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La voluntad del corazón por Azur

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Notas del capitulo:

Espero lo disfruten.

 Los personajes de saint seiya pertenecen a Masami Kurumada.

Un joven deportista profesional trotaba en las calles de una ciudad en Grecia. Cantaba mentalmente mientras se movía. La noche era hermosa y tranquila, hasta cierto punto. El joven practicaba el tenis profesional y era uno de los mejores pero seguía con la idea de entrenarse más por su propia cuenta.


Era algo rebelde, no siempre seguía todas las órdenes de su entrenador pero esa noche no podía dormir. Rara vez sufría de insomnio y le sacó provecho al asunto. Él sabía pelear asi que no temía que lo asaltaran y solo llevaba un celular. Pero eso si, era un deportista atractivo, de ojos azules, piel morena y cabellos largos azules. Su cuerpo bien trabajado robaba más que una mirada de sus seguidoras. Sí, las tenía pero también seguidores. Le gustaban tanto las mujeres como los hombres, era bisexual pero nunca tenía una relación seria. Tiempo atrás la tuvo pero no le fue bien y no quiso involucrarse emocionalmente con otra persona, solo como amigos con derecho y nada más.


Su vida era normal, tenía 20 años y estaba consiguiendo todo lo que quería. Era alguien afortunado. Mientras seguía trotando y antes de pasar frente a un callejón pudo oír griteríos, gente eufórica y quien sabe que los ponía tan felices. "¿Serán drogadictos?" pensó él pero sentía una inmensa curiosidad. Entonces se acercó y pudo ver en el callejón a gente con vestimenta de delincuentes, otros bebiendo y varias chicas semidesnudas. Había motocicletas estacionadas frente al callejón.


Para no ser visto, pudo divisar un gran bote de basura donde se tiraba de todo, pues al lado había un negocio de restaurante, y se escondió a un costado, así nadie lo vería. No entendía mucho por que lo hizo pero sus instintos le gritaban en su interior que debía quedarse allí. Ese callejón era uno sin salida y solo una columna con foco iluminaba un poco el sitio. Ni bien trató de ver que hacían esa gente ahí y escuchó tiroteos. Personas gritando y la mayoría se esfumó, subiendose en sus respectivas motocicletas y fugándose. Seguro mataron a algún infeliz del grupo y se escaparon para huir de la responsabilidad de ir preso, rumbo a la cárcel.


No vieron al joven peliazul, eso lo tranquilizó en demasía y se levantó. Miró de reojo el sitio y nada, iba a darse media vuelta hasta que le pareció ver algo rojo por el suelo. Se volteó y gracias al foco que iluminó una parte específica del suelo pudo notar a la perfección un charco de sangre que avanzaba sin detenerse. Sus ojos se abrieron como platos, estaba muy sorprendido y a pasos lentos piso el charco pero aproximándose al posible cuerpo quedó anodado, asustado y aterrorizado.


El cuerpo era de otro joven, de cabellos muy largos color aguamarina pero yacía boca abajo en el suelo. Lo más sorprendente era que tenía un cuchillo incrustado en su nuca y por debajo suyo la sangre que no paraba de expandirse.
El peliazul no tenía palabras para describir los sentimientos que invadieron su corazón.


-Pobre hombre- murmuró, apenas y con una voz casi audible. Llevó sus manos y se tapó la boca, estuvo así unos segundos hasta que superó el shock en el que entró y buscó su celular en algunos de los bolsillos de su pantalón, cuando al fin lo encontró llamó a una ambulancia muy desesperado y luego a la policía.
Ahora el peliazul solo quería saber de quien se trataba ese cadáver, ¿Por qué esas personas lo mataron, qué hizo para merecer una muerte como esa?


Las autoridades no tardaron en llegar, los enfermeros observaron el hecho muy sorprendidos pero tenían que mover el cuerpo pero antes que nada, tomarle el pulso. Un enfermero del equipo médico, de cabello extenso color rosa que estaba vestido de blanco y tenía guantes látex en su mano, tomó el pulso al joven peliaguamarina.


-¡Está vivo, traígan una camilla! ¡Rápido!- gritó el enfermero. El peliazul miraba de cerca todo y con solo oírlo se puso contento.


