Mirada que enamora
Lo primero que vi de ti fueron tus ojos, aquellos hermosos orbes escarlata que me cautivaron hasta límites insospechados, que me dieron la salvación que creí perdida en mi infierno de vida, donde me vi sumergido en la más inhóspita desesperanza, que amenazaba con consumir absolutamente todo de mí.
Nunca le tome importancia a ese extraño sentimiento cautivante que me atraía hacia ti, que me arrastraba a tus fauces para ser devorado lentamente. Muchas veces quedaba a tu merced, completamente expuesto y me odiaba por ello, porque a tu lado me sentía débil, pero también protegido.
Han pasado tres años desde que estas a mi lado, desde que tu mirada me hipnotiza y me seduce en un nivel completamente diferente, insospechado y excitante. Que tonto he sido, porque recién me doy cuenta que tus ojos, si tus ojos rojos como la sangre hicieron que me enamorara de ti, como jamás creí estarlo.
Pese a que lo sepa aun no soy capaz de admitirlo, este odioso orgullo me impide doblegarme y entregarme a ti, me impide amarte como deseo hacerlo. Yo mismo me limito a no ser feliz, a reforzar esta mascara de frialdad que de antaño me he colocado para no ser herido, para mantenerme en pie y cumplir mi venganza.
—Bocchan —escucho tu parsimoniosa voz llamarme, logrando salir de mi ensoñación.
Levanto el rostro lentamente y te miro a los ojos. Mi zafiro se cruza con tus rubíes en una lucha extraña y excitante por mantener la vista en el contrario, como si nos retáramos. Como si atreves de nuestros ojos pudiéramos expresar lo que no podemos con palabras. Lo sé, es absurdo pensarlo, creerlo e imaginarlo.
Un demonio, un poderoso ser creado para traer iniquidad entre los humanos simplemente es incapaz de amar y yo impotente de admitir mi derrota ante ti.
—¿Qué sucede? —espeto dubitativo mientras ladeo el rostro y muestro un semblante prepotente adornado con una sonrisa altiva y altanera.
—Le noto distraído, ¿todo bien?
—Sí.
Observo cada movimiento, por dentro me golpeo mentalmente por haberte contestado de esa manera tan fría y prepotente, pero si lo hago de otra forma simplemente no seré yo. Porque Ciel Phantomhive es así y yo soy él.
Reverencias ante mí y te marchas a paso seguro, con aquel porte tan gallardo y galante a la vez.
Me concentro en mi trabajo, y en las actividades del día; tan cotidianas y monótonas que prácticamente las termino haciendo mecánicamente. Tal vez a ti te pase lo mismo, me gustaría saberlo, curiosamente hay tantas cosas que me gustaría conocer de ti, pero simplemente me niego a preguntar, a indagar más allá de lo que me has mostrado en estos tres años, se muy bien que podría obligarte a decirme lo que quiero pero me basta con observarte esporádicamente a la distancia.
Al menos por hoy mi día ha llegado a su fin, la noche a caído sobre la mansión en espera de un nuevo amanecer.
Ha llegado el momento de que me prepares para dormir, mientras me colocas el camisón te veo pensativo, inmerso en el suave movimiento de tus manos mientras me despojas lentamente de las prendas de cubren mi cuerpo. Al terminar de colocarme el camisón levantas la vista y nuestras miradas se vuelven a cruzar.
Siento el acelerado ritmo de mi corazón golpetear mi pecho con desenfreno como si en cualquier momento quisiera salirse de su lugar. Tu rostro se acerca al mío con lentitud, logrando que sienta que mi cuerpo arde por dentro, tal vez este completamente sonrojado, aun así no soy capaz de apartarme, ni siquiera por el hecho de sentir tu cálida respiración entremezclarse con la mía.
Instintivamente cierro los ojos y me entrego a una nueva sensación. La reconfortante sensación de sentir tus labios presionados contra los míos. Solo fueron un par de segundos, antes de que te separaras abruptamente de mí.
—Yo… bocchan lo siento —por primera vez en todo este tiempo te noto nervioso y eso me provoca, aun así soy incapaz de articular otra palabra que no sea tu nombre.
—Sebastián —musito en un susurro mientras te atraigo a mi cuerpo, jalándote de la corbata para volver a unir nuestros labios en un nuevo beso, solo que más desesperado y hambriento, buscando satisfacer aquella lujuria reflejada en tus cautivantes rubíes.
Tus hipnóticos ojos me escudriñan con sorpresa antes de que correspondas a mi torpe juego de labios, mordiéndolos un poco en el proceso.
Realmente no sé si los demonios puedan enamorarse, lo único que sé y de lo que estoy seguro es que yo, Ciel lograre enamorarte a ti mi demonio, aquel poseedor de la mirada que fue capaz de seducirme y enamorarme.
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~ * F I N * ~