El favorito del Diablo
La habitación estaba únicamente iluminada por la débil luz de una vela, era poco más de las 12:00 y el frio de la noche se colaba por la ventana entreabierta, el pequeño cuerpo que se hallaba sobre la cama se removió al sentir la corriente de aire, causando una leve sonrisa en quien, desde que se quedó dormido lo miraba.
No era la primera vez que lo hacía.
Era una costumbre que haba adquirido desde hace años cuando decidido a castigar a aquellos que habían intentado engañarlo y fue por primera vez a esa mansión que su mismo poder había ayudado a construir al igual que todo el poder y la riqueza que la rodeaba, esa noche tan oscura como la de ahora escucho por primera vez el llanto que provenía de una cuna, como si lo llamara precisamente a él…
Pero ya había pasado mucho tiempo desde eso, el espectador se acercó a la cama y se agacho hasta quedar a la altura del rostro del pequeño, era tan hermoso su inocencia cautivadora lo había provocado desde el primer momento en que lo vio, con una de sus pálidas manos tomo la cobija para arroparlo más, después deslizo su mano a su rostro y la poso casi con ternura en su melilla acariciándola despacio rayando en la devoción. El chiquillo respiro profundamente y por primera vez desde que comenzaron las visitas nocturnas del otro, despertó abriendo lentamente sus ojos verdes que se encontraban de frente a una intensa y profunda mirada miel
-Hola Ritsu -dijo el mayor sin despegar su mano de su mejilla, sonriendo de una forma tan cínica y cariñosa
-¿Quién eres, Donde está mi mami? -Ritsu alejo el tacto suave y frio que esa mano ejercía sobre su mejilla y se incorporó sentado en la orilla de la cama mientras tallaba sus ojos tratando de despertar por completo
-shhh, tranquilo -intento tocarlo pero por instinto el pequeño castaño se alejó, había algo macabro y perturbador en sus sonrisa que lo asustaba al mismo tiempo que despertaba en él una gran curiosidad -¿no confías en mí?, soy un viejo amigo de tus padres, además tu mami está durmiendo y no despertara, ven -extendió su mano hacia el pequeño que se hallaba arrinconado en la esquina de su cama, pegado a la pared -mira te traje un regalo -le extendió un pequeño plato en el cual había un trozo de pastel de chocolate -es tu favorito, ¿verdad?
-…mm…bu…bueno -la curiosidad gano, Ritsu se acercó a él y tomo el pastel, tomando la cucharilla entre sus pequeños dedos dispuesto a llevar un trozo a sus labios
-espera yo lo hare por ti -despacio tomo él la cucharilla y la acerco a la boca del menor -di ah -Ritsu obedeció y abrió la boca -que buen niño, por eso te has ganado algo muy especial -el mayor que se hallaba elegantemente vestido extrajo de su saco una pequeña cajita de terciopelo tan negro como su cabello y la ofreció al menor
-es el anillo de papa -dijo sorprendido después de abrir la caja
-no exactamente -la sonrisa amable del mayor creció acompañada de un brillo tenebroso -aunque originalmente debió pertenecer a tu padre
-si es de mi papi no puedo aceptarlo, ¿Por qué me lo das a mí?, ¿Por qué yo? -pregunto confundido tratando de devolverlo
-porque te quiero Ritsu, ¿necesitas otra explicación? -tomo una de las pequeñas manos y la cerro alrededor de la caja -¿no vas a aceptarlo? -hablo fingiendo estar decepcionado y su anterior sonrisa se distorsiono en una mueca que pretendía ser tristeza
-no…no debo aceptar cosas de extraños -intento explicar
-jjajjaja, tan tierno…pero, ¿te comiste el pastel no es cierto? -dándose cuanta de que era verdad el pequeño bajo la mirada avergonzado -mi hermoso niño inocente, te lo doy porque te quiero, ¿crees que un extraño te daría algo tan valioso, o, te querría como yo lo hago? -se sentó a su lado y paso uno de sus brazos por su pequeña espalda haciendo que recargara su frágil cuerpo en su pecho
-pero…no se tu nombre -dijo aun un poco intranquilo, había algo en la presencia del mayor que lo inquietaba, aunque él no lograba comprenderlo, ¿Qué podría saber del mal un pequeño de 5 años?, ¿Cómo podía reconocerlo aunque lo tuviera enfrente?
