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Luz sin gravedad por Kunay_dlz

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Notas del fanfic:

Los personajes de Harry Potter pertenecen a J.K. Rowling.

Los personajes de D.Gray Man pertenecen a Katsura Hoshino.

 

 

Notas del capitulo:

Este mi primer Cossover, y también primer fic de HP, espero que les guste.

 

 

Luz sin gravedad

I

Los segundos pasan

 

 

 

Un año más en la famosa escuela de Magia y Hechicería del mundo mágico, Hogwarts. Como siempre, él Harry Potter, pasará desapercibido, no como Neville Longbottom: el niño que vivió. Y pensar que él pudo haber estado en el lugar de Neville… cuando reflexionaba en ello, no se imaginaba una vida sin sus padres Lili y James Potter. No, claro que no. Ellos son los mejores padres que existen en el mundo.

 

Su madre y padre, tan amorosos, comprensivos y divertidos… llenos de cariño y sabios consejos, sin duda, no podría imaginarse una vida sin sus buenos días, sin sus aventuras en verano, sin el calor de sus abrazos, sin… sin eso cálido que siente cuando está con ellos. El trabajo queda en segundo plano, siempre él es primero que nada, siempre.

 

Durante su camino hacia su materia favorita, Harry mira a lo lejos a Hermione, Ron y Neville correr hacia algún lado desconocido… esos chicos siempre buscando problemas. Recuerda haber escuchado a Neville decir que son los problemas quienes lo encuentran a él… En primer año, estuvieron en busca de la piedra filosofal; en segundo año, encontraron la cámara de los secretos; en tercer año, estuvieron huyendo/cazando a un ex convicto de Azkaban que resultó ser su padrino; en cuarto año, Neville participó en el torneo de los tres magos, uno de los concursantes murió y Neville afirma que El-que-no-debe-ser-nombrado regresó. ¿Ya hora qué sigue? ¿Reclutar alumnos para formar un ejército?

 

Sonríe y sacude su cabeza. Si llegaran a formar un ejército, él tendría que entrar, esa representante del ministerio no está enseñando nada en Defensa Contra las Artes Obscuras… además, Neville es su amigo y, le cree. Lo conoció desde primer año, no es tan cercano como Hermione y Ron, él es su amigo… ¿Secreto? No. Aunque siempre está en las sombras. Es como un amigo al que le puede contar todo porque siempre escuchará, sin interrupciones, sin contradecirlo, sólo está ahí para que no guarde ideas o sentimientos, eso sería devastador, mucho más si es alguien como él; ser el niño que vivió no debe ser fácil.

 

Tal vez parezca egoísta, pero, se alegra de no ser él quien cargue con el peso de ‘ser’ la única esperanza del mundo mágico. Pese a tener una magia poderosa, Harry no alardea de ella, sólo hace lo que cualquier chico de su edad haría, es buen alumno, casi tan bueno como Hermione, en especial… es ‘esa’ materia.

 

Detiene su paso frete a una puerta algo diferente de los demás salones. Una puerta enorme que te conduce a un lugar desconocido. El mejor lugar para él. Da unos cuantos toques para recibir el permiso de entrar. Vuelve a tocar. No contesta. ¿Por qué no contesta? Preocupación es lo que siente, tal vez esa persona que quiere ver esta en algún tipo de peligro, tal vez algo salió mal dentro de ese lugar impredecible, tal vez…

 

--Adelante. –se escuchó al fin.

 

Un poco más relajado, Harry abre la puerta y se adentra al espacio en blanco, simula uno de los tantos salones que hay en el castillo, pupitres, estantes, un escritorio y una pizarra, todo blanco. Todo tan artificial. Incluso las ventanas, enormes con una vista a un espacio vacío, aunque luminoso.

 

--Señor Potter, bienvenido ¿En qué puedo ayudarle? –dice la persona tras el escritorio.

 

--Profesor, ya tengo el permiso de mis padres y una carta de ellos para iniciar con las clases de piano. –decía Harry mientras se acercaba al profesor.

 

El profesor meditaba la información recibida después de haber leído la carta del señor y señora Potter.

 

Atento a los gestos del profesor, Harry se dedicó a detallarlo por millonésima vez. Quien estaba frente a él era un chico que aparentaba tener catorce años pese a su blanquecino cabello que rosaba sus delgados hombros, la marfilada piel incitaba a ser tocada, esos labios ligeramente rosados lucían suculentos, y, esos ojos, esos endemoniadamente preciosos ojos plata, robaban al aliento… a pesar de la rojiza cicatriz que atravesaba su ojo izquierdo, la sublime belleza que emanaba el profesor no pasaba desapercibida…

 

--Ya veo… bien, señor Potter ¿Cuándo desea iniciar sus lecciones? –dijo el profesor.

 

--¿Podría ser mañana Profesor? No tengo buen oído musical y realmente quiero darles una sorpresa a mis padres cuando las vacaciones de invierno me permitan estar con ellos. –dijo Harry aun recuperándose de la brusca vuelta a la realidad.

