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THILBO. por Eli97

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Notas del fanfic:

Este Fanfiction esta ambientado después de los hechos sucedidos en El Hobbit. Durante la narración, se encontrarán con algunas inconsistencias respecto a detalles de la historia original, ya que he tenido que hacer modificaciones de suma importancia sin las cuáles la esencia de la historia que quiero contar, no lograria captarse. Una por ejemplo, y también la más notable, es que Thorin Escudo de Roble sigue vivo. 

También se toparan con pequeñas alteraciones respecto a la historia general de la Tierra Media, y tambien en la historia de los enanos, como sus costumbres, la forma en que esta organizado el reino de los enanos. 

Elementos importantisimos en esta historia, son invenciones y creaciones originales basadas en la cosmologia de Tolkien. 

IMPORTANTE: 

A partir de 14 de Junio de 2019, este fanfiction esta siendo publicado en mi cuenta de Wattpad @EliRGarcía97 con correcciones y modificaciones desde el capitulo 1. 

https://www.wattpad.com/story/190841123-thilbo

 

Notas del capitulo:

Hola, este es el primer capitulo de este fanfiction. Antes de comenzar a leerlo debo hacer ciertas aclaraciones:

En este Fanfiction, cambio el hecho de Thorin, Kili, y Fili hayan muerto en la batalla de los cinco ejercitos, los detalles de como sobrevivieron se iran explicando a lo largo de la historia.

Los personajes, Terot, Artoc, Danief, y otros personajes son inventados, es decir que no existen en ninguno de los libros de Tolkien.

1

UN ENANO EN BOLSÓN CERRADO

 

Bilbo Bolsón, sentado en su sofá favorito y sosteniendo con ambas manos una taza humeante de té de limón, contemplaba el atardecer que cubría con sus colores anaranjados el cielo de la Comarca. Las nubes se habían formado en rollos blancos que se movían lento hacía el este, impulsados por la brisa tranquila que corría allá arriba. Esa misma brisa hacía izar las ropas tendidas en los tendederos, como banderas proclamando identidad.

Desde el sofá y ayudado por la altura que tenía Bolsón Cerrado, Bilbo podía ver todo: a los hobbits ocupados en sus jardines frondosos, caminando por las verdes veredas hacia quien sabe dónde, a los niños jugando a atraparse unos a otros soltando risitas y gritos divertidos y a las señoras rechonchas lavando afuera los trastos sucios de la comida. Las chimeneas rojas que sobresalían de los techos de pasto de las casas comenzaban a escupir los primeros humos de la cena y la luna podía verse con más claridad desde su puesto, como ahuyentando al sol conforme más nítida se volvía. En el horizonte, tímido, sonrojando al mundo con sus besos de luz, se iba ocultando el sol, dándole su lugar a la luna.

La Comarca seguía siendo la misma comarca tranquila de cuando era niño, los mismos olores y colores, las mismas personas y modas, era un lugar atrapado en el tiempo, sumergido en una paz permanente.  Cualquiera podría decir, que un hobbit al madurar se adaptaba a esa tranquilidad y se enamoraba de ella, pero por alguna razón Bilbo ya no lo sentía de la misma manera. Cada vez que miraba a su alrededor y trataba de sentirse en su hogar de nuevo, aquel enorme palacio esmeralda volvían a aparecer en sus pensamientos esos pasillos solitarios, salones amplios y monumentales estatuas. Las imágenes de la inmensidad de aquel reino perdido, volvían a su cabeza una y otra vez; el brillante tesoro, el imponente trono de la sala del Rey, el enano sentado en él… su mirada, su voz.

El mediano agitó la cabeza y se reclinó hacia atrás para mirar el cuadro colgado en la pared. Ningún dibujo o narración podría describir lo que era realmente ver en persona la montaña solitaria ni lo que había sido enfrentarse al colosal dragón Smaug. ¿Qué tanto habría cambiado Erebor ahora que Thorin Escudo de Roble, había regresado a reclamar su derecho al trono y lo había tomado? Era algo que Bilbo se preguntaba casi todos los días.