-¡Ese hombre tiene suerte!- dijo entusiasta el peliazul y se acercó al enfermero


-Alejése un poco, mis compañeros y yo lo cargaremos hay que tener cuidado- comentó el enfermero y el peliazul tomo distancia. En eso un policía se le acercó


-Disculpe joven, ¿Podría responder algunas preguntas?- habló formal el policía


-Claro- respondió el peliazul


-¿Cómo se llama, cómo llegó aquí? No omita ningún detalle.- añadió elocuente el policía


-Me llamo Milo Spanoulis y...- comenzó a detallar todo lo que vio y escuchó. Después de unos minutos el policía agradeció su cooperación pero le dijo que era necesario que declare en la comisaría, tal como dicta el protocolo. Milo aceptó sin problema y al girar y observar al joven que salvó, lo vio acostado a un lado en la camilla dentro de la ambulancia y corrió hacia el vehículo.


-Iré con él al Hospital- pidió Milo a los enfermeros antes de que se llevaran al delicado hombre en camilla.


-Claro, apresúrese- dijo el mismo enfermero que le tomó el pulso.


Una vez Milo dentro de la ambulancia pudo ver como ese enfermero atendía al desafortunado con esmero, poniéndole el respirador y así no perderlo antes de llegar al hospital.


-Mu, el tipo no sobrevivirá, apenas y pudimos detener esa hemorragia- habló pesimista otro enfermero peliazul de cabellos cortos


-¿Hemorragia? ¿Qué está pasando aquí?- exigió Milo con el ceño fruncido.


-Cállate Ángelo. Este hombre tiene chances de vivir- comentó estricto Mu y volteó a ver a Milo


-Verás.., fue apuñalado múltiples veces y perdió mucha sangre- explicó Mu


-No puede ser- murmuró Milo y se detuvo a ver el rostro del malherido. La cara del peliaguamarina tenía rastros de sangre en el rostro, cejas del mismo color que su cabello y finos labios. Tenía facciones peculiares.


-Parece francés- espetó Milo en voz alta, perdido en sus pensamientos


-Al fin encontré algo interesante- habló Ángelo que mironeaba unas tarjetas y captó la atención de Mu y Milo.


-Al parecer el paciente se llama Camus Smirnov- añadió Ángelo.


-Habrá que avisar a sus familiares, ¿Encontraste algún número telefónico?- preguntó Mu acercándose a Ángelo para ayudarle a buscar entre los documentos que encontraron en Camus.

Pero Ángelo negó con la cabeza. Luego llegaron al Hospital y asistieron a Camus como es debido, entró en Urgencias y Milo quedó afuera, esperando, impaciente y su celular empezó a sonar en lo que él atiende.

-Hola y ahora qué?- dijo de mala gana Milo

-¿Cómo que.. y ahora qué? ¡¿Con un demonio, dónde estás Milo?!- gritó su entrenador

-En el Hospital, te llamaré después y no te preocupes regresaré- dijo cortante Milo y colgó. Puso en vibrador su celular y no atendió las numerosas llamadas del entrenador. 
Pasaron horas y ni una noticia, Milo estaba que daba vueltas y compró un café. Era de madrugada pero no tenía ni un poco de sueño, en verdad quería saber el estado de ese hombre llamado Camus.
"¡Qué raro! Creí que era francés pero al parecer es ruso..digo por el apellido que tiene y eso que nunca me equivoqué antes" pensó él y se sentó en una banca. Estuvo mucho tiempo ahí hasta que amaneció y él sin noticas del hombre "que rescató".

-Alguien que conozca a Camus Smirnov- habló fuerte un doctor, buscando con la mirada a algún pariente. Milo al oír el nombre fue directo junto al doctor alto, pelinegro y con una mirada muy seria.

