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Vengadores unidos, o bueno, demasiado unidos por DcHenri

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Notas del fanfic:

¡Prometí este one shot y lo cumplí!

Lo hice con todo mi amor y mi humor chafa que tanto les gusta. *o*

Espero leerlos pronto <3

PD:Pronto actualizaré la fic Academía Shield, pero paciencia:c 

Los adora con todo su kokoro podrido de cosas sucias y pornográficas, DC. Henri. 

 

Notas del capitulo:

Los personajes no me pertenecen, si no a Marvel y a sus respectivos creadores. O bueno Disney xD

Espero que nadie más se dé cuenta de mis sucias intenciones. Ósea, si quiero a esa pequeña cosita tierna que por fortuna no sacó la cara de su padre, pero mis planes iban enfocados para matar dos pájaros de un tiro. Y sí, tengo que confesar que desde nuestro último encuentro no he parado de pensar en él.

Tú y Rogers compartirán cuarto.

Recuerdo esas palabras que pronunció el rubio y como la cara de Steve se teñía de un rojo sutil. Mientras yo me preparaba para el cachondeo de mi vida. Sin importarme que a fuera Ultron estuviera de travieso sin la supervisión de su papi. Pero los planes se vinieron abajo cuando apareció Fury mandando y dándonos su información y bueno, ni compartimos cama y a duras penas salvamos el mundo.

Y el resto es historia.

Y la verdad es que lo he extrañado como desquiciado.

Y traté incontables veces durante todo este año, acercarme a la bendita Base de los Vengadores y pasar a saludar y según yo a entrenar, pero un bochorno me llegaba y hacía que me arrepintiera. Todos ya se olían la onda que él y yo nos cargábamos, la tensión, las miradas, la manera en que nos dirigimos la palabra. Porque el sigue siendo tan anticuado desde que lo vi por primera vez.

Sigue tan correcto y respetuoso, y claro, sigue igual de buenote de cómo lo deje en Nueva York.

A esas alturas de parecer colegiala mojada ya estaba por demás desesperado sin saber qué hacer y estuve analizando demás opciones para volvérmelo a topar. Quise ir a su casa pero, ¿con que excusa? Hola Rogers, ¿cojemos? Sabiendo mi desesperación con la manera tan directa en que hablo terminaría cagandola. Y tenté más opciones como la de, seguirlo a todos lados y topármelo por “casualidad” en la calle, pero sin siquiera haberlo planeado ya era costumbre del diario seguirlo a todos lados y ya hasta me sabía su horario de memoria, el único problema es que nunca tuve el valor de interceptarlo, porque sentía que él se daba cuenta que mi auto lo seguía con disimulación y que mis ojos viajaban con él y con su trasero a todos lados a los que iba.

¡Inclusive estuve tentado a mandarle un What’s app!

Pero después recordé que ni celular tiene y se me pasó.

Después de tanto, una idea me llegó saliendo de la ducha, mientras me secaba con una toallita para niños del capitán América. Como si un foco brillara arriba de mi cabeza, me eché al hombro la toalla y me acerqué a tomar el celular dispuesto a hacer realidad mi idea. Me recosté en la cama que, adivinen… si por supuesto, la sobrecama era de un enorme escudo del… oh si, del capitán América.

Dos timbrazos se escucharon antes de que aceptaran la llamada.

─ ¿Hola?

─ ¡KATNISS EVERDEEN!─ Grité ya con un deje de emoción.

─Tengo dos teorías, o es una estupidez buena o es una estupidez  mala.

Me dijo ya oliéndose mi secreto bajo la manga.

─Tendrás fiesta en tu granjita.

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Caminábamos por el pasillo de botanas del supermercado llevando cada uno un carrito hasta el tope de compra. Habíamos agarrado vasitos, gorritos de fiesta, cartelones que decían “Feliz cumpleaños”, platitos para pastel y otras pendejadas más.

─Sabía que esto sería una estupidez mala.─ Comentó Clint mientras yo traía cinco paquetes de papas fritas con extra contenido y repletas de picante. Yo lo miré antes de dejar caer las frituras de mis brazos al carrito.─ Todavía que el generoso y amable tío Tony pagará por la fiesta de tu bonito bebe. ¡Qué desconsiderado Clint!─ Dije con sarcasmo dirigiéndome al área de helado.

─Usar a mi hijo para tus arrecheras…no esperaba menos de ti Stark.

─Cuando quieras estar asolas con tu mujer, te prometo devolverte el favor.─ El rió y negó con la cabeza. Dándome a demostrar que no tengo remedio.─ ¿Qué crees que sea más afrodisiaco? ¿El helado con chispitas de chocolate o el helado de fresas con crema?─ Pregunté sosteniendo ambos tambos de helado y viendo que el solo se contenía una carcajada decidí llevar los dos. Más vale prevenir que lamentar.

Y después de echar más pendejadas al carrito nos dirigimos a la caja a pagar. O mejor dicho Clint me acompañó a pagar.