Apartó la mirada del cuadro y regresó a la panorámica de la Comarca, lanzó un suspiro nostálgico al aire <<No es lo mismo>> Pensó <<Bolsón Cerrado no es la montaña…. Pero sigue siendo mi hogar. >>   Sorbió el último trago de té de limón y dejó que el calor y el sabor cítrico le refrescara la garganta. Decidió olvidarse de nuevo de la idea de Erebor y comenzó a pensar en su día. Los dedos le seguían doliendo del trabajo en el jardín, escavar, remover tierra, empujar blocks y sembrar, podía llegar a ser pesado. Se había pinchado los dedos un par de veces mientras remendaba un par de sacos de seda que hacia tiempo no usaba. El techo también había requerido mantenimiento, las hojas secas habían invadido la superficie y comenzaban a despedir olor a humedad, un buen rastrillo fue suficiente para deshacerse de la molestia.

No había tenido tiempo de dedicarse a la casa desde que Jeylin Darson le pidió ayuda para organizar su festejo de nombramiento, lo cual había sido terriblemente agotador. Organizar una fiesta en Hobbiton era organizar un evento comunitario; todos, absolutamente todos, asistían, si no por invitación directa, si por chismorreo.

Convencer al señor Lautriner de preparar cuarenta arreglos florales tan fuera de temporada había sido una misión imposible, y hacer que los Maulson accedieran a cocinar todos los platillos que Jeylin sugería, había sido aún más imposible. Al final, la fiesta de Jeylin fue todo un éxito, tanto que la orquesta comunitaria se ofreció a tocar gratis a la media noche.

Sobre todo, cuando se supo que él mismo había sido el padrino de la celebración, nadie se quiso perder tal ocasión. Bilbo Bolsón, el mismísimo Bilbo Bolsón se había encargado de la fiesta de Jeylin Darson, era algo que no se podían perder.

No solo él había cambiado después del viaje a Erebor. La Comarca se conmocionó cuando vio su retorno, lo habían creído muerto y cuando regresó, Bilbo se encontró con la desagradable sorpresa de que sus tíos lejanos habían organizado una estúpida subasta de Bolsón Cerrado, habían forzado la cerradura de la entrada y habían sacado todas sus valiosas pertenencias al jardín frontal, habían aplastado las margaritas, y hecho trozos los rosales. Pero peor que nada, la prima Lobelia ya se había apoderado de las cubertería y las vajillas.

Los Sacobilla Bolsón eran la parte más despreciable de su familia, aves rapaces que siempre habían soñado con apoderarse de los territorios que a sus ancestros les había costado años construir. Que gran satisfacción le dio a Bilbo ver el rostro del primo Selmure cuando le arrebató las escrituras de sus rechonchas y grasosas manos, mientras el gordo lo miraba empalidecido como si hubiera visto un fantasma.

Por toda la región se esparcía la fantástica historia de como Bilbo Bolsón había vencido un dragón y regresado con vida. Los pequeños eran los más propensos a sorprenderse, le gustaba contar la historia cuando lo sorprendían regando su jardín. Los adultos podían tener reacciones diferentes, algunos lo miraban con admiración y otros con recelo. A Bilbo no le importaban ellos, pero desde que la Comarca se había enterado de su viaje, él se había convertido en toda una personalidad, e irremediablemente también había hecho muchos nuevos amigos.

Cosa que a Bilbo no le gustaba tanto como a cualquier otro hobbit normal. Le agradaba recibir visitas pero no con la frecuencia con que las recibió los primeros meses después de su regreso. Con Jeylin había sido diferente, a ella la conocía desde pequeño, y ella conocía perfectamente lo que Bilbo pensaba de las compañías indeseadas. Por eso mismo, y porque Jeylin respetaba su espacio, había decidido ayudarla para su fiesta, además de que ella le había ayudado a regresar todas las cosas subastadas de Bolsón Cerrado; ya era hora de regresarle el favor.