 

--Está bien. Por cierto Potter, llámame Allen, cada que me llamas ‘Profesor’, ‘Profesor Walker’ o ‘Señor’ me recuerdas al Profesor Snape. –dijo Allen con una nerviosa sonrisa.

 

--Lo lamento Señor, pero sólo lo haré si usted me llama sólo ‘Harry’ y no ‘Señor Potter’ o ‘Potter’. –se atrevió a decir Harry.

 

--Me temo que es algo inapropiado, señor Potter, no podré llamarle así durante clases. –dijo Allen.

 

--En ese caso, Profesor Walker, ¿Qué le parece si sólo nos llamamos por nuestros nombres cuando estemos solos?, a las lecciones de piano me refiero. –dijo Harry tratando de sonar casual.

 

--Está bien… Harry. –dijo el profesor resignado –Iniciaremos mañana.

 

--Claro Allen.

 

Ni Harry ni Allen hablaron, no se movieron, simplemente se miraron uno a otro.

 

--Harry, ¿No tienes clases que atender? –dijo Allen un poco confundido.

 

--Claro prof-Allen, es sólo que, aún falta media hora por lo que me preguntaba si podría esperar aquí, y hacerle un poco de compañía. –la voz de Harry parecía esconder nerviosismo.

 

--Tengo un poco de trabajo… –dijo Allen.

 

--Podría ayudarle, después de todo, Historia de la Magia es mi materia favorita. No me molestaría repasar. –decía Harry mientras se acercaba un poco más a Allen.

 

--Harry… está bien, mira toma estos ensayos y revísalos. Son de primer año así que será sencillo, si tienes alguna duda me avisas. –dijo Allen al poner unos pergaminos en las manos de Harry y conducirlo a uno de los pupitres frente al escritorio.

 

Así pasaron un rato. Cada uno revisando ensayos. Harry mirando de vez en cuando a Allen y preguntándose muchas cosas sobre su profesor. Allen descubrió una de las miradas de Harry, le miró unos segundos para asegurarse que sólo fue una, no más. Seguía mirándolo, y no pudo evitar recordar la primera vez que lo vio en su clase, un niño lleno de energía, lleno de curiosidad y de ansias de aprender; tenía el pelo azabache y rebelde, su acanelada piel revelaba las horas de juego bajo el sol, y esos lentes redondos escondían un par de esmeraldas brillantes.

 

Ya pasaron cuatro años desde ese día, ahora, bueno, el Harry de ahora no ha cambiado mucho, mismo cabello, misma piel y mismos ojos… no podía negar que el tiempo no había pasado desapercibido a tan curioso niño. Ya no era tan niño, tenía metas claras y sus ojos… bueno, había algo en ellos no podía descifrar. ¿Qué podría ser? ¿Qué se ocultaba tras esas esmeraldas? ¿Qué le hacían brillar aún más?

 

Al darse cuenta que no había apartado la mirada de Harry, Allen cerró sus ojos y soltó un suspiro, el tiempo pasa para todos menos para él. Un día, el joven Harry se graduará, continuará con alguna carrera, tendría una familia, viviría un largo tiempo y luego… vendría lo inevitable. Al fin podría descansar de todo una vida… mientras, él seguiría en ese castillo, tal vez luego viaje un poco, regresaría, volvería a viajar y así continuamente, él no podría descansar de toda una vida, no de la demás vida que ya ha tenido hasta ahora.

 

La inmortalidad es cruel. La inmortalidad es solitaria. La inmortalidad… es despiadada.

 

--¿Allen? ¿Estás bien? –escuchó que le preguntaban, abrió los ojos para encontrarse con unas esmeraldas llenas de preocupación.

 

--Sí, estoy bien. ¿Por qué la pregunta? –dijo Allen.

 

--Bueno, tenías una expresión… llena de dolor, casi parecía que te pondrías a llorar o a gritar o las dos cosas. Tal vez debería llamar ir a la enfermería. –sugería Harry.

 

--Estoy bien Harry. Me parece que tus clases están por reanudarse, gracias por la ayuda. –dijo Allen sin dejar de mirar esas esmeraldas. Hacía mucho tiempo que no veía esa expresión, no dirigida a él.

 

--Es cierto. Nos vemos Allen. –dijo Harry no tan convencido de marcharse.

 

Poco a poco, Harry se fue alejando, se dirigía a la salida. Se volvía para asegurarse que Allen estuviera bien.

 

Allen le vio partir. Sonrió con tristeza y una cegadora luz envolvió el lugar donde estaba. Todo desapareció.

 

En su camino por los pasillos del viejo castillo, Harry no dejaba de pensar en la expresión de Allen, si tan solo pudiera hacer algo para apartar esa expresión para siempre. Haría lo posible. Iniciaría desde mañana, durante las lecciones de piano.

 

Con eso en mente, Harry se encaminó hacia su siguiente clase.

 

 

 

 

 

>>Continuará...

Notas finales:

Gracias por leer.


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