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Mi pasado con Aomine por Fullbuster

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Notas del capitulo:

Portada (Click para ver)

 Kuroko Tetsuya POV

 

La pelota tocó mis manos y aunque estaba cansado, sudando y mi cabeza sólo pensaba en descansar, rocé la pelota con mis dedos y la impulsé con velocidad hacia otro de mis compañeros dando el pase perfecto para que encestase. Todos me habían dicho que descansase y me repetían que mi cuerpo no era suficientemente fuerte ni resistente para aguantar cosa que me enfadaba, nunca le había dado importancia pero ahora se la daba… porque tenía el partido más importante de mi vida en unas pocas semanas, me enfrentaba a Aomine Daiki, el que fue mi mejor amigo, el que fue mi compañero de baloncesto, lo hacíamos todo juntos, entrenábamos, comíamos y nos volvíamos a casa juntos también y un día… me despreció, quise chocar mi puño con el suyo como siempre hacíamos en los partidos tras encestar y él… me evitó, pasó de mí y lo celebró con sus compañeros.

Me había quedado en aquella cancha siendo lo que siempre fui… invisible. Yo jamás sería un Aomine Daiki, no resaltaría en una cancha de baloncesto, no brillaría, yo siempre era una sombra tras los jugadores, el jugador invisible, el fantasma que daba los pases perfectos, pero al que no tenían en cuenta, o al menos… no me tuvo en cuenta la única persona que yo añoraba que lo hiciera. Sólo necesité que Aomine hubiera chocado aquel puño, sólo quise su sonrisa y que viera que era bueno, fue mi pase el que le hizo encestar, pero me dejó de lado empezando a creerse que él solo podía conseguir cualquier cosa y sé que era bueno, pero me dolió que me dejara de lado como lo hizo.

- Kuroko, descansa ya – escuché a Kagami frente a mí – no puedes más.

- Aún puedo – le dije mirándole fijamente tratando de recuperar mi respiración.

- No, no puedes. Descansa un poco, por favor – me pidió. Y al final tuve que salir de la cancha bajo la atenta mirada de mis compañeros que no entendían qué me ocurría estos días para que entrenase tanto, para que entrenase hasta la extenuación.

Salí al pasillo colocándome la chaqueta del Seirin y caminé hasta la máquina expendedora queriendo sacar una botella de agua, pero para mi mala suerte se tragó la moneda y la botella se quedó atascada. Busqué entre los bolsillos de mis pantalones alguna moneda suelta pero no encontré nada y miré la botella entristecido. Seguramente Aomine le habría pegado un empujón y la habría tirado, pero yo ni siquiera tenía físico ni fuerza para hacerlo, era ridículo, me sentía insignificante e inútil. Aomine tenía razón… yo jamás estaría a su altura, él era sencillamente perfecto. Agaché la mirada entristecido pensando en Aomine…

 

Flashback

Aquella tarde nos habíamos quedado hasta muy tarde entrenando y había empezado a llover con fuerza. Aomine estaba a mi lado mirando el agua caer y pensando si salir o no corriendo del pabellón para ir a casa y yo le miraba a él. Cuando se giró hacia mí y me sonrió, me sonrojé y también le sonreí.

A la de tres corremos – me dijo Aomine y yo asentí – Una… dos… - Aomine salió corriendo en aquel momento y yo me quedé paralizado – y tres.

Eso es trampa – le dije saliendo tras él corriendo mientras me sonreía.

Vamos Tetsu – me dijo sonriendo

Llegamos hasta el puente que cruzaba la gran vía y Aomine subió todas las escaleras corriendo y yo le seguí, pero al llegar arriba del puente para cruzarlo, me detuve en seco, llevaba diez minutos corriendo y no podía más, mi resistencia nunca fue buena, de hecho era malísima. Me agaché levemente colocando mis manos en mis rodillas y traté de respirar, aún lo hacía con dificultad mientras escuchaba los pasos de Aomine alejarse de mí, mientras la lluvia caía sobre mí empapándome aún más de lo que ya estaba. Mi cabello había caído sobre mi rostro ocultándolo a la par que miraba el suelo, aunque tuve que cerrar los ojos alguna vez tratando de concentrarme en respirar, tratando de calmar mi acelerado corazón.