-Yo, dígame ¿Está bien?- preguntó Milo

-Soy el doctor Shura, ¿Es usted pariente de Camus?- preguntó directo

-No- respondió dudoso Milo, pero antes de recibir la negativa de Shura, habló

-¡Lo encontré casi muerto! No sé de sus familiares, por favor dígame ¿Cómo está?- declaró Milo un poco alterado

-....- resopló Shura viendo que Milo seguiría insistiendo, se le notaba en la mirada

-Haré una excepción. Camus está delicado, pudimos extraerle el cuchillo de su nuca y tiene mucha suerte que no halla tocado algún punto nervioso.- explicó Shura

-Uff- suspiró Milo

-Pero sigue en peligro y está en terapia intensiva. Recibió 27 apuñaladas en diferentes zonas de su pecho y abdomen. Es claro pensar que trataron de asesinarlo. Si Camus no responde al tratamiento morirá- comentó el doctor

-¿Puedo verlo?- preguntó Milo. Shura le observó detenidamente y no quería dejarlo pasar pero Milo lo miró a los ojos rogándole el permiso.

-Está bien, sígueme- aceptó Shura y juntos fueron a la única habitación donde se encontraba Camus.

Milo ingresó y Shura se quedó afuera para retirarse posteriormente. El griego no podía creer lo que veía. 
"¡Es hermoso!" pensó. La otra vez no pudo divisar mejor los detalles en el rostro de Camus.
Estuvo contemplándolo por largo rato hasta que los minutos de visitas se terminaron. Se retiró y le comentaron quien pagaría los gastos, Milo se ofreció a hacerlo. Tenía dinero y pagaría todo hasta encontrar a los familiares de Camus.

Milo salió del Hospital en la mañana y fue junto a su entrenador, recibió el regaño de su vida pero en su interior estaba contento, de haber salvado una vida que parecía perdida. Aun que él no imaginaba que tan perdida estaba esa vida..

Durantes días preguntó, buscó sin cesar a alguien que conociera a Camus pero nadie parecía siquiera haberlo visto. ¿Cómo es eso posible? Fue junto a la policía y el tal Camus Smirnov vino solo a Grecia, sin acompañantes. Era todo lo que sabían de él, es decir nada.

En el Hospital..

-Eres todo un misterio Camus- habló Milo estando a un costado del peliaguamarina, el Smirnov seguía en estado intensivo, en la misma habitación y en el mismo hospital. Milo lo visitaba todos los días.

Como era de esperarse el silencio inundó la sala, donde había una sola ventana cerrada pero con las cortinas abiertas

-¿Por qué viniste solo a Grecia?- preguntó Milo. Silencio.

-Debiste haberte sentido solo- añadió Milo melancólico. Pasaron unos minutos y el siguió contemplándolo

-Es cierto, no me conoces. Soy Milo Spanoulis, soy griego y conozco esta zona de la ciudad. Es un placer conocerte Camus- dijo más animado

Desde ese día Milo decidió hablarle y de muchas cosas, como era vivir en Grecia, las ciudades de su país natal que conoció. Pasaron 3 semanas y Camus seguía igual. Milo lo visitaba religiosamente y siempre le hablaba.

-Hola Camus, soy Milo- saludó amigable el peliazul al ingresar en la habitación de Camus

-Mañana posiblemente firme un contrato con un patrocinador.- dijo y se sentó al lado izquierdo de Camus

-Por fin seré un deportista más reconocido y si sigo mejorando, hasta capaz compita por las medallas olímpicas representado a mi país- dijo contento y rio un poco

-El tenis es un deporte que me agrada, me ayuda a despejar mi mente de los problemas- comentó Milo, acostumbrado del silencio en la sala.

Pasó una semana más y Camus seguía en terapia intensiva, algunos doctores pensaron que estaba en coma pero no era el caso. El entrenador de Milo le decía que derrochaba su dinero al mantener a ese tal Camus en el Hospital pero como siempre el peliazul era terco, nunca lo escuchaba.

El día de la cuarta semana, Milo visitó por la tarde a Camus y al entreabrir la puerta de la habitación, notó que una enfermera tenía una almohada en sus manos y la colocó encima de la cabeza de Camus evitando que respirara.

-¿Me puede decir que está tratando de hacer?- preguntó severo Milo mientras cerraba la puerta, una vez que entró. Daba la impresión que esa mujer quería matar al paciente.

-Etto..¡Quería cambiar la almohada!- se excusó la mujer y sujetó la almohada frente a ella. En eso se acerca al peliazul.

