"La Llegada A La Juguetería"
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Era una hermosa mañana en la ciudad de Konoha. El sol brillaba como nunca -a pesar de que estaba nevando-, las personas se saludaban entre sí, a pesar de no conocerse. Claro que no en toda la ciudad puede ser color de rosa, ya que en el hospital principal de la ciudad, siendo más exactos en una de las mejores habitaciones privadas, se encontraba una familia llorando, ya que su reina -la razón que los mantenía unidos- estaba a punto de morir, pero no por eso borraba su sonrisa, porque lo menos que quería aquella frágil mujer, era entristecer aún más a su amada familia.
—Dei-chan… mi niño quiero que tú… cumplas tu sueño… lucha siempre por alcanzar tus metas… yo sé que tú te convertirás en un gran artista… y que también, quiero que logres hacer una familia… yo sé que sabes de lo que te hablo y por favor ayuda en todo a tu padre en todo lo que puedas —susurró entrecortadamente una hermosa pelirroja con una expresión de extremo cansancio.
—Lo hare. Sabes que cumpliré mi promesa madre —respondió el rubio peli largo de ojos azules con una inmensa tristeza, en verdad le dolía ver a su amada madre en ese deplorable estado.
—La mujer asintió para después virar a ver al menor de sus hijos y tomar con su débil mano la de su pequeño—. Naru-chan… tú eres el que más me preocupa… no quisiera dejarte… cuando aún eres un niño, pero no tengo elección… por favor trata de ser feliz sin mi… yo sé que tarde o temprano… encontrarás tu felicidad mi niño… por favor no desperdicies tu vida… lamentando este día…trata de buscar tu felicidad sin tu madre… la cual, siempre te amara con todo su ser… así sea en esta vida o en la otra —susurró la mujer con mucho trabajo, mientras que algunas lágrimas resbalaban por sus pálidas mejillas.
—Mami —murmuró un pequeño doncel rubio. Sus ojos azules mostraban su infinita tristeza, y había dicho aquella palabra con mucho dolor, en verdad no quería perder a su amada madre.
—Minato quiero pedirte un favor… quiero que sigan celebrando la navidad… aunque yo no este… quiero que siempre estén unidos… como familia y que sigan siendo felices… por favor cúmpleme ese último deseo —suplicó la pelirroja, ya sin aguantar más su llanto.
—Lo hare amor. Sabes que puedes contar conmigo Kushina —le dijo con mucho dolor el rubio mayor, mientras sostenía la débil mano de su amada esposa.
—Gracias —con una débil sonrisa—. Los amo a los tres…adiós mis amores —susurró débilmente la mujer para después cerrar los ojos para no volverlos a abrir.
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Desde la muerte de Uzumaki Kushina, ya ha transcurrido una muy larga y difícil semana. Y para desgracia del mayor de los rubios, para navidad faltaba una sola y muy corta semana más, y aunque pelirroja esposa hubiera muerto, Minato sigue con su vida, ya que está decidido en cumplir el último deseo de su amada mujer, pero se le dificulta a pesar de contar con la ayuda de su hijo mayor, debido a que su pequeño hijo termino por encerrarse a sí mismo y sin querer saber nada de esas mágicas festividades, pero Minato no se rinde y sigue insistiendo. Él estaba dispuesto a todo para mantener a su familia unida.
Por otro lado, Deidara apoya a su padre, pero no todo el tiempo puede estar con él, ya que también apoya a su novio, un joven varón azabache de nombre Itachi Uchiha de veinticuatro años.
El problema que Itachi tiene, es que sus padres murieron años atrás, dejándolo a él y a su pequeño hermano como los únicos herederos de las famosas empresas Sharingan y Chidori, pero por alguna razón completamente desconocida, su hermano menor termino en estado de coma desde los diez años y hasta ahora no ha despertado por lo que Itachi no se aleja del hospital. Y desde eso, ya han pasado cuatro largos años. Deidara lo apoya en todo, a pesar de que Itachi le dice que lo deje y siga con su vida, cosa que el rubio no hará nunca, ya que ama a ese azabache con todo su ser.