-he tenido tantos a lo largo de los siglos, los humanos me llaman de tantas formas, pero tú puedes llamarme Takano -hablaba mientras acariciaba los castos y suaves cabellos
-está bien Takano-san seamos amigos -Ritsu se separó del mayor y se arrodillo en la cama en frente del mayor para mostrarle una sonrisa
-jajajjaja, mi pequeño Ritsu -el de los ojos miel volvió a posar una de sus manos en la rosada mejilla de Ritsu, acariciándola llevo uno de sus pulgares a la comisura de sus rosados labios limpiado un rastro de chocolate que había en ellos -tan puro e inocente -deslizo su dedo hasta el centro de sus labios, provocando que el castaño los abriera ligeramente, el mayor acerco su rostro al del más pequeño y con suavidad le dio un pequeño beso en una de sus mejillas
Después del beso Ritsu había caído profundamente dormido, Takano lo tomo en sus brazos y despacio lo acostó de nuevo en su cama tapándolo con cuidado asegurándose de que no pasara frio, antes de dirigirse a la ventana para irse beso la frente del castaño y susurro en su oído
-por ahora será solo nuestro secreto Ritsu…
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Habían pasado 12 años desde la primera vez que lo vio, frente a él en la oscuridad de su cuarto, ¿Cómo podía haber pensado que sería su amigo?
‘’Mi pequeño Ritsu, eres tan puro e inocente’’
En ese entonces no había logrado entender sus palabras, no es que ahora lo hiciera en realidad; puro e inocente, el solo había querido corromperlo y…ya lo había hecho entonces, ¿Por qué no lo dejaba en paz?...
Eran las 12:30 el cielo despejado con la luna brillando en lo alto era lo único que alumbraba la noche, la hora exacta en que Ritsu sentía una presión casi fantasmal subir por su espalda, el momento en que corría a ocultarse en una de las esquinas de su habitación, que en momentos como ese le parecía tan pequeña.
Desesperado en un vano intento por armarse de valor intento rezar como su madre le había aconsejado, aferrando un crucifijo contra su pecho oro porque las horas pasaran rápidamente y el sol entrara por la ventana de su habitación.
Escucho el leve ruido de la ventana al abrirse y suaves pisadas casi inaudibles caminar por su habitación, movimientos hechos con tanta gracia y elegancia que nadie más los hubiera escuchado, pero él ya estaba acostumbrado…Trato de rezar y concentrar su mente en eso, tal vez se iría…Sin embargo no tuvo suerte, nunca la tenía si debía admitirlo
Él había llegado.
El silencio solo lograba acrecentar su desesperación, Ritsu se abrazó así mismo con fuerza, su respiración se hacía más intensa e irregular; una risa ligera con un matiz oscuro hizo que un escalofrió recorriera su espalda, apretó sus ojos con más fuerza convencido por fin de que rezar y un crucifijo no iban a detenerlo, jamás lo habían hecho
¿Acaso Dios lo había abandonado?
-¿no te había dicho Ritsu que Dios no existe?, al menos para ti ya no -camino hasta él y se agacho quedando a su altura
Ritsu abrió los ojos lentamente, y como la noche hace doce años sus pupilas verdes se encontraron frente a frente, con la mirada miel de Takano, quien le sonrió, secando las lágrimas que salían de sus ojos verdes
-¿quieres jugar Ritsu…?
Ritsu, sigues siendo tan inocente a pesar de mi deso, a pesar de que podría poner tu pequeño mundo en tus manos, sigues oponiéndote con rebeldía casi infantil es por eso que es a ti a quien elijo