La señora de avanzada edad que atendía la caja nos miró sin entender la congruencia de la compra que llevábamos.

Condones, vasitos de Winnie Pooh, Whiskey, globos de diferentes colores, vodka, antifaces de animalitos.

Todo esto indicaba y gritaba en todo su esplendor “Idea marca Stark”.

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La fiesta se llevaría a cabo en el amplio y pintoresco jardín, con el rico clima que ofrece la tranquilidad del campo. Estábamos inflando algunos globos que se colgarían. Todo estaba quedando realmente muy hermoso y solo faltaba afinar uno que otro detalle para que quedase perfecto. Abundaban toda clase de colores y por lógica algunas cosas que se mezclaban en la fiesta eran de estampado de los héroes más poderosos, de los Vengadores por obviedad. Como unas cuantas figurillas del invencible Iron man, por supuesto el más grande vengador.

─No sé cómo le podríamos agradecer este lindo gesto que ha hecho señor Stark.─ Laura que amarraba su globo comenzó a hablar, mientras yo traía el mío en la boca, tratando de que saliera aire en lugar de saliva. Me lo quité de la boca para poder contestar.

─Clint será un cabrón, pero tiene una hermosa familia y descuida Laura.─ Dije sonriendo y viendo que todo ya tenía forma y que el patio ya estaba plenamente decorado.

─ ¿Y a quienes más invitó a la fiesta?─ Preguntó la castaña al mismo tiempo en que corría un delicioso viento que meció con delicadeza los adornos.

─Pues aparte de algunos niños que usted conoce y los amigos de los hermanos mayores de Nathaniel, todos los vengadores. Desde la tía Nat, hasta el amargado Fury. Inclusive hice todo lo posible para que Thor recibiera su debida invitación.

Ella asintió.

─ ¿Y el Capitán Rogers?

De solo oír su apellido algo vibró dentro de mí. Me mordí con disimulación el labio inferior. Así y más me traía ese anciano de ojos azules.

─Espero que asista.

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Yo traía una playera del videojuego “La leyenda de Zelda”, unos relucientes tenis y un pantalón ajustado que remarcara mis atributos traseros. Me rocié de mi mejor perfume y traía puesto el bóxer más sexy que encontré en mi repertorio.

Todo ya estaba completamente detallado y no había error en el plan.

Los invitados fueron llegando y el pequeño Nathaniel, a pesar de solo tener un añito se veía que la estaba pasando muy bien.

─ ¿Qué te traes, Stark?─ Natasha se sentó a mi lado, bebiendo de los pequeños vasitos algo de jugo de naranja mientras un payaso ya comenzaba con el show para los más pequeños. Yo con la cara más inocente degustaba algunos dulces y encogía los hombros. Haciéndome el desentendido.─ Creo que el jugo te está afectando las neuronas, Romanoff.

Ella arqueo una ceja dudosa de mi respuesta. Sabía que la fiesta infantil alborotaría rumores de los que me conocían, y más de la rusa. Y de repente un rayo retumbó en el cielo. Una potente luz bajó hasta toparse con el pasto. Por supuesto, en la decoración hacía falta el clásico “Aquí estuvo Thor”, que cuando aterrizaba se marcaban muchos signos raros en el suelo y esta vez, no fue la excepción. Pero Thor no venía solo, sino que cuatro guerreros y un colado más bajó junto con el Dios del bifrost. Loki alias “yo ya quise joder el mundo” venía con los asgardianos.─ ¡Continúen!─ Gritó para que el payaso siguiera con sus actividades. Me acerqué a él. Y como era de esperarse me abrazó casi levantándome del piso, con mucha o mejor dicho demasiada enjundia.

─Me alegra volverte a ver colega y más, que sea en la adorable fiesta del descendiente menor de la dinastía Barton.─ El rubio sonreía de la manera más resplandeciente que se podía.─ Y espero que no te incomode que trajera a algunos invitados de más.─ Yo negué y clavé la mirada en Loki, que evitaba a toda costa la mía y que miraba con desprecio todo lo que le rodeaba.

─Adelante y sus obsequios van en aquella mesa.─ Dije sonriendo y mostrándole la mesa en donde también estaba el pastel. Thor asintió y junto con toda su tropa se dirigió a la mesa. Donde colocó algunas joyas y un escudo que de lejos se veía pesado junto con una filosa y deslumbrante espada. Regalos típicos de Argard, de seguro.

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El show del mago iba comenzando y yo ya me estaba quedando dormido cuando de la nada sentí un codazo en el costado que me despertó. Bostecé y ese codazo me lo brindó nada más y nada menos que Wanda Maximoff. La miré desconcertado.─ Perdón, pero Natasha me dijo que lo hiciera cuando llegara el Capitán.─ Y cual jirafa estiré el cuello desde mi sillita y lo vi.

