Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Nuestro Adiós... por Laia16

[Reviews - 84]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Hola!


Este fic tiene ya varios años...lo tenía guardado y no me parecía demasiado bueno.


Lo publico aunque no estoy muy convencida de que llegue a gustar.


Lamento mucho las faltas de ortografia, hace mucho tiempo que tenía guardado este fic.


Los protagonistas son: Misaki y Akihiko


Aunque naturalmente saldrán otros personajes tanto de Junjou Romantica como de Sekaiichi Hatsukoi.


Gracias por leer.


Los derechos del manga pertenecen a: Shungiku Nakamura

Misaki Takahashi recordaba con nostalgia y cierta tristeza su antigua relación con un famoso escritor, Usami Akihiko.

Miró por la ventana de su modesto y tranquilo departamento como llovía sin cesar, el tiempo se acoplaba perfectamente con sus turbulentas emociones.

El joven de solo diecinueve años alejó o al menos lo intentó aquellos tristes pensamientos, se movió con dificultad con su silla de ruedas.

“Maldito aparato” – pensó el joven con desgana 

Se recostó en la cama primero apoyando sus manos y luego moviendo su cuerpo desde la silla hasta la cama, sintiendo dolor en sus piernas.

Apartó las sabanas y se sumergió en ellas, ocultando su rostro en su almohada.

De nuevo, volvía a caer presa de un ataque de llanto, arrugaba las sabanas con fuerza intentando de esa forma evitar gritar, sus jadeos llorosos se ahogaban contra la almohada.

Su mente lo torturaba una y otra vez, preguntando por qué la persona a la que tanto amo, lo traicionó, por qué todo terminó de esa forma. Cada día los mismos pensamientos regresaban y en su mente se quedaban. Esos ataques de lagrimas, llanto y frustración podían durar desde varios minutos hasta una o dos horas.

Su carácter inocente y alegre, un tanto despreocupado se había truncado al descubrir su pareja en brazos de otros hombres, no solo uno o dos, habían sido varias las veces que lo había descubierto en la cama, complaciendo otros cuerpos, besando otros labios, muchos anónimos y desconocidos y otros conocidos, entre ellos su senpai, su profesor de literatura japonesa.

Tanto fue el dolor, la rabia, la pena que acumuló que huyó, simplemente, huyó.

No dejó nota alguna, ni dirección, primero acudió a los seguros brazos de su hermano.

Habría sido capaz de dar su vida por ese hombre, lo amaba antes y lo amaba ahora, no se lo podía negar a sí mismo.

Por esa misma razón, se odiaba a sí mismo, por ser quizás demasiado débil, por no haberse atrevido a pedir una explicación.

Tantos pensamientos negativos, acumulados en su cabeza, terminaron por rendirlo mentalmente.

Entre adormecido y despierto, alcanzó a susurrar el nombre del hombre que viviría por y para siempre en su corazón: Usagi-san.

 

 

Mientras, en otro lugar, en el mismo Tokio.

Usami Akihiko, de veintinueve años, escritor de renombre, famoso y muy solicitado en la cama.

Acababa de tener relaciones justo en ese momento, no conocía al hombre, solo sabía su nombre, quizás verdadero o quizás falso, no le importó, no le importaba, solo deseaba saciar su sed de sexo, necesitaba ocultar su rostro en aquel pecho.

Lo había conocido en un pub, ambos estaban solos y así sucedió como ambos terminaron en la cama, teniendo relaciones.

Miró el cuerpo recostado en su cama, perlado de sudor, durmiendo tranquilamente, entonces le dio asco.

Asco de ver un cuerpo sudado, un cuerpo al que no amaba, al que no sentía absolutamente nada, asco de que ocupara un lugar en su cama, asco por haber compartido besos con ese desconocido, asco de ver un desconocido durmiendo en su casa.

De manera inconsciente o tal vez de manera consciente, se alejó un poco de ese sudoroso cuerpo, incluso evitó en la manera de lo posible no tener que volver a mirarlo.

- Oye tú, despierta – lo despertó el escritor encendiendo un cigarrillo y comenzando a fumar – esta no es tu casa

El otro hombre, bostezo y al principio pareció no entender o no haber escuchado el comentario dicho por el escritor.

Se desperezó estirando sus piernas y brazos, tensando sus músculos.

Akihiko giro su rostro para enfrentarlo y mirarlo a los ojos.

- ¿Cual era tu nombre? - preguntó solo por educación y no por verdadera curiosidad

Su amante por esa noche no respondió, solo se puso en pie y comenzó a vestirse.

- ¿Sabes? No eres tan bueno – sabía que esas palabras eran despechadas y enojadas, pues ¿a quien le gusta que olviden su nombre después de haber mantenido relaciones sexuales con esa persona?

Akihiko no hizo lo mismo, se quedó sentado en la cama apoyando su espalda en el cabezal de la cama, continuando fumando.