Por otro lado, Naruto no quiere saber nada de la navidad, ni mucho menos pasar el tiempo en familia, ya que su padre siempre se la pasa en sus empresas, debido a que es dueño y casi no tiene tiempo para él. En cuanto a su hermano mayor, él no vive con ellos, porque cuenta con su propio departamento, además de estudiar y pasarla con su novio. La única persona que lo conocía en verdad, era su madre, pero ella desafortunadamente se había ido, dejándolo a él solo y dolido.
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Ahora mismo Minato y Naruto estaban cenando silenciosamente, Deidara no se encontraba por razones desconocidas para Minato, pero no para el pequeño, que solo quería terminar de cenar para regresar a su habitación. Para su muy mala suerte, su padre se encargó de romper el silencio y hacer que el doncel se atrase en su apresurado cometido.
— ¿Cómo te fue en la escuela? —preguntó el mayor algo incómodo.
—Bien, supongo —respondió Naruto de mala gana mientras picaba su comida—. ¿Cómo te fue en el trabajo? —preguntó sin dejar de ver su comida.
—Bien, supongo —respondió Minato de la misma manera.
—Qué bueno —murmuró sin ganas el menor.
—Minato suspiro—. Hijo, sabes que tenemos que hablar más, ya sabes contarnos cosas y también planear la fiesta —dijo el mayor con tristeza y un sentimiento de culpa.
—Naruto lo miro con desdén—. Tú y yo no tenemos nada que contarnos. Tú siempre te la pasabas en el trabajo, ni siquiera te dignabas a ir aunque sea a uno de mis eventos escolares, y ahora que mi mamá no está, quieres volverte el mejor padre del mundo, pero eso no se hace de la noche a la mañana, así que entiéndelo y déjame en paz Minato —le recordó con furia mientras se levantaba dispuesto a irse.
—Minato se levantó de manera rápida y tomo el brazo del menor—. Tal vez si hablaras conmigo esto sería más fácil —sugirió—. Yo sé que cometí errores y lo siento, en verdad quisiera regresar el tiempo atrás y corregir esos errores, pero no puedo —nervioso y con un tremendo sentimiento de culpa, dijo aquello—. Esto no lo hago solo por la falta de tu madre, lo hago también porque sé que necesitas mi apoyo y estoy dispuesto a dártelo —se explicó muy arrepentido y lleno de dolor.
—El doncel le envió una mirada llena de rencor—. ¡Pero yo no quiero!, ¡yo quiero a mi mamá! —gritó lleno de dolor mientras trataba de soltarse.
—Pero ella ya no está, yo soy el que está ahora —mencionó el mayor con dolor al ver que su hijo no lo quería cerca.
—A veces desearía que ella siguiera aquí conmigo y tú te hubieras ido en su lugar —murmuró Naruto con la mirada pérdida y varias lágrimas resbalando por sus mejillas.
—Esas frías palabras hirieron profundamente a Minato, quien solo pudo ver a su hijo con dolor—. No es verdad, tu no quisiste decir eso, por favor calla y no digas cosas de las que puedas arrepentirte —suplicó con mucho dolor.
—Naruto negó—. Es la verdad —respondió—. Ella si me apoyaba y siempre estaba conmigo, pero tú no, por eso la quiero a ella en lugar de a ti —dijo el menor sin darse cuenta del daño que le hacía a su padre.
— ¡Que te calles! —gritó Minato fuera de sí mientras le daba a Naruto una fuerte bofetada. Cuando por fin reacciono, vio que el menor lo veía con temor y rencor, mientras sobaba su mejilla—. Hijo, yo no quise, por favor perdóname —le pidió con demasiado arrepentimiento.
