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De cara al Sol por Aomame

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Notas del fanfic:

Este fic es o era, un proyecto futuro. Todo lo que tengo de él es este capitulo. 

Sin embargo, he adelantado su "estreno" por el cumpleaños de mi querida amiga Ydiel, a falta de su otro regalo que está a la mitad. 

¡Felicidades, amiga!

 

Notas del capitulo:

Contiene SPOILERS!!

No lean si no saben el final del manga. Lean si les importa un bledo saber como acaba el manga. No lean si no les gusta que modifique algunas cosas. Lean si no les importa demasiado este AU a medias. 

 

De cara al Sol

Resucitar

 

“Kaname”

                “Kaname”

                              “Kaname”

                                             “Despierta”

La escuchó en el fondo de mi mente, una voz que me llama. Primero dulcemente, la voz de una mujer. Y después, gravemente, la voz de un hombre, me llama y yo apenas le escucho.

“Despierta”

Zero, pienso, eres tú ¿verdad?  

No hace falta que abra los ojos, es él, lo sé. Está justo sobre mí, siento su cuerpo rozando el mío, sus brazos a ambos lados de mi rostro. Creo que está sonriendo.

“Es tiempo” Dice y se acerca a mí, siento su cálida exhalación  “Abre los ojos, Kaname” 

No puede contenerme, cuando su cercanía se hizo palpable, cuando sus labios tocaron los míos en un beso somero y efímero, cuando me dijo “Te amo”, mis lágrimas se derramaron.

“Despierta”

+++

Abrí los ojos, y pude verlo. La imagen era borrosa ya que hacía mucho que mis ojos no se encontraban con la luz, pero pude verlo, su cabello plateado, su mirada violeta…

-Nee san-dijo-Está despertando.

Una chica de cabello castaño se inclinó a un costado suyo, ella me miró y después ambos se encaminan a la salida.

-Madre tiene un mensaje para ti, mi otro padre-dijo ella, su voz era dulce, pero no era la voz que me llamaba antes-“Quiero darte a ti, a quien amo tanto…

-…El mundo que una vez vi cuando fui humana”-terminó él.

Y ambos se fueron dejándome solo, la luz del sol se filtró por la puerta destruida. El mundo, la naturaleza rodeándome; y una mariposa volando, casi como si flotara en las corrientes de aire. Esa mariposa revoloteó y se detuvo en mi dedo. Miré al cielo

-Que hermosa luz-

 

+++

Me quedé ahí, mirando la luz blanquecina que se colaba por las grietas del recinto dónde antes dormía. Me quedé ahí, mirando al Sol.

Sabía que, el mundo había cambiado. Que yo había cambiado.

Llegó el momento, me dije y me puse en pie. Ahora,  sostenido  por mis piernas,  empecé un nuevo camino. Salí, y conocí el mundo brillante, el mundo bañado por la luz.

El verde intenso de las hojas de los arboles, el azul claro del cielo, el blanco de la nubes, y sobre la acera gris pálido, algunas flores rojas, amarillas, y violetas, que nacían desde la grietas y se levantaban de cara al Sol.

El rostro de la personas tenía un color diferente, un color más…humano. Me pregunté cómo es que yo lucía bajo esa luz dorada.

Entonces, me percate del calor. El calor de  los rayos del Sol que acariciaban mi piel pálida. Era agradable, era cómo envolverse en un abrazo. Se sentía bien, tan bien como el aire tibio que penetraba por mis fosas nasales. El día tiene un olor diferente al de la noche. El día es abrumador.

Sin embargo, en este mundo nuevo los caminos no habían cambiado. Regresé a mi casa. Mi casa seguía ahí, en el mismo lugar. Erguida, alta y solitaria. No, ya no lucía solitaria.

Ella estaba ahí, en el jardín.

 Mi hija.

Ella levantó la vista y me miró. Sonrió suavemente y corrió a la reja para abrirla.

-Bienvenido a casa, padre-me dijo cuando franqueé la entrada.

-Gracias.

Miré alrededor, había más verde, más violeta, amarillo y rojo. Y una suave brisa me despeinó el cabello.

-¿Está bien que me quedé aquí?

Una inseguridad presionó mi pecho. Sí, era mi casa, pero hace mucho tiempo que en términos prácticos había dejado de serlo.

-Está muy bien, padre- dijo ella amable. Pero yo no estaba seguro.

Me dirigí a la puerta, y antes de ingresar, mis ojos recorrieron la fachada. En una de sus altas ventanas, estaba una figura conocida. Zero me miraba desde ahí, serio, de pie. Me miraba y yo sabía que lo hacía con intensidad, podía sentir su fuerza clavándome al piso. Me quedé quieto entre la entrada y la salida, con la mirada en la ventana, en él.

-¿Padre?- ella tiene la voz muy parecida a la de Yuuki, hasta parece que la estoy escuchando. Desvié mi vista hacía ella y le miré confundido.

-¿Dime?

-¿Estás bien?

-Sí- dije después de sacudir la cabeza e intentar dejar de pensar en el hombre de la ventana.

Después, entramos. El mismo vestíbulo, las mismas escaleras, todo, era lo mismo. Sin embargo, el aire olía diferente, como si se hubiera gastado en el buen sentido. El aire había sido consumido por la vida misma.

 Podía sentir la presión de años de risas, palabras y caricias. Podía sentir a Yuuki. Escuchar sus pasos, el  ir y venir de su cabello. Podía escuchar, los pasos pequeños que correteaban torpes por los pasillos, risas infantiles, llantos…

… y también, los pasos firmes de un hombre que, inundado de amor, iba y venía procurando que aquellos otros pasos, adultos e infantiles, nunca se detuvieran.  Listo para levantarles si caían, para sobar su golpes y aplicar antiséptico a las heridas. Un guardián, un padre. Los pasos de Kiryuu Zero resonaban por las escaleras, en los pasillos, en aire.