Vio al hombre terminar de vestirse, abrir la puerta de su habitación y salir de ella, no lo siguió, dejó que se fuera. Total, solo era un simple desconocido, nada más y solo fue un simple desahogo. 

De nuevo, volvió a sentirse miserable, tantos hombres habían pasado por su cama, con tantos había dormido y tenido sexo que incluso la cuenta había perdido.

Y ¿ahora qué? Todo volvía a la normalidad, después de una noche de sexo, dormiría y luego despertaría, se encerraría en su despacho, escribiría su nueva novela, su editora lo regañaría por cualquier razón o excusa, comería, finalmente cenaría y quizás si volvía a tener antojo de sexo iría en busca de cualquier desconocido, se acostarían, tendrían relaciones y todo volvería a empezar de nuevo.

Era una vida triste, miserable y vacía, pero...no lloraría, aunque estuviera solo, no lloraría, no era tan débil, era mas fuerte que todo eso. Aunque se sintiera solo, aunque hubiera traicionado a la persona a la que amaba, ya no había vuelta atrás, no la había, como tampoco había una solución para remediar el daño que había hecho.

Ya era tarde, demasiado tarde para mirar atrás, continuaría con su vida, buscando quizás otro amor al que corresponder, buscando aquello que dejó perder.

Suspiró con cierta ironía y resignación, justo en ese momento, pudo oír la puerta de su departamento cerrarse, seguro que ese hombre ya se había ido.

“Es igual” – se dijo a sí mismo

No le daría mayor importancia.

Se cubrió con las sabanas, se hizo un ovillo y sencillamente se durmió.

 

A la mañana siguiente, Misaki despertó con un fuerte dolor de cabeza, todo le daba vueltas.

Era como si hubiera estado bebiendo mucho, como si estuviera ebrio.

Pero no se debía a eso, su cabeza le dolía por el ataque de llanto de la noche anterior, aun sentía sus ojos arder.

Se sobo el rostro y notó las lagrimas ya secas, su cabello estaba revuelto y con pesadez, dirigió la mirada al techo.

Todo en su mente le parecía confuso, cada día se despertaba con la falsa e inútil esperanza de que fuera todo una pesadilla, que al despertar todo iba a regresar a la normalidad, pero nunca era así.

Giró su rostro nuevamente al lado de su cama, su silla de ruedas estaba ahí, al lado de la cama, como inmóvil testigo de su dolorosa realidad.

No era un inmaduro por no querer aceptar su realidad, solamente es que era demasiado duro tener que aceptar que jamás iba a volver a caminar.

Se frotó los ojos, intentando borrar aquellos restos de lagrimas, despejó por unos momentos su mente y se arrastró por encima la cama con cuidado hasta su silla de ruedas, sentándose en ella.

Miró con cierto hastío y lastima sus ahora inútiles piernas, totalmente inmóviles, quietas. Y de nuevo volvía a recordar, recordó con temor y dolor aquel fatídico accidente, en el que perdió para siempre su andar, sus piernas, pero aunque le doliera, aunque supiera que jamás iba volver a caminar, no se arrepentía, viviría con ese pesar el resto de su vida.

Movió la silla de ruedas en dirección al baño, cuando llegó, se sentó con cuidado en la tina, luego despacio se fue desnudando, pero como siempre, la parte mas difícil era desnudar sus piernas.

Tomo una ducha de agua fría, ya no le gustaba tomar largos baños en la tina, pues tampoco podía disfrutarlos al cien por cien.

Después de tomar esa ducha de agua fría, volvió a sentarse en su silla de ruedas. Ahora se sentía un poco mejor, pero sin saber muy bien que hacer para matar el tiempo, decidió ir a dar una vuelta.

Con un rostro visiblemente amargado y disgustado, salió de casa.

Movía su silla sin tener muy claro la dirección que quería tomar, pero, fuese a donde fuese, siempre veía a gente feliz o al menos, aparentemente feliz.

No era ese su caso, su mal humor lo transmitían sus verdes ojos, los cuales habían perdido aquel brillo juvenil, habían quedado muertos y sin vida, totalmente apagados e incluso más oscuros.

Sin darse cuenta apareció frente a su vieja universidad, pero mucho peor fue encontrar a su senpai caminar en su misma dirección, con una sonrisa en los labios, un tanto socarrona y prepotente.

Poco le falto para dar media vuelta o no caer en la tentación de comenzar una pelea.

Pero el que fue una vez su anterior amigo y apoyo en los estudios, fue mas rápido, con solo dos zancadas se plantó a su lado sin ocultar aquella sonrisa de sus labios.

- Misaki, que sorpresa verte por aquí – lo saludó su antiguo amigo y compañero de estudios

Pero Misaki no respondió, bajó la mirada primero a sus piernas y luego al suelo, no quería hablar, no quería hablarle aquella persona que se acostó con su pareja, que traicionó su amistad, que lo abandonó cuando más lo necesitó.