Con una camisa color azul cielo, haciendo juego con sus ojos, su melena dorada perfectamente peinada y una caja de regalo con un enorme moño rojo. Se acercó tímidamente y fue con rapidez interceptado por Laura y sin perder tiempo y dejándome guiar por mis impulsos me paré de la sillita tirándola en el proceso y me acerqué a pasos agigantados hacía él.

Por ese mini momento desconocí la palabra discreción.

El junto sus cejas extrañado al verme ahí parado frente a él. Y Laura simplemente nos regaló una sonrisa cómplice y nos dejó solos.

─Cuando recibí la invitación nunca me imaginé que fuese tu idea. Qué lindo detalle.─ Me sonrió tomándome del hombro, con un apretón como saludo. Yo desvié la mirada al piso al darme cuenta que todos habían notado mi ansiedad. Todos menos Steve. Que comentaba sobre la fiesta sin darse cuenta de mis intenciones.─ Pues ya sabes, todo lo que hago por el buen e inútil de Barton.─ Dije ahora comenzando a caminar mientras él me seguía.─ Quiero ver al cumpleañero, ¿Dónde está?─ Al escuchar eso mi mirada viajó por todos los invitados hasta que vi al pequeño Pietro aplaudiendo y sobre las piernas de Loki.

─Sígueme, jefe.─ Y de la mesa de regalos nos dirigimos a la sillitas de niños, donde un irritado Loki estaba ahí con el festejado.

─Cuernitos, que gusto verte.

─No puedo decir lo mismo Stark.─ Y el ojiverde me regaló una mirada tan cargada de autosuficiencia que sonreí. ¿Para qué engañarme? Ya extrañaba a esta diva con problemas de incesto.

Su mirada pasó de la mía a la de Steve. El cual lo escaneó de pies a cabeza. Sonrió con burla.

─No los veo por un tiempo y me entero que ahora ya son pareja oficial. Mis condolencias, capitán.─ Dijo saboreando las palabras y soltándolas cual dardos, haciendo que Steve casi soltara el regalo y se le colorearan las mejillas. Yo solo sonreí divertido.─ ¿Envidia, intento de reina Elsa? ─ Le dije contraatacando a lo que él se levantó de la pequeña silla y me tendió a Nathaniel.─ Solo no seas tan obvio, Stark.─ Y quitándole el regalo a Steve de las manos nos dejó ahí, con él bebe.

─Esta vez no entendí la referencia.─ Comentó el rubio después de salir de su trance de sonrojo. Yo solo reí, tomando  asiento en una de las sillitas con Nathaniel que no estaba ni al tanto de que su tío Tony quería que se lo echara su tío Steve.─ Esta pendejo.─ Y diciendo eso palmé la silla de aún lado para que el mayor tomara asiento.

Él puso mala cara y se sentó.

─ ¿Crees que debo mejorar mi lenguaje?─ El me miró regañándome con la mirada.

─Hay un bebe presente, Tony.─ Yo solo atiné a reír por segunda vez y tapándole los oídos a Pietro, respondí.

─Soy mucho mejor con mi lengua de lo que aparento.─ Y otra vez el rojo subió a Steve y carraspeando me miró, con vergüenza en sus gestos.

─No se… si creerte.─ Me dijo, aún con el rojo vivo estampado en su rostro y con la voz débil y titubeante. Me traté de contener para no irme encima de él y correr juntos al juego inflable y demostrarle la veracidad de mis palabras. Alcé la ceja con presunción.

─Será un placer demostrártelo.─ Él me sonrió, dándose cuenta de la intención con la que hablaba y estaba por contestarme cuando alguien llegó a interrumpir.

─ ¿Gustan botana?─ Nos preguntó Falcon con una charola en brazos. Pero al notar mi mirada asesina se dio cuenta de que no debió acercarse. Yo tomé algunas y el Cap negó sonriendo. Y de ahí se pusieron a platicar. Mientras yo rodaba los ojos y comía.─ Pareces madre en plena época de periodo.─ Me dijo Natasha al oído repentinamente mientras ofrecías algunos sándwiches a los invitados. Con disimulación  y mientras los menores le agarraban algunos refrigerios le saqué la lengua enfadado, ya que el imbécil de Wilson me había quitado a Rogers.

Y de la nada la espía, con la charola media vacía, interrumpió la plática de los dos y diciéndole algo en el oído a Falcon este se despidió de Steve sonriéndole y después regalándome una sonrisa a mí.

─Siento que todo el mundo está actuando muy extraño.─ Comentó volviéndose a sentar y con duda en su voz. Yo solo me encogí de hombros. Y se hizo un silencio mientras veíamos los últimos trucos del mago.

─Y entonces, ¿Si me extrañaste?─ Dije con un cosquilleo en el estómago. Mientras Nathaniel brincaba en mi regazo.

Steve me miró sorprendido y después ablandó sus facciones. Me sonrió, casi puedo decir que con dulzura. O quizá el jugo de naranja con el toque especial del Whiskey me estaba haciendo alucinar.

─Por supuesto.

Yo sentí como si la emoción que sentía se hubiese multiplicado. Me tragué el sonrojo y asentí.

