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Un poco de navidad por Destroy_Rei

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Notas del capitulo:

Woooooo, estuve como 100 años sin subir fics, digamos que esto es un pequeño regalo de navidad, ¡A leer~!

 

 

Las calles llenas de parejas caminando bajo la suave nieve de los principios de invierno se movía tras los cristales del Hyundai Tucson. Minho suspiró, cabreado, mientras su madre se arreglaba el maquillaje, y su padre conducía por las calles tranquilamente. Él planeaba pasar navidad junto a sus amigos comiendo pollo y jugando videojuegos, no en una extraña y aburrida cena en la casa de una extraña familia cristiana, en Corea nadie celebraba la navidad como en Home Alone o en Los Simpsons, la gente normal salía con sus novios y los solteros –como él- se juntaban con sus amigos, ¿Por qué tenían que ir a una extraña cena formal a comer pavo afuera de la ciudad?

 

-       Mi amiga viene de Nueva York, te lo he repetido cien veces Minho, vamos a acompañarlos este año porque es primera vez en mucho tiempo que vuelve con su familia a Corea y quiere una cena como en estados unidos, ¿esta bien? – explicó su madre ya cabreada, mirándole con el ceño fruncido en el espejo retrovisor

-       Pero por qué tenemos que quedarnos a dormir y por qué tengo que ir yo también – se quejó, hundiéndose en el sofá como un niño berrinchudo, aún cuando ya tenía 17 años, una par de años menos que su hermano mayor, quien logró zafar de esa terrible travesía por ir con su novia a cenar

-       Porque si, yo lo digo – habló con autoridad – además, lo pasaremos bien, intercambiaremos regalos y además, habrá un chico de tu edad, podrían ser amigos

-       ¿Ser amigos? Ni que fuéramos críos – Bufó

 

Miró por la ventana, sin quitar la expresión de molestia, había tenido que levantarse, vestirse correctamente, perfumarse entero, ¿Qué era eso? ¿Una cena con la presidenta? Lo único esperaba, era que el tal chico de su edad estuviera bueno. Sonrió ante el pensamiento, así al menos no se aburriría.

 

Choi Minho era el segundo hijo de los Choi, una familia normal, su padre tenía un buen puesto en la gerencia de una empresa de exportación, no eran asquerosamente millonarios pero podían vivir tranquilos con una economía estable en el hogar. Cuando sus padres empezaron a notar que su hijo más pequeño tardaba demasiado en llevar novias a la casa, intentaron llevarlo al psicólogo para entender que estaba mal, pero realmente no había nada malo, su hijo simplemente no tenia interés en las chicas. El matrimonio Choi prefirió no entrometerse en lo que fuera que pasara por la cabeza del muchacho, al fin y al cabo, el tiempo podría curar su extraña enfermedad, aunque el menor sabia que no era una enfermedad ni algo pasajero.

 

Pararon en una pastelería del centro de la ciudad, y compraron pasteles, dulces, golosinas y chocolates. El adolescente no entendía por qué estaban comprando tanto si se suponía que iban a cenar con una familia compuesta por un matrimonio y su único hijo. Tuvo que esperar todavía una hora más para que recién llegaran a su destino.

 

Miró curioso tras la ventana, mientras escuchaba Up all night de Beenzino, una casa hermosa de diseño clásico a las afueras de la ciudad. Minho esperaba un departamento en los altos cielos como los que siempre visitaba cuando se trataba de ir a ver a amigos de sus padres, pero esto era diferente, era una casa espaciosa de decoración minuciosamente cuidada. Tenían un árbol decorado fuera de la casa y estaba lleno de adornos de Santa Claus, hombres de nieve y saludos navideños, era como una casa comercial en pleno diciembre.

 

Mientras bajaban las compras, las maletas y los regalos que habían comprado para la familia, una mujer de unos cuarenta años salió de la casa a recibirlos. Era una señora muy guapa de cabello castaño peinado elegantemente y ropa pulcramente arreglada, se dio un abrazo cariñoso con la madre del alto joven, quien tomaba entre sus brazos pesadas bolsas de regalos.

 

-       ¡Tú debes ser Minho! – exclamó feliz, corriendo a abrazarle - ¡Que grande estas!

-       La ultima vez que te envié una fotografía, tenia 10 años, ¿no? – sonrió la madre de Minho, mirando orgullosa a su hijo

-       ¡Eres muy guapo! – sonrió feliz

-       Gracias – dijo él sonriendo divertido

-       Vamos a la casa, esta haciendo mucho frío – dijo la señora, invitándoles a pasar.

 

La casa por dentro era aún más impresionante, estaba toda decorada de navidad y Minho estaba completamente sorprendido y entusiasmado, jamás había visto algo así, era como una película, una casa sacada de la televisión. El esposo era un caballero igualmente bien vestido y de sonrisa amable, se había quedado con su padre hablando sobre futbol en el sofá, mientras esperaban al hijo de los Kim.

