-Sí…
-Lo volveré a preguntar, ¿estás bien?
-Volveré a decir que sí.
-¿No te enseñaron a no mentir?
-Sí. También me enseñaron a no hablar con extraños.
-Esos extraños un día se convirtieron en tus amigos.
-No hoy...
Lo interesante de conocer a alguien es que nunca sabes cuándo será la despedida… espero que esa despedida no exista para nosotros.
*~*
-¿En qué estás pensando? Deja de ignorarme.
-Al contrario, estoy pensando en ti.
-¿En mí?
-Si. En el día que nos conocimos.
-Así que es eso... ¿Sabes? No todos los actos de bondad son por interés.
-Eso lo sé ahora. Porque me lo has enseñado tú. No es cosa de todos los días que un extraño se acerque sin interés alguno.
-Tampoco es cosa de todos los días encontrar a gente llorando desconsoladamente debajo de la lluvia en el banco de un parque.
-… no estaba desconsolado.
-Claro.
-Lo digo en serio.
-Bueno.
-Ya cállate.
-Cállame como más te guste.
-Eres un idiota.
-¿No puedes solo besarme?
-… debemos irnos. Es tarde y mi mad-
-¡Estúpido! Pueden vernos, estamos en una plaza y-
-Deja de quejarte. Tu madre lo entenderá… y a nadie le interesa lo que dos chicos de secundaria hagan con su vida.
-Pero aun así este es un lugar público, debes contenerte.
-No puedo, ¿me enseñas?
-Estás loco.
-Loco de amor por ti.
-Me estas desesperando…
-Porque te amo.
-¡Cállate!
-No puedo. Cuando veo que te sonrojas de esa forma sólo me dan ganas de besarte más.
-¡Ah! ¡Te odio!
-¿En serio?
-Ya… no me mires así…
-No pensé que… bueno…
-Ven aquí. Ya sabes que no hablo en serio. No me hagas decirlo, te amo.
-¡Lo sabía!
-¡Idiota! ¿Cuántas veces tengo que recordarte que estamos en un lugar público? Deja de besarme…
-No quiero.
-Yo tampoco.
¿Recuerdas cuando éramos extraños? Pues yo no. Y espero jamás recordarlo…
*~*
-¿Qué estás haciendo?
-Hablando contigo.
-Me refiero a antes de hablar conmigo.
-Pues, pensar en ti.
-Hablo en serio.
-También yo. ¿Qué hacia su majestad?
-Deja de reírte de mí. Estaba estudiando para los exámenes ¿Sabes qué es eso? Seguro que no.
-Oh, cierto. ¿Podemos estudiar juntos?
-No, nunca me puedo concentrar.
-Me halagas.
-¡No me refería a eso! Es que siempre me estas molestando con cosas como estas. ¿Me llamaste para esto? Te voy a colgar.
-¡No! Espera… te amo, ¿lo sabes? No puedo dejar de decírtelo porque estoy tan feliz… nunca pensé que esto se haría realidad. Estoy feliz.
-Yo también te amo, idiota. Y también es extraño para mí… nunca pensé que me enamoraría de un chico. Menos de ti, que fuiste un extraño.
-Todos fuimos extraños algúna vez.
-Cierto, pero contigo fue más raro.
-Soy un chico con suerte.
-Puede ser… ahora déjame estudiar.
-Otra cosa…
-¿Sí?
-¿Me abrirías la puerta de tu humilde morada, majestad? Es que hace frio aquí abajo.
-¿Qué? ¡Estás loco! ¿Cómo no me dijiste antes?
-Me distraje hablando contigo, es tu culpa.
-No hay forma de que esto sea culpa mía.
-Si lo es.
Me he acostumbrado tanto a tu presencia, que en tu ausencia me siento vacío, me falta todo… me faltas tú.