-Mentirosa- habló fuerte y claro. Milo la sujetó del hombro izquierdo pero la enfermera apretó la almohada en la cara del peliazul. En eso él se distrae y ella se suelta del agarre, abre la puerta y sale corriendo.

Milo salió y gritó que detuvieran a esa enfermera que corría como desquiciada. Minutos después entró a la habitación de Camus y se paró justo al lado derecho del peliaguamarina.

-¿Estás bien?- preguntó preocupado el heleno, viéndole dormido

-¿Por qué....me salvaste?- interrogó en voz baja el mismo Camus sin abrir los ojos.

-Por que...¡Estás vivo y ahora haz despertado! Eso me alegra- contestó un poco contento. En eso Camus abrió los ojos y chocó la mirada con la de Milo. Se quedaron viéndose 3 segundos sin emitir palabra alguna.

-¿Eres de aquí no?- volvió a preguntar Camus con una serenidad en su voz y de tono normal.

-Sí y no encontré a tus familiares asi que.. disculpa, apenas me conoces y te estoy tuteando- dijo un poco apenado el griego

-Me parece bien Milo, puedes tutearme- habló Camus. Los ojos del peliazul quedaron muy abiertos, estaba sorprendido...demasiado.

-¿Cómo sabes...mi nombre?- preguntó entrecortado el heleno y quien no se asustaría. Jamás habló con él conscientemente solo cuando éste se hallaba dormido.

-Pude oírte, desde que llegué aquí. Estaba en una oscuridad y tu voz resonaba en mi mente. No podía responderte por que no tenía fuerzas- contestó efusivo el peliaguamarina.

-¿Escuchaste todo?- preguntó Milo, tal vez preguntó tontamente pero quería oír la respuesta de Camus

Asintió con la cabeza -Eres Milo Spanoulis, eres griego y estoy en tu país. Eres un deportista profesional en el tenis...y ¿Quieres que siga?- habló tranquilo pero al notar que el peliazul se asustaba más de la manera en como lo decía, prefirió ser menos...serio.

-Gracias por ser mi compañía cuando estaba en la oscuridad- espetó con una ligera curvación en sus labios. Era una mini-sonrisa, apenas vista pero captada por Milo.

-De nada, y me dirás ¿Por qué viniste a Grecia?- ahora le tocó ponerse serio a Milo. ¿En qué clase de ambiente estaba él antes de llegar a Grecia?

Camus volteó su rostro a un lado, tal era su reacción que era obvio imaginar que no le agradaba tal pregunta porque no respondió.

-¿Piensas responderme?- insistió Milo. -Se que te estoy presionando, pero merezco saberlo. Cuidé de ti durante 4 semanas. Me lo debes- aclaró el peliazul y logró captar la atención de Camus

-¿Cuatro semanas?- se preguntó así mismo en voz baja el peliaguamarina

-Vine a...resolver un asunto- respondió dudoso

-¿Qué asunto?- interrogó Milo

-Representaba a mi cliente quien me pidió que saldara una cuenta pendiente. Soy abogado- aclaró y calló. No quería hablar más del asunto.

-¿Milo, podemos parar el interrogatorio? Estoy cansado- dijo y se dio media vuelta, dándole la espalda al peliazul.

-Bien, que te mejores. Hasta mañana- habló más tranquilo Milo y se retiró. Camus suspiró cuando escuchó la puerta cerrarse, estando solo.

"No creo que haya un mañana...para mí" pensó Camus y minutos después que saliera Milo, vio como un enfermero con tapaboca ingresó a su habitación y traía una jeringa cargada con un líquido transparente. "Es mi fin... ¿no?" se dijo en su mente y entrecerró sus ojos cuando el sujeto inyectó el líquido en el cable del suero.
Camus cerró los ojos y esperó creyendo morir. Pero estaba lejos de hacerlo por que al despertar estaba en una habitación diferente, acostado en una extensa cama y una gran ventana el cual el viento ingresaba en el cuarto como un intruso removiendo las cortinas carmesí. El peliaguamarina se sentó y ya no sentía dolor en su pecho. Tenía una pijama y no era la misma que la del hospital. Se desabotonó y tenía algunas heridas notables en la piel de su pecho pero parecían puntos.