Había sido un gran alivio para Bilbo deshacerse de la organización de la fiesta de Jeylin. Aunque había disfrutado hacerse cargo, dejó de agradarle cuando comenzó a correrse el rumor de que Bilbo y Jeylin se gustaban y que Bilbo tenía planeado declararse en la cena. Cuando Otto Budler se lo contó, Bilbo se había puesto tan rojo que su amigo creyó que explotaría. Había considerado insultante y atrevido que la comunidad llegara a conclusiones tan estúpidas. Pero no podía culparlos, no tenían muchas otras cosas interesantes en sus vidas que fijarse en lo que hacían los vecinos. Así que decidió no tomar cartas en el asunto, y disfrutar de la fiesta como un premio por su esfuerzo; su postre había sido la decepción de todos cuando en la cena, no sucedió nada.

En eso pensaba cuando llegó a sus oídos el eco de un sonido mecánico, devuelta en su sofá y el té de limón a un lado. Se reclinó de nuevo hacia atrás para mirar el reloj de péndulo que vigilaba con su cuerpo de madera desde el corredor, como un centinela, recordándole que la hora de preparar la cena se estaba aproximando. Dejó la taza en la mesita que había a un lado y se incorporó.

—Bueno, ahí voy — Le contestó a la mirada insistente del reloj y  se dirigió hacia la cocina. Se detuvo un momento frente a la pared donde estaba colgado el mapa de la Montaña Solitaria custodiada por Smaug desde las alturas.

Prendió fuego a la chimenea con el ultimo conjunto de leña que le quedaba y comenzó a sacar los ingredientes para preparar una deliciosa trucha rellena con verduras. La tetera seguía en las rejillas que había sobre la lumbre y comenzó a chillar como recordándole que estaba presente, con un trapo la retiró y la puso en la bardita. Fue a su bodega en busca de las verduras que necesitaría y de pura suerte las encontró, pues reparó en que las repisas de madera antes rebosantes ahora estaban vacías, ¿Hacia cuanto que no iba abastecerse al mercado?, de igual forma era demasiado tarde, la trompeta ya había sonado desde hacía rato y los mercaderes ya habrían cerrado las tiendas

Regresó a la cocina, dio un profundo respiro y cual alquimista experto que comienza con el proceso de un antiquísimo ritual empezó a combinar sabores, picar verduras, preparar salsas, quitar las tripas del pez para luego atiborrarlo de patatas, tomates, cebollas, lechugas y aderezos.

Recién había colocado el pez en el sartén caliente, cuando escuchó un golpeteo en la puerta principal. Bilbo quedó inmóvil aguzando el oído, dudando de que lo hubiera escuchado de verdad y no hubiera sido un producto de su imaginación. Esperó un momento y cuando creyó que no lo oiría más, nuevamente alguien volvió a llamar a la puerta.

     —Pero que insensatez – Murmuró Bilbo para sí mismo dejando la sartén en las rejillas calientes, esperó una vez más con los puños en las caderas, para ver si quien fuera que estuviera allá afuera se rendía y se marchaba. Apostaba que era alguno de los Marlron, se esforzaban mucho para agradarle, pero Bilbo había creído ser muy claro con ellos respecto a eso. Se la pasaban molestándolo todo el tiempo, pero solo eran unos interesados, si eran ellos, se rendirían fácil, pero el visitante seguía ahí y volvió a tocar a la puerta.

No parecía insistente, más bien tonto, no se daba cuenta de que estaba molestando. Esperó de nuevo, en silencio, y la visita volvió a llamar. No eran los Marlron, el ritmo era distinto.  Miró con una mueca el pescado que apenas comenzaba a coserse, se meció dejando los talones en el aire, dudando y se encaminó al recibidor, farfullando.

