Capítulo I
El primer problema, se asoma una prolongada pesadilla
Nuevamente, Sasuke se cuestionó cómo había terminado involucrado en esa situación. Frente a él, una delicada muchacha se desvestía lentamente, mientras un adorable rubor cubría sus pálidas mejillas. Aunque la imagen debía ser incitante para cualquier adolescente con las hormonas alborotadas, Sasuke no conseguía que su cuerpo reaccionara. Por el contrario, su miembro continuaba flácido y totalmente dormido.
Tragó en seco e intentó estimularse, necesitaba una erección pronto. No quería que su primer encuentro sexual terminara ridiculizándolo por el resto de su vida escolar.
Eventualmente, cerró los ojos e intento mentalizarse, llenando su cabeza de imágenes sugerentes. Sin embargo, no hubo mayor cambio. Suspiró resignado y volvió a abrirlos.
No obstante, antes de que pudiera darse por vencido, un particular brillo restauró sus esperanzas. Sin haberlo querido, su mirada se topó con el reluciente cristal de una antigua fotografía, aquella que solía mantener en su mesita de noche. Fue entonces, cuando todos sus problemas comenzaron, precisamente en ese instante, cuando sus orbes se enfocaron en la impresión, distinguiendo el aniñado rostro de su mejor amigo, inmediatamente, su falo reaccionó, elevándose orgulloso bajo las prendas.
Esa tarde, Sasuke consiguió su cometido. Tuvo sexo y lo disfrutó, dejando a Sakura, una de las jóvenes más populares de su instituto, rogando por una tercera y quizás cuarta ronda. No obstante, debido a lo tarde que habían terminado, decidió acabar con la velada, acompañándola hasta la puerta de su casa.
Finalmente, cuando consiguió volver a la reconfortante soledad de su habitación, un nuevo suspiro escapó de sus labios. Lo había conseguido, superó sus temores y salió victorioso, pero no sabía si sentirse orgulloso de sí mismo. Después de todo, el logro se lo debía a su mejor amigo, aquel estúpido e infantil individuo que continuaba arrastrándolo en todas sus locuras.
Mientras poseía el cuerpo de Sakura, la imagen de Naruto se materializó frente a él, el rubio gimoteaba y se retorcía, rogándole por más. Fueron esos ojos nublados por el placer y esa exquisita boca entreabierta, los que le ayudaron a alcanzar su punto culmine.
Frustrado consigo mismo, Sasuke estrelló su puño contra la pared, haciendo vibrar el material. Poco le importaba si se había roto algún hueso, no podía creer lo que sucedía, lo que significaba esa necesidad de imaginar a su mejor amigo en medio del acto sexual.
En pocas palabras, ese ridículo y estúpido rubio, al cual consideraba otro hermano, lo traía caliente. Deseaba follarse a Naruto.
— ¡Sasuke! — El grito de su hermano mayor interrumpió sus pensamientos y lo hizo pegar un salto. Rápidamente, escondió su mano herida detrás de la espalda e intento aparentar tranquilidad. Poco después, Itachi se asomó por la puerta, dedicándole una penetrante mirada. Había vuelto antes a casa.— Se puede saber, ¿Qué sucede?
El moreno bufó y desvió su mirada, maquinando una respuesta que lo salvara del interrogatorio de Itachi. Gracias al cielo, logró divisar un grueso volumen tirado en el piso. Aclaró su garganta y respondió.— Me frustró un ejercicio y lancé el libro.
Itachi lo inspeccionó con cuidado, intercalando su atención entre el dichoso cuadernillo y el inexpresivo rostro de Sasuke, en un claro intento por intimidarlo. Sin embargo, Sasuke se mantuvo firme, sosteniéndole la mirada, conocía perfectamente las tácticas de su hermano y si llegaba a dudar por un segundo, el muchacho lo ahogaría con preguntas incómodas, con las cuales terminaría soltando todo, revelándole sus inseguridades al mayor.
— Está bien. Me daré una ducha, estoy empapado en sudor. Mamá y papá llegaran en una o dos horas, no hagas un desastre. —Dijo antes de desaparecer. Sasuke se acercó hasta la puerta de su habitación y rápidamente la cerró.
Podía sentir un dolor punzante en los dedos, pero no permitió que el malestar lo llevara a pedir ayuda a Itachi. Prefería concentrar sus pensamientos en el dolor, sería una buena distracción para no enfocarse en lo obvio.
Posteriormente, caminó hasta su cama y se dejó caer sobre el suave colchón, contemplando su mano herida, la cual se veía dolorosamente enrojecida. En ese momento, su celular vibró y la pantalla se iluminó, dejándole ver la imagen de una encantadora joven de larga cabellera color cereza. Sakura.
Bufó, una vez más.
Acababan de separarse, era imposible que necesitara contactarse con él tan pronto. Malhumorado, ignoró el molesto sonido y se recostó en la cama, mas su tranquilidad no duró más allá de unos segundos, cuando en su ventana se escucharon unos tímidos golpes. Al voltearse, encontró esa maraña de cabello rubio que tantos problemas le traía día a día.
— ¡Teme! ¡Ábreme!
Mierda. Era Naruto.
Tragó en seco y su corazón bombeó como loco. El problema no recaía solamente en el incómodo hecho que lo imaginó bajo él mientras tenía sexo, no... El hecho principal que lo molestaba, era que se acababa de acostar con esa muchacha, esa chica que Naruto consideraba como la mujer de sus sueños.
Sí, debido a sus celos, terminó acostándose con la joven que enamoró a su mejor amigo.
Rogó a todos los Dioses que fuera sólo una pesadilla.