-Tus heridas internas son las que me preocupan- interrumpió una voz masculina. Camus buscó al responsable con la mirada y aquel emisor salió de entre las sombras, dando a conocer su rostro.

-¿Podrías explicarme por qué la mafia rusa está presiguiéndote?- preguntó autoritario pero algo enojado y se cruzó de brazos.


-Milo..yo..- habló el Smirnov pero exhaló aire

-Mi cliente era mafioso, le resolvía algunos asuntos- contestó.

-¿Y se puede saber cómo te volviste abogado de un jefe de la mafia rusa, un tal Vicent Smirnov?- preguntó más intrigado Milo, Camus lo observó asombrado y no pretendía responderle pero Milo pareció haber leído esa intención.

-Será mejor que respondas a todas mis preguntas. Interrogatorio o no, llámalo como quieras pero esta vez no aceptaré excusas- añadió Milo.

-Ah y por último- dijo y se acercó a Camus y chocó su frente contra él, mirándolo fijamente a los ojos.

-no te atrevas a mentirme por que detesto a los mentirosos. Juro que si lo haces no seré amable contigo, te entregaré a la policía y que ellos se encarguen de ti....Pero... bien sabes que si vas a la cárcel, serás un blanco fácil y terminaran su mal trabajo, el quitarte la vida- pronunció cada palabra con dureza y seriedad. Milo se apartó un poco pero se sentó al costado de la cama, frente a Camus.

El peliaguamarina observó al peliazul y tardó unos segundos en asimilar todas esas palabras recién dichas.

-Está bien. El padre de Vincent Smirnov me adoptó de pequeño. Desde ese momento formé parte de su familia. Me dio su apellido y me crió como hijo. Me obligó a estudiar leyes y así lo hice. Le obedecía sin cuestionar, al comienzo la carrera de leyes fue pesada y no me gustaba pero con el tiempo me gustó y estudiaba con más ánimo para ser abogado. Esa es mi historia Milo- confesó.

-¿Por qué quieren matarte, qué hiciste?- preguntó el griego

-Al convertirme en abogado, trabajé para la familia. Juré lealtad a Vicent, el actual líder y me encargaba de todo lo jurídico. Al comienzo no me importaba cuantas personas morían ni me conmovía como mataban a los traidores frente a mis ojos. Pero Vincent llegó demasiado lejos, se apoderó de un artefacto destructivo a nivel atómico y lo usaría para causar terrorismo. Tarde o temprano, Vincent se desharía de mí, mataba a sus propios matones cuando sabían demasiado de sus andanzas y a mí me dejaba vivo por que aún me necesitaba.- respondió y miró hacia el techo, con cierto aire melancólico

-En ese momento mi hermano menor me convenció que mi vida valía la pena, decidí guardar evidencias contra Vicent y fingir mi muerte. Así podría salir de esa maldita familia. Hice copias de documentos, pruebas que evidencian sus negocios sucios y todos los detalles del artefacto hasta inclusive como destruirlo.- añadió Camus

-¿Y luego?- preguntó Milo más amable y curioso.

-Mi error fue preocuparme por mi hermano, él tenía miedo de Vincent y quería salvarlo de la desgracia de permanecer al lado de él. Si bien no era mi hermano de sangre, le tomé cariño y pensé en su bienestar antes que el mío. Le facilité todo, utilicé mi red de contactos para que lo cuidaran en Grecia, era un lugar seguro y Vincent tenía poco acceso a ese país. Iba a dejarlo solo a que viviera en Grecia hasta que se independizara y luego pase a buscarme pero me rogó que lo acompañara. Que no viviría en ningún país sino estaba a su lado.- dijo y respiró, retomando aire. Viró sus ojos a las de Milo

-Vine a Grecia para visitarlo, por qué él llegó primero a este país. Por más que era el hermano menor de Vincent tenía a sus hombres que eran leales a él y me llevaron a ese callejón. Creí que lo hicieron por seguridad. Mi hermano me anticipó eso por celular y me dijo que solo era para despitar a cualquiera que me estuviese siguiendo.- habló Camus

-Pero fue una trampa- interrumpió entristecido Milo

-Así es. El que me acuchilló era su hombre más leal, nunca olvidaré su rostro ni sus palabras- dijo esto y agachó la mirada. Los recuerdos le estaban afectando y comenzó a irritarse.