 

-       Voy a ir a buscar a Kibum – dijo la señora, mirando hacia la escalera con el ceño fruncido – suele tomar mucho tiempo en arreglarse.

 

Pero no fue necesario, antes de que terminara de hablar, un esbelto chico bajó por la escalera sonriente. Minho sintió que se le secaba la garganta y el corazón le latía tan fuerte que iba a tener un ataque.

 

Era un chico hermoso.

 

Traía el cabello negro, su piel blanca era perfecta sin ningún tipo de imperfección, sus ojos oscuros tenían la linda forma de los de un gato y sus labios acorazonados estaban sonrosados. Era una delicia. El alto agradeció haber acompañado a sus padres cuando el chico se volteo a saludar a su madre y pudo deleitarse con la curvatura de su trasero y sus piernas envueltas en un jean azul claro ajustado.

 

-       Hola, mucho gusto – le saludó con una pequeña reverencia y unos modales excelentes

-       Hola – saludó el alto de vuelta sonriendo con picardía, no podía evitarlo, no era su culpa que el hijo de los Kim fuera tan hermoso

-       Mi nombre es Kibum – dijo con suavidad, dándole una pequeña sonrisa

-       Mi nombre es Minho – susurró embelesado por ese chiquillo de facciones gatunas

 

El resto de la tarde transcurrió en conversaciones triviales, sobre los viajes, el clima, la salud y todas esas cosas que a las madres parecía encantarles conversar. Minho no podía apartar sus ojos castaños de los oscuros y gatunos del chico que sonreía amable a cada cosa que decía su madre. Era precioso. El alto sentía unas ganas terribles de ir y tomarle de la mano, de apartarlo de todo y que las conversaciones solo se centraran en él, solo con él. Kibum era la perfecta mezcla entre las facciones coreanas y un estilo americano, desde el punto de tejido de su sweater a la forma en que doblaba sus jeans. Su sonrisa es tan hermosa. El brillo de sus ojos es magnético. El más joven de los Choi solo quería raptarlo y llevárselo para que solo fuera suyo.

 

Luego tuvieron una cena navideña con pavo y muchas ensaladas, fue extraño, pero lo más extraño, fue cuando los Kim guardaron silencio y empezaron a orar. Minho estaba completamente descolocado con aquello, mientras la familia daba gracias al señor por tener comida, por estar juntos y un montón de cosas religiosas que los hacían casi llorar sobre sus platos. La cena luego transcurrió tranquila, con copas de vino dulce y coca cola.

 

-       Acá en Corea la navidad es completamente diferente – dijo Minho mirando cómo el muchacho de ojos felinos masticaba el pavo con gracia

-       ¿De verdad? – preguntó sorprendido Kibum, dejando sus cubiertos a un lado

-       Si… - empezó, mirando los adornos de galleta en las servilletas – este tipo de cenas solo se ve en la televisión…

-       ¿Cómo celebran navidad en Corea? – inquirió inocentemente

-       Si quieres puedo mostrarte… - empezó tentativamente, antes de que su padre le hiciera callar con un brindis

-       ¡Brindemos por nuestras familias!

 

Minho se cubrió el rostro con vergüenza, nuevamente su padre se pasaba de copas, y como si no fuera poco, le había cortado el juego con Kibum.

 

El menor de los Kim se ofreció a lavar la loza luego de la cena, sus padres asintieron felices, mientras se sentaban a conversar y beber café en la sala de estar. Minho se quedó sentado, aburrido, viendo por kakao las fotos que sus amigos le enviaban de sus locuras de ebrios. Volvió nuevamente a lamentarse por haber tenido que pasar la navidad junto a una familia cristiana, cuando su madre le interrumpió llamándole desde el otro sofá.

 

-       ¿Puedes ayudar a Kibum en la cocina? – hablo intentando camuflar la orden como una petición, haciendo al adolescente asentir derrotado. El alto guardó el móvil en su bolsillo y fue con paso cansado hacia la cocina.

 

El muchacho de ojos felinos estaba ensimismado fregando los platos y era aún más hermoso, con el sweater húmedo y la expresión concentrada,  Minho pensó que no podía ser de este mundo alguien tan perfecto, y se acercó con cuidado para no asustarlo.

 

-       ¿Puedo ayudarte? – ofreció suavemente, aferrándose a sus delgadas caderas

-       M-Minho – sonrió Kibum, removiéndose un poco incómodo – ya voy a acabar…

-       Quería hacer un acercamiento más fuerte, pero – se abrazó a su cuerpo envolviéndolo en sus brazos, apoyando su mejilla derecha en la suavidad de la espalda del más bajo – no puedo, me gustas…

-       ¿Cómo voy a gustarte? – intentó apartarse avergonzado

-       Eres hermoso… - susurró acercándose a su rostro, tomándolo suavemente por el mentón para besarlo.