 — Que grosería es ésa de molestar a esta hora – Se quejó el mediano en voz alta mientras caminaba hacia la puerta, con toda la intención de que el visitante lo escuchara— ¿Quién es? — Gritó —... Es hora de la cena. Cualquier asunto relacionado con la fiesta de Jeylin Darson ya no es vigente, la fiesta fue hace tres noches.

Cuando llegó a la entrada, se inclinó hacia la puerta y acercó el oído con el entrecejo fruncido, no escuchó nada más que el cantar de los pájaros afuera, sin embargo, en el resquicio del suelo se veía claramente la sombra de una persona, se asomó por las ventanillas de los costados, pero solo logró divisar una figura distorsionada por los adornos del cristal.

  —No estoy al tanto de las tradiciones y horarios de los hobbits – Dijo el visitante desde afuera. Los ojos de Bilbo se abrieron como pelotas al reconocerla. Era como escuchar de nuevo una melodía que hacía tiempo solo reproducías en tu cabeza.

El mediano se quedó pasmado, tomó el manojo de la puerta y la atrajo hacia él para que pudiera abrirse. Parado en la entrada, un poco más alto, estaba un enano de melena y barbas negras, una nariz recta y ojos profundos. Llevaba los hombros cubiertos por una gran saco verde olivo desabrochado, con el cuello forrado en piel de oso. Thorin Escudo de Roble esbozó una amplia sonrisa al ver a Bilbo Bolsón al otro lado de la entrada, con una expresión de sorpresa.

  —Thorin— Balbuceó Bilbo, sorprendido y sin dar crédito a lo que veía.

—Bilbo— Contestó el enano antes de abalanzarse sobre él para rodearlo entre sus brazos. Bilbo permaneció rígido unos segundos, más por la sorpresa de tenerlo ahí, de nuevo, en su casa; esperaba que el enano le ofreciera la mano seguido de un saludo formal, pero al sentir el aroma de Thorin, no pudo contenerse y lo estrechó también con la misma calidez que él.

  — ¿Q-q-qué estás haciendo aquí?— Tartamudeó — ¿Vienes con la compañía?

Bilbo aún abrazado al enano escudriñó con los ojos la entrada tratando de encontrar a alguien más, pero no había nadie más que él. Thorin se separó de Bilbo tomando con ambas manos sus hombros y negó con la cabeza.

   —He venido yo solo — Thorin seguía sonriendo y miraba a Bilbo con gran alegría. Al hobbit le parecía fantástico y repentino que Thorin hubiera viajado desde tan lejos solo para visitarlo, pero era extraño. El rey de Erebor, con todas las obligaciones que tenía, venía completamente solo, a visitar a un hobbit sin importancia. Bilbo miró extrañado al enano, pero entonces tal pensamiento no le importó. Si él estaba ahí con esa alegría, era porque todo estaba bien, ya se enteraría más tarde.

 —Por favor, Thorin, pasa — Bilbo se hizo a un lado y permitió que el rey enano entrara — Haz venido de tan lejos, seguro que has pasado frio.

Thorin obedeció y se adentró en Bolsón Cerrado, por primera vez desde que Gandalf los había reunido ahí hacia tanto tiempo. Bilbo lo recordaba claramente, como si no hubiera pasado ni un solo día.

El enano se quitó el saco olivo de los hombros y Bilbo rápidamente la tomó para colgarla en un perchero que había en la pared. Como alguien que se acababa de levantar, el rey estiró los brazos en el aire haciéndose tronar las vértebras de la espalda, antes volverse hacia Bilbo como para decirle algo.

Desde la cocina llegó el sonido de algo que se quemaba, un chisporroteo. Era el pescado que con gran descuido había dejado en el sartén hirviendo. Bilbo se volvió comprendiendo el origen del sonido y dio un gritito.