-¿Qué dijo?- preguntó amable Milo y con su mano trató de tocar el hombro del contrario, pero éste lo rechazó con la siniestra bruscamente.

-¡Ya basta. Suficiente! No quiero seguir recordando el pasado- expresó enojado Camus

-Está bien, pero una cosa más- mencionó Milo

-¡Qué!- gritó el acuariano

-Las pruebas contra Vincent, ¿Dónde las dejaste?- argumentó el peliazul

-¿Es enserio Milo? ¿Realmente eres deportista o policía? ¡¡¡Por qué hablas igual que ellos!!!- habló en voz alta, más estresado. Si que estaba furioso el peliaguamarina.

-Camus, cálmate un poco. Se que esto es difícil pero..- fue interrumpido por Camus quien lo agarró de la remera acercándolo a él

-Siento que solo me estás utilizando. Contesté tus preguntas para así pagarte por solventar los gastos del hospital. Pero por tu culpa sigo vivo...no quiero vivir ¿No lo entiendes? Debiste haberme dejado morir en ese callejón- exigió Camus y comenzó a derramar lágrimas.

-¡Mi hermano me traicionó, lo perdí para siempre! ¿Para qué vivir? Mi meta en esta vida era cuidarlo..- no terminó de hablar y Milo lo abrazó. Camus quedó sorprendido, el peliazul lo abrazaba con fuerza y correspondió al abrazo. Estuvieron así dos minutos y el peliaguamarina derramó sus lágrimas en el hombro de Milo y escondió su rostro allí.

-También perdí a mi hermano. Era el pilar de mi vida, su muerte dejó un hueco en mi corazón- confesó Milo arrugando su frente pero de tristeza, las palabras del peliazul eran tristes y conmovedoras

Toc toc , se escuchó detrás de la puerta que alguien tocaba. Pero Camus y Milo no escucharon nada, el dolor que sentían les alejó de la realidad.

 

-¡Ey Milo! Viene a buscarte......- habló otra voz entusiasta que abrió la puerta de golpe y observó a los dos hombres abrazados.

-alguien- añadió pero con voz baja. -¿Interrumpo algo?- dijo el pelicastaño.

Camus y Milo se soltaron y dándose cuenta de la vergüenza, el peliaguamarina limpió sus lágrimas rápidamente y Milo se alejó de él, acercándose al pelicastaño.

-Aioria ¿Será posible que toques la puerta primero?- exigió Milo.


-Pero si lo hice y no recibí respuesta, además vino un policía- argumentó Aioria y señaló con su pulgar, detrás de él a un pelirrojo.

-¿Usted de nuevo?- preguntó Milo

-¿Puedo pasar?- añadió el pelirrojo

-Si, claro- contestó Milo

-Soy Dohko Yang y necesito hacer unas preguntas- habló pero al ver a Camus, con los ojos vidriosos, con el pecho al descubierto se dio cuenta que la ocasión no era oportuna.

-Pero puedo esperar en la sala- mencionó Dohko.

-Sí, Camus irá apenas pueda- habló ciertamente nervioso Milo. 
Dohko se retiró y antes de irse Aioria, Milo lo atajó del antebrazo y le presentó a Camus.

-Él es Aioria, mi mejor amigo- dijo el heleno.

-Asi que tu eres Camus, un gusto. Me retiro, tengo que- dijo formal Aioria, pero la expresión de su mirada cambió y entonó lo siguiente con picardía- acompañar al policía hasta la sala.

-No empieces Aioria ¿Y si tiene pareja?- se quejó Milo, descubriendo su intención, lo conocía muy bien.

-Eso tendré que descubrirlo, jeje- contestó y se fue cerrando la puerta de la habitación.

-¿Llamaste a la policía?- preguntó nervioso Camus

-Tranquilo, solo él y su compañero saben que estás aquí. Son discretos y tratan de atrapar a Vicent, hace tiempo estan detrás de él.- explicó el escorpiano.

-Además, fue su idea el sacarte del hospital.- añadió Milo

-¡¿Pero tu también corres peligro?!- exclamó preocupado.

