Titulo: Sedúceme
Resumen: Después de una odiosa semana de exámenes, Ciel se ve arrastrado a un bar por su amigo Alois, donde por culpa de unas copas de más, demuestra su lado seductor con un moreno de atrayentes ojos escarlata. ¿Será él quien seduce o caerá en las garras de la seducción?
Categoría: Kuroshitsuji
Clasificación: No menores de 16 años
Género: Romance, Erótico.
Advertencias: Lemon.
N° Capítulos: 1 de 17
Por: Haruka Eastwood
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Sedúceme
Capítulo 1: Fue lujuria a primera vista
«Un maldito hijo de puta» maldecía interna y externamente Ciel a su bastardo mejor amigo Alois Trancy, odiando la hora en la que se dejo convencer para ir a un bar a “relajarse”. «Vamos a tomar, te divertirás» le dijo. «Se te quitara lo amargado ya verás» había exclamado alegremente el rubio y con tal de que dejara de joder le siguió hasta aquel lugar.
Había tenido una odiosa semana de exámenes en la preparatoria, ¿a quién carajos se le había ocurrido aplicar los exámenes finales la última semana antes de vacaciones? Tal vez a un loco sin vida social, no es que Phantomhive fuera muy sociable, pero disfrutaba de su tiempo a solas, encerrado en la enorme biblioteca de su mansión, en silencio. Amaba el silencio y los lugares poco concurridos, sin embargo se encontraba ahí en medio de una multitud de hombres con la música a todo volumen.
En un principio rechazo la idea de que fueran a un bar, ya que al tener ambos dieciséis años era evidente que les negarían la entrada a un lugar así. Con lo que no contaba es que su rubio amigo ya lo tenía todo perfectamente preparado, y es que un conocido suyo era el dueño del bar, por lo cual no hubo ningún inconveniente para entrar, Y ahí se encontraba Ciel con cara de aburrimiento en la barra tomando una bebida preparada.
—Vamos Ciel —el rubio hizo un enorme puchero, mientras observaba a su amigo—. Si sigues con esa cara de amargado, no vas a ligar a nadie.
Admitía que necesita distraerse y a nadie le cae mal uno o dos tragos, incluso tal vez se animaría a bailar. Solo había un inconveniente y es que se encontraba en un jodido bar gay. Él no era homofóbico ni nada por el estilo, ya que estaba completamente enterado que su rubio amigo era homosexual y prácticamente a él le valía ya que carecía de importancia, porqué Alois siempre seria su amigo sin importar sus preferencias. Incluso bromeaban entre ellos diciéndose una que otra frase “cariñosa” en público o abrazándose.
Pero Alois era su amigo, por eso es que le permitía sus descarados e incluso vulgares coqueteos, ya que para ellos eso no significaba nada, tan solo pasaban el rato entre risas y bromas, confiado de que lo único que sentía el rubio por él era un cariño fraternal. Pero aquellos hombres que le miraban lascivamente, devorándoselo con la mirada le molestaba e incomodaba, por tres sencillas razones. La primera es que él no era gay y aunque lo fuera solo estaba ahí para distraerse. La segunda y más importante es que ya tenía novia y le quería mucho, si, reconocía que en muchas y muy diversas ocasiones su rubia podría ser latosa e insoportable, aun así le amaba. Y la tercera y más importante no le sería infiel, mucho menos con un hombre.
—Tsk, será mejor que no me fastidies Alois —bufo molesto encarándolo, frunciendo notoriamente el ceño en el acto—. Además, se puede saber ¿por qué diablos me trajiste aquí? —tomo aíre con fastidio—. Yo tengo novia, no voy a ligar a nadie y si lo hiciera no sería un hombre, lo sabes.
El oji azul se levanto y comenzó a andar hacia la salida, dispuesto a irse de aquel lugar de locos, recibiendo en el camino uno que otro piropo que ignoraba olímpicamente, hasta que la mano de Alois se poso sobre su hombro deteniendo su huida.
—Ciel, no pensaras dejarme solo ¿o sí? —los ojos del rubio se clavaron suplicantes en aquellos zafiros que se negaban a ceder ante mirada de cachorro abandonado que le dedicaba.
