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Amante de su Marido [2Min] por Bora2minFlamer

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Notas del fanfic:

Actualización Lunes, Miércoles y Viernes

(Fines de semana puede variar entre Viernes, Sábado o Domingo)

 

Taemin es un Doncel al igual que Key y Mir

Mpreg

 

Adatapción del libro "Amante de su marido" de Penny Jordan

novelasromanticash.blogspot.mx/2014/11/penny-jordan-amante-de-su-marido.html

Notas del capitulo:

Gracias de antemano por leerme. Espero les guste esta adatación <3

— ¿Te has enterado ya?

Taemin, que acababa de llegar del dentista, miró confundido a Mir, su compañero de trabajo, que estaba hecho un manojo de nervios.

— ¿De qué?

—SooMan va a traspasar el negocio. Y el nuevo jefe viene mañana, mañana, para entrevistamos a todos.

Un cambio en la dirección de la empresa no tenía por qué ser necesariamente malo, pero al instante Tae compartió la preocupación de Miru. Seguramente se producirían cambios, y aquello podía implicar una reorganización de la plantilla, e incluso que el nuevo dueño decidiese prescindir de algunos trabajadores. Esperaba que no fuese así. Sólo llevaba seis meses en la empresa, pero le había costado mucho conseguir ese empleo. De hecho, había pasado todo un año trabajando y estudiando a la vez una maestría para poder aumentar sus expectativas laborales.

— ¿Y sabes quién es el tipo al que le ha vendido la compañía? —le preguntó a Mir, apartando de su rostro un mechón castaño.

Su compañera negó con la cabeza y se encogió de hombros.

—En fin —replicó Mir—, supongo que deberíamos haberlo visto venir. Después de todo, SooMan llevaba mucho tiempo considerando la idea de una jubilación anticipada. Y la verdad es que, como su mujer y él no tienen hijos, si yo fuera él también habría decidido vender la empresa para pasar los años que me quedaran viviendo tan ricamente en ese piso enorme que he oído que tienen en Miami.

Mientras escuchaba a su compañero reflexionar en voz alta, Tae se sentó en su escritorio y encendió el ordenador. El pequeño negocio que su jefe, Lee SooMan, había establecido hacía casi cuarenta años, se dedicaba a la venta de maquinaria especializada y materiales para la construcción, y era un negocio rentable, pero desde que entrara a trabajar en la empresa como ejecutivo, Tae se había dado cuenta de que su jefe parecía cada vez menos inclinado a buscar nuevos clientes y mercados. Y era una pena, porque el negocio tenía potencial, razón por la que no le extrañaba que alguien hubiera querido comprárselo.

—Desde que me enteré esta mañana no he logrado concentrarme en el trabajo ni diez minutos seguidos—le confesó Mir—. No quiero perder mi empleo.

—Bueno, el cambio no tiene por qué ser necesariamente malo —trató de calmarlo Tae a la vez que intentaba convencerse a sí mismo—. Este es un negocio con futuro. Tiene muchas posibilidades de expansión, y si quien haya comprado la empresa es capaz de verlo, no sólo no despedirá a nadie, sino que creará nuevos puestos de trabajo. A menos claro que el nuevo dueño ya tenga un negocio similar a éste y únicamente quiera fusionarlo al suyo -añadió en un tono más pesimista.

—No digas eso, Tae, por favor. Onew y yo acabamos de pedir un crédito al banco para ampliar la casa —le dijo Mir estremeciéndose. Estoy intentando quedarme embarazado —explicó, enrojeciendo ligeramente—. No puedo permitirme quedarme sin empleo. Lo cual me recuerda, que SooMan nos ha dicho que mañana tenemos que estar aquí más temprano. Según parece, el nuevo dueño le ha pedido explícitamente que vengamos a las ocho.

— ¿A las ocho? —repitió Tae, palideciendo ligeramente.

—Sí —asintió Mir con un pesado suspiro—, con lo que detesto madrugar...

El problema de TaeMin, sin embargo, no era de pereza. Le era totalmente imposible llegar a las ocho a la oficina. Las clases en el Kinder no empezaban hasta esa hora, y aunque dejase a Yoogeun allí a las siete y media no podría llegar a las ocho a la oficina. El sólo pensamiento hizo que la tensión le atenazara el estómago.

Trabajar y ser madre eran dos cosas difíciles de conjugar, sobre todo teniendo que criar solo a su hijo, pero además los empresarios eran poco flexibles a contratar empleados con niños pequeños, así que había decidido no decir nada al respecto en la entrevista, y nadie en la compañía conocía sus circunstancias personales. Difícilmente iba a poder excusarse para llegar un poco más tarde al día siguiente sin que se descubriera su secreto.

— ¿Qué ocurre? —le preguntó Mir curioso al advertir lo tenso que se había puesto.

— Em... nada, nada.

No le gustaba tener que mentir, pero necesitaba ese empleo para poder darle a Yoogeun al menos un mínimo de las comodidades materiales que habría disfrutado si su padre no los hubiese abandonado antes de nacer el pequeño.