Incluso en ese momento, en plena mañana, con los rayos del sol encima de ellos, podía recordar a Sumi Keiichi entre los brazos de Akihiko, podía ver a Sumi-senpai, retozar frente a las caricias propinadas por su pareja, terminando ese acto vulgar y entrelazar sus piernas.

Si de el hubiera dependido, hubiera gritado con todas sus fuerza por qué incluso el recordarlo era muy doloroso.

Le dolía pero no daría otra victoria a ese chico, no le permitiría verlo llorar o gritar, él tendría mas orgullo, mas dignidad que todo eso.

Movió su silla de ruedas y huyó, huyó como aquella vez, aquella vez que abandono para siempre a su pareja.

Keiichi no dijo más, ¿para qué? Sabía que Misaki no volvería a dirigirle la palabra, sabía que había herido y mucho a su amigo, habían perdido la amistad...pero...¿acaso alguna vez Keiichi buscó realmente la amistad de Misaki? No, más bien fue todo puro interés. Misaki vivía con la persona que el ansiaba poseer, con la persona que estaba obsesionaba y la cual le había robado el sueño.

Ahora, entre ellos ya no había nada, pero es que en verdad desde el principio nunca hubo nada entre ellos.

Misaki paseó sin rumbo alguno, solo paseaba para matar el tiempo, incluso el gusto por el manga y el anime había perdido, ya nada le interesaba, de todas formas, tampoco tenía a nadie con quien compartir sus intereses.

Paseaba por los lugares donde había vivido o por los lugares que había visitado con su pareja, aquellos que le traían tan buenos recuerdos.

Recordó su primera cita con el escritor, primero pasearon frente al mar, recordó como el escritor intentó varias e infructuosas veces besarlo, pero él se resistía, lo empujaba juguetonamente, hasta el final terminar ceder, le permitió uno o quizás dos besos.

Luego fueron de compras, Misaki no tenía mucho interés en malgastar el dinero de su pareja, pero Akihiko deseaba comprar cualquier cosa que pudiera hacer feliz a Misaki, compraron ropa, algunos trajes y nada más.

Fueron al cine, la película era aburrida e incluso sosa, pero Akihiko aprovechó la oscuridad del lugar para besar y sobar a su pareja, para susurrarle bellas palabras de amor que quemaban ese inocente corazón.

Y terminaron su cita en un precioso y costoso restaurante, recordaba como Akihiko le había dado parte de su comida, como habían tenido una plactica amena y tranquila, como fueron interrumpidos por Ruichiro Isaka, fue entonces cuando conoció al director y gerente de Marukawa, en medio de esa velada.

Todo era tan lejano o al menos eso le parecía a Misaki, quien no entendía muy bien esos giros bruscos del destino.

No entendía por qué de repente la persona que tan atenta había sido con él, lo podía alejar de su lado de la manera mas cruel.

Seguía mirando el mar, le gustaba ver las olas, ir y venir, pero todas eran distintas, la espuma de mar encima de ellas, brillaba con los rayos de la mañana.

Incluso le daba vergüenza estar llorando de esa forma, permitir que esas lagrimas traicioneras bajaran por su rostro y mojaran el cuello de su camisa, seguro que si alguien lo veía pensaría que estaba chalado o quizás loco por ponerse a llorar sin razón aparente.

No podía mas, no podía continuar con esa vida, lo único que lo mantenía en pie era su hermano, su querido hermano lo había ayudado cuando huyó de casa de su pareja, le dio un techo donde dormir e incluso ahora le pagaba el alquiler del departamento.

Si abandonaba, si al final se suicidaba, seguramente su hermano sufriría mucho, no quería hacerle esto a su hermano, eso sería peor que la traición que vivió por parte de Akihiko.

Pero...vivir en un mar de recuerdos, atormentado por el pasado y por un futuro borroso e incierto, era tan doloroso, tan triste...

Quería vivir, quería trabajar y ser independiente, pero...¿como hacerlo estando en silla de ruedas? No quería seguir siendo una carga para nadie.

Suspiro con cansancio, ahora solo un par de lagrimas seguían empapando su mejilla, con resignación se alejó de la barandilla que permitía ver con seguridad y protección el mar.

Regresó a casa, dispuesto a preparar la comida para ese día.

Al llegar se encontró a su hermano parado frente a la puerta de su departamento, se preguntaba que querría.

Takahiro se acercó hasta donde estaba su hermano, se inclinó un poco y lo abrazó fuertemente.

- Misaki...tenemos que hablar...

Notas finales:

Este fic va a tener pocas dosis de romanticismo...Quizás no sea del agrado de muchos pero creo que merece una oportunidad.


Saludos y gracias por leer.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).