─Lo entiendo, soy demasiado encantador.─ Y usé mi sarcasmo para disimular mi emoción, mientras el reía con sutileza. Hubo otro silencio.

─ ¿Y tú me extrañaste?─ Me dijo sin mirarme y con las manos cruzadas, haciendo un gesto nervioso. Su pregunta me descolocó.─ Si todo este tiempo estuve mejorando mi lenguaje por ti.

Él estaba por volver a hablar cuando Visión nos interrumpió, que si no fuese porque estábamos en una fiesta infantil se la hubiera mentado.

─Disculpen por interrumpir indebidamente. Me ha mandado la señorita Maximoff para avisarles que la siguiente actividad en la fiesta comenzará.─ Él se levantó pesadamente de la silla dejándome con la incertidumbre y sin más remedio, lo secundé con Nathaniel en brazos. Lo único que hizo que me mantuviera de humor es que la siguiente actividad que seguía era el romper la piñata.

Piñata que era un pirata, un pirata muy parecido a Fury.

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Ya era de noche y como toda fiesta infantil, concluyó siendo un desmadre de adultos.

Los globos estaban caídos y reventados, las sillas pequeñas dispersas por el pasto, el alcohol tomando el lugar del juguito, los niños en sus debidas habitaciones y el pequeño festejado ya dormido en una carriola.

─ ¡Yo quiero hacer un brindis!─ Dije ya animado por la celebración que apenas acababa de empezar. Así que parándome y con vaso lleno en la mano, lo alcé llamando la atención de todos. Que a este grado ya andaban prendidos y cariñosos. Laura y Clint se secreteaban mucho al oído con miraditas coquetas, Wanda y Visión solo charlaban más de cerca y en confianza, Thor y Loki se empezaban con disimulación a sonreír y las manos del rubio ya viajaban por las piernas del otro, ¿Bruce y Natasha? Ni se diga. Y el resto solo se disponía a quedar ebrios y tragarse lo que quedaba de pastel en cualquier momento.

Todos me miraron.

─Quiero brindar porque está presente Loki y que debo de admitir que extrañaba su manera tan propia de chingar.─ Todos rieron mientras él me regalaba una sonrisa afilada. Y todos gritamos un salud Para después empinarnos el contenido de bebida. De ahí el ojiverde se levantó de su asiento y alzando su vaso rojo propuso otro brindis.─ Yo brindo por volverlos a ver queridos mortales, pero en especial quiero brindar por la madrina Stark que tiene serios problemas de tensión sexual. ¡Salud!─ Y todos ahora sí, rieron con ganas. Sabiendo de antemano que el ex villano había dado en el clavo.

Y dándole un profundo trago al vaso brindé internamente por el estado tan inimaginable en el que me trae Rogers.

─Oye Tony, ¿podrías traer una caja de botellas de vodka que tengo en la habitación de visitas que está arriba en el ático?─ Cuando escuché esa petición de Clint noté como me guiñaba el ojo con discreción. Dándome a entender que estaba dispuesto a ayudarme para estar en privado con el Cap. Entendí rápidamente.─ Steve, ¿podrías acompañarme?─ Este que hablaba con la doctora Helen, se disculpó con esta y aceptó acompañarme.─ Es que como tú eres muy fuerte, de seguro podrás cargarla con facilidad.─ Dije con inocencia mientras nos encaminábamos a la casa de Clint.

─Si claro, lo que tú digas, Stark.

Y atravesamos la cocina, para después subir las escaleras. Yendo hasta el cuarto del último piso, donde “se supone” están las dichosas botellas. Entramos al cuarto y haciéndome el tonto, comencé a buscar la caja. Y el hacía lo mismo.─ Creo que aquí no está, busquemos en otro lado.─ Dijo y ya estaba por abrir la puerta, cuando mencioné algo que hizo que soltara el picaporte.

─ ¿Qué extrañaste de mí?─ Noté su cuerpo tensarse y me senté en la cama. Confiado y esperando una respuesta.

─Tu forma insolente de ser, tu manera grosera de contestar, tu sarcasmo incómodo.─ Respondió aun dándome la espalda y mirando de frente a la puerta.─ Y la manera tan deliciosa que posees de hacer que yo pierda el control.

Y volteo a verme, con la cara roja pero el azul centellante de sus ojos decidido. Su respuesta me aflojó las piernas que si no fuera porque estoy sentado en la cama, ya me hubiese estampado en el piso.

─Creo que si no te volvía a ver me hubiera vuelto loco.─ Completó con la sinceridad impresa en cada silaba.

─Que raro, yo sentía lo mismo si no veía tu manera tan respetuosa de mandarme al carajo.

El rió acercándose a mí y sentándose en la cama. Ya más confiados y más cerca. Casi ignorando nuestro espacio personal. Me acerqué a sus labios, sintiendo como su respiración me cosquilleaba.─ ¿Y si te demuestro con hechos que tanto te extrañé?

El relamió con descaro sus labios y me sonrió.