Pensar en Minho hizo que le hirviera la sangre. Lo que ganaba apenas cubría la hipoteca de la casita que había comprado en un pueblo a varios kilómetros de la ciudad, las facturas, y los gastos más básicos, como comida y ropa, pero estaban mejor sin él.

Además, tenía la esperanza de poder ascender dentro de la empresa y ganar más dinero. El jefe de su departamento se jubilaría dentro de dos años, y Tae estaba esforzándose todo lo posible para que SooMan le concediera a el la vacante.

Le faltaba poco para cumplir los veinticinco, y a Yoogeun poco para los cinco. El quinto cumpleaños de su pequeño, y el quinto año para Tae de estar solo, de estar sin... Taemin se apresuró a apartar de su mente esos pensamientos. No iba a auto compadecerse; no iba a dejar que lo que pudo haber sido y no fue consiguiera romper la paz y la estabilidad que tanto le había costado alcanzar.

Tenía que concentrarse en el futuro, ¡no en el pasado!, se recordó. Pero, ¿y si el nuevo dueño de la compañía empezaba a recortar el personal? Tampoco tenía por qué ser pesimista. Como le había dicho a Mir, quizá el cambio fuese para mejor, quizá se ampliase el negocio y tuviesen más oportunidades de ascender. Sí, tenía que pensar en positivo.

Cuando Taemin, esa misma tarde de pie en la entrada del jardín de niños del pueblo, observó cómo el rostro de su hijo se iluminaba al verlo y corría hacia é, se le encogió el corazón de amor maternal. Y luego, al inclinarse para levantarlo en brazos y apretarlo contra su pecho, se dijo que no le importaba cuántos sacrificios tuviera que hacer con tal de que su pequeño tuviera lo mejor.

Paseó la mirada por el aula, en la que ya no quedaba ningún otro niño, y frunció ligeramente el ceño. Había decidido irse a vivir allí con Yoogeun porque quería que creciera sintiéndose parte de una comunidad, darle la clase de niñez que él habría querido tener, pero cada día tenía que recorrer los kilómetros que separaban el pueblo de la ciudad para ir a trabajar, y Yoogeun tenía que esperarlo largo rato hasta que llegaba para recogerlo.

Si hubiera podido escoger, no habría querido que su pequeño fuera hijo único, sin más familia que él. No, habría querido que hubiera tenido un padre que lo quisiese, hermanos... Sintió una punzada de dolor en el pecho. «Hace ya cinco años, Taemin», se reprendió; « ¿cuándo vas a dejar de pensar en ello?». Sólo un chico sin autoestima ni amor propio podría seguir pensando en el hombre que lo había traicionado y abandonado. Era irónico que aquel mismo hombre le hubiese jurado amor eterno, que le hubiera dicho que compartía sus sueños, que la última vez que habían hecho el amor le hubiese susurrado que quería que tuviesen un hijo, que quería que ese bebé creciese arropado de cariño... No habían resultado ser más que mentiras. Semanas después, lo había abandonado, lo había dejado solo, con el corazón roto, y todas sus ilusiones hechas añicos.

¡Y pensar que por estar con él se había enfrentado a sus tíos, que lo habían criado, y que por casarse con él no habían querido volver a tener trato alguno con Tae! No es que le hubiera importado lo más mínimo, por supuesto; jamás habría querido que formaran parte de la vida de su hijo. Aunque se hubiesen hecho cargo de él cuando se había quedado huérfano, lo habían hecho porque lo consideraban una obligación moral, no porque sintiesen cariño alguno por él. ¡Y había estado tan necesitado de afecto...!

 

 

— Yoogeun estaba empezando a preocuparse.

Taemin contrajo el rostro ante el suave reproche de Boom, la profesora de su hijo.

—Lo siento, sé que llego un poco tarde —se disculpó—, pero es que ha habido un accidente en la carretera.

La mujer, rechoncha y de cierta edad, sonrió. Tenía un carácter afable y jovial, y los pequeños la adoraban.

—Tranquilo, no pasa nada. Es un niño buenísimo. No nos da nada de guerra.

Diez minutos después, estaban en casa. La pequeña vivienda se encontraba situada en el centro del pueblo. La fachada daba a una plaza con árboles y un estanque en el que nadaban patos y elegantes cisnes, y la parte trasera se asomaba a un jardincillo.

Yoogeun era un niño de constitución robusta y ondulado cabello oscuro, ambas cosas herencia del padre al que nunca había visto.

Tae habría querido olvidarse de que Minho había existido jamás, pero el hecho de que la mayoría de sus compañeros del kinder sí tuvieran un padre, había llevado al niño a empezar a hacerse preguntas, preguntas con las que lo asaltaba en los momentos más inesperados.

Taemin suspiró para sus adentros. Por el momento el chiquillo se había mostrado satisfecho con sus respuestas, pero se le encogía el corazón cada vez que veía el anhelo con que miraba a Kim Jonghyun, el padre de su mejor amigo, jugando con su hijo.

Notas finales:

Qué será lo que le espera a Tae a la mañana siguiente?
Quién será u nuevo jefe?
Insistirá su pequeño hijo con sus preguntas acerca de su padre?

 

Espero les haya gustado n.n dejen sus RW <3


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