-Lo sé, por eso estoy escondido en este lugar. Pero estoy seguro que todo esto acabará si confiesas Camus-

-De todos modos iré a la cárcel- admitió y giró su rostro a un lado.

-Pueden bajarte la condena, por favor colabora y entrega esas pruebas- rogó Milo y se acercó a él.

-No tengo opción- dijo muy serio y miró a los ojos al peliazul, con una frialdad única.

-Préstame alguna ropa- añadió y se levantó. Milo le indicó el ropero y dejó solo al Smirnov.

Ese día fue bastante largo y oscureció, Camus respondió las preguntas del policía y confesó no tener las pruebas en sus manos. Él, Dohko y su compañero estaban interrogandolo.

 

-Una persona de mi confianza las tiene, si en las noticias sale que he muerto, la persona no dudará en entregar las pruebas a la policía- aclaró el peliaguamarina

-¿Quién es?- preguntó Dohko

-No diré su nombre. Entiendan, ahora que sigo vivo debo protegerlo y no exponerlo ni ante la policía o darán con él y lo matarán- explicó serio.

-¿Y dónde está esa persona?- preguntó Saga, compañero del oriundo asiático.

-Hace tiempo que no lo veo pero no tengo ni idea de donde esté. Tampoco se como contactarme con él- contestó

-Por el momento es todo. Pero su testimonio será de mucha ayuda. Seguiremos protegiéndolo hasta que declare. ¿Nos piensa ayudar?- habló elocuente el pelirrojo y Camus asintió con la cabeza.
Dohko y Saga salieron de la casa pero avisaron que regresarían otro día junto a ellos.

 

Pasó una semana, completando así 5 semanas en que Milo encontró a Camus en Grecia.

Camus y Milo, junto con otros 2 enfermeros y el personal de limpieza convivían en una casa alejada de la ciudad. 

Uno de los enfermeros que atendían la salud del acuariano era Mu, que trabajaba ahí de forma personalizada. Pero Mu recibía ayuda de su novio, Aldebarán, también enfermero pero con más experiencia en el campo. 
Y Milo recibió la visita de su mejor amigo, Aioria junto con su hermano Aiorios. La pasó bien esa tarde, riéndose de las experiencias de ambos hermanos. Camus observaba a lo lejos, él prefería mantener distancia. Su presencia solo aguaría la diversión del peliazul junto con sus amigos. Milo de mil maneras intentó que Aioria y Camus se llevaran bien pero como que fue imposible, Camus era muy cortante y Aioria perdía la paciencia, ignorándolo.


Camus contemplaba a Milo quien estaba afuera, desde una ventana y en eso entra Mu junto al peliaguamarina

-Hola Camus. ¿Qué tal? - preguntó el siempre amable, Mu.

-Hola- dijo cortante y se dirigió al pelirosa.

-Verás, solo para hacerte un chequeo general vendrán dos doctores- comentó.

-y quizás otro enfermero- añadió con seriedad, por que solo estaría de intruso pero era muy celoso de su pareja aparte de terco.

-Bien, creo que mis heridas se están cerrando.- habló con seriedad.

-Hmp- murmuró, afirmando con la cabeza. Le hizo la curación y se retiró dejandolo solo.

Luego Camus va a la biblioteca a leer algún libro. Hace tiempo que leyó todos los libros de la casa, pero tiene la esperanza de encontrar otro nuevo para entretenerse.

Mientras metía su mano en uno de los estantes, sacando libros y revisando si había otro escondido, encontró uno. "Perfecto, ningún libro se me escapa" pensó. Lo abrió para ver de que trataba y era un álbum de fotos.

Buscó una mesa y se sentó en una silla, comenzó a mirar cada foto y ahí estaba Milo de pequeño. También otro muy parecido a Milo que sonreía mucho. "¿Será su hermano?" pensó. Estuvo unos minutos contemplando cada foto y al final solo estaba Milo con una cara seria, ya de adulto. Cerró el álbum y en eso entra Aioria, reconoce de inmediato la tapa el álbum y descubre a Camus con las manos en la masa.

-Si fuera tu, olvidaría a Milo. Si de casualidad se entera que viste eso, no quisiera imaginar que hará. Mínimo, mandarte al quinto infierno- advirtió Aioria.