─ ¿Y también me demostraras que maravillas juras que hace te lengua?─ Me dijo con insinuación eso último.

Y ahora, dejándonos llevar, unimos nuestros labios. En un beso desesperado y ansioso, dando rienda suelta a todo lo que se contuvo en tanto tiempo, y que hoy salía a flote. Enredé sin perder más tiempo mis brazos tras su nunca, como queriendo evitar que me abandonara y cambiara de opinión. Y tras sentir sus suaves labios por primera sobre los míos me di cuenta que quería a Steve solamente para mí, quizá para siempre. Sus manos de inmediato acabaron posadas sobre cada una de mis mejillas, acariciándome con la yema de sus dedos.

Sus besos sabían a falta de experiencia pero a seguridad, torpemente su lengua se encontró con la mía y decidí darle una lección. Enrosqué la mía con la suya y saboreando cada rincón de su boca. El soltó un gemido cuando atrapé su labio inferior el cual deguste y después mordí con suavidad. Y sin perder más tiempo me subí en él, sentándome en su regazo y dispuesto a que los besos continuaran. El gustoso posó sus manos en mi cintura.

La saliva se mezclaba con su sabor dulzón mientras mi sabor a alcohol le daban el toque perfecto. Y de la nada sus manos descendieron de mi cintura a mi cadera, para en un rápido movimiento quedar posadas sobre mi trasero. Que al sentir sus grandes manos apretar gemí sin pudor. Y separando nuestros labios decidí bajar por su mentón en un camino de pequeños besitos hasta su cuello el cual marqué con saña algunos chupetes en él. Dándole a demostrar que ahora le pertenecía de lleno a el señor Anthony Stark.

─Hora de demostrar lo que mi lengua sabe hacer.

Y bajándome de su regazo, me arrodillé frente a él mientras el no perdía detalle con su mirada de lo que estaba próximo a ocurrir. Abrí su cinturón, para después, el botón y el cierre que me estorbaban. Y tenté el paquete que se escondía tras esa ropa. Metí las manos en el pantalón abierto y saqué del asfixiante bóxer su miembro. Que lucía semi erecto. Noté sus manos haciendo puño la sabana que cubría la cama, así que no tardé en preguntar.

─ ¿Es la primer mamada de tu vida?─ Pregunté, y sin esperar respuesta di una diminuta lamida sobre el glande haciendo que su cuerpo se tensara y soltara un sonoro jadeo. ─Me parece que eso es un sí.─ Y sin decir más, recorrí con mi lengua desde la base hasta la punta, de manera lenta. Como si degustase una ancha paleta. Y antes de engullírmelo por completo le regalé un diminuto beso en la punta. Y de a poco lo fui metiendo en mi boca, evitando que los dientes rozaran con el miembro, y cerré los ojos disfrutando el momento. Y para ser sinceros esta también era la primer mamada que daba.

Y tragué todo, sintiendo las arqueadas. Sacaba y metía con fluidez el pene de mi boca provocando que los jadeos fuesen aumentando. Y abriendo los ojos, alcé la mirada mientras aún tenía el miembro dentro. Y lo que vi hizo que mi erección palpitara necesitada.

Sus ojos azules brillando, pero con ese toque de lujuria al verme, sus mejillas rosadas y unas gotitas naciendo de su frente. Ni en mis sueños podría obtener semejante escena. Y ahora, seguí con más rapidez mi trabajo, sintiendo como una mano titubeante me tomaba del cabello e intentaba marcar un ritmo. Me deje hacer cual sumiso.

─Espera…Tony.─ La voz salió cortante y su respiración estaba acelerada.─ No quiero venirme en tu boca… por el…momento.

Esa frase hizo que una excitación desconocida para mi galopara en mi cuerpo.

Y saqué el ensalivado miembro de mi boca, con algunas lágrimas en los ojos, y levantándome del piso me acerqué a él y sin querer desperdiciar otro según más, me tomó del trasero y me acercó a él, pegando sus labios sobre los míos, aún con su sabor de por medio. Y me aventó de repente a la cama con más brusquedad, acercando sus manos a mi pantalón que desabotonó con rapidez y que bajó por mis piernas, trayéndose consigo mi bóxer. Pudiendo ver ahora mi erección que se erguía. Me analizó por un momento y con voz ronca por la excitación me pidió que me quitase la playera. Y acaté, quitándome en la camino los tenis y los calcetines.

Él hizo lo mismo, se terminó de desvestir quedando desnudo delante de mí y escaneándolo con la mirada me pude dar cuenta de todo lo que me perdí.

Se abalanzó contra mí, quedando los dos acostados y el ejerciendo una exquisita fricción. Donde nuestros penes se daban mutuamente placer. Sus brazos a cada lado de mi cabeza, mis piernas abiertas y  la pelea de lenguas. Ya no aguantaba más. Quería que él estuviera dentro de mí en este instante. Y dándole un giro al asunto, le di la vuelta a la posición, quedando ahora yo arriba de él.