-¿Tienes hambre, padre?

Ella me miró y me sacó de mi ensimismamiento una vez más. Asentí torpemente.

-Sígueme-obedecí mecánicamente. Le seguí hasta el comedor. Lucía igual. Sí, pero cómo todo, diferente.

Me acerqué a la mesa y acaricié el respaldo de la silla de la cabecera, luego, la recorrí.

-¡Espera!- mi hija me detuvo antes de que me sentara.

-¿Qué pasa?

-Ese es el lugar de papá-me dijo como si eso explicara todo. Y de hecho lo hacía.

“Papá” No podía ser nadie más, tenía que ser él. No dije nada, regresé la silla a su lugar y ocupe otra, esperé a que ella me dijera cual. No quería ocupar el asiento de nadie más. La segunda silla de la izquierda. Ella se sentó frente a mí, en la segunda silla a la derecha.

-¿Cómo te sientes, padre?

-Bien-dije, pero en realidad no sabía cómo me sentía. Ella esbozó una ligera sonrisa.

-Te acostumbrarás.

-¿Cómo es que tú…?-

-Es una larga historia.

Ella era una sangre pura, cómo yo, o bueno, cómo antes era yo. Pero al igual que yo, ella podía estar bajo el Sol.

-Te la contaré en algún momento-me dijo y su sonrisa se amplio.

Entonces la puerta se abrió y entró el servicio con la comida. Nos sirvieron a ambos.

-¿Sólo seremos nosotros?-Ella asintió- Pero… Yuuki…

-Mamá ya no está- me dijo tranquila.

Cierto, me dije, ella ya no existía, pero entonces…

-¿…Y  Zero?-él tenía que estar, lo había visto y su lugar en la mesa era respetado.

-Tampoco está-esta vez, no era la voz de mi hija. Cuando giré, el rostro hacia la fuente de ésta, vi a Zero. Pero no, no era él. Era la persona que vi al despertar, ese chico era…-Mi papá, murió antes que mamá. Él no era un vampiro igual a ella.

Suspiré y asentí. Pero… ¿y él lugar?

-Hermano, siéntate-dijo mi hija. “Hermano”, entonces, él debía ser el hijo de Yuuki y Zero. Sonreí, habían encontrado la felicidad que deseé antes de…

-No quiero-dijo él bruscamente- No mientras él esté ahí.

-¡Hermano!-ella se levantó de su asiento-prometiste que…

-No me importa-dijo y me miró con el ceño fruncido. Me hizo recordarlo, me hizo…-No lo soporto.

-Pero se lo prometiste a papá.

El chico pareció querer decir algo pero al final se tragó sus palabras.

-Onee san, yo…

Mi hija suspiró y asintió.

-Está bien, lo entiendo. Pero, por favor, trata la próxima vez.

-Sí- él me miró de nuevo de esa manera hostil y dió media vuelta para luego, salir del comedor.

-Perdona, padre-mi hija se sentó y colocó la servilleta sobre sus piernas-Aún está superando la muerte de mamá.

-Ya-dije y jugué un poco con la sopa antes de probarla. Es gracioso, pero los sabores incluso parecían tener luz. No iba a preguntar más, aunque me moría por hacerlo, pero de todas las preguntas que tenía, había una que no podía callar-¿Qué pasó con Zero?

Escuché el tintineó de la cuchara al estrellarse contra el plato. La miré y ella no lo hizo, ella miraba el contenido de su plato.

-Papá…murió-dijo con voz tan suave que casi no la escuchaba-Varios años antes que mamá, pero él… es… no lo tomes a mal, padre, pero él… él es irremplazable.

Entonces, si me miró y pude ver que ella estaba a punto de las lágrimas. Esta vez fui yo quien desvió la vista, sentía una especie de vergüenza que no logré explicarme.

-Por eso, guardan su lugar- concluí.

-Sí-dijo ella-Ese siempre será su lugar. Él es la cabeza de esta familia.

No dije nada, asentí y me dedique a comer.

Al terminar, decidí dar un paseo más largo. Caminé por largas horas hasta llegar a una colina. Me quedé ahí, sentado en el piso, con la vista fija en el Sol que se ocultaba ya.

Y así, con la vista fija en el Sol. Algo dentro de mí era diferente. Pensé, pensé mucho, en todas las personas que giraron a mí alrededor. Pensé, en Yuuki, en Takuma, en Aidou… pero sobre todo pensé en él. ¿Por qué? No lo sé. Pero me inunde de pensamiento sobre él.

Lo que sentí en esa casa, fue todo aquello que yo dejé de hacer. Él tomo mi lugar, no sólo en la mesa del comedor, sino también en la vida de esas personas. No, reflexioné, él se ganó su propio lugar.

Cuidó de Yuuki, crió a mi hija, y lidió con el mundo que le deje. No tenía dudas de que lo haría, siempre fue fuerte, más fuerte que yo. De mente y corazón. Él era el hombre que yo nunca pude ser.

Y mirando al Sol, sentí por primera vez lo que es ser un humano. Sentí la debilidad, el temor, y  la soledad ¿Qué tan solo se sintió él? ¿Cuántas veces se pensó en la deriva?  ¿Cuánto dolor soportó? No lo sé, y no pude preguntarle.

El Sol me hizo llorar. Las lágrimas me impidieron ver el último rayo de luz. Lloré vulnerable como sólo un ser humano puede ser. Lloré solo, como ellos lo están. Lloré…

…y mi vida comenzó. 

Notas finales:

Wola! Espero que les haya gustado, interesado o algo por el estilo.

Cuentenme que les pareció. 

Hasta pronto!

     Continuará...


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