-Lo dejaré en donde lo encontré- dijo muy serio Camus y se levantó pero Aioria se le pone en frente, impiendiéndole pasar

-Camus, no dejaré que te quedes con Milo- amenazó el león con una mirada nada amistosa. A lo que Camus solo lo mira con frialdad

-¿Te gusta?- preguntó Camus, directo y sin rodeos sin dejarse intimidar por el castaño.

-Ask...- murmuró Aioria y se sonrojó un poco, no creyó que el otro fuera tan sincero.

-Así es, mantén tu distancia con él. Solo traes problemas- habló enseguida.

-No dices nada novedoso, por eso es aburrido conversar contigo. Solo me repites lo que ya sé- fue muy franco el peliaguamarina, pero sin darse cuenta provocó la furia del león. Algo nada positivo por que recibió un golpe de puño en su mejilla izquierda.

-¡Vuélveme a hablar así y te irá peor!- dijo en voz alta muy enojado el castaño y se fue echando humo de su boca(literal). Estaba muy furioso.

Camus se tapó esa zona del golpe con su mano y luego colocó el álbum en su lugar de escondite. Salió de la biblioteca y se dirigió a la cocina. Buscó hielo y un trapo, apenas lo consiguió y fue rápidamente a su cuarto. No quería que Milo lo viera así.

Al día siguiente no quería salir de la habitación y una sirvienta le lleva el desayuno. La mujer pregunta al joven el por que del moretón pero él no responde, aun así ella se ofrece a ayudarle a "tapar el moretón" que quedó lila y con solo tocar la zona le dolía a Camus. Aceptó la ayuda y se dejó maquillar, no tenía opción pero la mujer hizo un excelente trabajo, ni se notaba el polvo en su rostro.

-Veáse al espejo y trate de no sudar o el polvo se correrá- advirtió la mujer. Camus le agredeció y ella se salió del cuarto. El peliaguamarina desayunó allí y después pasó las horas, fue a almorzar con Milo, Mu y Aldebarán sin problemas. Ninguno sospechó del golpe en su cara.

-Es una lástima que Aioria se haya ido antes- se quejó caprichoso Milo y así iniciaba la conversación.

-No parecía sentirse bien- comentó Aldebarán.

-Pero se nota que disfrutó de su compañía al igual que la de Aiorios.- le dijo Mu al peliazul.

-Son buena gente- añadió el pelirosa.

-¿Y tu Camus? Ni fuiste a saludarlos. ¿Te caen tan mal?- preguntó Milo un poco preocupado

-Parecen amables tus amigos pero salir afuera es peligroso. Además, no conozco ni la mitad de sus conversaciones y eso es incómodo- explicó tan frío como siempre y de nuevo silencio. Acabó el almuerzo y a las 15:00 hs en punto, vino la visita médica.

Camus, Milo, Mu y Aldebarán estaban en la sala, la empleada guió a los médicos hasta la sala.

-Hola, buenas tardes- habló uno de ellos.

-Hola, él es Camus y a ellos dos seguro ya los conocen- dijo Milo por Mu y Aldebarán, los médicos asintieron con la cabeza.

-Hola, soy neurocirujano y me llamo Afrodita Andersson pero pueden llamarme Dita- habló el peliceleste de cabellera voluminosa y ondulada.

-Él es Ángelo, enfermero- añadió Dita

-y es mi pareja- advirtió Ángelo señalando con el pulgar al novio.

-Te dije que no era necesario que vinieras- reclamo Dita a Ángelo

-Bah- murmuró y se cruzó de brazos

-Soy Shion Han , doctor cirujano y director del Hospital. Represento a Shura quien no pudo asistir pero me dejó unos papeles de tus resultados cuando te internaron- comentó sonriente el peliverde.

Fue un día largo para Camus, Dita lo revisó un poco por si tuviera alguna secuela nerviosa pero estaba sano de eso. Shion realizó gran parte del trabajo y luego de unas horas se despidieron, llevandose algunas muestras para analizarlas. Por otra parte, Ángelo se la pasó conversando con Mu y Aldebarán, pero se marchó con su pareja.

Notas finales:

Gracias por leer. 


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