••Melifluo••
El sonido dulce de aquellas notas de piano se escuchaban en aquel salón, aquel dulce sonido que te llamaba con hipnotismo hasta el dueño de aquellas manos.
Cerro sus ojos disfrutando de aquellas tonadas y respiro profundo el aire de aquella habitación y se saboreo los labios soltando una leve sonrisa en el proceso.
Se acomodo en el diván en el cual se encontraba y se apoyo en el pecho tibio de quien estaba a su lado.
Abrió sus hermosos ojos y dirigió su mirada a su alrededor; aquella habitación de tonos oscuros pero lúgubremente acogedora, y porque no decirlo, con cierto aire erótico. Luego dirigió su mirada a aquel ser.
Aquel ser etéreo y casi angelical que se encontraba frente a ese piano.
La melodía producida por aquel ser era acompañada de la sonrisa de quien en esos momentos escuchaba con deleite.
Una sonrisa calma y hermosa, tanto como quien la portaba.
Estiró una de sus manos hasta una copa dispuesta en la mesa enfrente de su persona, suspiro con verdadero deleite, casi orgasmico, por el cambio mas dulce y suave en aquellas notas.
Bebió de su copa sin apartar la mirada de quien tocaba tan magníficamente.
Era hermoso, no lo podía negar, un verdadero angel entre tantos demonios.
Una "caperucita" entre lobos...
Dejo la comodidad en el pecho de su acompañante y se alzó en todo su esplendor; bailo, bailo frente su acompañante sin importarle nada mientras terminaba de manera lenta, y con todos sus finos movimientos, aquella copa.
Se inclino quedando su rostro a escasos centímetros de aquel que aun no se movía de su asiento.
Rió con gana para soltarle una bofetada y lanzar la copa al suelo.
El sonido de cristal roto hizo que la hermosa melodía se detuviera.
Se incorporo de nuevo y se acerco al pianista envolviendole en un abrazo. Capturandole entre sus brazos.
-Te amo
Susurro en el cuello de aquel que ni siquiera le miraba. Sonrió besando su cuello.
-toca
Le susurro y la música nació de nuevo.
Cerro los ojos y aspiro el aroma de su amor. Estrecho mas su abrazo mientras tarareaba la letra que inventaron para aquella melodía.
Se separo posicionándose frente al piano y vio a su amado, con el cabello color de un dorado rayo de sol y esos ojos...
Sonrió viendo hacia el diván y su sonrisa se amplio mas en sus hermosos labios color durazno.
Ataviada en un vestido vaporoso, una visión de diosa. Observa divertida a su acompañante o no tan acompañante.
-es mio
-Sara
Regresa su mirada hacia su amor y se inclina dándole un suave beso en los labios
-dime?
-donde se encuentra Shiki?
Lleva su mano a la mejilla de Takuma y le sonríe.
-se fue, recuerdas? Te dejo, el no te quería... Continua tocando si?
Le da una mirada dulce y ve como su mandato es obedecido.
Se dirige sobre sus pasos al diván donde observa a su acompañante de manera burlesca.
En aquel diván se encontraba el cuerpo de un joven pelirrojo, un pelirrojo que robo el amor que a ella le correspondía, un niño que debía pagar por robarle algo que era solo suyo, un pelirrojo que pago con vida su error.
Desmadejado, abierto de garganta a vientre mientras los pocos organos que quedaban en su lugar eran expuestos.
Aun respiraba, aun estaba vivo, lo dejo presenciar hasta donde la hizo llegar por su osadía, por fijar sus ojos en algo que era de ella y solo de ella.
Un cuerpo de rostro desfigurado por el dolor y el terror, un cuerpo que llenaba el piso y su copa de sangre.
Los restos de aquel que su "angel" amo; o amaba, ya no importaba.
Rió mientras llevaba una de sus finas manos al pecho de ese cuerpo y extraía su corazón y lo desmembrada con sus hermosas uñas.
Vio la ultima lágrima de aquel que fue el amor de su angel antes de desintegrarse en cenizas.
Cenizas que ya nada importaban para ella.
Regreso hacia su amor y le abraza por la espalda y besa su mejilla.
--------o--------o---------o-----------o----------
La música cesa, la diosa sonríe y le besa de nuevo, el angel abre los ojos y en ellos no se encuentra el brillo de vida.
-te amo
Se escucha la voz de la mujer diosa, de aquella que no recibe respuesta alguna, pero a ella no le importa.
Porque el amor de ella es suficiente para los dos, por que su posesión y la locura eran suficientes para lograr mantenerlo ahí.
Ahí con ella, para siempre...