Unas zapatillas aparecieron en mi campo de visión y levanté la mirada para ver a Aomine frente a mí bastante serio. Se tocó el cabello ahora empapado y me miró con seriedad antes de cerrar un ojo como solía hacer y mirar para otro lado.

De verdad que hay que entrenar tu resistencia – me dijo – bueno… no pasa nada, vamos, te llevo – dijo sonriendo y agachándose frente a mí para que subiera a su espalda.

Gracias – le dije apenado porque tuviera que llevarme a mí más las bolsas de deporte.

Aomine caminó hasta una tienda y se detuvo bajándome al suelo y dejándome bajo el portal con las dos bolsas de deporte para que no me siguiera mojando.

Ahora vuelvo, voy a comprar un par de cosas, vigila las bolsas – me dijo sonriendo y yo sonreí.

Sí – le dije contento.

Con Aomine a mi lado yo siempre estaba contento, sabía que me gustaba, le quería, habíamos estado juntos desde hacía demasiados años y no podía quitármelo de la cabeza, siempre se portaba muy bien conmigo y nuestra amistad al final… lo convertí en algo más, sé que le amaba, no podía imaginarme mi vida con nadie más que no fuera él, pero no me había atrevido a confesarle lo que sentía aún. Teníamos esta semana un partido muy importante y yo quería confesarme una vez transcurrido, no quería ponerle nervioso ahora y es que él se tomaba muy enserio lo de la relajación antes de los partidos. Además… si me hubiera dicho que no, nuestro juego en el campo habría cambiado y no podía permitirme cambiar el juego en el partido más importante, teníamos que estar más unidos que nunca, así que prefería contárselo al finalizarlo.

Aomine salió con una bolsa de plástico y guardó lo que había comprado en su bolsa de deporte. Me miró desde el suelo mientras cerraba la cremallera y me sonrió.

¿Cenas en casa? – me preguntó

¿Puedo? – le pregunté ilusionado.

Claro, hace un tiempo horrible y tu casa está muy lejos, deberías quedarte en la mía. Llamaremos a tus padres desde allí para que no se preocupen ¿Te parece bien?

Sí – le dije ilusionado.

Muchas veces me había quedado en su casa, éramos muy amigos y mis padres confiaban en él totalmente. Los padres de Aomine nunca estaban en casa, prácticamente vivía siempre solo y yo sé que aunque no lo dijera, echaba de menos a sus padres, pero siempre estaban viajando de un lado a otro. Casi siempre que me decía de quedarme en su casa, yo sabía que es porque se sentía solo y quería compañía, pero jamás le dije nada, lo apoyaba en todo lo que podía y a mí me gustaba quedarme con él.

Nos mojamos de nuevo hasta llegar a su casa, pero no dejé que volviera a cargarme, podía correr hasta allí, ya había descansado lo suficiente y su casa no estaba lejos, así que corrimos pero esta vez Aomine, no se separó de mi lado preocupado de que me pasase algo. Llegamos a su apartamento y me cedió el paso a mi primero al abrir la puerta. Dejamos las bolsas mojadas en el rellano y Aomine se descalzó con rapidez diciéndome que no me moviera mientras iba al baño y buscaba unas toallas. Me sorprendió cuando colocó una sobre mi cabeza y frotó para secarme el pelo mientras me sonreía. Me puse muy nervioso y creo que estaba sonrojado, me gustaba Aomine y no podía dejar de mirar sus labios ¿Cómo sería besarlos? Nunca había besado a nadie ¿Sería una sensación agradable? Quería besarlos pero no podía, agaché la mirada aún sonrojado y traté de olvidarme de eso, no podía mirar a Aomine tan cerca sin desearle.

Cogió Aomine la bolsa que había comprado y le acompañé a la cocina para ayudarle a cocinar. Yo no era muy bueno en la cocina pero él sí lo era, cocinaba muy bien y siempre acababa comiéndome todo lo que preparaba. Aproveché para llamar a mis padres y no les importó que me quedase, la verdad es que les caía muy bien Aomine y me dejaban quedarme con él siempre que quisiera, a pesar de ello me gustaba avisar para que no se preocupasen.