   —Es la cena —Le dijo al tiempo que salía como una flecha hacia la cocina.

Thorin se quedó solo y comenzó a rodear con la mirada aquella casa tapizada de madera, e iluminada por las lámparas de aceite dispuestas por los pasillos y las habitaciones. Volver a ver todos aquellos adornos y muebles le hacía recordar como si hubiera sido el día anterior, la primera vez que había llegado a aquel lugar. Pudo recordar la sensación de festejo que percibió aquella noche en que vio a aquellos que lealmente habían llegado para responder a su llamado, y también, la primera vez que vio a Bilbo Bolsón.

 Caminó hacia la sala de estar que estaba junto a la puerta, tenía una chimenea en la pared extrema que miraba hacia una ventana circular donde había también un sofá y una mesa atiborrada de papeles, pergaminos y libros. Entonces vio, colgado en una pared, el mapa que le había ayudado a recuperar Erebor resguardado por un hermoso marco de madera barnizada. Llegaba a él el sonido de Bilbo manejando cubiertos, platos y una sartén. Se acercó al cuadro y no pudo evitar esbozar una sonrisa, tocó con las yemas de los dedos el cristal frio para seguir con los dedos las líneas que dibujaban la Montaña Solitaria. Recordó cuando se lo dio a Bilbo para que éste, con el rostro afligido porque ya era hora de partir a su hogar, lo conservara como un recuerdo de su aventura. Bilbo apareció por una entrada de acceso junto a la chimenea y alcanzó a ver a Thorin, mirando y tocando con melancolía el cuadro del mapa.

     —Cada vez que lo miro los recuerdo vienen como torbellinos— Confesó Bilbo, Thorin se volvió hacia el sonriéndole, Bilbo le correspondió el gesto mientras se limpiaba las manos con un trapo pues se las había manchado de aderezo.

        —Lo guardaste muy bien, eso veo — Dijo el enano acomodándose un mechón rebelde de cabello detrás de la oreja. El mediano asintió enérgicamente dejando los tobillos en el aire.

    —Estaba preparando la cena — Informó, los ojillos de Thorin se iluminaron – Debes estar hambriento.

 —Lo estoy — Confirmó antes de que ambos se encaminaran a la cocina y Thorin se alegrara al ver que Bilbo había puesto sobre la mesa un par de platos con sus respectivos cubiertos.

El pescado había quedado delicioso. Bilbo no supo si la llegada de Thorin había tenido que ver con la pasión que le había puesto en el asado, pero definitivamente la cena tenía un sabor diferente. Y Fue aún más gratificante ver como el enano la degustaba con total placer, como si no hubiera comido cosa igual antes. Estaba sentado al otro lado de la mesa, y el hobbit tuvo oportunidad de contemplarlo a detalle. No había cambiado mucho, después de los años que habían pasado, seguía teniendo el mismo peinado, pero su cabellera lucia algunos cabellos blancos más, y las ojeras debajo de sus ojos parecían haber aumentado ligeramente.

Si bien, era el mismo Thorin, había algo distinto en él, suponía que ser rey era muy diferente a ser un guerrero o solo un príncipe heredero, las responsabilidades debían ser inmensas. Pensar en eso, le recordó a Bilbo la realidad y la extraña circunstancia por la cuál Thorin se encontraba ahí, sentado en su mesa, a millas de distancia de su reino, del cual debía estar haciendo cargo.  

Bilbo tragó el pedazo de pescado que había estado masticando, y decidió no tener más dudas.

—Thorin — Dijo, el enano interrumpió su atención del plato y miró a Bilbo — Puedo preguntar ¿Porqué has venido de tan lejos? —Thorin lo miró y Bilbo se apresuró a decir — No es que no me agrade tu visita, adoro las visitas, no sabes lo feliz que estoy que estés aquí…pero al mismo tiempo me intriga…

   —¿Te disgusta que esté aquí?— Espetó Thorin. Realmente no estaba molesto, simplemente lo había dicho para ver cuál era la reacción del mediano, y al ver como se le ponía el rostro rojo abriendo los ojos como de búho, se sintió internamente divertido.