El azulino cerró los ojos suspirando cansinamente, resignándose a quedarse un poco más, pero que ni creyera que lo hacía para ligar, porque de ser así mataría a ese rubio, por lo que con molestia se dirigió de nueva cuenta a la barra.
…
¿Cuánto tiempo llevaba ahí? Una o tal vez dos horas, tiempo suficiente para estar completamente aburrido y con ganas de matar a cierto rubio, ya que Alois a los veinte minutos se desapareció entre la multitud diciendo que bailaría un poco, pero el maldito ya no había regresado. Incluso perdió la cuenta de todo lo que se había tomado.
Repentinamente su cuerpo quería moverse al son de la música, un capricho que no se negaría. Era evidente que estaba ebrio y algo animado, por lo que se levanto para ir a bailar. Llego al centro de la pista comenzando a moverse con una sensualidad indescriptible, haciendo movimientos lentos y marcados que prácticamente dejaban hipnotizados a los varones de su alrededor que clavaban su lujuriosa mirada sobre el azulino. Inconscientemente Ciel comenzó a arrancar varios suspiros con cada erótico movimiento de su cuerpo, deslizando sus manos por su delgada y apetecible figura, manteniendo una expresión relajada adornada por un diminuto sonrojo consecuencia del alcohol ingerido.
Su cadera se movía al son de la música, embelesando a más de uno con sus movimientos, que le miraban como si quisieran devorarlos, recibiendo una arrogante mirada por parte del azulino. Su cuerpo de tentación y aquel rostro angelical moviéndose en una danza hipnótica que te hacía estar a sus pies. Antes de lo previsto ya se habían alejado de él, formando un circulo a su alrededor para admirarle, hasta que cierto azabache de seductores ojos escarlata le hizo compañía.
Rápidamente sus cuerpos se acoplaron al del contrario siendo controlados por la música, quedando ambos de frente sus miradas se cruzaron, momento en que para ellos los demás dejaron de existir y solo estaban Ciel y aquel misterioso y atractivo moreno, bailando cada vez más sensual, acercando sus cuerpos más al contrario, sintiendo el calor ajeno tan propio.
Los minutos pasaron y ellos seguían bailando, hasta que la música se detuvo por un momento antes de dar inicio a la siguiente canción. Se escucharon los murmullos y aplausos. Con una coquetería ajena a su persona combinado con esa picaresca mirada, Ciel observo al azabache lamiéndose los labios con sensualidad.
Deslizo su dedo índice por el pecho del moreno hasta su barbilla para después posarlo sobre su nariz, sonriendo altivamente al ver como aquel sexy hombre prácticamente babeaba por él. Su ego se incremente en cuestión de segundos, por lo que se despidió de él, con un suave movimiento de mano, para dirigirse nuevamente a la barra, recordando que el inútil de Alois andaba “perdido”.
—¡Guau Ciel! —se dejo escuchar la burlona sonrisa del rubio detrás de él, por lo que volteo rápidamente mirándolo con el ceño fruncido—. No tenía idea de que supieras bailar, por lo que te grave con mi celular.
—Serás idiota —farfullo el azulino, dejando pasar por completo lo que dijo su amigo—. Ya me quiero ir.
—No seas amargado, si hace unos minutos te estabas divirtiendo. Mira te quiero presentar a alguien —fue entonces que Ciel noto las dos presencias que permanecían atrás de Alois—. El es Claude —señalo a un moreno de gafas con atrayentes ojos color ámbar—. Y él es Sebastián, hermano de Claude… pero creo que ustedes dos ya se conocieron.
—No tanto como quisiera —sonrío Sebastián clavando su mirada escarlata en aquellos hermosos zafiros. A paso felino se acerco hasta el menor, y con descaro lamio el lóbulo de su oreja a lo que Ciel no opuso resistencia—. ¿Me dejaras conocerte?...
—Ya veremos —respondió con altanería.
En un principio solo fue lujuria a primera vista, pero tal vez se convertiría en algo más en un futuro no muy lejano… aquel solo era el principio de todo.
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Continuará