 

Kibum suspiró dentro del beso, dejando de lado la loza para abrazarse al cuello del alto. Su boca era más dulce incluso de lo que lucía, era el manjar para rico del mundo entero, Minho lo estrechó más fuerte, arrinconándolo más brusco contra el lava plato, intentando fundirse en la caricia, degustando su boca como si fuera lo único que realmente necesitara para vivir.

 

-       Había escuchado… - sonrió el más bajo cuando se apartaron - … que los coreanos eran mucho más reservados

-       No siempre – dijo con suavidad, casi sobre la boca del otro, acariciándolo suavemente por sobre el sweater - ¿Aún quieres saber cómo celebramos la navidad acá en Corea?

-       ¿Tiene algo que ver con esto? – inquirió sonriendo con coquetería

-       ¿Te gustaría que así fuera?

-       ¡Mamá vamos a subir a dormir! – gritó sonriendo sugestivamente, cogiendo al alto por el brazo para guiarlo escaleras arriba.

 

El cuarto de Kibum era enorme, estaba perfectamente decorado en un estilo simple y limpio. Su cama era grande y estaba llena de pequeño y suaves cojines, que recibieron al alto moreno cuando el dueño de casa lo empujo para subirse sobre su cuerpo.

 

-       Los cristianos también saben cómo divertirse eh – rió el alto contra el cuello esbelto de Kim, quién suspiraba contento animándole a seguir

-       Solo un poco – se quejó, desordenándole el cabello

-       ¿Sólo un poco? – preguntó divertido, levantándole el sweater

-       Si, no quiero ser un niño tan malo en navidad – se quejó haciendo un pequeño puchero.

-       Eres un niño bueno Kibumi – sonrió, besando su ombligo y todo su estómago plano.

 

El más bajo jadeó cuando los pulgares del moreno repasaron suavemente su pene por sobre el jean. Se arqueó avergonzado, recibiendo un beso en la boca de parte del otro, quién aprovechó su distracción para bajarle la cremallera. Minho se apartó, bajándose los pantalones propio de un tirón, mientras el otro intentaba recuperar la compostura sentado sobre sus piernas.

 

Kibum era hermoso jadeante, sonrojado, con el jeans a medio bajar. La erección liberada se erguía preciosa frente a los ojos lujuriosos del moreno, quién no pudo resistirse y empezó a acariciarlo lentamente mientras le tomaba la mano para invitarle a hacer lo mismo con su dolorosa erección.

 

-       Minho, solo un poco – gimió, aumentando el movimiento

-       Si… solo un poco…. – dejó que la mano que aferraba las hermosas caderas resbalara un poco, masajeando una de las redondas nalgas

-       Minho…. – habló quejumbroso, apoyando su mano libre en los hombros anchos

-       Eres hermoso – jadeó el alto sin apartar la mirada del rostro del pelingro que se contraía en el placer

-       Me voy a correr – se quejó, encogiéndose de hombros con fuerza

-       Feliz Navidad, hermoso Kibum – suspiró, sintiendo cómo llegaba al limite.

 

El más bajo se derrumbó sobre su cuerpo, cuando terminó eyaculando en la mano cálida y gran del otro, aceleró el agarre en el pene que palpitaba bajo su palma y escuchó apena el gruñido del moreno antes de que le manchara con su semen cálido. El alto se desplomó cansado, abrazándolo por la cintura para acomodarlo sobre su pecho.

 

-       Me manché la camiseta – suspiró el pelinegro, besándole los labios con pereza

-       Si, pero ha valido la pena, ¿no? – sonrió, apretándolo un poco más sobre si

-       Un poco…

-       Bueno, el próximo año será mejor…

-       ¿El próximo año? – se apartó Kibum mirándolo confundido

-       ¿No quieres pasar otra navidad conmigo? – preguntó con un puchero, ganando otro beso de esos labios ricos

-       No quiere esperar un año – frunció el ceño, volviendo a besarlo – quiero avanzar un poco más mañana, y pasado mañana y así….

-       Podemos avanzar todo lo que quieras Bumi – suspiró contento, acariciando la espalda suave y desnuda del más bajo

-       Quiero una navidad coreana todos los días – rió volviendo a besarlo, ahora con un poco de lengua.

 

Minho agradeció como los Kim lo habían hecho en la cena, esa había sido la mejor navidad de su vida, con el regalo más bonito del universo.

 

Notas finales:

Holaaaa

Este ultimo tiempo no he tenido nada de espacios libres en mis horarios :( aun si termine el año de universidad hace unas pocas semanas, he perdido los días libres en tramites y basuras :'(

Espero que les haya gustado, aunque es pequeño y no es tan bacán ni tan mi estilo, pero bueno~

Tengan buenas fiestas :D coman mucho y diviertanse :')

Saludos!


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