─Métemela ahora, cap.─ Dije con claridad y desprendiendo sensualidad.

─No se cómo, Tony.

Otra vez el sonrojo se le remarcó y su voz estaba llena de vergüenza. Me mordí el labio al descubrir lo ingenuo que era Rogers y regalándole una sonrisa con coquetería, tomé su mano derecha y dirigí tres de sus dedos a mi boca. Metiéndolos y ensalivándolos lo suficiente. El me miraba con atención. Ya que quedaron empapados los saqué y dirigí su mano hacía mi trasero, y con la otra mano me separé las nalgas, para que el pudiera tentar mi entrada.

─ Mete uno, primero.

Y haciéndome caso, optó por el índice. Que hizo presión en mi estrecha y virgen entrada y que haciendo un esfuerzo titánico no derramé ninguna lagrima. Al tener su dedo adentro, mi respiración estaba loca y mis manos aruñando su pecho.─ Muévelo… despacio.─ Le pedí en un hilo de voz y el acató, sacando y metiendo su dedo con mucha lentitud.

Y así paso un momento hasta que ya empezaba a disfrutar al intruso y mis diminutos gemidos le indicaron que podía meter otro. Que entro sin dificultad y llenándome de a poco de más placer. El tercero y último fue el más complicado, que apenas entrando y con un gesto de incomodidad de mí parte. Pero mi mano sobre mi miembro hizo que el dolor pasase de prisa. Sintiendo después de un tiempo un placer indescriptible.

─Estoy listo.─ Dije y el sacó sus dedos. Y bajándome de arriba suyo me coloqué a su lado.─ Quiero que estés arriba.─ Él en silencio se colocó arriba mío y sin esperar indicaciones coloqué las piernas a cada lado suyo y elevé mi cadera.─ ¿Te sientes más cómodo estando así?─ Me preguntó.

─Es por el simple hecho de que quiero que seas tú el que me la meta.

Y tras soltar esa frase, el me regalo una sensual sonrisa. Dispuesto a cumplir mi petición. Y sin demora enfiló su virilidad a mi entrada, que de a poco se fue abriendo para recibirlo. Y el aire se me fue de los pulmones, un dolor punzante empezó a llenar de lágrimas mis ojos. ¡Que vaya que la tenía grande! Y con lentitud, estuvo dentro. Cerrando los ojos y con un largo gemido.

─Dame algo de tiempo.

Y el asintió. Y traté de acostumbrarme sintiendo como mis paredes internas estaban abiertas casi de manera titánica. Respiraba con profundidad mientras mi mano se movía de arriba abajo sobre mi pene.

─Muévete.─ Dije al mismo tiempo que sentía un cosquilleo delicioso provenir de mi trasero. Y así comenzó, con embestidas lentas y delicadas. Regalándome pequeños besitos en la cara. Para después, empezar a tomar más fuerza, moviendo con más brusquedad la cama y enterrándome hasta el fondo su virilidad, provocando en mi espasmos de placer e incontrolables gemidos que salían sin mi consentimiento. Steve me estaba llevando al cielo.

Aruñaba su espalda cuando llegaba más adentro, mis piernas fueron a parar a sus hombros y él me tomaba de la cintura cada vez que arqueaba la espalda de placer. Mi mano seguía dándome placer y su pelvis cada vez era empujada con más bestialidad. Y sentí esa ola inconfundible de satisfacción avecinarse. Jalé sus cabellos despeinados y mis uñas se clavaron después en su ancha espalda dejando marca del increíble orgasmo que había alcanzado.

 Y el líquido salió disparado manchando todo mi pecho. Y el sin detenerse tomó con más fuerza mis piernas que seguían sobre sus hombros y aprovechando la estrechez que generó mi entrada me dio una última embestida tocando un punto escondido de placer dentro de mí y se vino, llenándome por dentro de su esencia caliente.

Y se tiró sobre mí llenándome de sudor y obsequiándome un tierno beso en la frente. Lo abracé al instante en que su respiración me acariciaba el cuello.

Y seguimos abrazados, sin decirnos nada.

Hasta que su voz rompió con el silencio.

─ ¿Soy tu primero?─ Dijo, volteando el rostro hacía mí y viéndome con devoción, como si fuese un pequeño bebe al cual lo miran con dulzura. Sabiendo muy bien que se refería a mi virginidad anal.

─ Mi primero y mi último.─ Y el comentario se me escapó romántico y meloso para la situación y estaba por jugar alguna broma al respecto para que eso último no quedase así nada más, pero un diminuto beso que gritaba sentimientos se plantó sobre mi nariz. Cerré los ojos disfrutando sus labios contra mí. Me sentía cómodo a pesar de que la situación este yendo más cursi que de lo que esperaba.

