Niños por hideky

Kuran Kaname, un elegante, inteligente, narcisista, frío y manipulandor vampiro rogaba a todos sus ancestros para que aquel pequeño intruso no llegase a visitarlos, muchos decían que los niños eran los seres más inocentes y dulces de todos, ja! Kuran Kaname sabía por experiencia que eso era una gran mentira y  lo sabía por experiencia propia, sabía lo manipulandores, inteligentes y caprichosos que podían llegar a ser con tal de cumplir sus objetivos.
 
Kaname,  ¿te encuentras bien? — pregunto Zero acariciando las mejillas del último al verle distraído.
 
Si, sólo pensaba del cómo serían nuestros hijos, una hermosa princesa, un protector caballero y un dulce doncel — mintió, mientras recostaba en el gran mueble a Zero posicionandose sobre este y comenzar acariciarlo con lujuria, tocando la lechosa y delicada piel de Zero con devoción, delineando las hermosas caderas de su divino amante.
 
Mmn…la verdad que no lo sé, sólo espero que no saquen tu lado narcisista — meditó Zero con una pequeña sonrisa acariciando las castañas hebras con suavidad acunándole con cariño; Kaname y él habían conversado respecto al tema de tener un bebé, ambos habían llegado al acuerdo de que esperarían un poco más para tener hijos, de echo, el castaño planeaba procrear una gran familia.
 
 
Kaname hundió su rostro en el vientre plano de Zero, un acto muy dulce y tierno para demostrar lo mucho que querría a aquel futuro ser que crecería dentro del vientre de su esposo.— Entonces…¿que te parece si comenzamos en este momento con nuestro primogénito? Sólo así sabremos como serán nuestros hijos — propuso el castaño colando sus frías y grandes manos debajo de la camisa de su amante.
 
Zero soltó una risita dejándose hacer por el castaño, entre dulces y apasionados jugueteos el castaño cargo en brazos a su pelo plata.
 
¡Que impaciente! — comentó divertido Zero abrazandose al cuello de su amado.
 
Kaname beso con pasión los delicioso labios fresas de su pareja mientras guiaba a ambos por  las escaleras al segundo piso, ingresó de una forma algo torpe a la habitación de ambos, recostó su preciada carga con delicadeza en la gran cama matrimonial; se separó un poco para apreciar al menor, sus cabellos rebeldes caían de forma sensual sobre su rostro, sus cristalinas amatistas le daban un toque inocente, sus mejillas teñidas por un suave rosa cual delicado pétalo de Sakura le seducían inconscientemente, vaya que era el hombre más afortunado.
 
Zero sonrió con dulzura elevando su mano a la altura de las mejillas del castaño acariciandolas de forma pausada perdiéndose en esas hipnotizantes orbes vino.
 
Kaname beso la frente de Zero con cariño comenzado a desabotonar la camisa de este de forma lenta, sus respiraciones chocaban, Kaname estaba sobre Zero y este último estaba hechado sobres la gran cama con las piernas alrededor  de la cintura de su compañero para darle más espacio, ambos cuerpos se acoplaban de forma perfecta…
 
¡Plump…! — el eco de las puertas de la casa siendo abiertas acompañado de unos pequeños y apresurados pasos, hizo reaccionar de forma instintiva a la pareja; Kaname se separó con pesar del magnífico cuerpo de su esposo, a eso se refería con aquella tonta teoría de que los niños eran los seres más inocentes.
 
La puerta de la habitación fue abierta de golpe, dejando ver a un pequeño de cinco años cabellos color chocolate y hermosos ojos color aqua— ¡Tío Zero! — saludo con ojos brillantes de la felicidad el niño mientras se lanzaba a los brazos del aludido.
 
Yuu, mi adorado pequeño ¿que tal ha estado tu semana? ¿Tus padres están bien?— pregunto Zero  con una maternal sonrisa correspondiendo el contacto.
 
 
Mamá y papá les envían saludos, están muy bien, esta semana papá me enseñó a tocar violín, en la escuela soy el número uno de mi clase, mamá dice que podré quedarme esta semana contigo como recompensa por mis notas— contestó emocionado el pequeño—  ¿le dirás que puedo quedarme? — pregunto con ojitos abrazando por la cintura al pelo plata; Kaname bufó fastidiado al ver como el pequeño manipulaba a su ángel.
 
Esta bien, le diré a Yuki que puedes quedarte— respondió el pelo plata cargando al pequeño para sentarlo en el regazo de su esposo — ¿podrías llevarlo a su habitación? Necesita cambiarse de ropa, yo iré a preparar el almuerzo — pidió Zero besando con cariño a Kaname en los labios.
 
De acuerdo — acepto el mayor acariciando la cabeza del pequeño — llevaré a Yuu, también hablaré con Yuki para que me pase su horario — añadió el castaño.
 
Zero sonrió y salió de la habitación dejando a Kaname y Yuu "jugando" animadamente.
 
La expresión del pequeño Yuu cambio a una fría cuando Zero  abandono la habitación — alejate de mi, abuelo — ordenó con sorna.— No, mejor alejate de MI Zero—
 
Kaname soltó un suspiro cansado, el se caracterizaba por ser de mente fría y calculadora, pelear con un pequeño de cinco años era algo que nunca había pasado por su mente, sin embargo, aquel pequeño niño de cinco años tenía la mentalidad, inteligencia y madurez de una persona mayor; tenía suficientes razones  para hacer una excepción.
 
Deberías respetarme ¿sabes? Soy el ancestro de la familia de vampiros Sangre pura Kuran — espetó el castaño sin ganas de pelear.
 
Sí y yo también soy un sangre pura de los dos clanes más fuertes; cuando crezca no necesitaré más de ti  para cuidar de él. — aclaró el pequeño dirigiéndose a la puerta.— Zero es mío querido tío — proclamó con una sonrisa amplia y brillo juguetón en sus ojos recordándole levemente a Rido.
 
Una pequeña venita se marcó en el siempre sereno rostro de Kaname — Yuu, Zero es MI pareja…nadie puede romper el lazo que forme con él — aclaró el castaño satisfecho al ver la leve molestia que se marcaba en el rostro del pequeño.
 
Cuando matas a uno de los que conforman la unión con la ayuda de su otra pareja el lazo se anula — recitó el pequeño con una torcida sonrisa — haré que Zero te odie y después yo mismo me encargaré de matarte — planteó antes de salir de la habitación e ir a ver a su lindo futuro esposo.
 
Dentro del cuarto, una leve grieta apareció en uno de los floreros de una de las mesas de noche.
 
Odio los fines de semana — declaró irritado el castaño mientras salía en busca de su pequeño y adorable sobrino.