— ¡Te odio! —gritó el menor para después correr a su habitación.
— ¿Qué he hecho? —preguntó en susurro, mientras miraba la mano con la que había golpeado a su hijo. En verdad se lamentaba el haber reaccionado de esa manera tan violenta.
Minato no tuvo de otra que dejar a su hijo para que aclare sus pensamientos, mientras que él trataría de dormir con todo el dolor en su corazón, al saber que su hijo lo quería muerto y aunque el pequeño no lo supiera, él mismo desearía estar en el lugar de su amada esposa.
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Naruto no quería estar allí, le tenía miedo a su padre y tenía vergüenza por todas las crueles palabras que le había dicho, pero a lo que ahora temía era que su padre no lo quisiera en verdad y lo abandonara a su suerte, por lo que con varias lagrimas resbalando por sus mejillas y lleno de arrepentimiento, lleno su mochila de ropa, comida y todos sus ahorros.
Le escribió una carta a su padre, la cual dejo sobre su cama para después salir en silencio y sin ser visto, no quería que su padre le diga que tampoco le quería y por ello prefirió ser un cobarde e irse, pero ¿cómo le haría un niño de doce años para vivir?
—Lo siento mucho, papá —susurró arrepentido de sus crueles palabras.
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Ya habían pasado varias horas y el pequeño seguía caminando sin ningún rumbo fijo, hasta que paro en frente de una juguetería con el nombre “Akatsuki”. Por alguna razón sintió atracción hacia el lugar, así que se acercó y empujo la puerta sorprendiéndose al ver que estaba abierta, por lo que entro y se quedó maravillado con solo ver todos esos juguetes, que aunque no eran muchos, ni tampoco los más modernos, le daban un toque acogedor al lugar. Sin embargo, tuvo que esconderse y guardar silencio, cuando escucho unas voces, de las cuales reconoció una como la de su hermano mayor, cuando lo vio se dio cuenta de que estaba acompañado por alguien, suponiendo que era el novio de su hermano, vio que apagaron todo y salieron para después cerrar con seguro y poner la alarma.
El pequeño entro en pánico, pero decidió calmarse y explorar el lugar. Se detuvo enfrente de un extraño samurái de juguete, que por alguna razón le llamaba la atención, lo tomo entre sus manos y lo vio con más atención. Tenía el cabello negro como el azabache y ojos negros como la noche y para ser un juguete infantil, tenían la mirada seria y afilada, piel blanca como la porcelana y vestía una yukata negra con una capa negra. El blondo comenzó a sonreír al ver cada detalle del extraño juguete y por alguna razón se sintió feliz, pero no sabía con exactitud porqué, si era un simple juguete.
Quiso dejarlo donde estaba, pero escucho un ruido que lo asusto mucho, así que se lo quedo y se acomodó cerca de una casa de muñecas.
El blondo se quedó profundamente dormido, pero despertó cuando escucho un fuerte ruido y cuando lo hizo vio que el samurái de juguete había desaparecido, por lo que con temor camino hacia dónde provenía el sonido y lo que vio no lo podía creer, los juguetes tenían vida y se estaban peleando entre sí, así que sin hacer ruido regreso donde dejo sus cosas y agarro su celular y marco el número de su padre.
—Minato se extrañó de recibir una llamada de su pequeño hijo, pero le contesto aun así—. ¿Naruto? —preguntó intrigado.
— ¡Papá ayúdame! —susurró el menor.
— ¿Qué tienes?, ¿Por qué no vienes? —inquirió el mayor, mientras se levantaba de su cama.
—Me fui de casa, estoy en una vieja juguetería llamada Akatsuki y algo está pasando. Papi, lo siento mucho y tengo miedo. Por favor ayúdame —susurró el blondo con mucho temor, mientras comenzaba a llorar.
—Tranquilo hijo ya voy para allá —le dijo Minato con decisión, pero se preocupó al no recibir respuesta por lo que le marco a su otro hijo.