─Siempre supe que había algo entre nosotros, algo invisible pero al fin de cuenta que nos unía. Somos de épocas distintas, moralidades y pensamientos opuestos pero, somos tan diferentes que me atrevo a decir que me sabe a perfección cada momento contigo, y por algún momento pensé que era odio eso que sentía en mi corazón, pero me parece que es todo lo contrario. Como si fueras mi complemento, aquel balance que me hacía falta.─ Su voz salió aterciopelada, acariciándome con cada palabra, provocando que una sonrisa se me formara junto con un adorable sonrojo que calentaba mis mejillas. Y quizá era la sinceridad con la que hablaba que hacía que me derritiera sin necesidad de más. Solo su voz y su manera de decirme lo que yo, no me atrevería a hacer.

Si antes me traía estúpido, ahora la situación es que me trae re-pendejo.

─Perdón si es que sueno anticuado y mis palabras son empalagosas, pero me di cuenta que esto siento y que he llegado a resolver el enigma “Stark”.─ Se apeno pero la potencia de seguridad en su voz no disminuyó ni un poquito.

Acaricié su mejilla, con admiración, con delicadeza, con amor.

─ Yo… sabes muy bien que lo mío es la burla y el lado opuesto a todo lo que dijiste.

─ ¿Entonces tu no sientes nada de eso?─ Dijo con decepción y rápidamente contesté negando.

─No me malinterpretes, sino que, me cuesta decir todo lo que dijiste. Esa manera tan envidiable que tienes de expresarte. Yo soy todo lo más genial del mundo, menos una persona que deja ver sus sentimientos con tanta facilidad y claridad… pero no por eso quiere decir que no tengo. Están aquí en mi pequeño y odiado corazón. Y todo esto bonito que siento y que las personas llaman amor son gracias a ti, y a nadie más. Son tuyos y puedes tomarlos. Eres dueño de los extraños y bipolares sentimientos Stark. Y perdón si no me supe expresar tan bien…

Y me tomó de ambas mejillas y me besó. Como si fuese un beso de película, de esos que se dan en los finales felices.

─Esas palabras me bastan y tus sentimientos no son dignos de mí, pero prometo protegerlos con mi vida.─ Yo solo sonreí con una felicidad inigualable, de esas que son irrepetibles y que Natasha irradiaba cada que veía a Banner.

─Tu siempre tan defensor y patriótico, Cap.

Dije haciendo que el soltase una ligera risa y me apretujara más contra su pecho.

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Desperté debido a que la luz del sol ya se estaba colando por las finas cortinas. Me estiré aún sobre la cama sin abrir los ojos. Aunque una sonrisa estaba ya plasmada en mí, de solo recordar lo de la noche anterior. Me dolía la cadera y un dolor punzante venía desde la parte más interna de mi cuerpo, ¡joder que las piernas las sentía pesadas! Extendí los brazos dispuesto a hacer contacto con Steve. Y abriendo los ojos de golpe me di cuenta que el ya no estaba conmigo en la cama.

Me incorporé y ya sentado me pude dar cuenta que me encontraba solo en el pequeño cuarto.

─ ¡Steve!─ Alcé la voz y tras no oír ninguna respuesta, me levanté y cogí mi ropa que aún estaba en el piso. La desesperación de a poco estaba tomando el control.

Steve no me pudo haber dejado. No pudo haberse marchado después de lo de anoche. Todo lo que él me dijo no fue por simple compromiso o una manera de no hacerme sentir mal. Oí su sinceridad y la manera tan tierna en que me lo decía. No lo pude haber imaginado. Me puse la ropa de prisa y con la respiración exaltada. Y abriendo la puerta corrí por el pequeño pasillo bajando hasta la segunda planta.

¿Y si cambió de opinión? Él es muy conservador y recto, ¿y si haber tenido sexo con un hombre después lo repudió? Quizá fue la calentura del momento pero, después solo quizá lo meditó mejor y se dio cuenta que fue una mala idea. Que eso que había pasado la noche anterior no era normal. Quizá ahora le doy asco.

Y me quedé parado en las escaleras que conducían al área de la sala y la cocina. Unas terribles ganas de llorar me llegaron de la nada. Otra vez uno de esos ataques de ansiedad estaba próximo a hacer su aparición.

Y pasó. Sentí las piernas temblar y la vista nublada. Como si el oxígeno se me estuviese acabando. Comencé a respirar con dificultad y corrí bajando las escaleras, dirigiéndome a la puerta corrediza que estaba abierta y que conectaba a la pequeña terraza. Topándome a María hablando por celular. Todo ya estaba nubloso y un sudor helado me recorría. Como si la oscuridad de aquel agujero negro me estuviese comiendo de nueva cuenta. Esa vez en Nueva York.

─Te llamo luego.─ Escuché a María decir mientras yo estaba recargado sobre el barandal.

Se me acercó tomándome del hombro.

─ ¿Estás bien, Stark?─ Me preguntó notablemente preocupada y sosteniéndome con fuerza, evitando que me fuese a desplomar.─ Vamos, respira.─ Y con lentitud fui dejando escapar el aire y volviéndolo a recuperar. Tratando de tranquilizarme.

