezclarte con los humanos– William habló con Grell sin entrar a la celda, pasó algunos papeles y bolígrafos a través de los barrotes para acto seguido dar la media vuelta y marcharse, pero Grell se lo impidió, el pelirrojo lo tomó por la solapa del saco con fuerza para acercarlo a las rejas.

 

–No me dejes, ¿me escuchas?, no se te ocurra abandonarme– amenazó el menor, William se desconcertó un poco, hacía mucho no miraba este lado de Grell, desde su examen para convertirse en segadores de élite para ser exactos, pero había algo distinto, si, en efecto Grell estaba siendo agresivo con William pero en su mirada había miedo, en los ojos sólo se reflejaban dos cosas, miedo y el rostro de William, esto último fue lo que le indicó a William que hacer.

 

–Mañana estaré aquí a primera hora– tras estas palabras, William tomó las manos de Grell y las apretó fuerte, un apretón que le dio seguridad al pelirrojo, después de esto Grell finalmente soltó a su jefe.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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