Nunca pensó verse envuelto en una situación así. " Syo, algún día se han de enterar." Nanami sabe de esto...¿Eso la hace complice, verdad? Bueno, ser el objeto de comfort de los demás tiene sus ventajas al fin y al cabo. No se arrepentía, todo era simple prueba de su pequeño problema.
Se miró al espejo, estaba completamente desnudo, nunca había tenido problemas al verse a si mismo, estaba totalmente acostumbrado a verse y también a los demás...bueno, sólo a su hermano Kaoru, después de muchas duchas desde pequeños la vergüenza quedaba en el último lugar. Aunque pareciera que en él no quedaba ni un solo rastro de ella.
Su dedos recorrieron desde su meijlla, pasando por su barbilla y cuello hasta llegar a su torso. Se estaba examinando completamente, podía ver a la perfección las pequeñas marcas moradas en su clavícula y unas marcas de dientes en su cuello, aunque el color ya era algo opaco podía verlas bien. Después miró sus caderas, éstas tenían moretones aún más grandes y más claros. Y ni se diga de sus muslos, pues estos parecían estar totalmente morados. No había duda de por qué le dolía el caminar. Miró sus muñecas y abrió los ojos sorprendido, éstas también estaban marcadas. ¿Tan descuidado había sido?
Sonrió al ver su rostro, éste estaba impecable y si ningun aruñón, mordida o marca, como siempre. Al menos sabían obedecer ordenes...aunque al final el que acataba órdenes era él. Tocó sus labios, estos le dolían un poco y se podía notar que estaban ligeramente hinchados, debía dejar de morderse tan fuerte.
Una sonrisa aún más grande se formó en su rostro al verse por completo después de haber asimilado cada detalle que ahora había en su cuerpo. Todo era una prueba de lo que alguna vez sucedio. Con esas marcas durante el tiempo que durasen no se olvidaría de ningun detalle de lo ocurrido, cómo llegarón esas marcas a su lugares y por qué. Se podría decir que...estaba orgulloso. Le gustaba verlas, en verdad le gustaban mucho...
—Se ven algo lindos en ti — Dijo en una voz que sonaba totalmente hipócrita.
Soltó una pequeña carcajada y se giró sobre sus talones para ir a buscar un cambio de ropa y arreglarse para otro día. Esperaba que fuera igual de interesante que el anterior. Quién sabe... tal vez y algo nuevo pasaba.
Optó por algo casual el día de hoy, se echó un último vistazo en el espejo asegurándose que ninguna de las marcas en su cuello y muñecas se notaran y que su cabello estuviera prolijamente peinado y su fedora estuviera en perfectas condiciones. No podía descuidar su apariencia para nada.
Todo en su lugar.
Tomó sus cosas y salió del dormitorio para reunirse con sus compañeros en la planta baja, no tenía nada importante que hacer el día de hoy pero por alguna razón estaba emocionado por empezar.
—¡Buenos días, chicos!—Se pudo escuchar mientras bajaba por las escaleras con toda energía.
Todos sonrieron al verle bajar tan contento.
¿Cómo no? Si él era la chispita del grupo.