─ ¿Dónde está, Rogers?─ Dije ya cuando sentí que mis pulmones estaban recuperándose. Y mi mente fuera de un colapso emocional. María me miró extrañada.

─Él está en la cocina, preparando el desayuno.─ Y sin esperar más tiempo corrí, dejando a María ahí y cruzando con agilidad la puerta abierta de cristal que conducía de la terraza a la cocina.

Y lo vi ahí de pie, dándome la espalda y con una espátula en la mano dándole vuelta a un hot cake.

─ ¡Eres un maldito idiota!─ Grité, llamando su atención. Él dejó la espátula sobre una mesita y se dio la vuelta encarándome. Su rostro estaba deformado por la sorpresa.─ ¿Qué te sucede, Tony?─ y me acerqué a él furioso, dispuesto a desquitarme.

─¡¡Pensé que me habías abandonado!!─ Alcé la voz golpeando su pecho y reteniendo el llanto. Si, como toda una puberta enamorada. Él me tomó de las manos y detuvo los golpes. Mientras yo evitaba que su mirada se fijara en la húmeda mía. El soltó mis manos y una lágrima se me escapó sin mi consentimiento, la cual intercepté justo cuando resbalaba sobre mi mejilla. Con delicadeza posó su mano sobre mi mentón y me alzó el rostro. Dispuesto a confirmar que estaba a punto de llorar.

─ ¿Eso creíste?

Dijo con seriedad.

─No estabas a mi lado cuando desperté, pensé en mil y un cosas. Motivos por los cuales podrías haberte marchado. Ya te estaba mentando la madre.─ Él sonrió y acarició mi mentón que aún estaba sobre su mano.

─Jamás te he abandona, inclusive nunca lo hice ni cuando sentía que eras un egoísta bueno para nada. Y ahora mucho menos me atrevería a dejarte, Tony. Yo solo desperté temprano y me fui a cortar algo de leña para después ponerme a hacer el desayuno y que todo estuviera listo cuando despertaras. Perdón.─ Y su explicación fue suficiente para que me parase de puntillas y lo abrazara con fuerza.

─No te mato por el simple hecho de que todos me echarían la culpa.─ El rió ligeramente y nos separamos.─ Mejor vete al jardín, todos están ahí. En un momento terminaré el desayuno.

Y regalándome un tierno beso en los labios, me fui ahora sonriendo.

Al llegar al jardín vi una mesa extensa de madera y todos sentados. Excepto Thor, que partía algunos troncos y estaba en camiseta, tratando de lucirse para Loki, que vestido de manera midgardiana y con unos lentes de sol, gritándole a su medio hermano que se apurara y no fuese tan lento. Tomé asiento.

─Si no fuera porque estaban en el cuarto del ático, tus gritos los hubieran escuchado hasta Sokovia.─ Atacó Clint desde su asiento, con el pequeño Pietro en las piernas. Todos rieron y provocaron que alzara mi dedo, indicándoles que les mentaba la madre. Y de ahí la plática siguió mientras Loki dejó a Thor en paz y comenzó a molestarme. Pero que más daba, adoro ser el centro de atención y más si se trata del Dios de las mentiras.

─ ¿Ya estás mejor?─ Me preguntó en voz baja María que estaba aún lado mío. Yo solo asentí y estaba por hablar, o mejor dicho rogarle que no dijera nada de mi ataque. Ella me sonrió adivinando.─ Esto queda entre tú y yo.─ Y sonriendo, pasé mi brazo sobre su hombro en un flojo abrazo.

─Abran paso.─ La voz de Steve se escuchó y de la nada, apareció una repleta charola en la mesa. Llena de hot cakes, emparedados, tocino, fruta picada, jugo de naranja y waffles. El Cap tomó asiento a mi lado derecho y todos nos dispusimos a desayunar.

Riendo y comiendo. Olvidándonos por completo de lo que somos y dejándonos llevar por el momento. Ya habíamos perdido a algunos y venían tiempos cruciales, problemas difíciles, batallas colosales y quizá un final definitivo. Pero mientras tanto, disfrutábamos el presente, como si el momento se fuese a congelar y viviéramos en este instante por siempre.

─Sabía que había algo entre ustedes.─ Comentó entre la plática Rhodey.

─ Yo pensé que se odiaban, de hecho en cualquier instante pensé que se soltarían un golpe.─ Y contestó Bruce antes de tomar de su jugo. Natasha y todos asintieron.

─Ese es nuestro secreto doctor.─ Dijo Steve mirando a Bruce.─ Nos odiamos con amor.─ Y completo la frase con su mirada ahora puesta sobre la mía.

De ahí le siguieron toda clase de burlas y muchas groserías de mi parte.

 

Tenemos nuestras diferencias y somos opuestos unos con otros, pero de antemano sabemos, que por sobre todo, eremos una familia.

 

 

Notas finales:

Sus comentarios me harían feliz y sus mentadas de madre me harían mentarselas con amor xD 

¡Gracias por leer! 7u7


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