Aparecí a la espalda de Aomine dándole un susto de muerte y es que no podía evitar ser medio invisible para todo el mundo, al menos… enseguida sonrió y me pasó el brazo por encima del hombro acercándome a él y me sonrojé mientras me enseñaba la cocina y me enseñaba a cocinar. Estaba muy nervioso, siempre lo estaba cuando le veía, cuando estaba con él y sinceramente… pasábamos muchas horas juntos.

Aquella noche dormimos juntos, él confiaba en mí y al ser amigos no le importaba dormir junto a mí, pero yo no dormía nunca cuando me quedaba en su casa, me quedaba mirándole toda la noche, le amaba y no tenía dudas. Acaricié sus labios con mis dedos cuando se durmió por completo y al final… acabé girándome para dejar de mirarle, no podía seguir así, me hacía daño a mí mismo. Sólo una semana y se lo contaría todo, sólo un partido y se lo diría, rezando para que no despreciase mi amistad si se negaba a estar conmigo.

Fin Flashback

 

Aún estaba aquí frente a la máquina expendedora mirando al suelo entristecido, perdido en mis recuerdos. Había pasado ya un año de eso y no había vuelto a saber nada de Aomine, jamás se lo confesé, aquel partido fue un desastre total… por lo menos para mí. Escuché un ruido como si alguien hubiera golpeado la máquina expendedora y la botella cayó hasta la ranura para sacarla.

- ¿Tan triste por una botella? – escuché a Kagami.

- Lo siento – le dije

- ¿Por qué te disculpas? – me preguntó.

- Porque… yo no soy tan bueno como vosotros, no aguanto todo el partido, no tengo resistencia.

- Pero tienes los mejores pases, podemos aguantar sin ti parte del partido y cuando entras, siempre eres el mejor Tetsu – me dijo – Vamos… anímate.

- El partido… es contra Aomine, nunca le he vencido.

- ¿Tan bueno es? – me preguntó y yo asentí – te noto preocupado Tetsu ¿Qué te ocurre?

- No es nada Kagami, estoy un poco cansado.

- Deberías ir a casa y descansar, mañana seguiremos entrenando.

- Vale. Gracias por la botella – le agradecí.

- De nada, Tetsu.

Me cambié en el vestuario y me coloqué la chaqueta más gorda que tenía del equipo y es que hoy hacía frío. Al salir a la calle me di cuenta que hacía mucho viento y recordé de nuevo aquel día lluvioso con Aomine. Sonreí, conté hasta tres como él solía hacer y salí corriendo. Este viento era un infierno, casi se me llevaba a mí y supongo que era porque pesaba poco en comparación con todos mis compañeros. Podía ver algunas ramas de los árboles romperse y salir volando, las bolsas de basura de las papeleras, las hojas, la arena que se clavaba en mis ojos y me hacía cerrarlos y cuando quise darme cuenta al cruzar una calle, vi una rama que venía directa hacia mí pero alguien me empujó quitándome de su recorrido.

- Ten más cuidado – escuché al que me había tirado al suelo y pude ver a Aomine encima de mí - ¿Estás bien? – me preguntó.

- Sí – le dije

- ¿Qué haces a estas horas de la noche por aquí? Y más con este viento.

Agaché la cabeza cubriendo mis ojos con el flequillo evitando que me mirase. Estaba triste y no quería que me viera así, era su culpa que mi estado de ánimo estuviera tan decaído, era por su culpa que mi cuerpo no aguantara más hoy, había entrenado hasta más no poder para poder ganarle, pero él jamás se daría cuenta de que yo seguía aquí, a su sombra tratando de demostrarle que podía ser igual de bueno que él, quería que me viera, que me tuviera en cuenta como hacía hace años. Antes éramos inseparables y ahora… ahora yo era un extraño en su vida, alguien que jugó en su equipo una vez pero que ya no le era útil.

- Lo siento – le dije a punto de llorar – estaba entrenando, ya me iba para casa.

Aomine se sorprendió de mi voz casi sin fuerza, sin energía, sin alegría y me vio levantarme para marcharme. Lo último que escuché de él mientras volvía a correr hacia mi casa fue que tuviera cuidado.

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