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—Naruto escucho las palabras de su padre deseando que llegara a tiempo, pero se tensó al oír algo acercándose—. ¿Quién anda allí? —preguntó en murmullo con temor.
—Miren que tenemos aquí, un lindo doncel —una extraña y tenebrosa voz hizo eco en el lugar.
—Cuando escucho esa voz, el blondo vio hacia dónde provenía, encontrándose a un extraño y viejo juguete de ojos amarillos y cabello platinado—. ¿Qué eres? —cuestionó el blondo con mucho temor.
—El extraño juguete sonrió con maldad—. Tú peor pesadilla lindura —respondió el juguete que de alguna manera saco de sus mangas muchas serpientes que ataron hasta inmovilizar al doncel—. Tú serás mi pase de salida —susurró para después comenzar a reír.
—El doncel se asustó por lo que trato inútilmente de liberarse—. ¡Suéltame! —suplicó totalmente desesperado.
—No lo hare niño, tú eres mi pase de salida —dijo el juguete mientras comenzaba a acercarse al doncel, pero no pudo seguir porque alguien lanzo una catana hacia él—. Maldición Sasuke, a buena hora llegas —espetó con odio.
—Naruto vio que el otro juguete era el mismo samurái—. ¿Sasuke? —preguntó sorprendido.
—Kabuto no lo repetiré otra vez. Suelta a ese Dobe o te destruiré —amenazó el samurái.
—Sabes tus amenazas no me intimidan y mucho menos ahora que tengo mi pase de salida —dijo en tono triunfal mientras hacia una señal que una de las serpientes capto y mordió fuertemente el cuello del blondo.
— ¡Duele! —gritó de dolor el doncel.
—Maldición —murmuró el azabache mientras se dirigía hacia Kabuto—. Detén a tus serpientes —ordenó en tono amenazador.
—Lo hare —dijo divertido—. Porque el hechizo ya está hecho —completó lo dicho antes mientras comenzaba a reír desquiciadamente.
Al escuchar esas palabras el azabache vio que el doncel estaba respirando entrecortadamente, por lo que se acercó, sin embargo no sabía cómo ayudarlo. Iba a exigirle a Kabuto respuestas, pero el blondo comenzó a brillar de pies a cabeza y cuando ese brillo desapareció el azabache se sorprendió al ver al doncel de su tamaño y se apeno al verlo desnudo, así que con toda la vergüenza del mundo se quitó la capa que traía y lo cubrió, para después tomarlo en brazos.
Kabuto se preguntaba porque seguía siendo un juguete y porque el doncel se había encogido por lo que decidió investigarlo llevándose al niño.
—¡Entrégame al doncel! —ordenó Kabuto en tono amenazador, mientras preparaba a sus serpientes.
—Al escuchar la orden, el azabache se puso en pose de pelea—. No lo hare —respondió con decisión.
Kabuto quiso atacar a Sasuke, pero no pudo porque los demás compañeros del azabache llegaron, por lo que escapo del lugar no sin antes advertir que volvería por el doncel.
Sasuke por su parte se fue del lugar siendo seguido por sus amigos.
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Minato llego a la juguetería y justo en ese momento llego Deidara junto con Itachi, cosa que extraño al varón rubio.
— ¿Quién es él? —preguntó Minato con desconfianza.
—Él es Uchiha Itachi, dueño de la juguetería y mi novio —explicó de manera nerviosa el doncel.
—Antes de que diga algo Namikaze-san, será mejor entrar y buscar a su hijo —sugirió Itachi en tono serio, mientras abría la puerta.
Itachi abrió el lugar y encendió las luces, se separaron para cubrir más terreno hasta que Minato encontró la ropa y cosas del menor de sus hijos, cosa que lo alarmo y preocupo aún más.
— ¡¿Dónde estás Naruto?! —preguntó Minato con un grito desgarrador.
Continuará