— ¡No! – Exclamó Bilbo rápidamente, alarmado— Por supuesto que no, por favor no pienses eso.

  —Bien— Espetó Thorin de repente, actuando— Me alegro de que no sea así.

Bilbo quedó desconcertado, hubo unos momentos de silencio, hasta a Bilbo se le había olvidado de comer, permanecía sentado con las manos entrelazadas sobre la mesa, mirando a Thorin devorar el pescado. Si Thorin no quería decirle sus verdaderas razones, podría sacarle la información sutilmente.

   —Y… ¿Cómo está la compañía, Thorin? ¿Qué ha sido de ellos? — Aquel podía ser un inicio, anque Bilbo, genuinamente, tenía curiosidad de saber cómo se encontraban los demás: Fili, Kili, Oin, Gloin, Bifur, Bofur, Balin, y todos los demás.

      —Están muy bien – Respondió Thorin sin apartar la atención del platillo – Fili y Kili  tienen muchas responsabilidades, son los herederos del trono y tienen que aprender… — Hizo una pausa para tragar –Balin es el jefe de moneda, Ori le ayuda porque le han reprendido que debe dejar esa maña de querer pelear con todos…. Dwalin ya se lo ha dicho y ha prometido vigilarlo para que no se meta en más líos, pero Kili es quien siempre insta a Ori pelear y el muchacho, que tiene unos instintos de guerrero incalmables siempre está dispuesto…ya he hablado con Fili para que también él se encargue de Kili, espero que tome su papel de hermano mayor y ponga riendas en mi sobrino, le pedí a Dis, mi hermana, que también vigile  Fili.

      —No sabía… que tenías una hermana – Bilbo estaba sorprendido, jamás hubiera imaginado que Thorin pudiera tener alguna familia, siempre se lo había imaginado solo, por alguna razón, imaginó a la hermana de Thorin exactamente igual a él, con barba y cuerpo de hombre, pero con vestido.

Thorin, ignorante del pensamiento divertido que invadía la mente de Bilbo, asintió.

      —Sí, se llama Dis, es una de las pocas mujeres enanas que ha habido, es la madre de Fili y Kili… ella… de hecho solo la segunda mujer enana que he conocido.

Aquello a Bilbo le apreció extremadamente curioso. Era verdad, Bilbo no había sabido nunca de la existencia de alguna enana hasta ahora, y en sus viajes tampoco se les había mencionado, ni siquiera cuando el primo de Thorin, Dáin llevó a su ejercito, Bilbo tuvo la oportunidad de ver a alguna.

  — ¿Cómo es que nacen los enanos si casi nunca ha habido mujeres enanas? – Inquirió Bilbo, pensando en la madre de Thorin, sabía quién había sido su padre, Thrain II, pero jamás había escuchado de su madre, o de la del resto de la compañía, hasta ahora que por primera vez había escuchado hablar de Dis, sin embargo, reparó en que a Thorin las mejillas se le habían ruborizado indiscretamente, temió que fuera algún secreto de raza. Pero Thorin pareció, en lugar de molesto u ofendido, nervioso, miro a Bilbo con sus ojillos castaños bien abiertos y luego, con comida en la boca, bajo la mirada al pescado.

       —Emmm… creo que es un tema que se puede hablar después — Soltó dos tosidos incomodos sin que el rubor se difuminara de sus mejillas distribuyendo el movimiento de sus ojos hacia el mediano, luego a su platillo para después volver a mirar a Bilbo.

   —Oh, de acuerdo – Sonrió el hobbit y decidió no volver a preguntar sobre el tema aunque ardía de curiosidad por saber más acerca de Dis. Se limitó a terminar su pescado, mientras se preguntaba la razón por la cual, si eran hermanos, no había ella acompañado a Thorin en su misión de recuperar Erebor, o porque él jamás había hablado de ella, ni Fili ni Kili la habían mencionado, solo aquella vez en que había escuchado a Kili contarle a Tauriel, la elfa silvana sobre la promesa que había hecho a su madre era lo que simbolizaba la piedra, pero incluso aquella vez no había dicho si quiera su nombre.

         Perdido en sus pensamientos, Bilbo no reparó en que Thorin lo había estado observando, absorto en sus gestos, hasta que el mediano sintió el pesar de su mirada y descubrió que era Thorin quien lo analizaba, el enano fingió estar atento al fuego cuando Bilbo notó su mirada y se avergonzó porque supo que Bilbo se había dado cuenta. 

   —Ajam… — Carraspeó el enano, fingiendo desdén – Bilbo, podrías… Emmm, he tenido un viaje largo y me gustaría bañarme…. Estar limpio.

      —Sí, claro — Dijo Bilbo reaccionando al instante, se puso de pie y Thorin lo imitó — No te preocupes por los trates, yo me ocuparé de ellos…sígueme — Lo guió por el pasillo por el que se salía de la cocina, hasta el fondo donde estaban dos puertas, una en la pared frontal y otra en la pared del pasillo, Bilbo señaló esta última — Es el cuarto de invitados — Le dijo, y luego señaló la otra puerta — Y ese es el baño… tiene una tina…pondré a calentar agua…

Thorin asintió agradecido y Bilbo fue a buscar los baldes que usaba para calentar el agua, estaban en el almacén, los tomó. La puerta trasera de la casa estaba escondida entre varios pasillos que salían a un pequeñísimo jardín bardeado con una cerca de madera y que protegía un pozo, llenó los dos baldes con el agua del pozo y enseguida prosiguió a calentarlos sobre las rejillas de la chimenea de la cocina. Disimuladamente se asomó hacia el pasillo para ver hacia la habitación, podía escuchar el repiqueteo de las hebillas de las ropas de Thorin mientras este se desnudaba. Regresó su atención al agua y ésta ya empezaba a soltar burbujas calientes, con dos trapos tomó los baldes pesados de las agarraderas y se dirigió lentamente y con cuidado de no quemarse hacia el baño.

       —Pondré el agua en el baño, Thorin – Gritó al enano desde afuera antes de entrar al baño y poner los baldes al pie de la tina. Antes de alejarse escuchó la voz de Thorin amortiguada por la madera maciza de la puerta.

   —Gracias, Bilbo.

El mediano sonrió, pero Thorin ya no lo vio, aunque Bilbo lo había hecho con la intención de que lo viera, decepcionado se encaminó hacia la cocina para lavar los trastos, sartenes y tazas sucias.

 Fregar los platos siempre era una actividad que a Bilbo le tranquilizaba. Mientras lavaba el ultimo escuchó como Thorin por fin salía a hurtadillas de la habitación y abría la puerta del baño haciendo rechinar la puerta seguido del golpe secó al cerrarse, seguro estaba desnudo y por eso había salido con cuidado. Puso el ultimo plato limpio y mojado en el escurridor de madera y lanzando un suspiro de satisfacción al aire levantó la mirada hacia el frente donde estaba la ventana y observo impasible como las ultimas luces del sol besaban cálidamente La Comarca y con ella a Bolsón cerrado. Al dirigirse a la sala de estar reparó en el saco olivo de Thorin y decidió guardarlo en el armario del pasillo, luego retomó el rumbo hacia su sofá y esta vez se llevó consigo la pipa. Había una atmosfera de misterio que le causaba una agradable sensación, dio la primera calada a la boquilla de la pipa y dejó a su paladar decidir si estaba emocionado o intrigado. Después de todo, un enano en Bolsón Cerrado era un evento tan peculiar como excitante.

 


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